«Todas las imágenes que se emiten en nuestros programas tienen un rasgo diferencial: están grabadas desde abajo». Así nos presentan Yader Chavarría y Francy Estefanía Zeas una de las características más interesantes del proyecto que ayudan a coordinar, el de niños y niñas comunicadoras de la asociación Tuktan Sirpa de Nicaragua.
Esta asociación impulsa a los niños y niñas a ayudarse unos a otros y promover sus derechos a través de la radio y la televisión, respetando siempre la óptica y la iniciativa de los niños. Con motivo del Día Internacional de la Ciudad Educadora, el Ayuntamiento de Barcelona les invitó a intercambiar experiencias con proyectos de la ciudad que utilizan los medios audiovisuales para la transformación social y la participación de niños y jóvenes.
¿Cómo comenzaron los «comunicadores»?
Yader Chavarría: Los niños y niñas «comunicadores» y «comunicadoras» forman parte del área de comunicación de nuestra asociación, que comenzó hace más de 20 años emitiendo un programa de radio que se llama ‘Hablando de la niñez’. Con este programa, dirigido por niños y niñas, se quiere explicar a los padres y madres, a los adultos en general, cómo se sienten los niños cuando los violan los derechos. Por ejemplo, el derecho al esparcimiento, a la salud… Hay que destacar, sin embargo, que es un programa dirigido a los adultos, no es un programa de entretenimiento infantil. Sí que es cierto que lo escuchan otros niños, pero también la población en general. El objetivo principal es decirle al adulto: aquí estoy viendo esta situación, y eso que estás haciendo me está haciendo daño. Quiero que esto cambie porque es mi derecho y no sólo te enseño la problemática sino que aquí tengo la posible propuesta de solución.
¿Este programa de radio todavía se emite?
Y. C.: Sí, pero ha cambiado mucho. Al principio estábamos a cargo de un adulto, un periodista profesional, que nos enseñaba algunas técnicas de comunicación. Esta persona muchas veces nos decía lo que teníamos que hacer, lo que teníamos que decir y cómo debíamos decir. Si estábamos en directo en la radio hablando y de repente nos equivocábamos, o decíamos algo que según él no tendríamos que haber dicho, nos picaba el vidrio y nos decía: «Vuelva a decir, esto no es así» o «Cortar «. Y teníamos que hacerlo. Hoy en día las cosas han cambiado mucho. Son los niños y niñas quienes controlan la radio. Si llegas durante el programa ‘Hablando de la niñez’, no encontrarás ningún adulto. Todos son niños. Son ellos quienes escogen los temas, cogen las grabadoras y las cámaras y salen a la calle a hacer las entrevistas, solos.
El programa de comunicación es una de sus áreas de trabajo, pero tenéis muchas más. ¿Cómo definirías la asociación Club Infantil?
Y. C.: Nuestra asociación se conoce como Club infantil pero se dice Tuktan Sirpa, que en el dialecto misquito de Nicaragua significa «niño pequeño». Pero no es un nombre del que nos sentimos orgullosos porque tiene un significado que nos hace empequeñecer. Nosotros, como asociación, miramos a los niños y niñas con capacidades, con habilidades. Pensamos que deben tener oportunidades para superarse, para crecer, para ser actores de cambios. Siempre que podemos lo decimos: nosotros no miramos a los niños «pequeños», los miramos con grandes capacidades y habilidades.
¿Y qué objetivos tiene Tuktan Sirpa?
Y. C.: Nuestra asociación nació en 1994 con el objetivo de que niños y niñas pudieran ir a la escuela. En ese momento muchos no tenían esta oportunidad porque se tenía que pagar y tener uniforme. En Nicaragua, mayoritariamente, la cabeza de familia es la mujer y muchas son madres solteras que tenían quizás 5 o 6 hijos, que ganaban mucho menos de un euro al día, así que se les hacía imposible que sus hijos estudiaran. Entonces, la asociación abre para dar esta oportunidad de estudio, sin necesidad de pagar ni ir de uniforme.
Yo fui uno de esos niños. Empecé a estudiar cuando tenía 10 años, en primero de Primaria. Hoy en día un niño de 10 años ya está casi terminando la Primaria, pero yo no había podido porque mi madre, como muchas otras, es madre soltera y no tenía la oportunidad de enviarme a la escuela. Pero entonces conoció el Club Infantil y me llevó y allí aprendí a leer y escribir. Podíamos ir sólo con una libreta y un lápiz o, incluso, sin; la asociación nos lo proporcionaba. Y me quedé.
¿Tú cuándo empezaste a ser una «comunicadora»?
Francy Estefanía Zeas: Yo tenía 9 años cuando empecé en el equipo. Vimos con mi madre un programa de tele y me preguntó si yo quisiera ser una «niña comunicadora». Yo dije que sí, y fui con mucha vergüenza y nervios, porque yo era muy tímida. Ahora ya hace 10 años que estoy en el área de comunicación. Me han enseñado a mí pero también he enseñado a los demás.
¿Cómo aprenden los niños a comunicar si no hay adultos en el proyecto?
F.E.Z.: El niño que ya tiene conocimientos de algún ámbito le enseña al otro. Por ejemplo, a editar, a redactar noticias o manejar la cámara. Lo llamamos la metodología «de par en par» y con ella hemos conseguido cambios impactantes en los niños y niñas.
Y. C.: Además, también tenemos la metodología «del paso atrás». Consiste en que yo formo la Francy y, cuando lo he hecho, yo doy un paso atrás y dejo que sea ella la que comparta con el resto. Mi función es apoyar a los niños y orientarlos en aquellas situaciones en que ellos me necesiten y me lo pidan.
Desde hace unos años, la ONG Educo ha entrado en el proyecto. ¿Qué papel juega?
F.E.Z.: Con la llegada de Educo se amplía el proyecto y se llega a dos comunidades rurales. Hasta entonces sólo estábamos a dos zonas urbanas, en Jinotega y San Sebastián de Yalí. Entre los 4 «clubes de comunicadores» hay 117 niños y niñas participando.
Y. C.: En estos dos sectores rurales era difícil llegar con equipos técnicos. Pero con el apoyo de Educo, la asociación formuló un proyecto y pudo llegar.
F.E.Z.: Lo que hemos hecho es que los chicos y chicas de las zonas donde había clubes van a las diferentes zonas rurales y comparten con el resto de chicos y adolescentes lo que ya saben. Así el conocimiento se va traspasando entre los propios niños y niñas, y luego se va a la práctica. Desarrollan, por ejemplo, la entrevista o la noticia. Identifican los temas que quieren abordar, las problemáticas que están pasando en su comunidad y hacen producciones. Hasta el día de hoy, en los 3 años se han producido más de 3.700 piezas de radio y televisión de temas como la violencia, el maltrato, la educación, los daños ecológicos… Y así han logrado cambios en sus comunidades.
¿De qué cambios habláis?
F.E.Z.: Por ejemplo, en una comunidad no había policía y entonces había una inseguridad tremenda. Los niños empezaron a pedir el derecho a la seguridad y hoy ya hay policía, gracias a los reportajes y las entrevistas con la comunidad. También comenzaron a demandar el servicio de agua potable, para que se mejorara, y se ha hecho. En otra comunidad gestionaron que pusieran carreteras, electricidad, agua, reductores de velocidad frente a la escuela … Cuando hubo problemas con los mosquitos, reclamaron que el Ministerio de Salud llegara a fumigar también estas zonas. Y lo han conseguido.
¿Se han convertido un poco en referentes para su comunidad?
F.E.Z.: Han conseguido reconocimiento de sus comunidades como comunicadores, porque antes eran tan sólo los estudiantes. Yo he estado muchos años en el equipo de comunicación y lo he vivido. Al principio pensaban que sólo éramos niños jugando con la cámara o la grabadora… Teníamos que mostrar mucha seriedad y entonces es cuando los niños y niñas se han ganado el respeto y reconocimiento de los adultos, cuando éstos han visto que el trabajo que ellos hacen ha traído beneficios a las comunidades. Ahora siempre que hay una actividad o una problemática identificada, la comunidad está a disposición de los comunicadores, hay un gran reconocimiento.
¿Cómo les gustaría que continuara el proyecto?
Y. C.: La idea es que los 117 comunicadores se multipliquen, no sólo en estas comunidades sino en otras. En temas educativos, los niños han conseguido mejores notas y mejor expresividad y por eso no nos queremos conformar con lo que tenemos. Los niños y niñas que están en las comunidades quieren capacitar a otros chavales para que la familia de comunicadores sea aún mayor.
F.E.Z.: En un encuentro uno de los ‘comunicadores’ preguntó: «¿Qué pasaría si este proyecto se terminara hoy?». Y ellos mismos respondieron que ellos seguirían comunicando, que las herramientas las tenían y era un conocimiento que no querían dejar de lado. Incluso transmiten este conocimiento al hermano, al primo, al tío, al amigo… Lo comparten con todo el mundo. Están muy animados y una motivación que tienen es ver que su voz se escucha, porque a través de las cosas que han hecho, han visto que su comunidad ha cambiado. Son la voz de estas comunidades.