Mercedes Sánchez Sáinz cuenta 20 años como profesora y 15 como activista queer (un concepto en inglés que se relaciona con una identidad sexual o de género que no se corresponde con las ideas establecidas de sexualidad y género heteronormativas). Doctora en Educación y pedagoga, Sánchez participa la semana que viene en las IX Jornadas de Educación Creciendo en Escuelas Libres de LGTBIfobia en Sevilla, donde dará una charla sobre diversidad sexo-genérica en el ambiente educativo. Hablamos con ella sobre la educación y su relación con el movimiento LGTB+. “Hay que darle una vuelta al término ‘diversidad’, que parece que se refiere a atender a ‘los otros’”, a los que se salen de la “normalidad establecida”, sostiene.
¿Ahora hace falta más activismo que nunca?
Sí, y sobre todo después de ayer [día de las elecciones generales]. No sé si más que nunca, pero sí creo que el mundo se mueve por el activismo. No solo se mueve desde la academia ni desde las aulas, sino por las ganas de hacer otras cosas (que por supuesto, pueden estar dentro de las aulas).
¿Hay últimamente más ruido o la situación realmente es peor?
Empieza a haber un poco de miedo. El hecho de que la ultraderecha (con claras ideas misóginas, LGBT+fóbicas y racistas) sea la tercera fuerza política no es baladí. Puede hacer que haya vueltas al armario, que si tienes un trabajo precario guardes más silencio, creo que puede ser peor que hace cinco años. No que hace 40, pero sí que un periodo reciente.
Tú das clase en la Facultad de Educación de la Complutense. ¿Has notado en clase esta polarización o no hay llegado hasta ahí?
No, no lo he notado. Yo doy clase a educación social y al máster de estudios LGBT+. Igual se tarda más en notar algún cambio.
Y en la pequeña muestra que constituye la facultad de Educación de la Complutense o tu departamento, ¿qué opinan tus compañeros de estas cuestiones?
Hay muchas personas aliadas, incluso me invitan a dar sesiones en sus clases si ellos no controlan mucho porque consideran necesario dotar de estrategias a su alumnado. Hay docentes que trabajan las mismas líneas que yo, la necesidad se ve cada vez más. Pero como contenidos obligatorios no están.
Vas a participar la semana que viene en unas jornadas en Sevilla. ¿De qué vas a hablar?
Quiero mostrar un poco que todas las personas estamos dentro una pirámide de LGTBfobia, que de alguna forma sustenta el asesinato social de personas LGTB —llamémoslo así— en el sistema educativo. No hay año que no se suicide un menor trans víctima del acoso. Al final creo que es como la pirámide del machismo: estamos dentro. Utilizar un lenguaje binario invisibilizador, reírnos de chistes del colectivo LGBT, el binarismo en las ropas del alumnado… al final está sustentando un sistema cishetero y patriarcal. Tenemos que hacer movimientos para que esta pirámide se pueda caer, y uno de los movimientos es la visibilidad de las diversidades sexo-genéricas como un tipo de diversidad humana más. No como algo específico, sino igual que hablamos de diversidades funcionales, materiales, corporales, tendríamos que hablar de diversidades sexogenéricas. No es una cuestión de libertad de las familias sino de libertad del alumnado, de educarle en libertad y en eliminación de prejuicios.
¿Te pregunto entonces por el PIN parental o me lo ahorro?
Es como si yo digo un pin parental para que no estén en clase de Lengua o Matemáticas. No es un derecho de la familia decidir el currículo, está en la normativa legal vigente. Tanto en la LOE, como en la LOMCE como en decretos de comunidades autónomas. Están pidiendo que se salten la ley para que sus hijos e hijas no escuchen determinadas cosas. Primero están situando a sus hijos e hijas como que nunca se van a cuestionar nada relacionado con el género en sí mismo* [la entrevistada utiliza en esta ocasión, y lo hará a menudo, el género neutro o no binario, misme, acabado en e, que en adelante será modificado para facilitar la lectura de este texto por los lectores para personas con dificultades de lectura]. Yo creo que invisibilizar realidades lo que hace es educar en menos libertad.
Hablas de cómo de alguna manera parece que se ha impuesto el relato de que educar sin mandatos de género representa la neutralidad cuando, dices, también, que es una opción ideológica. Es muy difícil revertir posiciones ideológicas tan consolidadas como parece esa. ¿Qué se hace? ¿Se pelea e intenta convencer o se impone?
