La Nau de la Universidad de Valencia, el edificio que la vio nacer hace 500 años, fue el espacio elegido para homenajear a José Gimeno Sacristán, seguramente, uno de los pedagogos españoles vivos más influyentes y reconocidos tanto en España como en América Latina de las últimas cuatro décadas.
El homenaje, abierto por la consellera de Educación, Cultura y Deporte, Raquel Tamarit, la vicedecana de la facultad de Filosofía y Educación, Rosa Bo Bonet y, por vídeo, del ministro de Universidades, Joan Subirats. Los tres destacaron la figura influyente de Gimeno Sacristán y su trabajo continua en el desarrollo del pensamiento educativo desde hace décadas.
Haciendo honor a su extendida trayectoria, José Gimeno Sacristán realizó una intervención durante la jornada que se alargó desde las 9.30 de la mañana hasta las 14.00 de la tarde. Una intervención que resumió, desde la primera línea, una manera de ver la educación y verse a sí mismo dentro de ella: «Mi función es incordiar, más que construir». Una frase con la que abrió y cerró su discurso.
Durante el tiempo que este duró, efectivamente, se mostró polémico en casi todas las direcciones. Todo el mundo se sintió interpelado por este viejo profesor que no descansa.
En uno de sus últimos libros, todos los cuales han aparecido en la editorial Morata, con la que tiene una larguísima e intensa vinculación, es un volumen en el que se han recopilado 30 de sus artículos. Textos que abarcan otros tantos años de carrera profesional de este doctor Honoris Causa. «Los podría haber escrito ahora», sostuvo, puesto que las discusión alrededor de la educación siguen estando, prácticamente, en el mismo lugar, dando vueltas a los mismos temas.
“Un acuerdo entre todas las fuerzas políticas me parece radicalmente imposible”
El primero de estos sería el sentido de la educación, como derecho fundamental, leitmotiv de los movimientos de renovación pedagógica desde su aparición en los últimos años de la dictadura y todavía hoy vivos.
Gimen Sacristán hizo un repaso de este derecho tal y como se recoge en la Constitución, en su artículo 27.1 para decir que no es ese consenso idílico entre izquierdas y derechas que suele decirse. Y recordó cómo Peces Barba abandonó la ponencia constitucional precisamente en este punto y aseguró que el texto no deja de ser una derrota de las izquierdas. Y lo es por el reconocimiento de la libertad de elección que en él queda explicitado. «Algo increíblemente torpe», aseguró, puesto que las izquierdas perdieron la batalla ante unas derechas que, dijo, veían peligrar el poder y las prebendas que habían mantenido durante la dictadura.
Según su punto de vista, este derecho a la libre elección supone poner sobre la mesa educativa la teoría del mercado lo que viene a significar que para que haya elección ha de haber diferencia, y para que esta sea posible, algunos han de ser mejores que otros. «Existe el derecho a elegir para todos, pero no puede haber diversidad para todos». En definitiva, «eligen quienes pueden influir».
«Si queremos elegir, necesitamos una educación diferenciada», dijo Gimeno Sacristán, para continuar: «La pedagogía diferenciada solo es posible si es desigual».
El pensador también tuvo palabras durante su discurso en relación a las evaluaciones internacionales, con las que siempre se ha mostrado muy crítico. «Priozar [las pruebas] para evaluar al sistema y a los docentes es no entender nada». Según su punto de vista, este tipo de informes generan una «literatura que despista, que lleva a caminos peligrosos», más allá de los elevados costes económicos que supone su realización. «Los informes dan paso a una evaluación que desnaturaliza el proceso académico».
Para Gimeno, las administraciones ya cuentan con toda la información que necesitan para evaluar sus sistemas, para saber dónde hay problemas y donde no. Se trata de los expedientes de notas de todo el alumnado. «La administración los tiene y lo tiene fácil para evaluar con ellos dónde están los problemas».
Hacia el final de su discurso, José Gimeno Sacristán echó la mirada hacia las diferencias que existen entre los sistemas escolares de las comunidades autónomas para mostrarse también crítico: «Hay 17 sistemas educativos… es una exageración», dijo, puesto que «se instala la idea de que cada cual hace su currículo». Desde su punto de vista, aducir que la diferencia entre los territorios es un elemento de democracia es un error. «El sistema es más democrático cuanta más unidad cultural exista».
Acto seguido habló de la confusión reinante cuando se iguala el conocimiento a la información y cómo la cultura tiene el papel de desarrollar la cultura, «algo más que el conocimiento y los libros de texto». Sobre todo entendiendo que los contenidos que se ofrecen en las escuelas son «contingentes, podrían ser otros». «La cultura es algo, dijo, diferente a las asignaturas», «desborda» lo que ocurre en ellas.
En definitiva, «la cultura debería esta compuesta por contenidos relevantes, atractivos y gustosos». «Demos conocimientos útiles, significativos», cerraba el doctor, «que sean cultura verdadera y quitemos los adornos».