Sinopsis
Pilar del Río nos deleita con momentos vividos con José Saramago en la isla de Lanzarote en la que pasó su último período de vida. Emociones compartidas y libros escritos en ese lugar paradisíaco.
En A Casa de Pilar y José vivieron momentos importantes con amigos y amigas que nunca faltaban. La autora nos comparte momentos y emociones, nos habla de José, de sus ideas y pensamientos, de sus paseos por la isla, de las ideas que acarrearon sus novelas, los encuentros con amigos y amigas, la convivencia con sus perros, las experiencias y anécdotas que traía de cada viaje…
Un libro para amigos que pretende continuar la respiración que se siente en A Casa y compartirla con los lectores.
De él dice Fernando Gómez Aguilera (biógrafo de Saramago): “Pilar del Río da forma centelleante a la épica cotidiana de Saramago en Lanzarote, mientras compone un himno a la cultura de la hospitalidad cultivada en su casa, donde compartir se cinceló con los caracteres de una ley”.
El libro incluye una colección de fotos de momentos vividos en la isla y la Carta Universal de los Deberes y Obligaciones de las Personas, basada en la propuesta de José Saramago en el discurso del Nobel.
Pilar del Río
Nació en el seno de una familia de 15 hermanos en la que Pilar es la mayor. Formada en la Universidad de Granada, Sevilla y Madrid. Trabajó en diversos medios de comunicación, prensa, radio y TVE.
En 1986 conoce al escritor portugués José Saramago, con quien se casa en 1988. Tradujo varias de sus novelas al castellano. Tras vivir unos años en Lisboa, en 1993 se trasladaron a Tías en la isla de Lanzarote, en las Islas Canarias, donde permanecieron juntos hasta el fallecimiento de Saramago en 2010.
En 2010 adquirió la nacionalidad portuguesa declarando que se considera iberoamericana e instaló definitivamente su residencia en Lisboa donde se encuentra la sede de la Fundación José Saramago que preside. (Wikipedia)
La mejor presentación es la que le hace José Saramago en El Cuaderno, 15 de marzo de 2009.
Presidenta: “No habrá ninguna sorpresa para quien recuerde lo que sobre ella he dicho y escrito en el ya casi cuarto siglo que llevamos juntos. Esta vez, sin embargo, quiero dejar constancia, y supremamente lo quiero, de lo que ella significa para mí, no tanto por ser la mujer que amo (que eso son cuentas de nuestro rosario privado) sino porque gracias a su inteligencia, a su capacidad creativa, a su sensibilidad, y también a su tenacidad, la vida de este escritor ha podido ser, más que la de un autor de razonable éxito, la de una continua ascensión humana. Así nació la Fundación, obra en todo y por todo obra de Pilar y cuyo futuro no puede concebirse, a mi entender, sin su presencia, sin su acción, sin su genio particular. En ella confío como en ninguna otra persona sería capaz. Casi me apetece decir: este es mi testamento. Pero no nos asustemos, no voy a morir, la presidenta no me lo permitiría. Ya le debí la vida una vez, ahora es la vida de la Fundación la que ella deberá proteger y defender. Contra todo y contra todos. Sin piedad, si llegara a ser necesario”.
Reseña
Para las personas que amamos la escritura de José Saramago, leer a Pilar del Río ha sido un verdadero disfrute. Su escritura es muy amena y sensible con las ideas y pensamientos del escritor.
Nos mete de lleno en los entresijos de su casa, de su vida en la isla y nos muestra cómo se movía Saramago por el mundo, en beneficio siempre de los derechos de las personas y con el debido respeto ante los que trabajaban con él.
“No era un trabajo difícil, pero era su trabajo: cruzar Tías para ir a la panadería y comprar el pan… Salía el escritor a comprar el pan y observaba la evolución de su pueblo, las tiendas que abrían, los nuevos supermercados, los restaurantes de comida rápida, otra farmacia, la ferretería cada vez más concurrida…”.
Dice Fernando Gómez Aguilera (Biógrafo de Saramago) que las islas ofrecen racimos de tiempo, adiestran en paciencia y en renuncias, acostumbran a entenderse con la incertidumbre, alejan la palabra de la dilapidación. Lanzarote fue una epifanía para Saramago, atravesó el Atlántico para inaugurar su segunda existencia junto a Pilar del Río.
“Ese portugués de Lanzarote”, como Saramago se refería en sus diarios, llegó a la isla más oriental de Canarias en 1992, transterrado por la ofensa de la censura en su propio país y la casualidad del azar. En 1995 el escritor reconoció que “fue una de las decisiones más sensatas que había tomado en su vida”.
“… en Lanzarote, cada nuevo día me parece como un inmenso espacio en blanco, y el tiempo como un camino que por él va discurriendo lentamente…” (1993).
“Lanzarote es un lugar muy serio… Lanzarote tiene una belleza de otro tipo, una belleza áspera, dura… Aquellos basaltos, aquellos barrancos… A veces, he pensado que, si yo hubiera buscado un paisaje que se correspondiese con una necesidad interior mía, creo que ese paisaje, sería Lanzarote” (1998).
Pilar del Río, desde su ternura más incondicional con Saramago, nos ofrece unos relatos llenos de vida, llenos de amor con los visitantes de A Casa, comprometidos con la isla y con la gente que tienen la suerte de disfrutarla.
Lectura recomendable para cualquier persona sensible a la convivencia, a la literatura más comprometida con las personas, con el aprecio a las cosas sencillas…
Pilar del Río nos comenta que este libro sirve para recordar momentos singulares vividos en Lanzarote, pero sobre todo tiene como misión continuar la respiración que se siente en la biblioteca de A Casa y compartirla. Dice que es un libro para amigos y amigas. Es un reconocimiento a su trabajo en Lanzarote y una forma de agradecimiento. “Es un libro de lectores y un acto de amor”.
Presentación del libro en la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria “Saramago Mola”.