Cada año se publican más libros en literatura infantil y juvenil. En 2021 se publicaron 8921 títulos en esta categoría en nuestro país, según datos de la Federación de Gremios de Editores de España. Por el contrario, este aumento provoca que el trabajo de un buen mediador en LIJ, sea maestro, bibliotecario, librero o la misma familia, a la hora de escoger los libros más adecuados se haga cada vez más complicado.
Con la idea de ayudar a hacer más fácil este trabajo de mediador en LIJ, Cristina Correro y Joan Portell publican con Eumo Editorial Lectures que hacen lectores. La educación literaria de niños y jóvenes. Un recorrido por el universo literario de niños y jóvenes: desde las canciones de cuna y regazo, pasando por los cuentos y la poesía, hasta los referentes de las lecturas adolescentes. Un manual imprescindible donde encontrar las mejores estrategias para fomentar el hábito lector, por cada franja de edad, y los criterios a tener en cuenta en el diseño de un buen plan de lectura, la herramienta que marcará el rumbo de itinerario lector.
¿Por qué vivimos uno de los mejores momentos de la literatura infantil? ¿No diría que se publica demasiado?
Cristina Correro: Estamos en una sociedad de consumo y los libros de literatura infantil y juvenil son títulos artísticos, pero también de consumo. Pero en realidad, debería mirarse cómo ha cambiado la industria a lo largo del siglo XX. Por ejemplo, se han abaratado los gastos del coste de realizar un libro sobre todo porque ahora la impresión se hace en China. En el ámbito tecnológico ahora estamos mucho más conectados, hay mucha más comunicación que provoca que de inmediato sepamos que se está publicando.
Además, también tenemos cada vez más estudios de salud y medicina que demuestran que la etapa de 0 a 8 años es fundamental para crear el gusto por la lectura del futuro lector. Y, por tanto, todas las editoriales se han lanzado a hacer libros por esta franja. A partir de los años noventa hay un crecimiento en el fondo de libros dedicados a esta etapa, cuando hasta entonces se les tildaba de prelectores. Todos estos factores han contribuido a que cada vez haya más libros de literatura infantil y juvenil.
Joan Portell: Es cierto que estamos en uno de los mejores momentos de la literatura infantil y juvenil, pero también te diría que se sustenta en unos pilares muy débiles. En Cataluña, por ejemplo, vemos que las bibliotecas escolares son prácticamente inexistentes, éstas si están ahí es a menudo gracias a la voluntad de muchos maestros, claustros, etc. que entienden que esta infraestructura es esencial, pero la administración no aporta los recursos suficientes. La biblioteca escolar es esencial porque acaba siendo un elemento de equidad educativa, y por tanto debería ser impulsada por la propia administración y no por el voluntarismo de los profesionales del sector. Y más cuando se ha demostrado que una inversión en la biblioteca escolar del centro y, también, en la promoción por la lectura comporta una equiparación en el ámbito educativo entre los diferentes alumnos que pueda haber en una escuela, teniendo en cuenta que ésta siempre debe velar por que sus niños tengan las mismas oportunidades y posibilidades.
Otro hecho que nos hace débiles es el tema de las autorías. Actualmente, en Cataluña tenemos una autoría en el mundo de la ilustración excelente, pero en el caso de la narrativa se está viviendo una lenta caída, ya que poco a poco desaparece una generación de escritores catalanes y catalanas que no tienen relieve por parte de autores jóvenes que quieran dedicarse a este ámbito.
¿Existe suficiente formación entre maestros, bibliotecarios y familias, para convertirse en mediadores literarios que asesoren y orienten entre tanta oferta? ¿Cómo debe ser esta formación?
