Somos una Fundación que ejercemos el periodismo en abierto, sin muros de pago. Pero no podemos hacerlo solos, como explicamos en este editorial.
¡Clica aquí y ayúdanos!
Adriana Yépez es venezolana de nacimiento. Allí estudió Psicología, aunque poco después se trasladó a España, en donde lleva residiendo dos décadas y donde se ha ido dejando parte del acento. Aquí ha desarrollado labores de orientación en diferentes organizaciones educativas, como la Universidad Francisco de Vitoria. Desde hace algo más de una década trabaja en la Fundación Botín, en donde es la responsable de los programas educativas. El buque insignia es el programa Educación Responsable, por el que han pasado decenas y decenas de docentes y que ha impactado en muchos más niños de entre 3 y 16 años.
Hablamos con ella de algunos de los aspectos clave del proyecto y de la trayectoria que han tenido desarrollando en estos años. Una trayectoria que ha puesto el foco en la educación emocional, social y creativa.
Quería que me contaras de manera más o menos sucinta, a qué os referís cuando habláis de educación emocional, social y de la creatividad.
La intención de promover el desarrollo emocional, social y creativo nace en la Fundación Botín desde principios del 2000. En ese momento el área de educación lo que busca es una educación que promueva el desarrollo integral. Creemos que el alumno no solamente tiene una parte cognitiva y no solamente nos tenemos que basar en la parte eminentemente académica, sino que tenemos que en el espacio educativo tenemos que promover una serie de habilidades que le permitan desarrollarse de una manera integral.
Para nosotros, esa integralidad se ubica en esas tres variables que buscamos promover. En la parte emocional o de desarrollo afectivo, lo que queremos es ayudarles a desarrollar las capacidades para identificar, expresar y regular sus emociones. Desde la manera más básica, saber cómo me siento, cómo estoy y cómo están las personas que me rodean. Cómo expreso también cada una de esas emociones.
El maestro deja huella en la vida de sus alumnos, y debe pensar qué tipo de huella quiere dejar.
También trabajamos la parte de la empatía. El ser conscientes de qué implica realmente ponerme en el lugar del otro. Que todos nos lo sabemos muy bien, pero luego en la práctica nos damos cuenta que no es tan fácil. No es tan fácil cuando justo me toca con esa persona que me cuesta un poquito más o con el compañero de clase. Cómo trabajar eso, conectar con el otro, generar más vínculos.
Luego trabajamos la autoestima. Buscamos que el docente sea consciente de que deja huella en la vida de los alumnos. Nuestra autoestima se desarrolla gracias a lo que recibimos de nuestras familias y de nuestros amigos y, en buena medida, de nuestros maestros, de nuestros docente. Que el maestro sea consciente de que deja huella en la vida de sus alumnos le hace pensar en cómo quiere que sea esta huella o en querer sembrar cosas positivas que le ayuden a desarrollarse más plenamente.
En la parte social lo que trabajamos son habilidades de relación. Lo primero, estar abiertos y en disposición para el encuentro con el otro. Aquí vamos a lo más básico, a saber saludar, a entrar en una conversación, a pedir perdón cuando me he equivocado, a agradecer también. Las cosas más básicas. Esto lo enlazamos con las habilidades de comunicación. Mi comunicación verbal, no verbal, lo que expreso, cómo me relaciono, mi escucha activa y luego, por otro lado, la asertividad. Para nosotros es muy importante saber transmitir lo que pienso y lo que siento de una manera respetuosa hacia los otros y hacia nosotros mismos. Aquí incluimos las diferentes maneras de pensar y los puntos de vista.
Y, en esa última pata, la parte creativa, el desarrollo creativo, ahí lo que trabajamos es el pensamiento crítico, las habilidades para que el alumno sea consciente de lo importante que es hacerse preguntas, cuestionarse las cosas, el asombro, la curiosidad, el querer conocer los diferentes puntos de vista y hacer todo un proceso para realmente descubrirlo. El intentar buscar nuevas formas de solucionar las cosas o de nuevos enfoques y, luego, la toma de decisiones, que estamos desde muy pequeños.
