Este reportaje ha sido publicado en La Marea.
Es mediodía y el tráfico es realmente caótico frente al CEIP Virgen del Cerro, en el madrileño barrio de Vallecas. Coches aparcados en doble o triple fila obligan a otros vehículos a serpentear para sortearlos y seguir su camino tratando, a su vez, de tener cuidado con los niños y niñas que se arremolinan en las aceras. Algunos visten ropa de abrigo. Otros, menos frioleros, salen de clase en manga corta. Abundan los colores: camisetas azules y rojas, mochilas verdes, rosas, amarillas, naranjas…
Horas después, a escasos 150 metros, el desfile de menores que salen del colegio Tajamar, todos chicos, es menos colorido: zapatos oscuros, pantalón grisáceo y camisa celeste o jersey azul. A la vuelta de la esquina, la situación se repite entre las niñas de Los Tilos: zapatos oscuros y calcetines altos, falda de cuadros en tonos verdes, polo blanco, jersey.
A pesar de que la ley educativa prohíbe la segregación por género desde hace más de tres años, los colegios concertados Tajamar y Los Tilos, vinculados al Opus Dei, la siguen aplicando gracias a la prórroga concedida por Isabel Díaz Ayuso. Su gobierno elevó de seis a 10 años la duración de los conciertos educativos para puentear la LOMLOE y permitir que estos centros sigan separando a niños y niñas bajo el mantra de «la libertad de elección».
Tajamar y Los Tilos son dos de los pocos colegios ligados a la Prelatura que imparten enseñanza en una zona obrera. En 1968, una década después de su creación, por las aulas del primero pasó el escritor José Ovejero, que recuerda haber estudiado en él durante al menos siete años. «Aunque había que pagar, no era un colegio demasiado caro, y además daban bastantes becas. Mis padres pensaron que, en esos momentos, en Vallecas, era mejor que ir a un colegio público, donde la enseñanza era, digamos, dura», rememora el escritor.
La cuota de acceso a la concertada se sitúa en España entre los 680 y los 860 euros
Millones para la concertada
En la actualidad, el concierto con la Comunidad de Madrid (CAM) permite a los alumnos del Tajamar y a las alumnas de Los Tilos acudir al centro de forma gratuita, al menos sobre el papel, ya que un reciente informe de EsadeEcPol demuestra que entre un 81% y un 95% del alumnado de colegios e institutos concertados paga cuotas. Por el primero, el Gobierno regional pagó más de 5,6 millones de euros para el curso 2020/2021, de los cuales 4,8 millones de euros se dedicaron a cubrir los costes salariales del profesorado y el resto a los gastos de funcionamiento del centro. En sus cuentas anuales, la sociedad privada que administra el colegio también refleja 860.000 euros más en ayudas públicas de la CAM y del SEPE, la mayoría destinadas a ofrecer cursos a desempleados. Por su parte, la empresa consiguió una cifra de negocios superior a los 4 millones de euros procedentes, explican a este medio, de las cuotas pagadas por los alumnos de etapas privadas, como el primer ciclo de educación infantil o el grado superior, o del coste de servicios complementarios como comedor, excursiones y otras actividades. En total, el colegio Tajamar movió durante el curso 2020/2021 más de 10,7 millones de euros.
En el caso de Los Tilos, la empresa que lo administra reportó una cifra de negocios de 3,6 millones de euros. Aunque ni el colegio refleja en sus cuentas el coste del concierto ni la Comunidad de Madrid ofrece estos datos, los cálculos de este medio lo estiman en una cantidad cercana a los tres millones de euros.
Cifras pequeñas si se comparan, según datos que ha podido recopilar La Marea, con los al menos 1.000 millones de euros que mueve cada año la educación (universitaria y no universitaria) que orbita en torno al Opus Dei, por cuyas aulas desfilan cada día casi 100.000 alumnos.
