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En el año 2015 Ana López Navajas, investigadora de la Universidad de Valencia, presentó su tesis doctoral, Las mujeres que nos faltan. Análisis de la ausencia de las mujeres en los manuales escolares, un extenso análisis de la aparición de mujeres en los libros de texto de buena parte de las materias a lo largo de la educación secundaria. El saldo fue extremadamente bajo. Alrededor del 7,5% de apariciones de personajes en estos volúmenes eran mujeres. En algunas materias un poco más, en otras, menos.
De esta «desaparición» trató la conferencia que impartió el pasado 23 de febrero, en la que utilizó estos mismos datos (aseguró que estudios específicos posteriores muestran una situación muy similar a cuando ella realizó su investigación) y otras referencias para defender la idea de que se produce una «exclusión cultural» de las mujeres. No entran en los libros de texto de manera que no lo hacen tampoco en la cultura entendida memoria común de la sociedad.
Con esta «excepcionalidad de las mujeres», dijo, se produce una «negación de precedentes» que llega al punto de que, según sus análisis, según las materias en la secundaria se van volviendo más intensas en conocimientos, menos mujeres aparecen nombradas y sus obras menos citadas. De esta forma, en el primer curso de la ESO tienen un peso total de alrededor del 10% en los manuales escolares, mientras que en 4º se reduce por debajo del 7%. Un hecho, explicó, que supone que «las mujeres desaparezcan del relato de la contemporaneidad», pues es en estos años en los que las diferentes materias tratan de los siglos XIX y XX.
«Este desajuste de los contenidos determina una visión del mundo sin mujeres, algo que tenemos naturalizado», aseguró.
Durante la conferencia, además de mostrar la realidad de esta «desaparición», también insistió en que supone un problema de rigor científico para las y los estudiosos de la universidad, así como para las editoriales, tanto de libros de texto escolares como de manuales y antologías universitarias. Un ninguneo que intentó demostrar injusto mostrando nombres de mujeres, a lo largo de toda la historia, que han hecho aportes en muy diferentes campos.
López Navajas también insistió en que, además de que no aparecen mujeres generalmente, cuando sí lo hacen están descontextualizadas, no aparecen sus «genealogías», no tienen a otras mujeres como precedentes ni como discípulas o seguidoras. Algo que no casa con la realidad de sus investigaciones y estudios.
Esta falta de visibilidad de la mitad de la población supone, dijo, la «transmisión de valores implícitos» de manera que «cualquier iniciativa de avance en coeducación queda coja» porque «no son iguales quienes aparecen como protagonistas y quienes apenas no aparecen». Con todo ello «se condiciona la socialización de las mujeres».
Pérdida cultural sistemática
Ana López Navajas tiene claro que esta situación aboca a una «pérdida cultural sistemática» que «nos compete a todos» puesto que se trata de «un empobrecimiento de la cultura colectiva». «Las mujeres han estado siempre presentes en la creación de la cultura y el desarrollo social, con mayores constricciones sociales, problemas para acceder a la educación normativa, o con el espacio público vedado». Algo que ellas tuvieron que ir esquivando utilizando otros géneros diferentes para expresarse, otros espacios y respondiendo a otros intereses diferentes a los de los hombres. Una especie de contrapeso al «relato androcéntrico, al relato parcial que se presenta como universal».
La no aparición de referentes femeninos a lo largo de los libros de texto y los manuales, además de esta pérdida cultural sistemática, aboca a la «deslegitimación social de las mujeres por la negación de referentes y de reconocimiento». «Se produce una secundarización de la situación de las mujeres», aseguró López Navajas, «germen de la violencia de género, el techo de cristal o la brecha digital de género».
Para la investigadora es importante el papel que juegan aquí diferentes protagonistas. Empezando por el currículo y el sistema educativo. «No se educa en igualdad de oportunidades, lo que produce un sistema educativo que transmite desigualdades», aseguró.
En este sentido, también dio un tirón de orejas a la academia por la publicación de manuales sin casi referentes femeninos. Para ello se apoyó en el análisis realizado por Carmen Peña sobre la aparición de mujeres como referentes en los manuales de historia de la literatura, principalmente desde la mitadl del siglo XX, así como en antologías publicado el año pasado. De este análisis se desprende una situación análoga a la de los libros de textos. Las mujeres prácticamente no están presentes.
López Navajas insistió en que esta situación produce exclusión cultural pero es que, además, según la investigadora, muchas de las aportaciones de las mujeres, de los movimientos artísticos y culturales que ellas protagonizaron, quedan invisibilizados e, incluso, se abordan desde perspectivas erróneas.
Y a todo esto, claro, se suma la falta de edición de obras de mujeres a lo largo del tiempo. De sus obras, así como de obras críticas o adaptadas para traer al presente la contribución de cientos, miles, de mujeres a lo largo de toda la historia.
Para paliar, aunque sea un poco, esta situación, Ana López Navajas, así como un nutrido grupo de investigadoras e investigadores tanto españoles como de otros países llevan meses trabajando bajo el paraguas de la iniciativa Womens Legacy, un intento por recopilar nombres, trayectorias, análisis, impactos y materiales creados por mujeres a lo largo de la historia «en todas las áreas». Aunque todavía quedan meses para que vea la luz -lo hará aproximadamente dentro de un año, en febrero de 2022-.
Según explicó López Navajas se trata de «un banco de recursos» para que pueda ser utilizado por el profesorado y, también, por las editoriales de libros de texto con quienes, dijo, ya han empezado a trabajar. Es un «encaje colectivo para que se vea una historia participada por mujeres y hombres». «Puede ser un modelo de cambio, transferible» a cualquier sistema educativo, aseguró.