Lo emocional, social y creativo, aunque lo tenemos separado, en realidad están todas en constante relación. Y esto es lo que nosotros buscamos, esto lo promovemos, lo trabajamos con los centros educativos, buscamos que el profesor lo viva en primera persona, para que luego sea capaz de llevarlo a sus alumnos. Y esto lo hacemos posible a través de un plan de formación de tres años en los centros educativos, así como con recursos educativos informatizados, estructurados, relacionados con distintas artes como literatura, música, artes plásticas… Los recursos los pueden utilizar en el aula con los alumnos. Y hacemos mucho acompañamiento con los centros educativos desde que entran en el programa. Después de esos tres años, los centros no acaban sino que pasan a formar parte de una red de centros graduados que son centros referentes, los que empiezan a innovar gracias a las cosas que han recibido en los primeros años. Tenemos centros que ya llevan 15 años con nosotros.
¿Por qué creéis que es importante esa incidencia en el profesorado, más allá del trabajo con el alumnado?
Porque el profesor es el que está ahí, es el que está a pie de aula, el que hace posible la relación con el alumno, el vínculo. Nosotros lo que queremos es que se sientan totalmente autónomos, que conozcan los recursos para que esto pase a formar parte de su vida. Somos conscientes que los profesores tienen muchas necesidades en el día a día, la labor docente cada vez se ha ido ampliando más entonces. Antes yo me encargaba de dar clases de matemática y a día de hoy con todos los problemas que hay de salud mental, con todos los los desafíos en los que nos estamos enfrentando, es importante que el profesor se sienta de alguna manera equipado con conocimientos y también con herramientas que les ayude a conectar mejor con el alumno, a descubrirlo mejor, a promover estas habilidades en él.
Ayudo a que mi alumno crezca y saque lo mejor de sí, y yo, en ese proceso, también crezco
Hemos desarrollado un concepto, el teachfulness, que inventamos de la mano de José Manuel Domínguez. En ese deseo de hacer crecer al alumno, crece también el profesor. Es una relación compartida, yo ayudo a que mi alumno a que crezca y saque lo mejor de sí mismo en conocimiento, habilidades, en virtudes y yo, en ese proceso, también crezco.
Es importante que el profesor sea muy consciente de que para sacar lo mejor de sí en clase y que lo haga el alumno, tiene que estar bien
Los recursos que tienen los centros una vez entran en la red, ayudan al profesor a que toda esta experiencia en el aula se viva de una manera más significativa. Con la formación del profesorado, más allá del desarrollo integral en esa parte emocional, social y creativa, buscamos fortalecer el vínculo del profesor con el alumno. Creemos que a medida que se fortalece, favorecemos el proceso de aprendizaje. Favorecemos la relación y que todo el proceso sea más disfrutado. Así promovemos el bienestar emocional y el cuidado docente.
Es importante que el profesor sea muy consciente de que para sacar lo mejor de sí en clase y que lo haga el alumno, tiene que estar bien.
Y lo último que buscamos es mejorar el clima de convivencia en el centro. Cuanto trabajamos todas estas áreas, con estos recursos, ocurre de manera natural.
Hablas de cierto cambio de rol en el docente, a la entrada de una cierta educación en valores. No sé si el profesorado puede tener reticencias a dejar de enseñar su disciplina para centrarse en cosas que no son estrictamente la materia para la que se preparó para dar clase.
Es verdad que al principio cuesta, entre comillas, porque tiene un currículum y tiene que darlo. Por esto nosotros vamos poco a poso, con una propuesta abierta. Tanto para Cantabria como para Madrid (CCAA en las que más tiempo llevan los programas implantados) cuando el centro entra, les pedimos que elijan un grupo reducido de profesores, son quienes empezarán con la experiencia. Por otro lado, les decimos que elijan algunos recursos en algunas clases.
Los recursos, en el primer año, tienen un mínimo de 6 horas de aplicación. Supone trabajar durante un trimestre o un cuatrimestre y el docente debe integrar esas horas. Tal vez haya un recurso que necesita más tiempo, pero tal vez sea un mínimo de nueve horas a lo largo de un curso. La propuesta se hace de tal manera que yo la puedo integrar con mi asignatura.
