Las mujeres son mayoría, a pesar de ser tratadas en muchos casos como un colectivo social dentro del conjunto de la población. En España son protagonistas de las mejores notas en todos los niveles de la educación, también de los mejores datos de las estadísticas. Llegan más lejos y en mayor cantidad. Abandonan y fracasan menos.
Hace unos días se publicaba un estudio, incluso, en el que se aseguraba que ellas son mejores que ellos en las materias de ciencias (en Secundaria y Bachillerato), a pesar de que piensen que se les dan peor las matemáticas, la física o la química.
Son también las que sostienen la sociedad mayoritariamente gracias a la reproducción de a vida y a su sustento mediante los cuidados (alimento, ropa, médicos, educativos).
Son asesinadas sistemáticamente por parejas y exparejas también. Y perciben menos salario que sus compañeros hombres por los mismos trabajos. Además, tienen techos de cristal que les dificultan la llegada a determinados cargos laborales, políticos y sociales.
Como cada año, el 8 de marzo volvemos a recordar todas estas cosas y la responsabilidad de la educación, ese sector que ellas copan también en los cargos de enseñanza, no en los directivos, en la mejora de la sociedad. Con la educación conseguiremos cambiar el paradigma y que la igualdad sea efectiva. Ese es el deseo. Se hacen miles y miles de actividades no solo hoy, prácticamente durante todo el mes en cientos, miles, de centros educativos de todo el país.
Cortos de vídeo, exposiciones, visibilización de las mujeres en la historia (de la ciencia, de la literatura, del deporte…), concursos, carteles, eventos. Este año hay convocado un paro de media hora para hacer notar el hueco que supondría que todas las mujeres parasen por un momento.
Hacer que el alumnado sea protagonista ha sido el gran acierto de Ana Ojeda, profesora de Cultura Audiovisual del IES Politécnico de Vigo. Tras el 25 de noviembre pasado, el grupo de docentes que compone la unidad de igualdad pensó en hacer diferentes actividades en relación a la igualdad. La idea del vídeo salió, en primer término de Carme Adán, profesora de Filosofía, que realiza desde hace meses un club de lecturas feministas con chicas y chicos. La idea: que hablasen de lo que opinan del feminismo.
Fondo negro, primer plano, camiseta negra y libertad de expresión y tiempo. Estas han sido las premisas que se pusieron sobre la mesa a la hora de elaborar el vídeo. El resultado son 12 minutos en los que cuarenta chicas y chicos del instituto (docentes también) hablan de por qué son feministas. Entre otras razones, el miedo, que surge como una de las motivaciones para revelarse contra el actual estado de cosas.
El punto de inicio era responder a la pregunta «Yo soy feminista ¿y tú?». Sin guión previo marcado por los docentes o las familias, fueron las chicas y los chicos quienes escribieron lo que querían expresar. Tres días de grabación, más de 40 chicas y chicos frente a la cámara. «Tienen necesidad de hablar, dice Ojeda, de expresarse. Hay una carencia de darles la palabra y no solo en el sistema educativo». Y el uso de la palabra feminismo con un marcado carácter reivindicativo desde el grupo de igualdad del centro. «Es un concepto demonizado», explica Ojeda, que cree, además, que hay mucho desconocimiento sobre lo que es y lo que pretende.
Este es el resultado: