Me gustaría dirigirme, especialmente, a la inspección educativa, a los equipos directivos y al profesorado, en general, que ejercen su labor tanto en los centros de educación infantil y primaria, así como en los institutos de educación secundaria de la Comunidad Valenciana que puedan leer este articulo una vez concluidas las merecidas vacaciones de verano.
Sin duda alguna, en todos los inicios de curso académico se nos presentan retos importantes en nuestra profesión, pero este año la complejidad aumenta pues se tratará de articular todos los principios, propuestas, medidas y protocolos para hacer realidad la ansiada respuesta educativa para la inclusión del alumnado valenciano en nuestros centros educativos.
En primer lugar, recodarles que desde hace un tiempo hasta ahora, asistimos a una proliferación de normativa de educación inclusiva en la Comunidad Valenciana: 1) el Decreto 104/2018 de 27 de julio del Consell por el que se desarrollan los principios de equidad y de inclusión en el sistema educativo valenciano; 2) la Orden 20/2019, de 30 de abril, que regula la organización de la respuesta educativa para la inclusión en los centros educativos sostenidos con fondos públicos, que define los procesos de detección e identificación de barreras y necesidades, de escolarización del alumnado con necesidades educativas especiales y con necesidades para la compensación de las desigualdades y también ofrece un amplio abanico de medidas para facilitar la inclusión educativa, y 3) la Resolución de 24 de julio de 2019, de la Secretaría Autonómica de Educación y Formación Profesional, por la que se dictan instrucciones para la aplicación de algunos de los principales procedimientos previstos en la Orden 20/2019, de 30 de abril, de la Consellería de Educación, Investigación, Cultura y Deporte, por la que se regula la organización de la respuesta educativa para la inclusión del alumnado en los centros docentes sostenidos con fondos públicos del sistema educativo valenciano y la publicación de los formularios referidos a la evaluación sociopsicopedagógica, el informe sociospsicopedagógico, el plan de actuación personalizado (PAP) y el dictamen para la escolarización.
Si bien la normativa legislativa, en el papel, está bien elaborada y, por cierto, he de felicitar a los técnicos/as de la Conselleria de Educación que han redactado todo este discurso, la verdad es que todo ello lo han de articular y hacer realidad la inspección educativa, el equipo directivo y el profesorado en sus respectivos centros y aulas.
Es a todos ellos a quienes me dirijo y les pediría que reflexionaran sobre algunas de las cartas náuticas que quisiera sugerirles sólo con una intención clara: iniciar este proceso hacia la inclusión con garantías de éxito. Algunas de esas cartas náuticas deberían de empezar por:
- Cuestionar nuestras creencias y prácticas educativas para reflexionar sobre si lo que estamos haciendo está posibilitando la inclusión. Los docentes resignifican, interpretan y construyen su saber profesional a través de procesos de reflexión en la acción y sobre la acción. La reflexión sobre la práctica se convierte en el motor para ser consciente de lo que tenemos que continuar haciendo porque lo hacemos bien y de lo que tenemos que cambiar para convertirnos en mejores profesionales de la educación facilitadores de la inclusión.
- Conocer bien al estudiante, en cuanto cómo aprende, qué le motiva, qué intereses y necesidades tiene. Lo que el alumno aprenda tiene que tener sentido en su entorno, tiene que serle útil y tiene que permitirle transferirlo a otras situaciones o experiencias.
- Descubrir y potenciar las peculiaridades y potencialidades que presenta cada alumno. Cada estudiante necesita ser el campeón de algo. Hay que ayudarle a descubrir sus virtudes y, a partir de ahí, potenciar todo lo demás.
- Adoptar propuestas metodológicas inclusivas basadas en redes conceptuales, enseñanza constructivista, diálogo socrático, significativo, de descubrimiento, conectivo, cooperativo, por proyectos, de resolución de problemas e investigación.