De manera natura el profesorado descubre, como le pasa al alumnado, otro lado del alumno y eso genera un vínculo especial. Se generan espacios en el aula donde pongo en marcha actividades. Por ejemplo, con el recurso que se llama banco herramientas, tengo un enlace audiovisual y en él, un paso a paso de lo que tengo que hacer para trabajar la empatía. Puedo poner un corto o trabajo con un anuncio publicitario que me genera una gran cantidad de temas para hablar, temas que están en el alumnado. Lo que suele pasar es que los alumnos quieren repetir estas actividades porque conocen otras perspectivas.
La propuesta se hace de tal manera que yo la puedo integrar con mi asignatura
Hay un recurso que se llama Reflejarte que se centra en artes plásticas y, sobre todo, en el arte contemporáneo. Lo que se hace es visitar una exposición que suelen estar en Santander, en el Centro Botín. El resto de la red hace una visita virtual.
Es una propuesta que puede ser un reto para un profesor que habitualmente enseña Goya o Velázque. Es difícil, entre comillas, cuando en la exposición hay una obra que es un pantalón vaquero gigante en un cristal. Otra que es un lienzo gigante lleno de aceite. Recuerdo a la profesora que me decía: “Pero Adriana, ¿esto cómo lo vamos a trabajar? Los alumnos no van a entender nada”. Lo que tienen que hacer es seguir la propuesta que hacemos,que está muy estructurada, con una metodología del antes, durante y después. Algo ocurre antes para generar la motivación; después, el durante y, en este caso, finalizan creando algo juntos. Hay gente detrás de las propuestas que ha pensado en todo.
Con las actividades el docente descubre otro lado del alumno que no conocía
Antes de ver la obra, a los alumnos se les pedía que trajeran una prenda que para fuera significativa, lo que fuera, lo importante era que fuera significativa y que lo hablaran en la familia. Después, le dedican dos horas al intercambio: un niño llevaba la bata de cuando estuvo ingresado, algo que no sabía nadie; otro la valleta en la que rescató un pajarito; otro, la camiseta de un primo que había fallecido. La profesora se impresionó porque empezó a descubrir otro lado del alumno que no conocía. Y cuando fueron a la exposición, y vieron ese pantalón vaquero gigante lo que hicieron fue conectar con el artista al pensar en qué historia hay detrás de ese pantalón. Hicieron el mismo recorrido que el artista y terminaron hacienco unos telares gigantes con todos los trozos de tela que llevaron.
El docente tiene todo el curso para dar su asignatura, pero se da cuenta de que gracias a estas actividades se fortalece la relación con el alumno. Entre ellos también, cuando comparten todas estas cosas, se genera otro vínculo. Se amplía la mirada, o sea, empiezan a ocurrir otras cosas gracias a esto.
Con esta y otras actividades como el coro de las emociones, por ejemplo, cambia el clima a la clase y la manera de enseñar del docente, porque no es lo mismo que yo enseñe matemáticas en una clase con un ambiente agradable, de confianza, de respeto, de interés. Lo bonito del programa es que nace con un plan de evaluación.
Te quería preguntar precisamente por esta parte de la evaluación.
Lo interesante del programa es que, a principios de los 2000, se decide hacer un programa pero, antes de proponer esta red de centros, se quiere hacer una experiencia con tres centros control y tres experimentales en Cantabria. Y se busca un evaluador externo, para hacer un estudio longitudinal con el que medir el impacto a tres años mínimo.
En la evaluación vimos que el rendimiento académico aumentaba y mejoraba el clima de convivencia
Los resultados son públicos, están en la web de la Fundación Botín y del propio programa, Educación Responsable. El primero sale en 2011 y vemos en la comparación de datos cosas interesantes. Efectivamente los niños mejoraban sus niveles de identificación y expresión emocional y comprensión de sus emociones. Mejoraban los niveles de asertividad significativamente. Esto es importante porque, si lo trabajamos desde pequeños, cuando lleguen a adolescentes podrán resistir mejor a la presión de grupo, por ejemplo. Respetarán más su manera de pensar, la de los otros también. Además, bajaban los niveles de ansiedad.
