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Que las comunidades autónomas financian de manera desigual la educación es algo bien conocido. Según Lorenzo Serrano, quien ha firmado una investigación para el IVIE sobre este tema, el salto llega a ser de hasta 3.700 entre la que más gasta (País Vasco) y la que menos lo hace (Madrid).
Estas diferencias, entiende Serrano, que son consustanciales al hecho de que hay territorios con mayor capacidad que otros para hacer una inversión más importante. Las comunidades con menores recursos, eso sí, como Andalucía o Extremadura, hacen un mayor esfuerzo que otras como País Vasco o Navarra, en un intento de compensar estas diferencias.
La existencia de Madrid da fe de que la inversión no es la única cosa que impacta, eso sí, en los resultados académicos. Serranos señala, por ejemplo, que el porcentaje de escuela concertada y privada sin concierto, muy alto en Madrid, puede ayudar a un gasto educativo menor por parte de la administración educativa.
Madrid partía en 2003 de ser la octava comunidad que menos invertía, con 4.950 euros por estudiante matriculado, a ser, en 2023, la que menos invertía, con 5.781, es decir, poco más de 800 euros de diferencia. Frente a esta situación, Andalucía partía de la peor situación, con casi 4.000 euros por alumno, a los 6.500 de 2023. Todo ello con las grandes diferencias en cuanto a riqueza per capita de ambas comunidades autónomas.
También señala que hay otros factores que influyen en la situación, como la situación socioeducativa de las familias, la renta media del territorio (aunque suele ser engañosa por las grandes diferencias entre los extremos de esta estadística), la autonomía de los centros, quiénes son profesores, etc. La lista no es corta, aunque el investigador sí entiende que, en principio, a mayor riqueza de la comunidad, mejores resultados y que sería interesante limar esas diferencias autonómicas para nivelar las diferencias de partida, la igualdad de oportunidades que se ve comprometida, de alguna manera, por estas diferencias.
Como se aprecia en el gráfico, Madrid obtiene buenos resultados de Matemáticas en PISA 2021 a pesar de su escasa financiación. Otras comunidades, como Cataluña, con una financiación similar, por ejemplo, a la de Aragón, obtiene unos datos significativamente peores. O País Vasco, con 10.000 euros por alumno y año y la novena puntuación más alta de las 17 comunidades autónomas.
El sistema de financiación
Serrano señala que la primera diferencia se encuentra entre las autonomías con un sistema foral, como Navarra o País Vasco, con aquellas del régimen general. Las primeras tienen mayores recursos económicos con los que contar.
Dicho esto, una revisión del sistema de financiación que tenga en cuenta, en primer lugar, qué funciones básicas se espera que atienda, de qué depende el gasto y qué población, en este caso, entre 0 y 24 años. Todo ello, bien ajustado podría traer aparejada una mejor equiparación entre los territorios. Y con ello, cree, seguramente, podrían limarse las diferencias educativas entre los territorios.
Pero Serrano recuerda que el tipo de alumnado o las políticas educativas que se desarrollan tienen un papel relevante en los resultados y en la igualdad de oportunidades. Señala, por ejemplo, a Castilla y León, cuyo gasto no es el más elevado, aunque los resultados en las evaluaciones internacionales suelen serlo. Y ejemplifica con sus programas de compensación educativa y cómo están impactando en los objetivos del sistema.
«La relación gasto público y resultados es más difusa -dice Serrano-. Pero lo tienes más fácil si tienes más recursos». Y luego esta el «qué se hace, cómo se organiza el sistema, cómo se emplea el gasto público».
Ante la posibilidad de que hubiera un mínimo de inversión por alumno, el investigador no lo tiene claro por el hecho de que aunque se fijase desde el Gobierno central, no todas las autonomías podrían tener la capacidad de asumirlo.
Reto demográfico
España está perdiendo alumnado por la baja natalidad. No es nuevo y lleva hablándose de su impacto desde hace años. Algunas comunidades lo utilizan como excusa para cerrar líneas y centros educativos desde hace algunos cursos, pero no parece que haya una idea muy clara sobre qué hacer.
Serrano espera que estas cuestiones las tengan muy presentes las autonomías. según los datos que ha recopilado, las pérdidas ya se notan en las zonas elevadas del sistema aunque hay previsión de que el ciclo de infantil, en sus dos etapas, vaya a incrementar su población en los próximos años.
En un futuro cercano las administraciones tienen que tener claro qué harán, cuando «sobren» docentes en secundaria y falten en infantil, y luego en primaria.
Una de las posibilidades a las que apunta Serrano es el hecho de que también en algunos años, una parte importante de la población docente ser jubilará y, tal vez, sea la oportunidad de reconducir recursos humanos de unas etapas a otras, puesto que con los docentes en activo, que impartan infantil efectivos de secundaria no es posible.


