El colegio privado El Divino Pastor (financiado públicamente), de Málaga, pasea públicamente a su alumnado imitando una “procesión de semana santa”. Viste a menores de nazarenos, con mantillas, con uniformes de guardias civiles, legionarios y les obliga a portar figuras católicas sobre sus hombros.
El colegio privado Nuestra Señora de Lourdes (financiado públicamente) de Valladolid, perteneciente a la congregación católica La Salle, organiza también la “procesión infantil de semana santa” en la que estable que más de trescientos niños y niñas desde los cero a los cinco años del centro tengan que vestirse de cofrades, manolas, costaleros, músicos y policías.
Casi quinientos estudiantes del colegio privado San José (financiado públicamente), integrado en la Fundación Educación y Evangelio, procesionan por las calles de Ciudad Real desde los cuatro años, en segundo de infantil, hasta tercero de Primaria. Con túnicas, velas o pasos de los dos titulares del colegio: el Cristo de la Caridad y la Virgen de la Luz. Así lo expresa el director del colegio que afirma: este acto va unido a la educación del centro, para “acercar a los niños ‘los misterios’ de Jesús”.
Estos son solo unos pocos ejemplos de unas prácticas adoctrinadoras que se extienden por las diferentes comunidades autónomas sin que las autoridades, la inspección educativa y los responsables administrativos hagan nada. Es más, en algunos casos participan y apoyan, con la excusa de la “tradición” (como si el que algo se haya hecho anteriormente fuera garantía de algo) o el “turismo” (como si el mercado y el negocio fuera el fundamento de la educación).
Estos actos y simbologías dogmáticas, pertenecientes a determinadas creencias religiosas, que se obligan a realizar al alumnado de esos centros, conllevan un trabajo previo de mes y medio, como explica el director de uno de esos centros. Tiempo en el que se imbuye a los menores de esa ideología y que se complementa, como aseguran, con concursos de “minipasos”, concursos de dibujo y carteles, etc., con la misma finalidad y empeño.
Estos colegios privados, que son financiados con el dinero público de todas las personas contribuyentes de este Estado (sean ateos, librepensadores, agnósticos o religiosos), educan a su alumnado de forma doctrinaria, de acuerdo con su ideología católica, como así lo exhiben en sus webs y documentos oficiales. No solo con estos actos y su preparación previa, sino en todas las materias, en todos los tiempos, en todos los espacios y en todas las relaciones que establecen.
Se lo permite una determina interpretación ultraconservadora de la legislación en los años 80, recién salidos de la dictadura franquista, que aún no se ha modificado cuarenta años después. La interpretación del “derecho de los padres a que sus hijos reciban una educación conforme a sus propias convicciones” que aparece en la Constitución. Pero este mandato constitucional no conlleva que la ideología educativa familiar se tenga que replicar en los centros educativos y menos que tenga que ser financiada públicamente, como quieren hacernos ver.
Es lo que se ha denominado “el ideario” de los centros privados. Es decir, se permite que la ideología y la concreta visión del mundo que tiene y determina el dueño de esa empresa, el titular del centro, sea con la que el centro, sus equipos directivos y todos los profesionales de la educación, que trabajan en dicha empresa, tengan que educar a todo el alumnado de ese centro.
Por eso, aseguran, caben los desfiles de alumnos y alumnas vestidos de legionarios (una fuerza militar fundada por un conocido golpista y genocida), porque el ideario puede estar inspirado en cualquier ideología. Este ideario no existe en la educación pública, que es plural y diversa, como lo son sus comunidades educativas. Son estas, de forma democrática y dialogada, las que establecen los principios y valores educativos que sustentan los proyectos educativos de acuerdo a la legislación vigente.
De ahí que sorprenda, no solo la anomalía española de que existan centros-empresas privadas financiadas públicamente, sino que además se les permita tener una ideología establecida por los dueños del negocio y que ésta se les imponga a los propios profesionales de la educación, que son quienes desarrollan la labor educativa, además de a toda la comunidad educativa.
La Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que reconoce la facultad de las familias para exigir del Estado el respeto a sus convicciones religiosas, solo conlleva la posibilidad de las familias para elegir la educación religiosa de sus hijos e hijas en su seno o en los lugares de culto, pero no en la escuela, que es un espacio de convivencia y de respeto a la libertad de conciencia de todos los menores.
Necesitamos una escuela laica, donde se sientan cómodos tanto las personas no creyentes como las creyentes
Incluso, en el marco de la anomalía que es este ideario-ideológico de los centros privados, la sentencia del Tribunal Constitucional 31/2018, de 10 de abril, en su FJ 4, establece que “… el carácter propio o ideario no sería aceptable si tiene un contenido incompatible por sí mismo con los derechos fundamentales o si, sin vulnerarlos frontalmente, incumple la obligación, derivada del artículo 27.2 de la Constitución, de que la educación prestada en el centro tenga por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia, y a los derechos y libertades fundamentales en su concreta plasmación constitucional, pues estos han de inspirar cualquier modelo educativo, público o privado”.
¿Hasta cuándo vamos a mantener la anomalía educativa del adoctrinamiento religioso en la educación? ¿Por qué nuestro gobierno no deroga de forma inmediata los acuerdos con el Vaticano a lo que se comprometió en sede parlamentaria y firmó como medida fundamental para gobernar?
La Escuela debe superar esta forma de adoctrinamiento y ser el lugar para educar en conocimientos científicos universales, en valores cívicos y universales. Cada religión, que es una creencia entre otras muchas, debe difundirse en todo caso en el ámbito privado de la familia y los lugares de culto. Necesitamos una escuela laica, donde se sientan cómodos tanto las personas no creyentes como las creyentes. Por eso debemos negarnos a que con el dinero público se financie ningún tipo de adoctrinamiento religioso. La escuela un lugar para razonar y no para creer.
9 comentarios
Muy buen artículo de Enrique Javier Díez Gutiérrez. En realidad, esto que podemos ver en los vídeos difundidos es verdaderamente preocupante, da miedo observar toda la simbología que utilizan (cercana y con guiños al nazismo) menores llevando armas y haciendo un desfile militar en colegios cristianos, es todo un sinsentido. Y, encima, todo ello cruzado (nunca mejor dicho) por la religión ultracatólica. Eso sí que lo convierte en algo espeluznante y preocupante sobre todo, porque toda esa simbología nazi y militar es contraria al menaje cristiano (mas centrado en la cultura de la paz y la no violencia).
Gracias por el comentario
Muchas gracias por el artículo.
La concertada es un error que es urgente ir resolviendo.
Totalmente de acuerdo
También en los colegios públicos, como el nuestro, CEIP Neill en Málaga, se llevaron a cabo procesiones. Esta actividad religiosa en el colegio público de nuestro hijos en la que participaron en contra de nuestros principios y creencias para no quedar desplazados.
Otras familias que han optado por que sus hijos no participen y queden fuera de la actividad sintiéndose así excluidos y señalados.
Creemos que esta actividad religiosa nos pone en un compromiso y en un malestar pues nos obliga a ir en contra de nuestras creencias y no tiene lugar dentro de una institución pública como es un centro educativo que debe ser totalmente inclusivo independientemente de creencias, raza, género o nacionalidad.
Nuestros hijos no están matriculados en la asignatura de religión. ¿Por qué no se celebran otras creencias ? Nos preguntamos al ver que la religión católica tiene cabida, aunque en realidad en un centro público las creencias deberían quedar en la puerta del mismo centro.
La religión en los lugares de culto. la escuela es un lugar para aprender no para creer
Es una aberración, una falta de respeto a la libertad de conciencia de los menores, un adoctrinamiento sin escrúpulos.
Por estas prácticas, debería retirárseles la subvención estatal.
Es una manipulación de las conciencias infantiles, y estoy segura de que obligan a maestr@s a hacer estas cosas contra su voluntad. Denunciemos¡
Muy de acuerdo
Estupenda reflexión, Enrique.