- Mirar y practicar la evaluación desde los ojos de la inclusividad. El éxito de la educación inclusiva radica en la evaluación. Un sistema de evaluación que no valore y respete las diferencias individuales sólo conduce a profundizar en la brecha de la desigualdad. La evaluación a estas alturas no puede tener la finalidad de clasificar o comparar a los estudiantes sino tratar de identificar la ayuda y los recursos que necesitan para facilitar el proceso de enseñanza y aprendizaje. Además, la evaluación ha de entenderse como recurso para mejorar las oportunidades de aprendizaje.
- Considerar el carácter flexible del curriculum para adaptarlo a las características y necesidades de los estudiantes. El docente ha de tener muy claro cuáles son las competencias básicas que se espera que los estudiantes adquieran y los distintos niveles de dominio para cada uno de ellos.
- No olvidar que cada estudiante es único e irrepetible. Descubrir el valor de cada estudiante nos conduce a respetar sus ritmos de aprendizaje, su maduración, sus estilos de aprendizaje, los conocimientos previos de los que parte. Si no se identifican todos estos aspectos no podemos valorar el progreso del estudiante ni tampoco prever la ayuda que necesita para su aprendizaje.
- Trabajar de forma conjunta con otros docentes, potenciando prácticas educativas interactivas, estrategias de trabajo cooperativo, por proyectos, programación multinivel, etc. que faciliten la planificación, el desarrollo y la evaluación de situaciones ricas de inclusividad.
- Cambios importantes en la organización y en la gestión de los centros. La institución educativa ha de tener la autonomía suficiente para organizarse de la mejor manera posible para fomentar la enseñanza y la evaluación inclusiva.
- La inspección educativa y los equipos directivos han de asumir un liderazgo para la inclusión. Además, han de facilitar, asesorar, ayudar, flexibilizar estrategias y recursos que potencien los procesos inclusivos. Por ejemplo, aportar protocolos y documentos que faciliten la acción del profesorado.
Finalmente, no quisiera terminar este articulo sin recordar que, para todos aquellos docentes que ya tenemos una cierta edad y que hemos vivido varias reformas educativas, algunas de ellas catalogadas en su momento como progresistas, por ejemplo, la Logse, y que fracasaron por una falta de financiación, recursos, evaluación, etc. que esto no se vuelva a repetir. Por favor, les pediría a las autoridades competentes que ¡no cometamos los mismos errores y aprendamos de ellos! Ni que decir tiene que la factura que se le puede pasar a la escuela valenciana seria irreparable.
Para apostar por la inclusividad, no sólo hace falta tener una normativa impecable, que es necesaria, sino tener el aporte de recursos de todo tipo, estructuras, financiación, infraestructuras, culturas organizativas, contexto, medidas, diseños, etc. que faciliten su puesta en acción. Ni que decir tiene que la base de todo ello está en la formación del profesorado, no sólo en la filosofía de la inclusividad sino también en hacerla realidad a través de estrategias y recursos esos planteamientos. Un profesorado responsable y comprometido con su profesión, si reconoce que no está preparado para ello, ha de formarse. Para ello, la inspección, el profesorado, los centros pueden solicitar de manera preferente a los Centros de Formación, Innovación y Recursos Educativos (CEFIRE) acciones formativas sobre esta temática. La formación es una exigencia y una necesidad si queremos que no fracase la inclusividad en el sistema educativo valenciano.
Finalmente quisiera añadir que, si bien, las cartas náuticas son cartas de navegación marítima que muestran todo tipo de argumentos (tipo de fondo, roca, arena, zonas de peligro, etc.) para ayudar en la navegación o para que esta sea segura, les solicitaría a los respectivos agentes de la comunidad educativa que aprovecharan estas cartas ya que pueden marcar el rumbo de la inclusividad. Especialmente, para hacer realidad una educación equitativa e inclusiva, tal y como se merece todo el alumnado valenciano. Tengo la certeza y la confianza que así se hará.
¡Les deseo un buen inicio de curso!
Dra. María Amparo Calatayud Salom.
Profesora Titular de la Universitat de València.