El 5 de septiembre de 2019, el impacto de un rayo originó un incendio cerca de Drake, una pequeña localidad australiana con una población de menos de 400 personas.
Hasta que los mil bomberos y la docena de aviones combatiendo las llamas consiguieron extinguir el fuego, siete semanas y media más tarde, se habían quemado 44 casas y un matrimonio había perdido la vida (Bob Lindsey, 77 años, y Gwen Hyde, 68.
Era 27 de octubre y Drake ponía punto y final a su pesadilla. Para entonces, Australia se preparaba para una temporada de incendios donde se calcula que ya han muerto 28 personas, mil millones de animales y se ha quemado una extensión de terreno casi tan grande como Inglaterra.