Comencé este artículo hablando de las competencias para la sostenibilidad, unas competencias que aparte del artículo de Marcén en este medio y del Ministerio en su web, apenas han tenido repercusión. Seguía hablando de los cinco ámbitos de acción prioritarios de la UNESCO respecto a la RSC (Responsabilidad Social Corporativa), pero mientras iba redactando se iba apoderando de mí una sensación de “gurú” que desde el púlpito habla a docentes de aula.
Es cierto que ahora tenemos herramientas legislativas que nos permiten sustentar una educación ecosocial, que nos facilitan hablar de límites planetarios ante una situación de urgencia climática, pero también es cierto que los docentes venimos de pasar por una sucesión de leyes educativas sin poso que han servido de arma arrojadiza y propaganda entre unos gobiernos y otros. Entre tanto, la política ha entrado en las aulas y más allá de la ética profesional, la ideología de los docentes se ponía de manifiesto en más ocasiones de las debidas.
Pero dejando a un lado ideologías, y evidenciando que el aire que se respira no es de derechas ni de izquierdas, bajémonos al barro profesional. ¿Puede alguien ajeno a la causa ambientalista entender su importancia si tiene a inspección exigiendo la adaptación de su programación a la nueva ley? ¿Puede alguien acercarse al término “ecosocial” si no recibe la formación para ello? ¿puede alguien relacionar la causa ambientalista con la desigualdad y el aumento de la brecha social si no tiene la debida formación para establecer los nexos? Las interrogantes son infinitas, pero la respuesta generalizada es que para desarrollar sensibilidad hay que previamente tener conocimiento. No nos preocupa lo que no conocemos.
El personal docente está obligado a unas horas de formación pero no se determina la temática sobre la que formarse por crucial o urgente que sea. A lo largo de los últimos años se ha avanzado a través de legislación en temáticas como la igualdad de género, incorporado la igualdad LGTBI+, pero ¿cómo?, ¿ha habido formación suficiente para ello?, ¿ha habido sensibilización sobre este tema para su acercamiento? ¿Damos por sentado que por ser docente se tiene esta formación o como la mayor parte de los asuntos la elección formativa responde a la sensibilidad personal y, por tanto, se deja al amparo de cada persona? Pues eso pasa en el tema ambientalista, o lo que llamamos educación ecosocial, la formación es autodidacta en un altísimo porcentaje, y precisamente quien se forma es quien conoce la gravedad del problema.
El 8 de marzo hemos celebrado el Día Internacional de la Mujer, aun con muchos escépticos docentes a los que escucho entre dientes que no hay “Dia del hombre”. La igualdad ocupa informativos, muchas veces por malas noticias más que por avances o conquistas de derechos. Con el cambio climático pasa lo mismo, lo veremos si hay inundaciones graves, como las que vimos en Afganistán, o si se van secando los acuíferos o embalses, pero no hay formación a la sociedad sobre el tema y, por lo tanto, no se considera un tema fundamental en educación. Aún así se sigue hablando de que las nuevas generaciones lo harán mejor y salvarán el planeta, una frase comodín que queda muy bien en discursos pero que dista mucho de ser posible.
¿Cómo podemos pretender que la mayor parte del profesorado entienda que la causa ecosocial relaciona a las personas por una red de vida interdependiente? ¿Que el deterioro del planeta está relacionado directamente con la desigualdad y la reducción de la calidad de vida digna de las personas? La televisión, la publicidad, el sistema de comercio low cost e, incluso, el de las marcas como forma de posicionamiento en estrato social están en todas partes. ¿Puede una persona docente ser ajena a que el sistema de consumo y, en concreto, la moda es una de las mayores causas de contaminación? ¿por qué iba un docente a renunciar a un 2×1 en una gran cadena de hamburguesas si nadie le ha explicado la relación de consumo con las macrogranjas o el detrimento salarial de los trabajadores que le atienden? ¿por qué ha de explicar una persona docente que el consumo de ropa fast fashion es la tercera causa de contaminación si el imperativo social lo determinan los influiencers que, además, pueden ser parte de su alumnado? ¿por qué van a explicar que la huella de carbono de cada una de las personas trasladadas al centro educativo tiene repercusión en la salud de todos los habitantes? ¿ Por qué si no hay compensación económica y puede hacer su cómputo de horas en la temática que le gusta? ¿Por qué si ha visto que su compañero lleva años haciendo lo mismo en el aula sin avance pedagógico de ningún tipo y sigue cobrando lo mismo que él ? ¿Por qué debería importar dejar un planeta en buen estado si estamos en la era del individualismo y el sálvese quien pueda?
¿Por qué hacer todo esto si, además, el capitalismo verde nos lo ha puesto tan fácil? Puedes entregar tu tarjeta en tu oficina bancaria para que la reciclen aunque el banco abuse socialmente y emita grandes cantidades de CO² con inversiones en petroleras. Podemos comprar botes de champú de cantidades mínimas pero no pasa nada porque en su etiqueta figurará que el envase es de plástico reciclado y eso nos dejará respirar tranquilos. Llevaremos los envases al contenedor amarillo pero no hace falta que atendamos a los datos de que solo se reciclan el 30 %. Y, por supuesto, no se nos ocurre pensar en la reducción porque el sistema hipercapitalista de consumo nos ha hecho asociar “reducción” a “sacrificio”. Tenemos, además, todo tipo de coches eléctricos o híbridos con una estupenda etiqueta que nos permiten llegar a todas partes. Vale, es verdad que sus precios no permiten el acceso a todo el mundo y es una medida “ecológica” elitista, pero bueno, es que siempre ha habido clases ¿no? y lo del bien común…tampoco los docentes vamos a cargar con todo.
El planeta nos lo estamos cargando, probablemente el alumnado al que les explicamos el mínimo común múltiplo tenga grandes problemas para acceder a recursos básicos como el agua o alimentos dignos, pero nuestra misión es cumplir con el currículo, el de siempre: un buen nivel en matemáticas, lengua… no hay tiempo para temas de educación ecosocial- Además, de eso se ocupan ya empresas que plantan muchos árboles de vez en cuando para compensar emisiones y dar una imagen fantástica de compromiso con la que la mayor parte de la población desinformada parece quedar satisfecha.