Y, de manera indirecta, como un resultado no buscado, vimos que el rendimiento académico aumentaba y mejoraba el clima de convivencia. Con estos primeros resultados de la evaluación se decide que tiene sentido extender el programa y que vaya a otras comunidades como La Rioja, Navarra, Murcia, Galicia, Castilla y León, Aragón. Tenemos una experiencia en Cataluña, alguna en Valencia. Para el próximo curso estará en Baleares
Por otro lado, empezó a extenderse en América Latina: Uruguay, Chile, México. En Centroamérica estamos en Honduras, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y el año pasado se incorporó Perú.
Todo esto gracias a que hay una evaluación detrás que nos dice qué tiene sentido. De hecho, la evaluación continuó y en 2018, también de la mano de la Universidad de Cantabria, surgieron otros resultados en la misma dirección. Mejora de los niveles de compresión emocional. También se evaluaron los niveles de agresividad, que disminuyeron, al igual que los de retraimiento social, y mejoraba el nivel de proactividad, cosa que notaron también en las familias. Los niveles de creatividad también mejoraban, que era otra variable significativa.
El programa ha de durar cierto tiempo para poder trabajar los diferentes aspectos de manera continuada
A partir de esa segunda evaluación, empezamos a trabajar con la Universidad de Málaga, con el equipo de Pablo Fernández de Rocal. Y ha habido ahora unos terceros resultados que han salido ahora, en el curso 2023-2024 y muestras cómo aumentan los índices de inteligencia emocional, de comprensión emocional, de bienestar, de empatía mientras disminuyen los de agresividad, de ansiedad, los de estrés también entre los alumnos.
Todos estos datos sostienen nuestra apuesta de que el programa ha de durar cierto tiempo para poder trabajar los diferentes aspectos de manera continuada. No queremos que sea un programa que, si tengo un problema en clase, saco una actividad y ya, sino que esto que se mantenga. Y con el tiempo, aumentar las horas de dedicación, involucrar a más docentes para llegar a más alumnos.
¿El objetivo es que en esos tres años todo el centro se haya metido en el programa?
Exacto.
¿Y siempre lo conseguís?
Bueno, hay algunos que al principio cuando entran en el primer año tienes que frenarles. Como somos conscientes de la realidad que tienen los centros educativos, les animamos a que en el primer año empiece un grupo reducido de profesores, como un 25%, los que más ganas tengan, los más motivados con todo el trabajo de las emociones, de esta parte social y creativa. Y luego, en el año dos, que empiecen con algunos recursos, y qque se sumen más profesores, por lo menos un 50 o un 60%, para llegar a más alumnos. Lo ideal sería que en el año tres, por lo menos, pudieran estar ya cerca del 80-90%. Es lo ideal, porque estamos todos mucho más conectados, hacemos grupos de trabajo, intercambiamos más y se llega a muchos más alumnos. Lo que ocurre es que terminan integrando el programa de Educación Responsable en el plan de centro y se extiende de manera natural a todo el centor.
Además el programa cada año actualiza los recursos, se va añadiendo cosas nuevas cada año. Además de la evaluación psicológica del impacto que tiene en los alumnos, también tiene una evaluación pedagógica y esta también te va diciendo el nivel de satisfacción y lo que ven los docentes.
¿Tienen relación unos con otros en esta red?
Lo que promovemos mucho desde la Fundación es el acompañamiento de los centros para que el programa se adapte bien a sus realidades. Y en este acompañamiento, se realizan reuniones o actividades en red. De hecho, hace dos semanas tuvimos una sesión muy bonita que se llamaba Prácticas inspiradoras en educación responsable. Y tuvimos centros de México, de Chile, de Cantabria, de Madrid, de Galicia que compartieron sus mejores prácticas. Se conectaron cerca de 150, 200 personas.
También tenemos espacios de intercambio en cada comunidad. Intentamos tener un encuentro una vez al año con los coordinadores de cada centro. Hacemos un intercambio y vemos cómo van. Tenemos también reuniones de red donde vienen de una manera más masiva y tenemos expertos o formadores de distintas líneas que hemos trabajado y entre ellos generan grupos de trabajo. Les encanta porque todo lo que tiene que ver con el intercambio con centros que están trabajando y que han han encontrado otros elementos es una de las cosas más bonitas. Se dan cuenta que a pesar de las diferencias de dónde están pues que tienen mucho en común.
