Falo García es padre de un alumno en 2º de ESO. De esos que hasta 6º participaban en el AMPA, hacían voluntariado, animación a la lectura: “Ahora no quiere ni loco que le acompañe, ni verme por el instituto… Si estoy allí es que algo ha pasado, que me ha llamado la tutora porque algo no va bien”.
Habla del descoloque que tienen muchos chicos y chicas en el actual panorama educativo: “Está el profesor de pizarra, tiza, borrador y ‘si lo sigues, bien, y si no, también’ y el que, a la hora siguiente, te monta una flipped classroom; el grupo que no usa en todo el curso la pizarra digital y el que no puede vivir sin ella”. ¿Por qué lo sabe? Porque además de padre de adolescente es educador social y trabaja para la Fundación para la Atención Integral del Menor FAIM, que gestiona centros de protección y reforma en Aragón y La Rioja y, desde hace dos cursos, el programa experimental EduCLANdo (por aquello de que “para educar a un niño, hace falta la tribu entera”).
El proyecto, de carácter preventivo, colabora con cuatro centros educativos de Aragón, tres públicos y uno concertado. Busca que su alumnado no acabe en esos centros de reforma, y “tras 15 años gestionándolos, descubrimos que el fracaso educativo más bestial venía de 1º y 2º de ESO”. En el marco del programa, hay talleres con educadores, alumnas de Psicología en prácticas y el propio García y, dentro de ellos, los chicos y chicas les cuentan.
Son alumnos que se quejan de que les falta un referente adulto. Lo han perdido. En una encuesta que hicieron desde EduCLANdo en 6º de Primaria y 1º de ESO en el único colegio concertado de los cuatro vieron cómo, si el 70% confiaba en su maestro de primaria para comentar cualquier situación que le inquietara, el porcentaje caía al 20% con el tutor al año siguiente. Y eso, en un concertado, donde se supone que el choque de una etapa a otra se amortigua, al continuar en el mismo espacio.
En los centros de reforma detectaron además, continúa García, que, en casos de violencia filio-parental, un 60% de los chavales relataba bullying en los institutos, así que decidieron fijar su mirada en este contexto y, dentro de él, en aquellos alumnos que en los talleres menos hablan, no te miran… “O están muy interesados en lo que estamos contando o, directamente, se sienten aislados”, analiza.
Mis padres no lo saben…
Los profesores no llegan a todo, los orientadores (con uno por 1.500 alumnos en muchos institutos), tampoco, con los amigos hay cosas que no se plantean por miedo a que se rían de ti… y figuras como la del alumno ayudante son un buen complemento pero, para García, es de recibo completarlas con una persona que haya culminado su maduración, de 23 años en adelante, y les ayude a abordar asuntos como las drogas, la sexualidad, cómo contar en casa que te han quedado cinco, cómo encajar pasar de ser, como dicen ellos, el rey del colegio al moco del instituto (y además, por el descenso en el número de hijos, sin un hermano mayor que te haga la “cobertura”), cómo sobrellevar el no haber experimentado aún los cambios físicos de la adolescencia cuando tus compañeros sí lo han hecho, cómo afrontar la pérdida de sus abuelos…
Estas son las cuestiones que a los 12, 13 o 14 años les interesan o son fuente de nervios, a juzgar por un barrido de temas que hacen el primer día del programa. “Les preguntamos si hablan de todo esto en casa… En 1º de ESO muchos dicen que sí. En 2º, dos. Están en esa etapa de querer ser adultos y, para ello, distanciarse un poco de los padres, dar más peso al grupo de iguales…”, explica García.
En los centros los profesionales de EduCLANdo son bienvenidos, aunque se han generado ciertas tensiones por la llegada de estas personas ajenas al claustro: “Teníamos una chica embarazada en 2º de ESO, aquello se había convertido en una bomba de relojería, y la dirección del centro nos decía que no habláramos de sexo porque la educación sexual estaba contemplada en 3º y 4º de ESO…”.
Si en el currículo de Secundaria el sexo se aborda por encima, y asignaturas como Valores en 4º (alternativa a Religión) se detienen en temas, por el contrario, bastante más alejados de lo que les importa a los alumnos, como la eutanasia o la manipulación genética, obligándoles a documentarse en la familia (los menos) o en internet (los más), para García y su equipo no hay tema tabú. Alguno de los centros se encuentra, además, en el contexto rural, donde, según García, “la existencia de las peñas, con espacios para los adolescentes, que tienen las llaves, hace que los adolescentes se inicien antes”.
