¿Dónde vivíais, dentro de Afganistán?
Muzhda: Vivíamos en el centro de Kabul, en una casa familiar con nuestro padre y nuestra madre, y con un hermano que está casado y tiene tres hijos. Manizha estaba en otra casa, también en la capital, con su marido y su hija.
¿Cómo era la vida en Kabul?
Muzhda: Todos habíamos estudiado. Yo soy la pequeña de seis hermanos, tres chicos y tres chicas, y había acabado mi último año en la escuela. Me había graduado aquel mismo año. Entonces tenía 18 años. Wagma había estudiado Biología en la universidad, ya había acabado los estudios, y Manizha había acabado la carrera de matemáticas. Safiullah también había acabado la escuela, como yo.
¿Y vuestros padres?
Muzhda: Mi madre era ama de casa, y mi padre había sido militar, pero ya estaba retirado.
A principios de 2021, ¿os imaginabais que meses después, en agosto, volverían los talibanes al poder?
Muzhda: No, fue muy impactante. Nadie podía creer que pasaría ni que pasaría tan rápidamente. De repente, todo cambió, era una situación completamente nueva para todo el mundo. Nos golpeó mucho.
¿Qué recordáis del 15 de agosto?
Muzhda: Aquel fue el peor día de mi vida, sinceramente. Recuerdo muy bien el día que tomaron el poder. Yo estaba sentada en la habitación y no paraba de llorar. Lloraba por la oportunidad que estaba a punto de perder, porque había pagado el dinero para hacer el examen de inglés Toefl para después continuar estudiando en el extranjero. Para estudiar en otros países, me pedían el Toefl, así que me preparé totalmente. Me quedaba nada para hacer el examen, pero todo cambió y no pude ni ir a hacerlo. Perdí el dinero y perdí la oportunidad de tener una educación. Lloraba por lo que me esperaba y porque no podía continuar con mis estudios.
Muzhda: Lloraba porque no podía continuar con mis estudios
Wagma: Fue increíble. Pensábamos que quizás vendrían en una semana o que no vendrían, porque no sabíamos qué haría el gobierno, pero de pronto escuchamos que los talibanes se habían hecho con Kabul y con todo el país. No nos lo podíamos creer. Fue un día oscuro para nosotros, estábamos totalmente perdidos. No sabía qué decir porque en aquel momento no tenía ninguna emoción, yo era como un cuerpo sin vida, no podía ni llorar.
Muzhda: Yo lloro con facilidad, ella no. Ella es más fuerte que yo, pero sus emociones eran diferentes. Ella estaba totalmente en estado de shock.
¿Cómo si la vida se hubiera parado?
Wagma: Sí, todo había acabado y pensaba que ese era el final de mi vida. Soy activista por los derechos de la mujer y cuando llegaron a Kabul pensé que en cualquier momento podían venir a mi casa y detenerme porque mataron a muchas activistas de los derechos de las mujeres en Afganistán cuando tomaron el poder, así que tenía mucho miedo. No dejaba de pensar que vendrían y me arrestarían a mí también porque tengo una página web y he publicado muchas cosas en su contra. Estaba tan asustada.
Wagma: Mataron a muchas activistas de los derechos de las mujeres en Afganistán. No dejaba de pensar que vendrían y me arrestarían a mí también
Muzhda: Todo se paró. Yo quería estudiar en el extranjero. Cuando acabé la escuela, no solicité entrar en las universidades de Afganistán. Mi sueño era acabar mi curso de inglés y continuar mi formación en el extranjero. Pero todo cambió. El examen se esfumó.
¿Qué querías estudiar?
Muzhda: Cuando estaba en Afganistán no imaginaba que acabaría estudiando moda y diseño, que es lo que estoy haciendo ahora. Cuando era pequeña, pensaba en una carrera como medicina. Con los años, me decanté por informática porque me interesaban mucho los ordenadores, pero cuando llegué a Barcelona todo mi mundo había cambiado. Sentí interés por la moda y el diseño porque, de alguna manera, intentaba conectar mis intereses. Me gustaba la moda, el diseño y también la informática, la tecnología y el mundo digital, así que opté por moda y diseño.