Cristina: La formación es necesaria para que haya una buena selección de todos estos originales. Pero hay que subrayar que hay un déficit formativo frente a una producción que cada vez es mayor. Actualmente, las universidades ofrecen muy pocas horas de formación literaria a futuros docentes. En el caso de infantil y primaria, las horas dedicadas a la literatura es que hay para llorar, no llegan ni al 10%, en primaria quizás este porcentaje se supere gracias a las optativas. Esto significa que enviamos a las escuelas maestras que han tenido muy poco bagaje literario. Siempre hay letraheridos que se han autoformado u otros que han cursado un máster específico en literatura o biblioteca escolar en la universidad, pero éstos son muy novedosos y no todo el mundo opta si no es por un interés muy específico.
¿Quién puede formar a estos maestros y profesores? Pues hay que tener cuidado porque no todo el mundo está legitimado para hacerlo de una forma reglada
Joan: Es un problema importante porque existe una demanda de formación, pero no hay una oferta de formación. Entonces qué ocurre, que a menudo esta oferta la acaba dando gente o entidades que no responden a una formación reglada y de calidad. La oferta universitaria es la más adecuada, ya sabemos que es un gigante con pies de barro, pero da una serie de garantías respecto a la calidad de su oferta. Está bien que una librería haga un curso sobre literatura infantil, pero éste no se ciñe a lo que realmente hay que ofrecer sino que abarca otros ámbitos.
A grandes rasgos, ¿cómo ha ido evolucionando la literatura infantil y juvenil a lo largo de su historia?
Cristina: Han pasado muchos años y muchas cosas entre la literatura oral en la literatura escrita y después el salto a la literatura digital. Es imposible hacerte una recapitulación de todo esto y justo en el libro hablamos muy bien y claro. Pero es cierto que la literatura a lo largo de los años ha seguido una evolución en la que la imagen ha tomado un papel tan o más importante que el texto, la imagen se ha legitimado como un modo de comunicación, de narración y de narratividad al igual que el texto. Aún diría más, no sólo la imagen sino también el soporte. Y esto es un salto respecto a otras décadas.
Ahora se ha visto cómo el formato también habla, la narración no sólo pasa por la palabra escrita sino que el sentido del libro pasa por otros modos, nos encontramos en un contexto multimodal. Y cada vez más, ya que estamos en una sociedad donde la imagen ya está en todas partes.
Por tanto, la imagen está ahí y ha venido para quedarse. Y que haya imagen no significa que sea más simple, es otro código. Encontramos una polifonía narrativa, existe un narrador que te cuenta la historia y un narrador visual que te sitúa en un espacio. Y todo esto hay que aprenderlo y ponerse a ello.
Joan: En este sentido, existe un tema clave y es que durante años y años hemos enseñado a leer escritos, pero en paralelo no se ha enseñado a leer imágenes. Cuando un padre o madre, maestro, etc. entra en una biblioteca o librería especializada en literatura infantil y juvenil toma un libro y lee el texto, pero no observa con detenimiento la narración de las imágenes. Por tanto, elige el libro sin saber entender bien estas imágenes, se hace un análisis a medias, y no hay una correcta valoración de lo que supone el nuevo formato del álbum ilustrado, donde las imágenes tienen un peso importante. Y para poder hacerlo, es necesario enseñarlo y, actualmente, no se hace. Nos hemos dedicado más a la formación de decodificar el texto en la literatura que las imágenes que también tienen su papel y su peso.
Cierto que cada vez somos más visuales. Esto puede influir a la hora de aprender a leer, ¿puede que lo hagamos más tarde?
Cristina: ¡No, al contrario! Cada vez vivimos en sociedades más letradas, tenemos contacto con la lengua escrita más bien en comparación con la generación de nuestros abuelos. Los niños y niñas empiezan a alfabetizar mucho antes, pero esto no significa descodificar qué ocurre en I5 o en primer ciclo de primaria que es cuando neurológica y cognitivamente el niño ya está preparado. De hecho, se inicia en el vientre materno con la etnopoética (con la voz de los progenitores), en brazos cuando son bebés, y vamos tan rápido que incluso en el cochecito de los pequeños ya acostumbramos a ver un libro de ropa o en la bañera libros que se pueden mojar. Ahora las familias los leemos desde pequeños para que empiecen a conectar con el arte de la palabra, de la ilustración, etc. estamos sensibilizando, no haciendo una estimulación precoz, esto no es necesario.
