Ya han pasado casi cien años desde que Alexander Sutherland Neill fundó, por su descontento con el sistema educativo convencional británico, la primera escuela basada en el crecimiento y desarrollo de los niños y niñas en libertad. La escuela Summerhill se constituyó como el primer entorno de aprendizaje democrático, adelantándose a su época, como ha venido ocurriendo con la mayoría de movimientos pedagógicos alternativos. Esta circunstancia lo convertiría en la diana de las críticas y de la persecución de los inspectores educativos. Pero ni la presión de las instituciones ni las argumentaciones de los pedagogos tradicionales consiguieron acabar con el proyecto de Neill, que sigue siendo una de las principales referencias pedagógicas a nivel internacional. Su modelo basado en la participación del alumnado, la autogestión, la autorregulación del aprendizaje y la libertad de elección sigue siendo a día de hoy un éxito, evidenciado no solo por las evaluaciones externas sino por las opiniones de los estudiantes, los profesores y las familias.
Este modelo de educación democrática ha sido replicado en numerosas escuelas de todo el mundo, y aunque cada una tiene unos matices y peculiaridades diferentes que dependen del contexto, todas tienen unos principios pedagógicos comunes y obtienen unos resultados similares.
En cuanto a los resultados obtenidos a partir de la educación democrática, en 2011, el famoso investigador educativo Derry Hannam, realizó una amplia revisión de los diferentes resultados de investigaciones que estudiaban el efecto de las dinámicas democráticas en las escuelas. Entre los resultados destacados, Hannam encontró que los estudiantes que están involucrados en la construcción de sus deberes y derechos presentan unos niveles de autoestima más elevados, mayor apoyo percibido por parte de sus iguales y profesores, mayor comprensión de sus derechos y responsabilidades, mayor cantidad de comportamientos de apoyo hacia otros niños o niñas de estatus inferior, y comportamientos más respetuosos con los demás.
Entre los principios pedagógicos de este tipo de educación, destaca el hecho de que en una escuela democrática todos los miembros de la comunidad educativa participan en el proceso de la toma de decisiones. A este respecto cabe destacar la importancia que tiene que los estudiantes tomen partido y sean tenidos en cuenta al mismo nivel que un adulto. En este sentido, cada miembro de la comunidad participa de la creación de los límites y las normas por las que se rige el comportamiento, de manera que el uso de la libertad individual no perjudique a la libertad de los demás.
Las experiencias de educación democrática han venido demostrando que es posible estar en una escuela sin que nadie te obligue a hacer nada y, sin embargo, aprender exactamente lo mismo o incluso más que con un programa normal. La diferencia, no se encuentra en los contenidos curriculares. Se encuentra, en cambio, en el resto de estímulos en los que se ve involucrado el alumnado y que tienen una relación directa con su capacidad de autorregulación del aprendizaje, el cuidado de su autoestima, el conocimiento de uno mismo, el espíritu crítico o la relación con los demás y con el entorno.
Siguiendo los principios de educación democrática y en busca de crear experiencias de desarrollo en libertad, se creó Ciudad DIWO en el verano de 2016. El proyecto, co-producido por Ayuntamiento de Madrid y la Fundación Banco Santander, es una de las experiencias que en nuestro país sigue los principios de la educación democrática y libertaria en su más pura esencia, donde los niños, a través de asambleas, debaten, proponen, deciden y realizan diferentes actividades y proyectos co-organizados por ellos mismos y acompañados por adultos. Ciudad DIWO surge como una iniciativa de educación no formal que convierte espacios públicos de la ciudad de Madrid (Medialab Prado y Matadero Madrid) en entornos de aprendizaje.
Las asambleas son el eje fundamental del espacio de aventuras y estas se convierten en el marco para la toma de decisiones Esta estructura de asambleas, actividades y puesta en marcha de proyectos da la oportunidad a los niños y niñas de expresar sus ideas al grupo al principio y al final de cada día. Los acompañantes guían a los niños para gestionarlas. En ellas se busca el consenso para abordar los problemas, asumimos compromisos y comprobar su cumplimiento, son espacios de comunicación entre las personas y donde se impulsa la participación y la vinculación como comunidad.
En este proyecto de educación participativa se llevan a cabo dos asambleas, una por la mañana, más orientada a la organización de las actividades, los proyectos y la gestión del espacio, y otra por la tarde, más relacionada con las reflexiones del día, las emociones y la resolución de conflictos. Cada día, dos niños y dos adultos guían y dinamizan las asambleas a través de las figuras del moderador y el secretario. En las asambleas también se deciden los ámbitos de convivencia y los principios del espacio de aventuras, y donde se comparten las propuestas realizadas por los niños y niñas.