¿Cuál era el ambiente en casa aquel mes de agosto?
Muzhda: Era un ambiente de miedo. Yo no dejaba de llorar. Había un sobrino, de unos cinco años entonces, hijo de mi hermano, que se enteraba de todo lo que estaba pasando a su alrededor. Era un niño, pero percibía una situación en la que algo estaba pasando. Yo miraba a los niños y pensaba en su futuro, y en el mío, y en el de mis padres, que intentaban calmarnos. Nos decían que iría bien, que ya habían pasado por esta situación, que los talibanes ya habían gobernado años atrás, que no perdiéramos la esperanza y que fuéramos fuertes. Yo intentaba ser fuerte, pero no podía porque me emociono muy rápidamente.
Así que yo estaba llorando, pero todo el mundo a mi alrededor tenía miedo y casi estaba perdiendo la esperanza. Y todo el mundo intentaba motivarse mutuamente y dar mensajes de ánimo. “Irá bien”, “tienes que ser fuerte”, “piensa en cosas positivas”, pero es verdad que no era fácil estar bien y no pensar. De alguna manera, te afectaba mentalmente y la mente te decía que algo estaba pasando.
¿Os tuvisteis que quedar en casa?
Muzhda: No podíamos ir a ninguna parte. Kabul era un lugar hostil, todo el mundo parecía talibán, estaban liberando a prisioneros. Liberaban a delincuentes, había ladrones, los había que habían matado gente. Fue un día muy espantoso. Incluso teníamos que cerrar las puertas totalmente para asegurarnos de que ningún criminal entraba en casa e intentaba robarnos todo el dinero o hacernos algo. No te puedes fiar de un criminal, y los talibanes decidieron liberarlos.
Wagma: Teníamos una ventana, una ventana pequeña, y cuando nos sentíamos muy perdidas nos acercábamos a ella y veíamos el exterior.
Habías estudiado biología, durante años te movías libremente para ir a la universidad y, precisamente, por ser una mujer con una carrera estabas en peligro. Todas estabais en peligro por haber recibido una educación.
Wagma: Sí, habíamos recibido una buena formación. Y, además de eso, yo intentaba concienciar a las mujeres sobre sus derechos y siempre hablaba de los derechos de las mujeres. Ellos piensan que, si has cruzado la línea de su religión, tiene que haber un castigo y este castigo es morir. “Te tenemos que matar”. Porque ellos tienen una mentalidad diferente. Fue muy difícil para todos nosotros.
¿Habías visto algún talibán antes?
Muzhda: No, solo por televisión, en las noticias, pero desde que llegaron al poder, los vi en las calles, en todas partes. Aquel año los vi frente a frente. Era muy aterrador. En aquella época, cuando ya estaban en el poder, registraban casa por casa. Buscaban si la gente tenía algo sospechoso y entraban en las casas de la gente.
Recuerdo el día que entraron en nuestra casa. Nosotras estábamos tapadas, porque ni siquiera permiten que las mujeres tengan las ventanas abiertas, de forma que estábamos tapadas, fuimos todas a una habitación y ellos registraron otra, buscando no sé qué cosas, y, finalmente, se fueron. No estábamos frente a frente, nosotras estábamos en una habitación y ellos estuvieron por toda la casa. Fue una sensación muy espantosa.
Antes de los talibanes, ¿ibas a la escuela y por la calle tapada?
Muzhda: No me cubría ni la cara ni el pelo. Llevamos un pañuelo en la cabeza, es de lo más normal, es un país islámico, pero no me tapaba la cara o el pelo completamente ni llevaba solo vestidos largos. Eran vestidos muy normales, como también era normal llevar algo en la cabeza.
Y con los talibanes, obligatoriamente teníais que llevar burka. ¿Os lo habíais puesto antes?