¿Y diría que se está perdiendo la etnopoética (canciones de cuna, juegos de regazo, cuentos populares…) a la que también dedica un espacio en el libro?
Cristina: No se está perdiendo. En todo caso, durante una época sí que han sido menospreciadas porque a lo largo de su historia vienen y van. Ahora lo que ocurre es que también se están transmediando, es decir, aquellas que antes sólo existían oralmente ahora ya vemos cómo editoriales las están adoptando y pasando al formato de álbum ilustrado. Algo que también acaba siendo positivo, ya que vivimos en sociedades cambiantes donde cada vez hay más población que va y viene y esto puede ayudarles a conocer la cultura de aquí.
Yo no creo que la etnopoética se pierda nunca. Pienso que cada vez hay mayor conciencia de preservar las canciones tradicionales, juegos de manos, de regazo, etc. para que no se pierdan. Como mucho se transformará o cambiará, evolucionará. Cantar y contar historias es una necesidad humana para el buen desarrollo cognitivo y psicológico de los humanos, y no sólo por la sensibilización musical, literaria o cultural que hay detrás.
Joan: Yo en este sentido reivindico de nuevo la formación. Piensa que en mis clases también hay gente en la que en su casa estos juegos de regazo, juegos de manos, etc. no estaban. Y, por tanto, en la universidad es donde pueden aprenderlo, para ayudar a transmitirlo.
¿Qué es lo que debemos tener en cuenta a la hora de escoger un libro para un niño? En la actualidad, ¿la ilustración y los textos cortos ganan terreno respecto a la novela?
Cristina: Es cierto que hasta los ocho años es fácil motivar el interés de un niño en la lectura, es a partir de entonces cuando empiezan a despegarse y dejan de leer, por tanto, el hecho de darles caramelitos no está tan mal. Ahora, por ejemplo, hay mucha transmediación, las plataformas de streaming realizan adaptaciones que permiten rescatar a los clásicos.
Joan: Las cifras de publicación en cómic en los últimos años son realmente espectaculares. Esto hace 20 años no ocurría, éramos 4 frikis. Mi madre me escondía los cómics porque me decía que aquello no era leer. Ahora se ha abierto el abanico a lectores muy distintos. Y la novela, la narrativa juvenil, ha ido adelgazando porque la acción frecuenta mucho más que las grandes descripciones que se utilizaban en el siglo XIX. Esto ocurre sobre todo porque la enciclopedia de imágenes y de acciones que tienen hoy en día los niños y adolescentes es tal que no hace falta poner palabras a todo. El lector joven y preadolescente tiene mayor capacidad creativa y también necesita la acción constante para mantener la atención.
En la literatura actual la acción frecuenta mucho más que las grandes descripciones que se utilizaban en el siglo XIX. Esto ocurre sobre todo porque la enciclopedia de imágenes y de acciones que tienen hoy en día los niños y adolescentes es tal que no hace falta poner palabras a todo
Por eso, es necesario que las escuelas hagan formación literaria para conocer todos estos nuevos estilos y nuevos lectores. Si esto no ocurre, al final encontraremos lectores que siempre se quedan en este formato y no testarán otros. No es que este formato sea negativo, sino que no permite o no invita al análisis oa la lectura entre líneas que sí permite la literatura de gran bagaje, aquella que te hace plantear y preguntarte a ti mismo, la que tiene explica la vida, el mundo y te interpela ante según qué situaciones.
¿Qué consejos daría a maestros que no pueden hacer o acceder a esta formación, además de leer su libro? ¿Cuesta innovar en las lecturas escolares para que recuperemos tan a menudo clásicos y no recomendamos más novedades?