¿Habéis tenido que adaptar materiales o dinámicas para los diferentes países en los que trabajáis?
Cuando el programa se extiende, siempre trabajamos de la mano de alguna institución, alguna entidad comprometida con la educación. Trabajamos en conjunto con sus equipos y se hacen adaptaciones de los materiales. Igual hay algunos audiovisuales que han cambiado porque ellos tenían algo similar. Una de las cosas que queremos es que haya huellas de cada uno de los lugares en los propios recursos. Por ejemplo, en Chile se incorporaron en la propuesta del coro unos poemas mapuche, porque allí el programa está en el sur, en Panguipulli.
En el banco de herramientas hay más de 500 actividades divididas por etapa, por edad, por esa habilidad que estén trabajando con el maestro. Hay gran variedad de actividades para elegir en función de cuál se adapte mejor a la clase.
¿Es en este marco en el que decidís emprender la andadura de la formación, junto a la Francisco de Vitoria, sobre el experto en educación emocional, social y creativa?
Esto surge de una manera muy natural porque en el área de Educación de la Fundación, además de tener el programa de Educación Responsable, hubo un máster con la Universidad de Cantabria para ir formando a los docentes que fueran a terminar y que tuvieran ya todo este trabajo incorporado para cuando fueran a sus aulas. Era en Cantabria y en otros lados nos habían reclamado esa formación para docentes más especializada, un experto con mayor profundidad y continúa en el tiempo.
Ya teníamos relación con la Francisco de Vitoria y, además, la universidad tiene mucho recorrido en educación y en cuestiones relacionadas con la transformación educativa. Ahí decidimos unir los saberes. Vamos a integrar y pensar en un curso que pueda ser profundo, de mayor duración y hemos hecho este experto online para, además, contribuir a que un mayor número de profesores de cualquier sitio se puedan sumar. Y con el respaldo de una universidad.
La experiencia que estamos teniendo también es buenísima. Yo tenía cierta resistencia, porque trabajábamos en presencial; el programa es tan humano, tan personalizado, que hacerlo todo online me generaba resistencia. Pero fue increíble, porque todos los módulos son muy vivenciales, todo el planteamiento es totalmente vivencial. Nno hay un profesor que dé la clase que luego, dentro de la propia clase, no genere intercambios de grupo, esos grupos de trabajo, esos espacios de compartir que a los alumnos les encantan. Se va generando un vínculo increíble.

¿Cómo está estructurado?
El programa tiene cinco módulos. El primero es el campo de juego por trabajar un poco toda la base de la educación; saber dónde venimos, qué hacemos, qué propuestas, hay la mirada del educador. Esto lo trabajamos en la mano Sonia González que es la co-directora del curso.
Luego nos metemos en el dinamismo afectivo, todo lo relativo a la afectividad; lo que el profesorado necesita conocer sobre el tema y que esté relacionado con la comunidad educativa. Después pasamos a la dimensión relacional, todo lo que tiene que ver con los encuentros, los desencuentros, cómo convertir esto en oportunidades. Más tarde está la parte creativa a la que traemos el arte. Y, por último, terminamos con un módulo transversal sobre transformación .
Lo que pretendemos es que el profesorado pueda aterrizar en el aula todo lo que vive en la formación. El cambio número uno y más importante es para el docente. Después, que tú te puedes llevar este trabajo al aula. El experto termina con la necesidad de realizar una propuesta concreta para tu centro o tu clase. Un proyecto que supone la traducción de todo ese trabajo previo. Han hecho de todo: patios más felices, tutorías, una sala de profesores donde se ayuden…
En el curso también destacan las mentorías. Cada alumno tiene un mentor con el que se reunirá cuatro veces y que le ayudan a aterrizar todo lo que está viviendo en el programa: las clases, el proyecto… Es algo que valoran muchísimo porque es más personalizado.
El experto nos sirve para profundizar lo que hacemos en el programa convencional de la mano de profesores universitarios, con un espacio con todos los materiales, las referencias bibliográficas, vídeos para seguir cada clase.
Y aunque el programa es online, el último día, la clausura la hacemos presencial en la Fundación.