Muzhda: En Afganistán, no lo había llevado. Lo llevé cuando huimos y tuvimos que ir a Pakistán. En Afganistán, con el nuevo régimen, no salía de casa porque tenía miedo. Una vez, intenté salir con mi madre para comprar algo. Llevaba texanos y no llevaba burka ni nada que me tapara completamente el cuerpo. Eran unos tejanos normales y un vestido un poco largo, pero no me cubría totalmente. Dentro de la tienda, había talibanes que iban y venían, se paseaban por la tienda armados con pistolas en mano y buscando a gente. Yo estaba muy asustada, pensaba que quizás me llamaban la atención por la manera de vestir. Incluso un chico pasó por mi lado y me intimidó verbalmente diciéndome palabras feas sobre mi ropa. Desde aquel día, decidí que no saldría nunca más, porque estaba totalmente asustada. Las mujeres tenían que cubrirse el pelo y ponerse burkas largos, así que decidí no salir más.
¿Cuándo y cómo decidisteis ir al extranjero?
Muzhda: Mis padres todavía están en Afganistán. Nos ayudó mucho una organización que se creó en Barcelona para ayudar a las personas de Afganistán a huir y que se llama People Help. Nos ayudaron en todo el proceso, también en las entrevistas en la embajada española de Pakistán para conseguir los visados y en la llegada a Barcelona. Fue mi hermano mayor, que vive en Estados Unidos, quien nos dijo que existía esta entidad y que nos podrían ayudar. Él y People Help estaban en contacto y lo resolvieron para que pudiéramos huir.
La otra opción era quedarse en casa sin poder ni trabajar ni estudiar, o bien casarse quizás obligatoriamente. ¿Era así?
Muzhda: Más o menos. Habíamos oído esos rumores sobre el matrimonio. Después, vimos que no eran rumores. Era verdad. Los talibanes estaban obligando a las jóvenes a casarse, incluso ellos las obligaban a casarse con ellos, con los talibanes. Era como una pesadilla, no solo para nosotras, sino para todas las chicas que vivían allá. Pensar que tenías que ir toda tapada y estar con ellos era una pesadilla para todas las chicas. Da tanto miedo solo el hecho de pensar que te casarás con un talibán…
Lo único que querías era estudiar.
Muzhda: Estudiar, trabajar y tener una vida, una vida independiente en la que tú puedas trabajar por ti misma y no dependas económicamente de nadie, que no haga falta que pidas dinero a nadie. Queríamos tener una vida independiente por nosotros mismas, queríamos tener estudios y trabajar.
Y esta manera de pensar se considera peligrosa para el régimen talibán.
Muzhda: Somos completamente diferentes.
Querías pensar por ti misma. ¿Es ese tu crimen?
Muzhda: Sí, ese es el crimen. Si crees que una chica debe tener acceso a la educación, si crees que las mujeres pueden salir donde quieran cuando quieran y como quieran, o que pueden trabajar, para ellos estás pensando como un criminal. Acusaban a muchas chicas solo por su manera de pensar.
Muzhda: Queríamos estudiar, trabajar y tener una vida independiente
¿Qué os decían vuestros padres?
Muzhda: Estaban preocupados por nosotras porque también habían oído estos rumores sobre el matrimonio y los talibanes, pero intentaban tranquilizarnos y decirnos que teníamos que ser fuertes y que no estábamos solas, que nuestros padres estaban siempre con nosotras, en cualquier situación. Por supuesto, no querían mostrar y no querían transmitir la sensación de miedo que tenían. Intentaban animarnos y decirnos que iría bien, pero era fácil intuir que todo el mundo tenía miedo. Todo el mundo estaba aterrado.
Y decidisteis iros. ¿Cómo os comunicabais con tu hermano y con People Help?
Muzhda: Nos comunicábamos por WhatsApp con mi hermano. Él explicaba a People Help todo lo que estaba pasando y lo que necesitábamos, y nosotros esperábamos noticias. Mi hermano hace diez años que está en Estados Unidos y está casado. Ahora está a punto de obtener la ciudadanía estadounidense.
