En mi colegio brilla el Sol.
Somos un colegio público ubicado en la zona oriente de Medellín, Colombia. El frío de las mañanas oscuras, cuando llegamos a trabajar, nos saca siempre sonrisas temblorosas que van dando paso a la calidez humana, a la llegada del sol, de la luz y del día. La Institución Educativa Sol de Oriente ya hace eco en el ambiente educativo de la ciudad de Medellín, su nombre le suena a más de uno porque, afortunadamente, su proyección ya está en bocas y suspiros de gente buena.
Somos los del Cerro Pan de Azúcar, cerquita del “Jardín”, esa palabra gigante que se dibuja blanca en la montaña y que se lee desde el otro lado de la ciudad. Y lo llamaron Jardín porque se convirtió en todo un espectáculo ambiental que la comunidad viene disfrutando hace más de un año: El Jardín Circunvalar.
Pese a las dificultades económicas que a veces padecen las familias de esta zona, no se deja de soñar con la transformación social, cultural, académica y política de sus habitantes. Hemos sido testigos durante varias generaciones que, en lugar de declinar, nuestros jóvenes se concentran cada vez más en “sacar adelante” -como coloquialmente lo han dicho- a su familia, su profesión, su barrio, su vida.
En nuestro colegio es una responsabilidad social formar sujetos capaces de transformar sus propias vidas. Los niños, niñas y adolescentes que oscilan un rango de edad entre los 12 y los 18 años, reflejaban parte de una herencia familiar que contaba con madres adolescentes, deserción escolar, un bajo interés académico y una denotada limitación en las habilidades básicas del pensamiento (la observación, la comparación, la relación, la clasificación y la descripción, la argumentación). Sin embargo, una mirada a su condición de vida, permitió establecer que sus experiencias personales poseen gran riqueza intelectual, cognoscitiva, cultural y social, que se invisibilizan por los factores externos a su proceso escolar como la violencia, la pobreza, la falta de oportunidades y recursos. Los y las estudiantes, sus vidas, son quienes hacen brillar el sol.
La eterna tensión de los estereotipos en el aula
En el colegio aún hay mucha intolerancia y, más que eso, ignorancia frente a lo que nuestros jóvenes llaman ser diferente (comunidad LGBTI, negros, venezolanos, indígenas, diferencia de cuerpos y géneros, entre otros). Esa ignorancia es quizá la tensión más grande que tenemos, es una ignorancia no peyorativa, ni la que se equipara con falta de conocimientos científicos. Es la ignorancia por el miedo y el desconocimiento de ver a otro en su diferencia y no comprender lo que en su ser y esencia sucede; lo que pasa en ciertas situaciones del ser humano y en su respuesta por la identidad.
En el año 2016, el Ministerio de Educación Nacional publicó la cartilla Ambientes escolares libres de discriminación, documento que en muchas instituciones sirvió para la discusión inmadura, los chistes grotescos y la descalificación de estudiantes que hacen parte de una comunidad sexual diferente a lo heteronormativo. Cada vez que deseaban expresar algún gusto o identidad sexual diferente, las respuestas manchaban más la sonrisa de la juventud que estábamos formando: «Usted no es una mujer, pórtese como un hombre»; «Cómo se le ocurre que va a representar al grupo como una reina si usted es un hombre»; «Póngase el uniforme de gala que usted es una niña como todas»; «Es que ese es medio mariquita, ¿no ve cómo habla?»; «Esa niña parece un macho». Estas y un sinfín de frases llenas de estereotipos eran las que se repetían una y otra vez en el colegio por parte de algunos profesores. Nuestra institución necesitaba de forma urgente un lugar para pensarse ese tema, un espacio para el diálogo y la conversación.
Crear un puente de palabras que resuenen
La propuesta de Sol de Oriente tuvo como punto de partida la reflexión de lo que se conoce como “incidentes críticos” y “relatos de experiencia” en la práctica pedagógica. Sabemos que la escuela no ahorra experiencias, y en esa medida todos los días el escenario escolar nos ofrece maravillosamente esos incidentes. Y digo maravillosamente, porque en las tensiones y las crisis está la oportunidad de creación y decisión: situaciones de violencia escolar, matoneo o bullying, homofobia, acoso, entre otros incidentes, nos llevaron al cuestionamiento y a la posibilidad de creación. Eso hizo Sol de Oriente con estas situaciones, comenzó a tomar decisiones, de la mano de sus estudiantes. ¿Qué concluímos en medio de toda esta experiencia que narraba la cotidianidad escolar? Pura humanidad, es decir, la sencilla y a la vez compleja diversidad, pero a la que nadie le había puesto la atención y el cuidado necesarios. Pensamos que todos eramos iguales en la escuela y por eso hemos permitido uniformar no solo cuerpos sino mentes. Entonces, los primeros cambios fueron: implicar a toda la juventud escolar y crear espacios de discusión para que resuene el respeto a la diferencia sexual. El punto está en que hay que hacerlo una realidad, volverlo un ejercicio cotidiano.