En España, el Opus está vinculado a cuatro grandes grupos empresariales educativos: Attendis, COAS, Fomento y la Institució Familiar d’Educació. El primero, vehiculado a través de la sociedad Centros Familiares de Enseñanza S.A., de la que dependen otras tres empresas más, gestiona 20 colegios y 13 centros infantiles privados en Andalucía y Extremadura. Por ello, gracias a sus 11.000 alumnos, se definen como «la mayor institución educativa privada del sur de España». En el curso 2021/2022, según sus cuentas, facturó más de 56 millones de euros, logrando unos beneficios superiores a los 1,6 millones. En total, el grupo es propietario de 23 inmuebles que tienen un valor superior a los 70 millones de euros.
Los colegios de Attendis, explican en su web, «recogen muchas de las enseñanzas de san Josemaría [Escrivá de Balaguer], fundador del Opus Dei, sobre la familia, el amor al trabajo bien hecho y la preocupación por los demás». Asimismo, la Prelatura se encarga del asesoramiento religioso de los centros. En la actualidad, el secretario del consejo de administración del grupo, Alberto Tarifa, es el director del departamento de comunicación del Opus Dei en Granada.
Por su parte, el grupo educativo COAS gestiona ocho colegios en Vizcaya, La Rioja y Guipúzcoa a través de la sociedad Sopensa S.A. Según explican, se trata de colegios concertados, por lo que, reconocen en sus cuentas, «los ingresos obtenidos […] proceden en su mayor parte de las subvenciones públicas establecidas en los conciertos educativos». Para el curso 21/22, la institución educativa logró inyecciones de dinero público por un valor superior a los 8 millones de euros, amén de otros 7 millones que proceden de «las cuotas de escolaridad, el transporte escolar y el comedor».
Capellanes para todos
Aunque COAS no reconoce una vinculación directa con el Opus, todos los colegios del grupo cuentan con un enlace a la web de esta organización católica. Asimismo, aseguran que la capellanía de cada centro está «atendida por sacerdotes pertenecientes a la prelatura del Opus Dei» y que ésta es la encargada del nombramiento de los profesores de la asignatura de Religión.
El tercer gran grupo educativo de la órbita de la Obra es Fomento de Centros de Enseñanza, marca que acoge una treintena de colegios. Como sucedía con COAS, los centros de Fomento tienen encomendadas sus diferentes capellanías a sacerdotes del Opus y la institución es la encargada de «mantener viva» la «identidad cristiana» de los colegios. Según sus cuentas del año 2022, la sociedad consiguió unos ingresos cercanos a los 94 millones de euros, de los cuales solo 5 millones proceden de conciertos educativos con administraciones públicas, por lo que la mayoría de sus colegios son de carácter privado.
Finalmente, la Institució Familiar d’Educació cuenta con 13 escuelas en Cataluña y Baleares a las que acuden de forma diaria unos 8.000 alumnos. La entidad, creada hace más de medio siglo por padres y madres, tiene «el mensaje del Opus Dei» como «un rasgo nuclear» de su identidad, explican en su web corporativa. En 2022, la sociedad Institución Familiar de Educación S.A. logró unos ingresos de 45 millones de euros, de los cuales más de 19,6 millones procedieron de los conciertos con la Generalitat de Catalunya.
En torno al Opus Dei giran otros colegios que no pertenecen a grandes grupos empresariales y que, en muchas ocasiones, reconocen ser una «obra corporativa» de la Prelatura. Además de los ya mencionados Tajamar y Los Tilos, La Marea ha podido contabilizar al menos una decena más, entre los que destaca el colegio privado Retamar (14 millones de ingresos en el curso 21/22), en la Comunidad de Madrid, y en el cual estudió el actual alcalde de la capital, José Luis Martínez-Almeida. En respuesta a preguntas de este medio, aseguran contar con algo más de 2.100 alumnos entre estudiantes que van de la Primaria al Bachillerato y la Formación Profesional.