Venir a España era una solución.
Muzhda: Sí, era una solución, pero él desde el principio nos advirtió que quizás no salía bien, que era una posibilidad que podíamos aprovechar. Decía que no perdiéramos la esperanza, pero que hasta que no saliéramos del país y tuviéramos una respuesta positiva de la embajada, no lo podíamos dar por hecho. No estábamos seguras de qué pasaría, pero sí teníamos una ilusión.
¿Teníais opciones de ir a otro país?
Muzhda: Pensábamos en un lugar donde pudiéramos escapar de esta situación, podía ser España u otro país, pero el único país que nos abrió las puertas y nos acogió fue España, así que definitivamente elegimos España. En aquella época, Ucrania estaba pasando una situación muy mala (con la invasión rusa en febrero del 2022) y parecía como si todos los países prestaran atención a las personas de Ucrania y ya se hubieran olvidado de Afganistán.
¿Cuándo tomasteis la decisión de venir? Porque no era una decisión ni un camino fácil…
Muzhda: No era nada fácil. Pasaron unos meses.
¿En algún momento pensasteis que la situación podía cambiar, que los talibanes podían irse?
Muzhda: No, fue muy inesperado, pero cuando ocurrió, estaba claro que la situación se alargaría al menos unos años. Mi hermano nos dijo que existía la posibilidad de venir a España, pero nos advirtió que no estuviéramos muy esperanzadas o felices porque, a veces, ocurría que algún trámite no iba bien y te rechazaban. Él solo intentaba prepararnos por si algo no iba bien, y nos decía que sí teníamos que tener esperanza en el futuro y que si no salía bien, fuéramos positivas. Pero sí teníamos esperanzas en que nos aceptaran.
¿Quién decidió que vinierais los cinco?
Muzhda: Lo hablamos todos los miembros de la familia. Expresamos nuestra opinión y todos estaban de acuerdo en que lo mejor era salir. Todos los países que nos permitieran salir de esa situación eran buenos. Nadie decía lo contrario.
Y os fuisteis, primero, de Afganistán a Pakistán. ¿Por carretera?
Muzhda: People Help lo organizó. Nosotros esperábamos una llamada que nos dijera si estábamos preparadas. El conductor vino a buscarnos y nos fuimos tres familias, unas quince personas, en un mismo coche, hasta la frontera con Pakistán.
Wagma: Era el 12 de abril.
Muzhda: Nos fuimos por la noche, todo era muy oscuro, y llegamos al día siguiente.
Wagma: Fueron unas 12 horas de camino.
Y entre agosto de 2021 y abril de 2022, ¿estabais en casa esperando?
Muzhda: Sí, estábamos en casa. La situación era horrible. No piensas en hacer nada específico, no piensas en estudiar, no hay esperanza para el futuro.
¿Y vuestro hermano, como chico?
Muzhda: Afectaba a todo el mundo, no solo a las mujeres. Así como las mujeres tenían que llevar burka, los hombres no podían afeitarse la barba y tampoco podían llevar tejanos.
¿Por qué los hombres no pueden llevar tejanos?
Muzhda: Porque se entiende que vienen de un país extranjero que no es islámico.
Si no salíais, ¿quién iba a comprar la comida, vuestro padre?
Muzhda: Sí, nuestra madre se quedaba en casa.
En el camino a Islamabad, ¿había checkpoints?
Muzhda: Sí. Las mujeres íbamos con burka y no se dirigían a nosotras. No era tan difícil para nosotras porque como no nos veían las caras, no podían vernos y no podían saber quiénes éramos. Para mi hermano, era diferente. De hecho, todo él era diferente, casi no lo reconocíamos, con la barba y la gorra. Y a nosotras tampoco nos reconocíamos, con los burkas. En los checkpoints, los talibanes paraban a los coches y básicamente preguntaban a los conductores, dónde iban, a quién llevaban… Al llegar a la frontera, el conductor volvía. Nosotras enseñamos los pasaportes y, como estaba nuestro hermano, era él quien hablaba y decía que éramos de la misma familia. Fueron momentos difíciles porque queríamos llegar al otro lado de la frontera y estaba esta gente que daba tanto miedo comprobando los pasaportes. Pero no nos dijeron que nos sacáramos el burka ni nos hicieron preguntas, solo enseñamos el pasaporte.