Cristina: No es sólo la formación que deben tener maestros, también juega un papel importante el presupuesto. Actualmente, el presupuesto de una escuela para nutrir una biblioteca escolar es pobre o inexistente, y ¡hay que poder engordarlo! Las bibliotecas escolares deben construirse con presupuesto público del departamento de educación o del de cultura para que ésta no sea una basura. Las bibliotecas escolares se alimentan a menudo de libros viejos o en desuso, de aquellos libros que ya no quieren las familias. Y los niños y adolescentes no tienen criterio para escoger qué libros valen la pena y cuáles no, somos los mediadores que podemos verlo y discernir.
Es necesario un cuidado en el presupuesto público para garantizar que una biblioteca escolar tenga autores clásicos pero también debe complementarse con las novedades que van saliendo y que realmente valen la pena, que quizá de esos 10.000 títulos que salen al año sólo serán 100.
¿Cómo podemos seleccionarlos? Pues con formación o con mediadores que ya realizan esta tarea. Y en Cataluña encontramos diferentes colectivos que hacen crítica literaria de forma objetiva que realmente pueden ser un buen recurso más allá de formarse. Tales como la revista Faristol del ClijCAT, la Criba de la Asociación de maestros Rosa Sensat, cuya selección de Libros del Replà formamos parte Joan y yo, etc. En este sentido, cabe señalar que muchos de estos críticos literarios han menospreciado y desaparecido de los medios de comunicación, especialmente de los grandes medios de comunicación.
Joan: ¡Esto es cierto! De hecho, el espacio de tiempo que se le dedica a la literatura infantil y juvenil en estos grandes medios de comunicación como quizás la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales acaba siendo una muestra de la poca importancia que se le da a la literatura en nuestro país . No se hace difusión ni de literatura ni tampoco de cultura. En el resumen de las noticias del día apenas hay espacio ni para estrenos teatrales ni para novedades literarias, tienen mucho más peso los deportes.
Nos llenamos la boca, pero a la hora de la verdad no nos lo creemos. Y así lo demuestra el presupuesto de cultura que sigue siendo el más bajo de todos los departamentos, no se alcanza ni un 2%. Los planes nacionales de lectura siempre acaban teniendo una dotación económica muy escasa, por tanto, para mí lo que conseguimos actualmente ya es un milagro. Tenemos el país que tenemos, los diversos gobiernos no creen en la cultura y que en las escuelas o en las bibliotecas públicas se haga el trabajo que se hace, sin haber sido formados para dinamizar la lectura, es gracias al voluntariado que lo hace por amor y gusto, sin embargo, cuidado, porque al final éste lo estamos ardiendo y algún día llegará una generación que se cansará.
¿Qué papel juegan los municipios y comarcas en las estrategias para fomentar hábito lector? ¿Es un tema que sólo pasa por la escuela, la biblioteca y los hogares?
Joan: El programa de Municipio lector permite vincular escuelas y biblioteca. Esa mirada más transversal, y no sólo para cada uno de los ámbitos, es la que convierte la lectura en un elemento de cohesión social. Esto hay municipios lectores que lo creen mucho y que realmente con la coordinación de todos los agentes que participan se obtienen buenos resultados. Es una gran propuesta para demostrar que la lectura es una red que implica a mucha más gente y que acaba beneficiando a la formación de ciudadanos críticos que después también se implican en el mismo municipio.
¿Qué diferencias existen entre un plan lector en la escuela, biblioteca y en casa?
Joan: Son complementarios, el plan de lectura de centro se organiza desde la escuela desde el punto de vista del aprendizaje de la lectura, pero éste también tiene en cuenta que un alumno al final de la primaria debe haber visto géneros literarios muy diferentes y debe haber dado pasos para su formación como lector literario.
En cambio, en casa el trabajo debe ser desde un punto de vista emocional y vivencial, porque un maestro nunca podrá sustituir la experiencia de leer una lectura antes de acostarse en familia. Son niveles diferentes, pero que deben tener relación, cada uno debe asumir su parte de responsabilidad. No olvidemos que todos aquellos niños que provienen de familias y entornos lectoras tienen una perspectiva de formación ventajosa en su futuro respecto a aquellos niños que no tienen este entorno, y actualmente nos encontramos en altos niveles de pobreza infantil. Esta pobreza infantil debe poder detectarse y denunciarse, y es aquí donde un plan lector de centro debería actuar para dar alternativas y respuesta a estos niños que llegan a la escuela con unas determinadas carencias.
