Los datos de consumo de alcohol entre menores en España son alarmantes. Algo más del 22% de los chicos y chicas e 15 y 16 años se ha emborrachado en el último mes. El porcentaje es del 50% si se pregunta si lo ha hecho en el último año.
Vivimos en un país en el que la cultura del alcohol está muy extendida. Televisión, series, películas, escaparates, dentro de las casas, en todas las celebraciones y fiestas, sean familiares o públicas. El alcohol no es caro y está muy presente.
El reto de prevenir el consumo es enorme, pero en él, aunque solo sea por egoismo, la sociedad en general se juega mucho, el futuro de su juventud. Así como se gasta mucho en el tratamiento posterior, no solo entre jóvenes que ingieren demasiado alcohol, si no también en los problemas posteriores, en la edad adulta, asociados con estos consumos.
Monserrat Juan Jerez, socióloga y experta en prevención de consumos, así como miembro de IREFREA (Instituto Europeo de Estudios en Prevención), cree que las claves para mejorar la situación en España con respecto a la juventud y el consumo de alcohol paran por la responsabilidad, los valores y el trabajo en red.
Tres claves de las que después cuelgan muchas otras como la necesidad de grandes transformaciones de paradigma, por ejemplo, en las familias. Para que tomen conciencia de la presencia del alcohol en sus vidas y cómo pueden hacer para evitar ciertas enseñanza que llegan a chicas y chicos a través de sus vivencias cotidianas.
O la necesidad de que la industria tome conciencia del papel que tiene en la transmisión de valores y necesidades gracias a la publicidad y el marketing y la posibilidad de evitarlos y, a pesar de ello, seguir siendo un sector económico potente. «Necesitamos progreso social y moral que acompañe al progreso económico», dijo la experta.
Juan Jerez fue la encargada de abrir la jornada organizada por le FAD bajo el título «Movilización Alcohol y Menores» y en la que se ha presentado un documento con propuestas de acción para colectivos concretos, entre ellos, el docente.
Si una sociedad no se mueve por sus menores…
«¿Qué nos hará mover?», se preguntaba Monserral Juan. Para ella, aunque hay movimientos individuales (de las familias, de algunas organizaciones o instituciones) es necesario un trabajo en red entre todos los elementos. Sustentado además en la búsqueda del bien común, del bienestar de todos y todas las menores.
Juan Jerez aseguró que el problema del consumo de alcohol entre jóvenes es trivial, en el sentido de que los datos sobre sus efectos, tipos de consumo y demás, están ahí, son públicos. Hay muchos. Y sobre esto flotan algunas preguntas: «¿Por qué no hemos hecho nada en los últimos 20 años?», «¿Nuestra sociedad no quiere el bienestar de los jóvenes?». Para la experta el asunto es que «queremos avanzar pero no sanemos cómo».
Para la experta, la mejor analogía sería pensar en una orquesta, con diferentes instrumentos, pero que con ensayo y esfuerzo, hacen una música común. «Implicar a otros con buenas música, porque necesitamos ser muchos, y distintos». «Necesitamos estar coordinados, al igual que necesitamos líderes, administraciones, técnicos y políticos que miren el bien común. Y necesitamos valores, saber dónde vamos y saber distinguir el bien del mal. Necesitamos situar el bien común y valores que nos inspiren».
Desde educación
Las jornadas tenían como objetivo la presentación de una serie de recomendaciones por sectores con las que hacer trabajo de prevención de consumos en menores.
Tres son los bloques principales para las recomendaciones al sector educativo. Por una parte estaría la puesta en marcha de programas de prevención en los centros, la apertura de estos a la comunidad educativa y, por último, la formación docente.
Estos epígrafes se completan con diferentes puntos: diagnóstico de la población del centro educativo, uso de metodologías activas y participativas en las accciones de prevención, que se contemplen actuaciones desde infantil hasta la postobligatoria, abordar los consumos de manera transversal y sostenida en el tiempo para obtener resultados a largo plazo, contar con las tutorías o el fortalecimiento de factores de protección ante los riesgos de consumo como la resolución de conflictos, la inteligencia emocional, las habilidades sociales, la asertividad…
Desde luego, contar con las entidades cercanas al centro, como asociaciones, personal sanitario, las propias familias. Programas que cuenten con estas para su desarrollo, así como la creación de escuelas de familias. Sin olvidar el apoyo de las administraciones a la hora de intercambiar información entre etidades, centros y recursos para que se generen acciones globales y con sentido.
Y, claro está, la pata de la formación del profesorado, revisando la capacitación que tienen hoy por hoy, en relación sobre todo con la formación integral del alumnado. También fomentando la formación permanente dirigida a la prevención del consumo de alcohol y otras drogas.