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“El sistema educativo español incluirá entre sus fines el conocimiento de la historia y de la memoria democrática española y la lucha por los valores y libertades democráticas, desarrollando en los libros de texto y materiales curriculares la represión que se produjo durante la Guerra y la Dictadura. A tal efecto, se procederá a la actualización de los contenidos curriculares para Educación Secundaria Obligatoria, Formación Profesional y Bachillerato. Las administraciones educativas adoptarán las medidas necesarias para que en los planes de formación inicial y permanente del profesorado se incluyan formaciones, actualización científica, didáctica y pedagógica en relación con el tratamiento escolar de la memoria democrática, impulsando asimismo en la comunidad educativa el derecho a la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición”.
Este es el contenido del artículo 44 de la Ley de Memoria Democrática titulado Medidas en materia educativa y de formación del profesorado e incluido en el Capítulo IV: Del deber de memoria democrática. Por tanto, la ley vigente desde octubre de 2022, además de considerar la memoria democrática como un derecho de la comunidad educativa, sitúa la acción del profesorado en esta materia en el ámbito del deber. Dicho de otra forma, con la nueva ley, introducir en el currículo y en las aulas de secundaria el tratamiento de la memoria democrática ya no es una opción: es un deber profesional ineludible como respuesta a un derecho exigible.
El debate en torno a la “pedagogía de la memoria” ya no puede plantearse en términos de voluntariedad. La memoria democrática tiene que ser considerada un contenido curricular tan prescriptivo como el álgebra o la sintaxis. Superado el debate sobre el “qué”, el trabajo en los equipos docentes y en los departamentos didácticos de todos los centros de educación aecundaria debe versar sobre el “cómo” y el “cuándo”. Es decir, sobre la incorporación normalizada de este contenido curricular a las programaciones de curso y de aula.
La tarea no es sencilla, pero es inaplazable y, además, puede resultar muy estimulante para el profesorado. Liberado de controversias superadas por esta nueva ley, lo que ahora nos compete a las y los docentes es buscar y encontrar recursos y materiales, idear estrategias, crear situaciones de aprendizaje que ayuden al alumnado a comprender nuestra historia reciente.
No es cierto que las y los adolescentes tengan desinterés por conocer nuestro pasado. Tampoco es verdad que introducir estos contenidos en el aula genere conflictos o tensiones. Al contrario: hablar con naturalidad de nuestro pasado, además de promover la práctica de la investigación histórica, tiene un saludable efecto catártico.
En el Colegio Lourdes FUHEM de Madrid, venimos trabajando desde hace años en esta línea y nuestra experiencia nos muestra diariamente que el alumnado de Secundaria responde positivamente al trabajo que se les propone. En el tercer trimestre del curso 2019-2020, en pleno confinamiento, el departamento de Geografía e Historia programó y llevó a cabo la Semana de Memoria Histórica “Chato Galante”, llamada así en recuerdo a este añorado militante por el derecho a la memoria, que acudió a nuestro centro siempre que fue invitado.
En los siguientes cursos, avanzamos en la realización de diversas actividades en las aulas y en otros espacios, como encuentros con entidades memorialistas o rutas y visitas a exposiciones y a lugares de memoria, incorporadas con normalidad en las programaciones didácticas de cuarto de ESO.
La participación en estas actividades generó en el alumnado una curiosidad inicial que, poco a poco, devino en interés y finalmente en compromiso. Y así fue como, a comienzos del curso 2022-23, alumnas y alumnos de 1º de bachillerato respondieron positivamente a la propuesta de constituir un grupo que, de modo voluntario y fuera del horario lectivo, planificara y llevara a cabo actividades orientadas al conocimiento y la comprensión de nuestra historia reciente. Así nació el Grupo de Memoria Histórica del Colegio Lourdes.
En su primer curso, el grupo se propuso un objetivo: formar parte de la delegación española que viajaría, en mayo de 2023, a Alemania y Austria, concretamente, a los campos de Dachau, Gusen y Mauthausen para participar en los actos conmemorativos del aniversario de la liberación de este último, en 1945. La idea parecía descabellada e inalcanzable por su elevado coste, pero el grupo planificó y realizó una Marcha Reto que los llevó a caminar, en tres días, los 80 kilómetros que separan nuestro colegio, situado en Casa de Campo, del Destacamento Penal de Bustarviejo. El anuncio y la difusión de esta Marcha Reto generó una corriente de simpatía y apoyo que se materializó en una exitosa campaña de crowdfunding. El resultado económico de la iniciativa, complementado con otras actividades para la comunidad educativa, siempre relacionadas con la pedagogía de la memoria, hicieron posible que aquel quimérico objetivo se hiciera realidad. En el viaje, participaron diez alumnas y alumnos y dos docentes. A la vuelta, mostraron en una exposición lo aprendido a todo el alumnado de ESO y Bachillerato.
El efecto multiplicador no tardó en llegar: en este segundo curso, el grupo ha triplicado sus integrantes. Ya son treinta y seis estudiantes de 4º de ESO y Bachillerato quienes lo conforman. Siguen desarrollando actividades semanales, fuera de horario lectivo. Entre ellas, destaca un taller de teatro dirigido por un actor profesional que participa, al igual que lo hacen los docentes del grupo, desde el compromiso voluntario.
Cuando se publique este artículo, treinta y dos estudiantes y tres docentes estarán ultimando los preparativos para un nuevo viaje de memoria: la Ruta del Exilio, un itinerario que los llevará a recorrer en cuatro días no lectivos del mes de febrero (del 21 al 25) lugares como el Museo del Exilio en La Jonquera, Le Boulou, Argelès, Colliure y Port Bou. Han difundido su iniciativa y de nuevo están obteniendo el apoyo de entidades y personas anónimas que comprenden y valoran su entusiasmo y su compromiso. Y a su regreso, volverán a compartir con toda la comunidad educativa lo que hayan aprendido y sentido en su viaje.
El año pasado, cuando grababan el vídeo de presentación de su proyecto, un compañero del grupo logró sintetizar en cuatro palabras la esencia de este proyecto colectivo de pedagogía de la memoria: “Caminamos para no olvidar”. Este es el lema con el que nos señalan el camino que quieren recorrer. Nuestro deber como docentes es acompañarlos. En ello estamos.