Llegáis a Pakistán. ¿Os esperaba alguien?
Wagma: Mi hermano de Estados Unidos conocía a varias personas y lo organizó para que nos quedásemos en casa de unos parientes de unos conocidos. Estuvimos casi dos meses.
¿Cómo fue la entrevista con la embajada?
Muzhda: Desde People Help nos ayudaron a pedir la cita con la embajada. Fue pocos días después de llegar. Fuimos los cinco a la cita. Estábamos estresados, rogamos, y deseábamos que la resolución fuera positiva. El resto del tiempo en Pakistán estuvimos esperando la respuesta de la embajada. Esperamos varias semanas, y cuando nos llegó la resolución positiva, todos llorábamos de felicidad porque por fin tendríamos un futuro.
Una vez tenéis el visto bueno, ¿cómo llegáis a España? ¿Quién compra los billetes de avión?
Muzhda: Los tenemos que comprar nosotros, pero nosotros no teníamos dinero. Mi hermano de Estados Unidos nos pagó los cinco billetes. Fuimos hasta Dubai y desde allí a Barcelona. Tuvimos un problema con la policía porque nos dijeron que teníamos visado de visitante. “¿Por qué tenéis visado de visita si habéis pedido asilo?”, nos dijeron. El visado tenía que ser otro para este proceso de inmigración. Nos hicieron esperar. Había habido algún malentendido con la embajada, pero finalmente, se resolvió y no tuvimos problemas.
¿Os sentisteis seguras, una vez en Barcelona? Porque en Pakistán también hay muchos talibanes…
Wagma: Sí, aquí nos sentimos seguras.
Muzhda: En Pakistán casi no salíamos. Fuimos a la embajada y estuvimos esperando la resolución el resto del tiempo.
Llegáis a Barcelona. ¿Cuál fue vuestra primera impresión?
Muzhda: Recuerdo que estaba muy cansada porque habíamos estado enfermos. No era covid, porque nos hicimos el test y no dio positivo, pero teníamos fiebre y no nos encontrábamos bien. Solo deseábamos tener un buen futuro, así que fuimos dejando pasar los días. En Dubai no pudimos dormir, tuvimos que estar unas horas en el aeropuerto, y cogimos el avión hacia Barcelona. No pudimos descansar, y cuando llegamos a Barcelona yo estaba totalmente exhausta, pero con el sentimiento de que estaba segura. Pensar que estaba en un país en el que al menos tendría un futuro me hacía sentir bien, y a la vez estábamos tan cansados cuando llegamos a Barcelona.
Muzhda: Cuando llegamos a Barcelona yo estaba totalmente exhausta, pero con el sentimiento de que estaba segura
Wagma: Cogimos taxis y fuimos a Cruz Roja. El proceso de asilo ya había empezado en Pakistán y nos habíamos informado. En Cruz Roja nos ofrecieron alojamiento en un hostal.
¿Fue difícil adaptarse a una nueva lengua, cultura diferente, comer diferente, ropa…?
Muzhda: Al principio, no fue tan difícil, después del año que habíamos pasado. Cuando llegamos, fuimos a la escuela de diseño, las dos.
Wagma: Vamos a la misma clase, estudiamos moda y diseño en LCI Barcelona.
Muzhda: Pero desde que nos cambiaron de Barcelona a Pineda y después a Santa Susanna, sí fue más difícil, porque nosotras habíamos empezado a ir a la universidad, a estudiar, a aprobar… Después, pasamos a tener dos horas de ida y dos horas de vuelta entre el hotel en el que estamos y la universidad. El tren tarda una hora y un cuarto, más o menos, pero entre que llegamos a la estación, y de la estación a la universidad, tardamos dos horas. Llegamos muy tarde por la noche, hacia las 11. Es muy cansado. Pero desde la organización nos dijeron que nos tenían que trasladar rápidamente. Y dos días después, nos volvieron a trasladar. Una de las cosas más difíciles es ir de una casa a otra, porque si estás estudiando es complicado continuar las clases. Nos afectó mucho.