Desde la Prelatura reconocen la existencia de «distintos convenios de colaboración» entre las diferentes entidades educativas reseñadas para brindar «atención pastoral» al alumnado: «La finalidad principal del Opus Dei es la formación cristiana, por lo que no interviene en otras cuestiones de carácter organizativo, pedagógico o empresarial», subrayan. «Los sacerdotes que atienden espiritualmente los centros educativos son retribuidos por las entidades propietarias de estos centros» con un salario, añaden, que ronda los 1.000 euros al mes. Una retribución «muy similar al salario mínimo interprofesional».
José Ovejero recuerda los intentos de «captación» por parte del Opus Dei, que tuvieron éxito con diferentes compañeros suyos, pero no con él, aunque estuvieron a punto de conseguirlo. Sin embargo, a pesar de no contar en esos años con un pensamiento político marcado, el escritor evoca determinados comportamientos que le resultaban incómodos: «No me gustaba el trato que se les daba a las mujeres cuando íbamos de campamentos, donde no podían hablar con nadie y solo estaban para servir la mesa. También me incomodaba ver llegar al colegio a monseñor Escrivá de Balaguer en un Mercedes, o que no me dejasen leer a determinados autores que yo quería leer», rememora, aunque apostilla la posibilidad de que parte de esos comportamientos fueran comunes en aquellos años, los últimos del franquismo.
En cualquier caso, Ovejero no duda en apuntar hacia un tema concreto: «Me hicieron vivir la sexualidad de una forma absolutamente perniciosa, algo de lo que me costó mucho poder distanciarme», explica. «Hubo aspectos positivos en el hecho de poder estudiar ahí, desde un punto de vista docente. Pero a nivel psicológico, ético, político… ha sido una carga muy pesada. Una especie de sensación de culpa con la que he tenido que lidiar durante mucho tiempo», expresa.
Su caso, sea como fuere, no es algo que pueda circunscribirse al pasado. Abundan los testimonios de personas jóvenes y con relevancia pública que han pasado por los mismos traumas. Victoria Martín, por ejemplo, es una de ellas. La cómica y escritora ha hablado con frecuencia de la deficiente educación sexual que recibió en un colegio del Opus. El cineasta Javier Ambrossi comparte la misma experiencia, con el añadido de haber vivido humillaciones públicas por parte de sus profesores por el hecho de ser homosexual.
La joya de Navarra
«Queremos que aquí se formen hombres doctos, con sentido cristiano de la vida; queremos que en este ambiente, propicio para la reflexión serena, se cultive la ciencia enraizada en los más sólidos principios y que su luz se proyecte por todos los caminos del saber». Esas fueron las palabras de Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, durante la ceremonia que le convirtió en hijo adoptivo de la ciudad de Pamplona, en 1960.
Ocho años antes, la Prelatura había fundado la Universidad de Navarra (UNav), la cual contaba en esos momentos únicamente con la Escuela de Derecho y con solo medio centenar de alumnos. Setenta años después, por sus aulas desfilan más de 15.000 alumnos y alumnas que cursan títulos oficiales y propios, y sus más de 1.200 docentes imparten 37 estudios de grado y 43 de máster.
Jurídicamente, explican desde la institución, la Universidad de Navarra pertenece a la Iglesia católica, si bien el prelado del Opus Dei, Fernando Ocáriz, es quien ostenta el título de gran canciller de la Universidad, por lo que la Obra es quien rige el organismo. No obstante, explican desde la UNav, los estatutos no obligan a que los miembros de la junta de gobierno ni los profesionales que trabajan en la institución pertenezcan a la Prelatura: «La vinculación al Opus Dei forma parte del ámbito privado de cada persona», aseguran a La Marea.
La Universidad de Navarra es la gran joya educativa del Opus Dei en España, el vértice de la pirámide de la enseñanza ligada a la Obra de Escrivá de Balaguer. Según la Memoria Económica de la universidad, en el curso 2022/2023 obtuvo unos ingresos de explotación de 662,87 millones de euros, un 7,8% más que el año anterior. Los gastos ascendieron a 638 millones, lo que permitió a la universidad conseguir un beneficio cercano a los 25 millones de euros. Como institución sin ánimo de lucro, explican, «la Universidad no reparte dividendos, sino que reinvierte el superávit que pueda haber en su actividad ordinaria». Así, el pasado curso, afirman haber realizado inversiones por un valor de 32 millones de euros. Una parte de ellas fue a parar a «la instalación de nuevas soluciones tecnológicas en las sedes del IESE en Madrid y Barcelona».