Educando en género binario y limitante se pierden la mitad de las cosas del mundo. Que un niño no pueda jugar a las muñecas o una niña al fútbol implica que se están perdiendo la mitad de las cosas. Para mí pensar que se educa en la neutralidad es educar en el valor hegemónico. No trabajando ciertas cosas, se dan por buenas las que hay. No trabajo educación sexual, entonces lo que estoy dando por bueno es que con diez años se puedan meter en internet a ver pornografía, ya se educan ellos. No educar en algo no implica que no esté educando, implica que estoy educando desde el valor hegemónico. No visibilizar que el género binario es limitante implica que estoy dando por bueno que el género binario es lo que hay que hacer. Cuando hablan de ideología de género por hablar de género en las aulas, por cuestionar los mandatos de género, parece que en el género hegemónico no hay ideología, cuando hay mucha más ideología detrás de él que sitúa a los hombres en un escalón y a las mujeres en otro. Que sitúa a las personas cis en un escalón y a las trans en otro. Claro que hay ideología en el género hegemónico.
Lo vienes comentando en respuestas sueltas. Por tenerlo un poco más ordenado: cuando hablamos de educar en la diversidad, ¿a qué te refieres de manera un poco concreta?
Hay mucho escrito. Diversas somos todas las personas, no hay dos iguales. Creo que es una evidencia. Pero creo que, de alguna forma, se está maleando el término. Cuando en los centros se habla de plan de atención a la diversidad parece que se habla de atender a “los otros”. Los que no entran en los valores hegemónicos. Para mí entonces este término está maleado. Ahora parece que los diversos son los que no son normales y esto es perverso de alguna manera. Si hablamos del plan de atención a la diversidad como un plan de atención a la discapacidad, entonces no es diversidad, llamemos a las cosas por su nombre. Además, no se están teniendo en cuenta las opresiones que sufren cierto tipo de diversidades. Si hablamos de diversidad sexo-genéricas, todas las personas somos diversas: heteros, bolleras, gays, bi… Pero no sufrimos las mismas opresiones ni tenemos los mismos privilegios. Al final el término diversidad manifiesta una realidad, que todos somos diversos y de alguna forma enmascara qué opresiones están dentro de ciertos tipos de diversidad.
Entonces está mal planteada en origen la cuestión.
Se ha planteado con el término diversidad para visibilizar la necesidad de mostrar todas las diversidad. Esa es la clave: visibilizar todos los tipos de diversidades. Pero a lo mejor ha llegado al momento de dar una vuelta al término.
¿Hablamos incluso de buscar otro término o solo de repensarlo?
A mí me gusta el término disidencia: soy rara y lucho porque no se me encasille en la normalidad. Igual no es el momento en el sistema educativo, pero sí de dar una vuelta a qué se entiende por diversidad, a qué viene a nuestra cabeza cuando hablamos de personas diversas, si realmente estamos metiendo a todas las personas dentro de la diversidad, o solo a las que no están dentro de la normalidad como concepto creado.
Los datos muestran que cada vez menos jóvenes se declaran cis-heteros. ¿Hay una polarización entre una juventud cada más abierta respecto a las identidades de género o sexuales y otro grupo más cerrado?
Hacer visibles realidades hace que las personas vean que hay mil posibilidades de ser que antes no había. Pero también dependerá de en qué burbujas sociales nos estemos encontrando. No tengo una respuesta desde la sociología respecto a si hay más polarización. El visibilizar hace ver dentro de lo posible, pero dependerá de dónde te muevas, hay más juventud que no está más abierta que hace unos años.
¿Cómo se está tratado este tema en las facultades de Magisterio?
No está abordado. Cuando se habla de diversidad, se sobreentiende que es diversidad funcional. Depende de qué docentes tengas son temas que puedes no tocarlos nunca.
Esto es un problema, entiendo.
Claro, porque si no hay formación de profesorado no va a saber qué hacer un tutor o tutora que, por ejemplo, tenga un menor trans, o una caso de acoso LGBT+fóbico en su clase; puede no haber oído hablar de ello nunca.
¿Merece una asignatura propia o un enfoque más transversal?
La transversalidad puede dar lugar a la invisibilización. Creo que tendría que haber una asignatura específica de estos temas y vinculada también con el acoso, quizá. Intuyo qué contenidos serían posibles, pero creo que esta asignatura sería necesaria y obligatoria.
¿Y para los chicos en infantil, primaria o secundaria?
Creo que tendría que haber una asignatura que fuera equidad en las relaciones humanas o algo similar. Es evidente que hay acoso escolar, que se están penalizando ciertas formas de ser o actuar. Son necesarias redes de cuidados, esto nos lo dicen los feminismos. Que se pudiera hablar de esto en el sistema educativo sería muy beneficioso para evitar violencias y para hacer que los centros educativos sean lugares seguros, que hoy no lo son mucho. Que hubiera una asignatura lo vería algo maravilloso. No sé cómo se tendría que llamar, igual Equidad en las relaciones humanas, que es una asignatura que yo imparto en educación social. Algo que vinculara que las diferencias forman parte del ser humano, que no debes estar en un escalón u otro por ser gordo o feo. Al final existe acoso, existen insultos. El insulto que más se ve en los talleres que hemos hecho es el de “gordo”. Las cuestiones vinculadas con el cuerpo son muy cañeras en los colegios. Al final entiendo que lo que yo soy no está bien. Me insultan por algo que soy. Si me llaman “gordo” o “maricón” me insultan por algo que soy. Sería muy importante resaltar que somos diversas y que las diversidades no nos tienen que poner en escalones distintos de poder.
