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Hace bastantes años, pero siendo ya algo “conocida” en redes, me empezaron a escribir para ser embajadora de algunas herramientas digitales. Ser embajador de una herramienta implica “hacer campaña”, darle cierta publicidad en redes, participar en webinars y cosas por el estilo. A cambio, sueles obtener una cuenta premium o acceso a funciones de pago, además de camisetas u otro tipo de merchandising.
Mucha gente que conozco, y admiro, ha sido y es embajadora de herramientas muy prácticas, empleadas por gran parte del profesorado. Maestras y maestros gracias a los cuales podemos conocer, de primera mano, cómo se emplea un recurso o para qué nos sirve en clase.
Por qué nunca me ha gustado la idea de ser embajadora
En mi caso, nunca he querido ser embajadora de ninguna herramienta por varias razones. En primer lugar, porque no quería comprometerme a tener que estar pendiente de si había un webinar o similar y tener que participar. Es decir, no quería comprometerme por si no podía cumplir. En segundo lugar, no me he sentido cómoda con la idea de patrocinar herramientas freemium (con parte gratuita y parte de pago), porque entiendo que, en gran medida, la parte gratuita está para captar clientes para la parte de pago.
Añadido a lo anterior, el hecho de que se me ofreciese una cuenta premium mientras era embajadora nunca me atrajo especialmente, puesto que, si metía muchos materiales en ella, ¿qué pasaría cuando perdiese esos privilegios? La idea de perder materiales no me atraía. Quizás, en mi caso, sea un poco radical con el tema. No me gusta eso de “tres meses gratis de prueba” por los mismos motivos, no quiero disfrutar de algo que luego no tendré. Creo que estas opciones están bien y me las plantearía, si realmente estuviese pensando en comprarme un producto, un recurso o un software, pero probar únicamente por disfrutar un tiempo determinado de un recurso, eso no me gusta. Se trata de una opción personal.
Cómo llegué a ser embajadora
A pesar de lo dicho hasta el momento, tengo que decir que sí soy embajadora de una herramienta y, en mi canal o en formaciones, hablo de muchas herramientas freemium. Hace ya unos siete años, más o menos, descubrí una herramienta que me pareció una maravilla, servía para colaborar y para curar contenido, entre muchas otras opciones interesantes. Esta herramienta era totalmente gratuita. La usaba en mis clases, la comentaba en cursos y en formaciones. Siempre la recomendaba. Llegué a escribir sobre ella en más de una ocasión y aparece mencionada, y analizada, en algunos de mis artículos académicos sobre herramientas digitales.
Se pusieron en contacto conmigo y me comentaron lo de hacerme embajadora. Me pareció bien, porque, en realidad, ya lo estaba siendo. Era una herramienta totalmente gratuita que yo usaba a diario y, por lo tanto, me parecía bien hablar de ella y hacérsela llegar a todo el profesorado. Me mandaron una camiseta y una sudadera, muy chulas. Ofrecí un webinar y seguí hablando de ella, como siempre había hecho.
En un momento dado, hace unos dos o tres años, la herramienta se volvió freemium. La verdad es que la mayor parte de la misma se convirtió en herramienta de pago. La sigo usando de vez en cuando en mis clases, pero ya no la recomiendo, porque considero que ahora tiene una parte comercial que, entiendo, ya no me compete patrocinar. A veces muestro algunas de sus opciones en el aula, pero poco más. Además, al seguir siendo embajadora no veo la plataforma igual que la ven las personas que la usan en su versión gratuita, por eso tampoco me siento en la posición de poder recomendar algo de lo que ahora mismo desconozco exactamente sus opciones.
No se trata de juzgar
Con esto, no quiero decir que sea malo ni bueno ser embajador de una herramienta digital. En realidad, escuchar a docentes en activo cómo usan determinadas herramientas en el aula creo que puede ser muy interesante y productivo.
Tampoco pretende ser esto una crítica al paso de herramientas gratuitas a herramientas freemium. Ciertamente, detrás de una herramienta hay mucho trabajo y es normal que se quiera ganar dinero con ello. Es lógico. Estamos muy acostumbrados a lo gratuito, yo la primera, y, en muchas ocasiones, no valoramos la dedicación, el esfuerzo y la inversión que hay detrás.
Simplemente deseo dejar una reflexión. Sin más. Personalmente, pienso que los embajadores y embajadoras hacen una gran labor de enseñanza y digitalización para sus compañeros. Una formación informal entre iguales. Una fuente de ideas e inspiración muy práctica y experiencial.
Además, y esto hay que destacarlo, muchas de estas herramientas, con parte gratuita y parte de pago, ofrecen la opción de dar de alta cuentas educativas, bien sea a través de correos institucionales, a través del registro de los propios centros o bien acreditando el rol docente, o el de estudiante. Aunque desde aquí también reivindico que la etapa universitaria, y otras realidades educativas, suelen quedarse fuera de estos acuerdos.
Experiencias docentes de primera mano en el ámbito digital
Precisamente, estos días, impartiré un webinar para una herramienta de la que no soy embajadora. Lo haré, en primer lugar, por amistad con una persona con la que me llevo muy bien y, en segundo lugar, porque es una herramienta que utilizo en clases y voy a explicar lo que hago con ella. Ya lo he hecho anteriormente con la misma herramienta. No necesito ser embajadora para ello, lo hago encantada, porque es algo en lo que creo. La conozco en primera persona y a mí me sirve. Me gusta la idea de poder explicarle a otros docentes cómo la uso.
Pienso que detrás de los embajadores de herramientas digitales, en general, hay docentes que, como yo estoy contando en mi caso, confían en una herramienta, la usan, ven sus posibilidades y desean explicar a otros compañeros y compañeras cómo la emplean. A mí esto me parece muy bien y creo que puede resultar muy útil. Y no veo nada de malo en sacarse una camiseta o una cuenta premium por esa labor. Otra cosa sería reflexionar acerca del tipo de publicidad gratuita que se está generando gracias a ello.
En mi caso tengo que decir que siempre que hablo de herramientas freemium, lo hago únicamente para analizar su parte gratuita, que es la que yo uso, presentando sus posibilidades. Muchos pagamos por algunas herramientas, pero no podemos pagar por todas. En determinados casos, son los centros educativos los que pagan por el uso educativo de algunas herramientas.
Este ya sería otro debate. Todos conocemos a alguien que usa varios correos para tener diferentes cuentas en una plataforma, o compañeros y compañeras que se juntan para pagar a medias una herramienta de pago y así poder disfrutar de todas sus opciones. O el amigo gorrón, jeje, que siempre entra con las credenciales de otra persona. Y ojo, si no conoces nadie que lo haga es que ese amigo eres tú.