En ambas ciudades, la UNav cuenta con una de las escuelas de negocios más conocidas del país, IESE Business School. Tal y como publicó La Marea en 2018 tras una extensa investigación, por sus aulas habían pasado uno de cada seis consejeros de empresas del IBEX 35 en esos momentos. Un pequeño vistazo al currículum de los miembros del consejo de administración de las principales multinacionales españolas demuestra que la escuela de negocios de la Universidad de Navarra sigue siendo una de las preferidas por el gran empresariado.
De esta forma, el Opus Dei, a pesar de haber perdido visibilidad social, sigue extendiendo su influencia por medio de sus negocios educativos y llega hasta las más altas capas sociales a través de su exclusiva formación: el Programa de Alta Dirección de Empresa del IESE tiene un coste de 31.500 euros, mientras que la matrícula del Executive MBA es de 82.000 euros en España.
Para Xavier Bonal, catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, este tipo de centros funcionan como un «instrumento de reproducción de clase, ideológica y económica». «Al Opus Dei le interesa ser cercano a aquellas personas que van a ocupar puestos de relevancia en instituciones políticas y económicas –explica Bonal–, que son quienes pueden permitirse pagar esos precios». A su juicio, el IESE también tiene como objetivo «reportar beneficios» y «elevar el prestigio» de la institución religiosa: «Parafraseando a Weber, el Opus sabe simultanear la ética de la responsabilidad religiosa y la ética del beneficio económico».
María Fernández Mellizo-Soto, profesora de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, también remarca el carácter «elitista» de la Obra: «A los colegios privados del Opus Dei suele acudir una élite económica que luego también acaba en sus universidades. El objetivo es influir sobre las mentes de los estudiantes y transmitir un mensaje concreto que luego éstos reproduzcan en sus vidas y en sus trabajos», explica. Asimismo, cree que la Prelatura funciona «como una especie de familia en la que unos ayudan a los otros a escalar hasta las mejores posiciones», unos servicios que también están incluidos en los altos precios de las matrículas.
Colegios «asequibles»
El Opus Dei no niega el carácter elitista de la mayoría de centros educativos que orbitan a su alrededor, aunque se ampara en ejemplos concretos para intentar suavizar esta visión: «Difícilmente pueden considerarse elitistas colegios como Tajamar y Los Tilos, en Vallecas, Altair (situado cerca de las 3.000 viviendas en Sevilla), Andel y Fuenllana en Alcorcón, o Pineda y Xaloc en Cataluña». Desde la Obra aseguran a La Marea que «estos colegios son asequibles para el nivel económico de su zona, algo que queda demostrado en las cifras de alumnos que actualmente tienen, por lo que no tendría sentido hablar de barreras de entrada». Asimismo, añaden que en los colegios privados gestionados por el Opus «siempre existe un fondo de becas para facilitar el acceso a familias con menos recursos».
Además de la de Navarra, el Opus hunde su poder en otras dos universidades. Fundada en 1977, la actual Universidad Villanueva funcionó como un centro adscrito a la Universidad Complutense de Madrid hasta que, en 2020, el gobierno de Isabel Díaz Ayuso le otorgó su estatus actual. La sociedad que administra la entidad es propiedad, al 80%, de Fomento de Centros de Enseñanza, una de las grandes empresas educativas de la esfera del Opus Dei. Asimismo, la universidad tiene encomendada la capellanía a sacerdotes de la Prelatura.
Las últimas cuentas de Villanueva, correspondientes al ejercicio de 2022, reflejan un importe neto de la cifra de negocios de 13,1 millones de euros, a lo que habría que sumar otros ingresos valorados en casi 330.000 euros. Sin embargo, la sociedad arrojó unas pérdidas que superaron el millón de euros.