Me dices que los colegios no son espacios seguros, ¿sufre más acoso el alumnado LGTB por serlo?
Lo primero es dejar claro que el acoso no se sufre por “ser” algo, entonces tendríamos que cumplir todas las personas unos patrones de normalidad que nadie cumple. El acoso se produce porque alguien acosa y porque alguien mira y calla. Sí que es cierto que parece que el acoso LGBT+fóbico cumple ciertas características que tal vez no tenga otro tipo de acoso (si defiendes a un compa porque sufre acoso por su orientación sexual, van a pensar que tú tampoco eres hetero; si quieres el apoyo de tu familia, tienes que salir del armario…) pero la causa del acoso no viene por ser LGBT sin porque hay alguien que acosa, porque nos movemos en una violencias inmediata en todos los círculos sociales que penaliza las diferencias.
Tenéis ahora las jornadas en Sevilla para hablar de este tema. No sabemos quién va a acudir, claro, pero no sé si a veces tienes la sensación de que los activistas en esto siempre sois los mismos y os dais el mensaje a vosotros mismos. ¿O van calando estas ideas en grupos más amplios?
Creo que el mensaje se va visibilizando cada vez más. Las jornadas son abiertas al profesorado, no es algo cerrado para el activismo. Se están visibilizando más gracias al activismo. Pero claro, si la gente no está interesada en el tema, no va. Es lo mismo que si montas una asignatura optativa, si no te interesa no te matriculas. Al final puede parecer que estás hablando de estas cosas a quien menos lo necesita. Pero también hay mucho docente, si llegas a ellos para dar alguna estrategia, bienvenido sea. Un docente, si cuentas el número de alumnado que tiene a lo largo de un curso, con las ratios cada vez más altas, son 30 o más cada curso. Una maestra de primaria que puede estar 40 años trabajando en los que 40 chicos o chicas (y chiques) han podido visibilizar realidades y que se sientan en un lugar seguro. Muchas veces nos centramos en a quiénes no llegamos, pero se ningunea a quienes sí estamos llegando. Creo que la figura docente tiene una repercusión social muy grande.
Para mí sería fundamental que fuera un tema obligatorio en las oposiciones de Magisterio y de Profesorado de Secundaria. En ese momento la gente se lo tomaría en serio y las facultades verían una necesidad.
Te he leído que nunca es demasiado pronto para empezar con estos temas en el aula. ¿Me lo puedes desarrollar?
Desde pequeños y pequeñas reciben cantidades enormes de mensajes tipo: “Me encerraba en casa, no me dejaba salir, me separaba de mi familia, yo pensaba que la belleza estaba en el interior…”. ¿De qué hablamos? De violencia de género en estado puro y de La Bella y la Bestia. “Me besaba cuando estaba dormida”, La Bella Durmiente. “Cambio mi cuerpo para gustar a un hombre aunque me quede sin voz y sin mi propio cuerpo”, La Sirenita. Al final, no trabajar estos temas implica que estamos dando esto por bueno. Igual que entienden que un chico y una chica se pueden querer, también entienden que dos chicos se puedan querer, o dos chicas. El problema no está en ellos desde pequeños, está en la mochila de piedras que les estamos poniendo los adultos. Ellos entienden todo. En familias donde hay una pareja de chicas o una persona trans, lo entienden, no hay que explicarles nada si lo ven en su cotidiano. Lo que también entienden es que les digamos que existen unas cosas cotidianas y otras las raras, porque son invisibles; eso también lo entienden. Entienden que se van a tener que ocultar si se plantean su identidad, porque desde pequeños les hemos dicho que esto es invisible y lo otro es bueno.
Es muy importante revisar el principio de normalización. La atención a la diversidad en el sistema educativo está basada en el principio de normalización y creo que hay que darle una vuelta. ¿Qué implica ser normal? Creo que pone el foco en los que no entran dentro de esa “normalidad” que no existe. Lo que nos dice qué es ser normal es la legislación, la política, la familia, la religión, la medicina… Igual hay que revisar que el concepto de tratamiento de las diversidades no tiene que ser el principio de normalización, si no igual el de equidad. Estamos en un momento en el que el neoliberalismo en el ambiente dicta que si yo doy una respuesta igual a todo el mundo y tú no la coges es porque no quieres. Cuanto menos es cuestionable. Si las condiciones de partida no son iguales, no tengo las mismas posibilidades de coger esta respuesta que me das desde un currículum y unos valores hegemónicos. Igual tendríamos que dar respuestas equitativas, no igualitarias.