Mitos y secretos
En el equipo de EduCLANdo se benefician de un conocimiento profundo del mundo adolescente. Esto hace que los chicos y las chicas se “desnuden”, que hablen con ellos de los últimos juegos sexuales, o que les escriban por WhatsApp confesándoles que se autolesionan como forma de calmar su sufrimiento… “A mí me ven como un padre externo… Saben que tengo un hijo de su edad, y les enseño a comprender el mundo adulto. Quizá la ventaja del programa es que no soy un orientador del equipo educativo con el que hablan del sida pero no de sexo, el tutor que les pone las notas, el entrenador que si un día estás bajo te grita que corras más, pero no te pregunta qué te está pasando… Soy un adulto con el que compartir sus dudas, preocupaciones, reflexiones…”.
El reto, muchas veces, está en darle la vuelta a lo que a ellos les interesa en ese momento: ¿Que el condom challenge se ha puesto de moda a la puerta del instituto? En EduCLANdo aprovechan y dedican parte del taller, ese día, a derribar mitos e informar sobre los preservativos, para que no sirvan solo para jugar.
También hay talleres para familias y, en su afán de implicarles, a García le gusta provocar: “Un día les dije que a los alumnos, desde que terminan 6º, todos deberían tener un móvil, que lo dijeran en casa; en la siguiente sesión hubo cuatro veces más familias, diciendo que si me pagaba Telefónica…”. Provocaciones aparte, a este educador social le parece que el paso de primaria a secundaria es un buen momento para estrenarse como usuarios de teléfono móvil, en contra del criterio de otros expertos, como el juez Emilio Calatayud: “Yo no lo veo como un regalo sino como una herramienta más. Cuando todavía están en primaria los niños y las niñas se van a sentar contigo como hijos, para aprender a manejarlo, para descubrir su utilidad… A esa edad, todavía tienes capacidad de influencia, confían en ti, saben que tú lo pagas… Si están sin móvil hasta los 15, no vas a controlar lo que hagan con él”.
Padres y educadores ante la retadora adolescencia
A los profesores García les recomienda “trabajar las técnicas relacionales con los chavales, lo que les ayudará mucho más que todas las formaciones en pizarra digital”: “Entiendo que hay muchos factores que pueden llevarte a estar quemado, que está la falta de tiempo, la complejidad del trato no solo con los chicos sino con las familias, que pueden ser fuente de miedos… pero lo primero, siempre, ha de ser conocer a los chavales con los que estás”.
A las madres y padres, que estén siempre presentes: “Aunque recibamos una mala contestación, aunque creamos que no nos hacen caso… No vale apartarnos de la adolescencia, relajarnos, dejarles que se entretengan con el móvil, pasar de saber, aislarnos cada vez más… hasta que nos llamen del centro porque ha sucedido algo gordo”. Y esto, para los padres de la pública pero también para los de la concertada: “Siento que estos centros, que no implican un cambio de entorno a los 12, son un espacio seguro para los padres pero no lo más nutricio para los hijos. Son chavales que se pasan 10 horas al día entre el colegio, natación, hípica… y que me preguntan a mí qué pueden hacer los fines de semana, porque sus padres trabajan y no tienen amigos donde viven. Un entorno tan aislado y sobreprotector no es bueno. Toda tu vida está centrada en 20 compañeros, dentro del colegio. Pierdes experiencias. El chaval necesita relacionarse con más gente, conocer otras cosas; que hay drogas, botellón… Si no, puede que se sume más tarde y de golpe”.
Lo que hacen desde EduCLANdo, que García exponía hace unos días en el III Congreso Internacional de Inteligencia Emocional y Bienestar de Zaragoza, en su ponencia sobre acompañamiento presencial a adolescentes y jóvenes, poco a poco se va extendiendo. En ocasiones, sin necesidad de recurrir a personas ajenas al centro. Es el caso del IES Gayá Nuño de Almazán (Soria), que llevó sus buenas prácticas al I Congreso Estatal de Convivencia organizado por el Centro Nacional de Innovación en Investigación Educativa (CNIIE) la semana pasada en Sigüenza (Guadalajara).
Entre sus muchas actuaciones, su directora, Cristina Suárez, destacaba la figura del profesor-tutor individualizado. Este cargo de nueva creación sirve para fomentar la convivencia y complementar la labor del equipo directivo, el profesorado, el departamento de orientación, los coordinadores de convivencia, los alumnos mediadores y los círculos de compañeros: “Se elige un profesor que no le dé clase al alumno, para que sea lo más objetivo posible, y ejerce como su “madre” o “padre” en el instituto. Se encarga de él, habla con él… Se preocupa de cómo le va…”. La medida, que se aplica sobre todo con alumnos concretos de 1º, 2º y 3º de ESO, les aporta a esos chicos y chicas, en definitiva, un referente adulto.