Desde que llegasteis a Catalunya hace un año, ¿cuántas veces os habéis trasladado?
Muzhda: Primero estábamos en Cruz Roja, después fuimos a la calle Aragón de Barcelona. Nos trasladamos a un hotel de Pineda de Mar y después a otro de la misma localidad. Vinimos a Santa Susanna y dentro de Santa Susanna también nos cambiaron de lugar.
¿¡Seis alojamientos en un año!?
¿Estudiáis catalán o castellano?
Muzhda: Lo hemos intentado. En Barcelona, sí que íbamos a clase de español, pero desde que vinimos aquí hace meses ya no podemos continuar las clases. Intentamos hacerlas on line y por nuestra cuenta con personas voluntarias que nos ayudan.
Estáis plenamente dedicadas al diseño.
Muzhda: Es una universidad muy buena y reconocida, está en la calle Balmes, y nos gusta mucho. Nos sentimos muy afortunadas.
Wagma: Aunque me gradué en biología en la facultad, en Afganistán, me gusta más este sector. Preferiría dedicarme al diseño antes que a la biología, lo disfruto mucho más. Desde pequeña quería dedicarme, es como una pasión, y también tengo un poco de experiencia por decirlo de alguna manera porque ayudaba a mi madre. Pero en Afganistán no parecía un sector al que me tuviera que dedicar y elegí biología.
Muzhda: Nuestra madre también es modista. Como la habíamos visto cosiendo ropa, de alguna manera también nos sirvió como motivación, y Barcelona es muy conocida en el campo de la moda y el diseño. Es uno de los centros del diseño y es una fuente de inspiración si te gusta este sector.
¿Y qué hace el resto de la familia aquí?
Muzhda: Manizha estudia inglés. En Barcelona, todas estudiábamos español, pero al venir aquí ella no pudo hacer un curso específico, así que hace poco ha empezado un curso de inglés y ya ha pasado los primeros exámenes. Quiere estudiar castellano por su cuenta o en algún curso al que pueda acceder.
Wagma: Manizha se graduó en matemáticas, y con inglés y matemáticas puede tener una buena oportunidad para encontrar trabajo. Es una área con futuro.
Muzhda: Safiullah también intenta aprender catalán y castellano, y está buscando trabajo, pero de momento no lo ha encontrado. A él le gusta, sobre todo, la mecánica, los coches. Está buscando alguna escuela donde pueda formarse en eso, arreglando coches. Es su sueño, pero no sabemos si será posible. Es difícil porque lo primero que te piden es un buen nivel de catalán y castellano, y nosotros queríamos y queremos aprenderlo, pero han aparecido obstáculos.
Y la pequeña Dewa va a la escuela, a pesar de que ahora está de vacaciones. Hoy han ido a un picnic con la organización, con su madre, pero normalmente está en casa. Cuando está en la escuela, va desde la mañana hasta las cinco de la tarde, vuelve a casa, y juega un poco. Cuando iba a la escuela en Barcelona estaba muy contenta, con los profesores y con todo, pero cuando nos trasladamos aquí, los primeros días no hacía más que llorar y no quería ir porque era un ambiente completamente nuevo y diferente. A los niños les afecta cuando se trasladan de un lugar a otro. Ahora que ha pasado algo más de tiempo, está contenta, tiene amigos y está feliz con los profesores, pero claro, para ella, es difícil estar en un lugar y hacer amigos nuevos, y de repente, tener que cambiar de lugar otra vez y volver a pasar por lo mismo.
¿Habláis a menudo con vuestros padres?
