Llevo años siguiendo a distancia las muchas formas en las que aparece el sistema educativo en los medios. Alguien debería hacer un estudio de cómo lo hemos convertido en un pozo de obligaciones (imposibles). Todo lo queremos arreglar echando mano de los colegios. Todos los déficit, carencias, conflictos, ambigüedades y contradicciones de nuestro mundo deben repararse desde la escuela. Ningún republicanismo es respetable si no reconfirma en cada gesto a la escuela como el motor del cambio. Si hay violencia de género tenemos que trabajar con los escolares. Si la memoria histórica nos divide echamos manos del aula. Si tenemos…
Para pensar el aula no hay que formar un pelotón de fusilamiento. No hay que “disparar” contra nadie y mucho menos contra los maestros. No se puede, en definitiva, cambiar la escuela sin confiar en quienes son los artistas indiscutibles del milagro de aprender. No necesitamos que nadie nos lo explique, basta que alguien lo evoque, pues todos los padres recordamos el día en el que un hijo descubrió que sabe leer. Verles progresar es muy satisfactorio, pero yo querría tener el don de la escritura para congelar ese momento en el que el niño supo, con nosotros de testigo,…
CON EL SOPORTE DE
El Diario de la Educación, 2024