Con un mes de retraso, Navarra da el pistoletazo de salida a partir de las diez de la mañana de este martes a uno de los momentos más delicados que tiene que pasar el sector educativo tras la pandemia, el confinamiento y la suspensión de la actividad presencial en los centros: empiezan las pruebas de la Evau (Evaluación para el Acceso a la Universidad, la antigua selectividad, también conocida como Ebau o PAU en algunas comunidades).
Los estudiantes navarros que se presenten a la prueba servirán de conejillos de indias de cara al examen en el resto del Estado, para el que los gobiernos regionales han diseñado distintas medidas de seguridad que configurarán una prueba distinta a la de años anteriores.
Mascarillas obligatorias, distancia de seguridad entre alumnos, grupos más pequeños, más sedes y habilitación específica de espacios como pabellones, prohibición de compartir materiales y distintos tramos horarios para evitar aglomeraciones son algunas de las iniciativas más comunes que deberán seguir los estudiantes en la mayoría de las autonomías.
También las hay menos comunes. Asturias obligará a quien tenga el pelo largo a llevarlo recogido. Castilla y León, a guardar los enseres en bolsas de plástico. Extremadura prohíbe reuniones en los descansos y Andalucía recomienda el uso de guantes a la hora de entregar los exámenes. Otras regiones no permitirán el uso de las máquinas expendedoras de los recintos y recomiendan llevar comida y bebida de casa.
En la mayoría de las regiones, que observarán el desarrollo de la prueba navarra con lupa, los exámenes serán la segunda semana de julio. Se adelantarán ligeramente extremeños y asturianos, que comienzan el próximo día 30 de junio. Unos 210.000 estudiantes de todo el Estado se presentarán a la prueba.
Selectividad sí o no
La polémica ha acompañado a la preparación de los exámenes, que finalmente se celebrarán pese a que había varias voces pidiendo que no se hiciera –probablemente la más sonora la del Sindicato de Estudiantes (SE), que llegó a entregar miles de firmas en contra–.
Dicen los detractores que el confinamiento y la paralización de la actividad educativa presencial va a perjudicar especialmente a los estudiantes más vulnerables, que han tenido más problemas para seguir las clases (un reciente estudio señala que cuatro de cada diez alumnos afirman que los han sufrido). «El cierre afectará a todos aquellos que estamos viviendo la crisis sanitaria en primera persona, a aquellos que no tenemos acceso a las clases online (…), quienes no vamos a poder pagar academias o clases particulares para ponernos al día», sostienen desde el SE.
Replican los defensores de hacerla que la prueba garantiza más la igualdad de oportunidades y que perjudicaría más ingresar a la universidad solo con la nota del Bachillerato. «Si quitáramos la Selectividad es cuando no habría igualdad de oportunidades», explicaba hace unos días José Carlos Gómez Villamando, rector de la Universidad de Córdoba y presidente de la Conferencia de Rectores (CRUE). «La diferencia de notas medias entre colegios e institutos existe, dar mucha optatividad dentro del examen es equitativo». Y desde la asociación de estudiantes Canae introducen un elemento organizativo: solo con la nota de Bachillerato se repetirían muchas notas, con los problemas que esto conllevaría a la hora de repartir plazas, porque esta calificación incluye una décima, mientras que al ponderarla con la selectividad son dos.
Modelos abiertos
Para tratar de paliar los problemas derivados de esta suspensión, las comunidades han diseñado –o al menos anunciaron que lo harían– unas pruebas con más posibilidades de elección para el alumnado que de costumbre, de manera que en teoría podrían hacer todo el examen sin responder a ninguna cuestión impartida durante el tercer trimestre si así lo quisieran.
En los modelos de examen que ha publicado Navarra para Lengua y Literatura, por poner un ejemplo, se entregarán dos textos a los alumnos, que podrán utilizar indistintamente para cada uno de los tres primeros apartados. Para el cuarto se plantearán tres preguntas sobre la materia y el estudiante podrá responder a la que quiera. Para Química, habrá diez preguntas, agrupadas de dos en dos en torno a cinco bloques. El alumnado puede elegir entre cinco cualquiera, incluso hacer dos del mismo tema.
La mayoría de los institutos han ofrecido actividades de refuerzo y espacios para que los alumnos de 2º de Bachillerato que así lo desearan pudieran plantear dudas de cara al examen. Sin embargo, la asistencia ha sido bastante testimonial.
Los expertos recuerdan aún así que la ansiedad ante los exámenes existe (afecta a entre un 15% y un 25% de los estudiantes con carácter general) y que es una incógnita saber cómo reaccionarán este año. También lanzan un mensaje tranquilizador. Habitualmente, el 98% de quienes se presentan a la prueba de acceso a la universidad la aprueban y este año, en principio, no tendría por qué ser distinto.