Muzhda: Sí. Nos preguntan cómo estamos, recientemente les hemos explicado esta situación tan difícil que hemos pasado con la universidad, con los cambios de alojamiento, porque hemos estado estresadas, y ellos nos animan. Desde el principio, nos han dicho que no nos rindamos, porque incluso pensamos en dejar la universidad. La situación era realmente difícil.
Hace unas semanas que os otorgaron el asilo. ¿Cómo os sentisteis?
Muzhda: Había un abogado, nos dijo que no nos preocupásemos, que la resolución era positiva, y me sentí muy muy feliz porque era lo que estábamos esperando.
¿Qué echáis de menos de Afganistán?
Muzhda: Echo de menos a mis padres. A mi madre, mi padre y al resto de la familia. Cuando pienso en la situación actual, no pienso en volver. He contactado con algunas de mis amigas. Tengo una mejor amiga que todavía vive en Afganistán y está deprimida. Antes trabajaba con organizaciones y era una chica muy guapa que soñaba con hacer grandes cosas y que, como yo, se estaba preparando el Toefl porque quería estudiar en el extranjero, pero ahora está atrapada en casa y no puede salir ni hacer nada. Puedo sentir lo que le está pasando a mi amiga. Nadie quiere volver y encontrarse con este tipo de vida.
Wagma: Añoro mucho a mis amigos y amigas, y a toda mi familia. Con todo el corazón, porque con ellos me lo pasé muy bien, y les recuerdo muchísimo, pero no pienso en volver porque la situación ha empeorado.
Wagma: No pienso al volver porque la situación ha empeorado
Muzhda: No hay posibilidad de volver. No hay ninguna esperanza de futuro en Afganistán. Cada día oímos noticias y cada vez son peores las noticias sobre las mujeres. Hace poco nos dijeron que habían cerrado las peluquerías para mujeres y los salones de belleza, si ni siquiera podían entrar los hombres porque no las podían ver… Solo había mujeres trabajando para mujeres, y ahora lo han cerrado.
Cada día hacen algo nuevo que no deja de sorprendernos. Ahora las niñas solo pueden ir a la escuela hasta los tres años, cuando la enseñanza obligatoria en Afganistán era hasta los 12 años. Ahora, a partir de los tres años, solo puedes quedarte a casa. Y claro, si no vas a la escuela, ¿cómo pretendes tener un buen lugar de trabajo?
No es posible entender por qué está pasando eso.
Muzhda: ¿Por qué pasa? Así es como se les ha educado, así es su mentalidad. Han crecido con la idea de que las mujeres tienen que quedarse en casa y obligan a las mujeres a quedarse en casa, tener hijos, cocinar y limpiar. Dan por sentado que las mujeres no tienen que tener educación y no tienen que trabajar en el exterior, y defienden públicamente que si una mujer está para quedarse en casa y no puede trabajar, ¿qué sentido tiene que estudie? ¿Por qué tiene que tener los mismos derechos que un hombre? Es una locura…
¿Aquí os volvéis a sentir libres?
Muzhda: Sí, claro. Vamos a la universidad, nos vestimos como queremos y no como nos dicen, tenemos esperanzas de encontrar un trabajo, pero allí no puedes tomar decisiones, no puedes decidir qué ropa ponerte, no puedes decidir dónde ir y si sales lo tienes que hacer con un hombre al lado, no puedes salir sola. Así es la vida para una mujer en Afganistán.
¿Afganistán es como una prisión para las mujeres?
Muzhda y Wagma: Sí.
Estáis agradecidas por la libertad que os da vivir aquí y por el hecho de estar juntas, con vuestra hermana, sobrina y hermano. Pero, ¿qué es lo más difícil de vuestra vida actual?
Muzhda: A mí lo que me preocupa es que, si eres refugiada, en un año o año y medio tienes que poder trabajar y mantenerte económicamente porque el gobierno no te apoyará. Así es el proceso. En este tiempo, tienes que aprender español y, desgraciadamente, en el año que he estado aquí no he tenido un buen apoyo para aprender el idioma, más allá de los meses que estuvimos en Barcelona.
