En el curso 2009-2010 pude participar en un grupo piloto para adaptar la titulación de Magisterio de Educación Infantil al Espacio Europeo de Educación Superior. Mi compañera, que era la docente principal de la materia, contaba con 43 estudiantes en clase. Aún recuerdo la motivación con la que se planificaba una asignatura en la que por fin se podrían aplicar muchas estrategias didácticas activas en el aula universitaria.
La realidad posterior nos hizo ver que ese pilotaje no podría hacerse realidad tal y como se había planteado. Es lo que supone implementar una reforma educativa sin que vaya acompañada de una inversión económica importante que la sustente. Pero, a pesar de que muchas de las promesas iniciales no se pudieron cumplir, todos nos encaminamos con ilusión hacia un modelo de formación universitaria que pudiera aunar teoría y práctica y acercar la realidad de los estudiantes a su futura profesión, convencidos de que era el camino correcto y el modelo de universidad pública que merecíamos. Se reguló el tamaño de los grupos y se promovieron experiencias de innovación docente y, con ello, sentíamos que la docencia en la universidad empezaba a ser valorada y reconocida.
Sin embargo, el pasado 3 de marzo de 2023, resultó ser un día triste para la Universidad de Murcia. Se aprobaron una serie de recortes que afectan de manera general a toda la institución y muy especialmente a las Facultades de Derecho, Letras, Economía y Educación. Estos recortes suponen acabar con el camino que emprendimos con ilusión hace 15 años y afectarán a la calidad educativa de la universidad pública.
Pero antes de abordar las cuestiones académicas, es preciso hacer alusión a las económicas para entender el contexto. Las universidades españolas tienen una meta: acabar con la precariedad. La reforma universitaria, la LOSU, con algunas luces y varias sombras, pone en evidencia una situación que es insostenible, y es el porcentaje de profesorado asociado que tenemos en muchas universidades españolas.
La figura del profesor asociado es fundamental, porque conecta al alumnado con la realidad profesional. Pero esta figura se ha desvirtuado y en los últimos años, cuando un departamento tenía necesidades docentes, en lugar de convocar una plaza de profesorado a tiempo completo de ayudante doctor, se concedían varias de asociado.
La propuesta de recortes se nos presentó como una nueva organización de la docencia. En la práctica, lo que se ha aprobado es el aumento de la ratio de los grupos
Ante la necesidad de acabar con la precariedad, se pueden tomar diversos caminos. Una vía es la apuesta por la estabilización del profesorado asociado pero, para eso, se necesita dinero. La Universidad de Murcia es una de las universidades peor financiadas de nuestro país. Recordemos que el gobierno autonómico tiene competencia en temas como el presupuesto y las condiciones de trabajo del personal docente e investigador. Parecería lógico que, ante esta situación, se planteara la necesidad de que el gobierno de la Universidad de Murcia negociara y reclamara a la Comunidad la financiación que la universidad pública merece. Pero, sorprendentemente, no ha sido así.
La propuesta de recortes se nos presentó como una nueva organización de la docencia que trataba de agrupar a los estudiantes en «grupos de lección magistral”. En la práctica, lo que se ha aprobado es el aumento de la ratio de los grupos. Que se hayan esgrimido motivos pedagógicos para justificar decisiones económicas, resulta especialmente hiriente para muchos de los que trabajamos en la Facultad de Educación. Si hay menos grupos, hay menos asignaturas que escoger en el plan de ordenación docente y, por lo tanto, se necesitará menos profesorado. Es decir, menos compañeros asociados.
Este aumento de ratio en algunas titulaciones plantea grupos de 80 estudiantes, sin tener en cuenta al alumnado de intercambio, repetidores, etc., que incrementarían esta cifra. Esto supone más de un 30% de aumento de la ratio en algunos casos. Subir la ratio no es una medida de reorganización, es un recorte claro, ya que se están asignando menos recursos para más estudiantes y esta medida tiene un impacto directo en la calidad de la enseñanza, ya que los profesores tendremos menos tiempo para dedicar a cada estudiante y a su vez el alumnado tendrá menos oportunidades de participar en las clases y recibir la atención que merecen.
La Facultad de Educación pierde estudiantes en titulaciones con demanda y se eliminan grupos. El grado de Pedagogía pierde un grupo. El de Educación Primaria también, además de dos menciones en 4º, que son las que posibilitaban formarse como maestro generalista de Educación Primaria. Estamos obligando a los estudiantes a optar por una especialidad (idiomas, música, etc.) que a lo mejor no quieren ni están formados para poder cursarla.
En algunas titulaciones también se ha reducido el número de desdobles de un grupo para las actividades más prácticas. Esto supone que habrá tareas que no podrán hacerse por cuestión de espacios, y recursos y metodologías que no podrán trabajarse. Es decir, tendrán menos oportunidades de aprender habilidades prácticas que son esenciales para su futuro profesional.
Es fundamental que los estudiantes de nuestras titulaciones tengan la oportunidad de experimentar diferentes estrategias didácticas
Tenemos que tener en cuenta que en la Facultad de Educación formamos a los futuros profesionales de la educación. Es fundamental que los estudiantes de nuestras titulaciones tengan la oportunidad de experimentar diferentes estrategias didácticas. La formación inicial es el cimiento de la profesión y es donde adquieren las herramientas y habilidades necesarias para ser buenos profesionales de la educación. Recortar en ella tiene impacto directo en la calidad de la educación que se ofrece a las generaciones futuras.
Muchos somos consciente de la complicada situación en la que se encuentran los gestores de la Universidad de Murcia y sabemos que es necesario tomar decisiones para afrontar retos que ya son ineludibles. Pero si hay algo que tiene que defender la educación pública en tiempos de crisis es la calidad educativa. Y ésta se verá afectada con estas medidas.
Me gustaría que los gestores tengan claro qué modelo de universidad pública quieren. Me gustaría que existiera una negociación con todos los agentes sociales de la universidad. Me gustaría poder conocer las caras y los nombres de mis estudiantes. Me gustaría que me dé tiempo a tutorizarlos a todos. Me gustaría poder ejercer mi trabajo en condiciones dignas. No me gustaría que las circunstancias me obliguen a subirme a un púlpito para trabajar solo mediante clases magistrales tradicionales. No quiero más recortes en la educación pública universitaria. Porque recortando hoy, estamos perjudicando el futuro de la sociedad del mañana.
1 comentario
Hola Malle, muchas gracias por divulgar esta situación tan desalentadora para la educación pública. Desgraciadamente, la educación de calidad con equidad siempre ha sido una asignatura más o menos pendiente. En tiempos de crisis esta asignatura no sólo queda pendiente sino que en caso de estudiarla resulta imposible de aprobar. La educación no es prioritaria en nuestro país y en caso de serlo no en la pública. Únicamente con analizar el incremento de universidades públicas y privadas españolas en los últimos 20 años se advierte hacia donde se inclina la balanza. Supongo que lo que nos queda es hacer dentro de las aulas una pieza de Jazz, es decir, improvisación con conocimiento debajo.