El segundo cambio fue que los espacios de discusión pasaron a ser acontecimientos de participación institucionales: Salón Escolar de Artistas (SÉ-Arte), idea que nace del Salón Nacional de Artistas que se dio en Medellín entre 2014 y 2015. La propuesta fue recorrer con estudiantes los museos, hacer visitas guiadas. De repente, de regreso a las aulas, se comenzaron a proponer expresiones artísticas donde el grupo de estudiantes era protagonista y, así, surgieron algunos performances e intalaciones artísticas donde lograron visibilizar la diversidad como expresión estética. Ellos y ellas mismas crearon la consigna y expusieron sus ideas creando otras resonancias: Yo soy… único, Yo soy… negro, Yo soy… gay, Yo soy… anoréxica, Yo soy… dibujante, entre otros. Lo que surgió de ahí fue que cada año, en la semana en la que se conmemoraba la identidad cultural “antioqueña”, decidimos transformar esa identidad y celebrar la semana de la diversidad sexual y la diversidad cultural y todo aquello que nos hace diferentes y únicos.
Identificar la necesidad en la práctica para transformar
La proyeccion ha sido luchar en contra del estereotipo, del machismo y de la violencia de género. La perspectiva de género la entendemos como una mirada respetuosa hacia la identidad y la singularidad, por lo que somos capaces de reflexionar la construcción social de los cuerpos como parte de la cultura y que nos hace justos y humanos.
No podemos permitir que los lenguajes verbales y corporales sean la expresión de rechazo y exclusión: porque creemos que allá donde nace el Sol, como cariñosamente le decimos al colegio, la verdadera acogida no es señalando el gay, el negro, el indígena, el venezolano, el gordo, lo femenino y lo masculino como un paquete de diversidades, o el lugar donde caben todos sin importar nada. La verdadera hospitalidad es acoger a la juventud, importándonos cada uno de ellos, cada una de ellas, aprendiendo cada día a conocer y creer en todos y todas como una fuerza vital. Se trata de amar y cuidar.
Las relaciones intersubjetivas son lugares de tensión y también de vínculo y, por eso, considerar el discurso sobre perspectivas de género en la escuela fue una necesidad visible y emergente en las mismas experiencias y encuentros de aula. Desde ahí, lo necesario fue observar, acercarse a la conversación de jóvenes y participar con ellos y ellas; luego asumir la reflexión profunda y efectiva frente a lo que acontecía. Fue así como tuvimos que deshacernos de prácticas tradicionales y del estereotipo de control de los contenidos de clase: la planificación tradicional, se fue para otro lado. Fue por eso que decidimos negar la problemática del género como opción, es decir, no fue un asunto opcional, aquella frase que para los colombianos se traduce como: “Si quieres lo haces, sino, no hay problema…”.
La Institución Educativa Sol de Oriente encontró en sus prácticas una necesidad y la transformó en una realidad de la práctica. Se volvió parte de los saberes escolares. La perspectiva de género es una forma de comprender y aplicar el cuidado de sí, es el cuidado del cuerpo como una construcción social que habla, significa y se nombra. Un acto ético con el cuerpo y su performatividad. En los encuentros de clase posibilitamos condiciones para que se dé la reflexión y la discusión respecto a la identidad, la diversidad y el cuidado, por eso se ha logrado, como realidad, comprender al otro ser diferente, sin tener que decir: “Me pongo en su lugar”; sin tener que decir: “Yo tolero”.
La diversidad es más una cuestión de comprensión. Una relación con mi yo desde la aceptación y el amor propio. Una relación con los otros y las otras desde el respeto y el vínculo. Y una relación con el mundo desde la diversidad.
Paula Martínez Cano.
Institución Educativa Sol de Oriente
paula.martinez@udea.edu.co