Si no tengo este apoyo para aprender la lengua, ¿cómo se supone que podré mantenerme económicamente en el futuro? Vaya donde vaya me piden un buen nivel de español, pero no tengo dinero para pagar las clases. Esto me desconcierta, no sé por qué el gobierno español no facilita que pueda aprender español.
Conozco a gente de Afganistán que también está aquí y su situación es diferente. Hace poco conocí a una chica afgana y ella sí que está yendo a clase de español con normalidad y de forma continuada. En cambio, para nosotras está siendo diferente, no hemos recibido mucho apoyo en este sentido.
Wagma: Yo me siento muy bien aquí, puedo ir donde quiera, puedo ir a comprar, para nosotras es muy importante tener esta libertad. En Afganistán no la teníamos. Ahora, poder hacer estas cosas me hace sentir bien. Lo más difícil para mí es aprender español, sinceramente, porque mi hermana es muy buena aprendiendo idiomas, pero yo no tanto, y necesito aprenderlo.
Necesitamos apoyo financiero y, por eso, he decidido dejar la universidad, para mejorar mi español y encontrar un trabajo el próximo año por mí misma y para ayudar a mi hermana, para que pueda continuar estudiando, y para el resto de mi familia. Tendríamos que encontrar trabajo como mínimo dos de nosotros para poder cambiar de alojamiento.
Ahora estamos en un hotel, y es pesado porque te hace sentir como una invitada. Solo voy a comer una vez en el día, y ahora estoy enferma y no he comido. Me las arreglo, pero al menos en tu propia casa te sientes bien, te sientes más libre, porque aquí en el hotel no nos sentimos tan libres.
Muzhda: Tenemos dos habitaciones en la quinta planta. Una para nosotras dos, y la otra para Manizha, Safiullah y Dewa, porque nosotras llegábamos muy tarde de la universidad y así no les molestábamos.
¿Quién os ayuda económicamente? ¿Vuestro hermano, el programa de asilo?
Muzhda: El programa nos da 50 euros por persona cada mes, pero este año hemos tenido que comprar mucho material para la universidad y nuestro hermano nos ha ayudado. Espero que el próximo año la organización nos dé apoyo financiero para las clases de español y confío en que nos podamos valer por nosotras mismas.
Yo no quiero depender de otros, prefiero tener una vida en la que pueda trabajar por mi cuenta y me gane la vida, para que nos podamos valer por nosotras mismas y no continuar esperando que alguien venga a ayudarte. Prefiero estudiar mucho, trabajar duro y aprender, siempre que te ayuden un poco porque aquí todo es nuevo para nosotros: los lugares, los programas, la lengua… Y he escuchado experiencias muy diferentes hablante con otras personas.
¿Con qué organización estáis?
Muzhda: Ahora, con Movimiento por la Paz. Es importante que tengamos cierta estabilidad porque mi sobrina tuvo cambios de comportamiento con tantos cambios de domicilio, se quejaba de que le dolía mucho la cabeza y nos decía que no habláramos alto. Cuando la llevamos al médico, nos dijo que era una reacción normal para una niña de su edad porque nos habíamos desplazado varias veces y eso afectaba a la niña. Ahora que ya llevamos aquí más tiempo, vuelve a hacer una vida, digamos, normal. No sabemos hasta cuándo estaremos aquí, nos han dicho que lo que haga falta hasta que hablemos español porque hasta que no hablemos bien español no podremos encontrar un trabajo.
¿Habéis necesitado apoyo psicológico?
Muzhda: Sí, mi hermana Manizha lo necesitó cuando estábamos en Barcelona para ayudarla en el proceso de adaptación. Después de ir a algunas sesiones del psicólogo, se sintió mucho mejor. Durante unos meses, lo necesitó. Nos lo han ofrecido, pero ahora no lo necesitamos, nos sentimos mejor. Ahora que tenemos el asilo, necesitamos pasar a la siguiente fase, tener un buen sueldo para mantenernos económicamente.