En Ciudad Diwo, los niñas y niños de 6 a 12 años pasan dos semanas pensando y construyendo el espacio de aventuras que desean tener. A través de esta experiencia de libertad, los niños reflexionan sobre el mundo que viven y cómo lo podrían cambiar. Saber lo que quieres hacer y hacerlo da satisfacción. Por eso su propuesta es un espacio en el que no hay campanas ni silbatos, no hay más obligaciones que las que los niños generen a partir de las cosas que decidan hacer.
Ciudad DIWO es un lugar de participación real en el que los niños deciden qué quieren hacer y cómo, transformando el hecho de aprender, en una experiencia viva. Es precisamente esto lo que se persigue. Que cada momento cuente y sea una experiencia vital, huyendo de la concepción materialista de la educación que cree que la infancia y la juventud es una preparación para vida adulta. Y esto se consigue mediante la participación en la organización y gestión del espacio de aventuras, guiados por adultos que asumen roles de acompañantes y facilitadores de procesos iniciados y autodirigidos por los niños, quienes son los verdaderos protagonistas.
Las actividades son propuestas por los niños en un espacio denominado ‘la nevera’, donde ellos mismos escriben sus ideas e intereses. Este espacio es clave para garantizar la máxima participación y fomentar el pensamiento divergente, ya que pueden pensar en sus propuestas sin el sesgo de la opinión de los demás. Sabemos que la toma de decisiones en grupo son procesos sociales, y en ocasiones las dinámicas relacionales pueden minimizar el potencial de los niños y niñas más introvertidas a favor de los que ejercen un liderazgo social fuerte. Por eso, en Ciudad DIWO, “la nevera” es un espacio importante para la libre expresión y la reflexión individual. Más tarde, es en la asamblea donde estas propuestas se debaten y los niños y niñas deciden cuáles quieren llevar a cabo.
Las actividades cambian cada día y son diferentes. Siempre se realizan en base a las propuestas de los niños y, en caso de necesidad logística, los acompañantes pueden intervenir con algunas ideas que acompañen sus intereses. Los proyectos son propuestas para realizar durante los días que dura el campamento. Los primeros días los niños proponen proyectos que les gustaría hacer durante las dos semanas y por consenso o votación deciden qué tres proyectos se van a llevar a cabo. El número de proyectos que se realizan está relacionado con el número de adultos destinados a ejercer el acompañamiento de las iniciativas.
Entre los proyectos que se han desarrollado en Ciudad DIWO de Matadero Madrid por iniciativa de la asamblea se encuentran, por ejemplo, una caseta para pájaros para instalarla en el centro, rodar una película sobre las cosas que los niños querían cambiar de Madrid llamada “Los sueños de DIWO”, o crear una ciudad en el espacio de trabajo “El Taller”, con un restaurante, un banco, un chill out, etc. En Medialab Prado se creó un juego de mesa para preservar la ecología de la ciudad, un juego de cartas sobre la expresión de las emociones y una película sobre la invasión zombi de la contaminación.
La primera edición del espacio de aventuras Ciudad DIWO se llevó a cabo como proyecto piloto durante los meses de junio y julio de 2016, realizando paralelamente un proyecto de investigación sobre cómo este espacio de aventuras puede influir en la felicidad de los niños. Este año continuará el proyecto de investigación durante la segunda edición de Ciudad DIWO en los meses de junio y julio. Algunos de los resultados y propuestas del proyecto se presentaron en el 24th International Democratic Education Congress que se celebró en Israel entre el 28 de marzo y el 3 de abril de 2017. Actualmente, Ciudad DIWO supone un excelente escenario que nos puede permitir comprender con mayor profundidad de qué manera se dan los procesos de autorregulación en el aprendizaje autodirigido, y en qué medida se pueden y deben integrar los procesos de participación y toma de decisiones del alumnado en la escuela. La experiencia DIWO pone de manifiesto la importancia que tiene que los niños y niñas se responsabilicen y comprometan con proyectos elegidos en libertad y defiende con hechos -no solo con palabras- la dignidad de los niños, niñas y jóvenes.
Estos fueron algunos de los testimonios de los niños y niñas y de las familias al acabar el campamento el año pasado:
“Lo más importante de todo es que disfrutemos y divertirnos jugando” Lucía, 11 años.
“Para mi lo más representativo de este campamento es que nosotros decidimos lo que hacemos” Julia, 11 años.
“Yo iba haciendo una investigación sobre el campamento, qué les parecía a los niños, la respuesta fue que es más libre” Daniela, 11 años.
“Lo que más me ha llamado la atención de lo que me ha contado mi hijo es lo de las normas, no había normas estrictas, entre todos decidían que querían hacer”. Madre de Dani.