El plan lector de una biblioteca escolar no debe ser como el de una biblioteca municipal o de barrio, no es necesario duplicar esfuerzos
Por otra parte, el plan lector de una biblioteca escolar no debe ser como el de una biblioteca municipal o de barrio, no es necesario duplicar esfuerzos. La escuela no debe tener presupuesto para tener todas las novedades, pero la biblioteca del pueblo sí. Pero entre ambas deben nacer sinergias y que se compartan recursos. Es decir, cuando una escuela trabaja un determinado tema debe poder pedir a la biblioteca municipal de referencia que le prepare un lote o maleta de libros para poder trabajarlo más a fondo, si la biblioteca recibe la visita de un autor o autora que las escuelas puedan ir o que desde la escuela se gestionen carnés de biblioteca, etc.
En las bibliotecas los cuentacuentos se llenan enseguida, en cambio, los clubs de lectura para niños cuesta. ¿Por qué ocurre?
Joan: Es cierto que los cuentacuentos funcionan muy bien en las bibliotecas, pero estas muchas veces son espectáculos de pequeño formato donde el cuento o el libro no está presente. Y aquí es necesaria una reflexión por parte de la biblioteca si es precisamente eso lo que quiere hacer en su espacio, quizás sería más adecuado hacerlo en un centro cultural, etc. En la biblioteca deben potenciarse las mediaciones lectoras.
La gran pérdida de lectores ocurre en la adolescencia, y es porque no sabemos o no entendemos qué ocurre en esta edad. La verdad es que no existe una formación de mediación lectora en la adolescencia. Continuamos ofreciendo una mediación vertical en la que un bibliotecario, maestro, formador con un conocimiento de lo que quiere hablar o difundir lo transmite a unos lectores, pero cuando éste se encuentra con un público adolescente ya no funciona. Se necesita una mediación horizontal de tú a tú, de joven a joven, porque si hay amistad hay traspaso de conocimiento entre ellos, por tanto, aquí la mediación será mucho más rica y de mayor confianza. Que sea de calidad o no entramos en otro estadio. Aquí es donde aparecería la figura del buen mediador, aquel que propone dinámicas de mediación horizontal y es capaz de encontrar ese referente que puede adentrarse en lecturas de mayor calidad y éste es el que abrirá el camino al resto de jóvenes del grupo , porque acabará siendo lo que aconsejará al resto.
Si conseguimos niños y jóvenes con bagaje lector, ¿tendremos ciudadanos más críticos? ¿Y más escritores en un futuro?
Cristina: No por leer mucho tienes que convertirse en escritor. Lo que sí es importante es entender que ser más letrados también significará ser más crítico, para descifrar todos los mensajes que nos podemos encontrar. La ficción no sólo pasa por los libros, también pasa por la cultura y tener acceso a la cultura siempre da mayor libertad de pensamiento.
En el fondo también depende mucho del profesor de literatura que nos encontramos por el camino, éste siempre influye en dedicarnos o no al mundo de la escritura. Siempre hay un profesor que sabe tocar allá donde tú dices esta soy yo.
¿Cómo se imagina el futuro de la literatura infantil y juvenil?
Cristina: Había el espejismo que todo acabaría siendo digital, pero en el fondo es como la radio y la televisión, van en paralelo. Habrá nuevas tipologías que poco a poco irán saliendo, creo que se mantendrá un mestizaje genérico. Y también espero que esa pluriculturalidad y pluridiversidad que vemos en nuestro día a día también aparecerá y se reflejará en breve en la literatura. No todos los personajes principales serán un hombre, blanco y occidental, ahora es anecdótico, pero poco a poco se irá transformando.