Yeguas exhaustas, Bibiana Collado Cabrera
Maximiliano Alcañiz
Después de varios poemarios, la escritora de Borriana y profesora de secundaria Bibiana Collado Cabrera debuta en la narrativa con Yeguas exhaustas (Pepitas de calabaza, 2023). Sobran las razones para leer esta obra, pero aquí apuntamos tres. La primera, Yeguas exhaustas pone el foco en esos lugares en sombra que muchas prácticas culturales ocultan, exotizan o desproblematizan: la intersección del género, la clase social, el origen geográfico o la lengua. La segunda, Bibiana Collado sabe de lo que habla y, lo que es más importante, desde donde habla, desvelando las violencias machistas y clasistas a las que su protagonista (y, por extensión, muchas mujeres) se enfrentan. «Aquí está la historia de muchas, que es también la mía”, declara la escritora en una entrevista. La tercera, ese estilo tan cercano al lector y que, partiendo de la ficción, otorga al libro no ya verosimilitud, sino más bien eso tan difícil de lograr, autenticidad.
Demonios, Ben Clark
Maximiliano Alcañiz
A quienes no sean asiduos lectores de poesía (y a los que ya lo sean, también), les recomendaría iniciarse en este género con las obras del poeta ibicenco Ben Clark. Además de ser uno de los poetas más laureados de su generación (Premio Hiperión con Los hijos de los hijos de la ira, el Ojo Crítico, con La Fiera y el Loewe con La policía celeste), Ben Clark reúne valores literarios que lo convierten en un poeta indispensable. En Demonios (Sloper, 2023), su último poemario, se resume el mejor Ben. ¿Es posible hablar de esos demonios que todos llevamos dentro hasta la obsesión o el trauma, y hacerlo de una manera sencilla y profunda a la vez, seria e irónica a un tiempo? Ben Clark nos demuestra magistralmente que sí. ¿Y es posible encontrar un lenguaje poético al que los lectores puedan asirse y engancharse cada cual desde su campo base de más o menos altura lírica? El autor de Demonios nos demuestra que también, y esto sabemos que no es nada fácil. Y si no, como muestra un botón:
Pero algo ocurrirá –ya está ocurriendo–
y el funeral pequeño del poema
presagia mil finales para un día
manchado con los días que ya han muerto.
El caballo ciego, de Kay Boyle
Rosa Linares
El caballo es un animal fascinante por el que siento debilidad y del que me encantaría leer muchas novelas. Esta en concreto cuenta la historia de un caballo ciego sobre el que parece que va a caer todo el peso del conflicto. Un caballo al que hay que salvar, o un caballo al que hay que sacrificar, según sea de una hija, de un padre o de una madre de quien estemos hablando. Sin embargo, muy pronto empiezas a entender que el caballo –y su condición de animal inservible– está ahí para explicar las fuerzas de dominación, resistencia e incomprensión que conforman el entramado relacional de la familia. La estructura es perfecta, haciendo coincidir tensión familiar y clímax narrativo en las últimas páginas del libro. En El caballo ciego (Editorial Muñeca infinita) es muy evidente el énfasis formal, entregado a la ramificación continuada de metáforas que llevan la narración a ese lugar peligroso en donde una historia puede quedar devorada por su propia exuberancia y espesor estilístico. Virtuosamente, Kay Boyle sortea el peligro.
María la Jabalina, Cristina Durán y Miguel Ángel Giner Bou
Toni Solano
Hay películas y libros que están pensados para incomodar, porque nos ponen ante el espejo de nuestras miserias y atrocidades. El cómic María la Jabalina (Astiberri) es uno de esos libros que te inundan de lágrimas y bilis. Basado en hechos reales, cuenta una de tantas historias de lucha y dignidad de nuestro pasado cercano, tan cercano pero tan frágil en la memoria colectiva. Una historia de solidaridad y envidias, de amor y mezquindad. Es un relato biográfico que también abarca el empeño por la libertad de un pueblo, el Puerto de Sagunto, un pueblo obrero y comprometido con la memoria democrática. Por otro lado, en cuanto a los aspectos estéticos y técnicos, son también excepcionales el dibujo y guion de Cristina Durán y Miguel Ángel Giner Bou, ganadores del Premio Nacional del Cómic por otro gran libro, El día 3, sobre el accidente del metro de Valencia. En definitiva, una lectura que pone en evidencia la necesidad de sacar a la luz los horrores del pasado y reivindicar la reparación histórica de los olvidados.
Preferiría ser amada, Emily Dickinson con ilustraciones de Elia Mervi y traducción de Abraham Gragera
Envelope Poems, with transcriptions by Marta L. Werner and Jen Bervin
Diana Pastoriza
Si Emily viviese hoy, sus poemas estarían alojados en el más bello perfil de Instagram, debajo de fotos de flores. Colgaría más de 800 stories de sus manos transparentes colocando con extremada delicadeza los 8 tipos de Viola Odorata de las praderas de Amherst.
Grabaría planos cenitales de su pluma rasgando trazos en trocitos de sobres con mensajes efímeros y misteriosos (“Another hour to me / – human – / My Earthly / Life / Hour to me”), con otros que te recordarían a tu vida (o a la muerte) y que te dejarían haciendo fill in the gaps el resto del día (“Accept my timid happiness / no Joy can be in vain / but adds to some bright / sweet / whose dwelling”).
Tal vez apoyaría el móvil en un nogal blanco capturando ese instante en que caminaba de espaldas con su vestido blanco desplegándose como las alas de una paloma entre los helechos: “Winds of Summer Fields / Recollect the way – / Instinct picking up the Key / Dropped by Memory”.
Si tú leyeses a Emily – aunque no esté en redes, aunque tuvieses que desempolvar tu B1 de inglés- te faltarían likes y emoticonos. No tendrías más remedio que recurrir a las palabras, a la poesía, para dejarle un comentario, porque como dijo Robert Penn Warner: “Poetry, like science, draws not only those who make it but also those who understand and appreciate it.”
El estado de la unión, Nick Hornby
Joaquín Ayala
Que el autor de Alta fidelidad posee un estilo narrativo cercano a lo audiovisual ya había quedado demostrado no solo por el título mencionado, sino por las adaptaciones cinematográficas de sus exitosas Un gran chico y Juliet, desnuda. Con El estado de la unión (Anagrama) se da un paso más allá y se convierte en literatura un guion original de Hornby para una serie de televisión. De ella hereda la feliz combinación de ligereza e ingenio: contar en breves capítulos (aquí término polisémico) los 10 minutos previos a cada sesión de terapia con la que la pareja protagonista intenta salvar su matrimonio. Diálogos perspicaces y sugestivas reflexiones sobre ese imperfecto invento que hemos dado en llamar matrimonio.
Los diarios del opio, David Jiménez (Ariel)
Joaquín Ayala
En la inclinada pendiente que va desde el viaje clásico hasta el turismo masificado, la figura del corresponsal conserva una cierta épica no exenta de sus propias sospechas. David Jiménez, uno de los últimos representantes de la nómina de estos periodistas trotamundos, nos regala un libro en el que entremezcla su experiencia personal con la de un nutrido conjunto de literatos, viajeros y periodistas que compartieron idéntica fascinación por Asia. Conrad, Graham Green, Orwell, Kipling, Alexandra David-Néel, Martha Gellhorn o Manu Leguineche, entre otros, son los nombres que convoca el autor para ayudarle a rebuscar entre las cenizas de aquellos tiempos en que viajeros y viajeras se adaptaban a los nuevos lugares y gentes, al revés de lo que pretende el turista actual, siempre satisfecho de equiparar origen y destino.