Mejor suerte corrió la Universitat Internacional de Catalunya (UIC), también ligada a la Obra, a quien, explican desde la entidad universitaria, encomiendan la «formación y atención pastoral» de aquellos alumnos y alumnas que «de manera voluntaria y desde la absoluta libertad» deseen recibirla. La UIC (en la que el pasado curso se matricularon 9.013 alumnos) reportó unos ingresos cercanos a los 64 millones de euros en el curso 21/22, logrando así unos beneficios superiores a los 5,5 millones de euros. Desde el centro aseguran que, como fundación privada sin ánimo de lucro, los beneficios se destinan a los «propios fines fundacionales: docencia, investigación, inversiones…» con el objetivo de «consolidar la estabilidad y el crecimiento necesario de la universidad».
¿El fin de la segregación?
La disposición adicional vigésimo quinta de la LOMLOE, la actual ley educativa, es tajante: «Los centros sostenidos parcial o totalmente con fondos públicos desarrollarán el principio de coeducación en todas las etapas educativas, […] y no separarán al alumnado por su género». La norma, avalada por el Tribunal Constitucional en abril de 2023, prohíbe de forma expresa la segregación educativa de niños y niñas en los centros públicos y concertados.
A pesar de ello, todavía hoy se sigue financiando con dinero público a colegios, la mayoría de ellos vinculados al Opus Dei, que solo permiten el acceso a sus aulas a menores de un género u otro. Esto es posible, explican desde el Ministerio de Educación, porque la norma solo afecta a los nuevos conciertos educativos: «Los que ya están hechos no pueden continuar separando por sexos en el primer curso de la etapa concertada, pero el centro puede continuar manteniendo la separación del alumnado hasta que acaben esa etapa», matizan.
En su labor de oposición al Gobierno central, y debido a su cercanía con la Prelatura, el Gobierno de la Comunidad de Madrid decidió en 2021 extender los conciertos ya vigentes con el objetivo de asegurar que los centros que segregan por género puedan seguir haciéndolo, al menos, hasta que finalice el curso 2026/2027. De esta forma, 11 colegios concertados madrileños siguen aplicando en la actualidad este modelo educativo, reconocen desde la Consejería de Educación.
Los que aceptan la LOMLOE
En el lado opuesto está Cataluña. Fuentes del Departament d’Educació de la Generalitat aseguran que, desde la entrada en vigor de la LOMLOE, nueve centros concertados del Opus Dei han pasado a escolarizar niños y niñas de forma mixta en la etapa de secundaria para poder renovar los conciertos educativos. Por su parte, dos colegios se han negado a abandonar la segregación por género y, en consecuencia, han perdido el concierto de la ESO. Desde la Consejería subrayan que la inspección educativa vela por el cumplimiento del acuerdo y adelantan que la revisión de los conciertos de la educación primaria está prevista para 2026, por lo que ya están comunicando a los centros los cambios que deben acometer para seguir recibiendo financiación pública.
En Asturias, dos colegios de Fomento también decidieron fusionarse para convertirse en uno mixto y poder renovar el concierto autonómico.
Según María Fernández Mellizo-Soto, profesora de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, la educación segregada «está muy relacionada con un modelo conservador, religioso, y con una visión antigua de la docencia» en la que, tradicionalmente, se diferenciaba por género a la hora de enseñar. «El Opus atribuye roles sociales distintos a hombres y a mujeres, y por eso cree que deben aprender por separado», asegura.
Desde la Prelatura explican que «los colegios que tienen educación diferenciada para chicos o chicas tienen una experiencia positiva en cuanto a resultados académicos y desarrollo personal de los alumnos y alumnas sin estereotipos de género». «Es un modelo que favorece la educación personalizada e integral», añaden.
Fernández Mellizo-Soto reconoce que existe un debate científico en torno a la segregación, aunque los grupos que defienden ese modelo educativo son minoritarios: «Por una parte están estos grupos ultrarreligiosos y ultraconservadores, como el Opus, que ahora han adaptado su discurso y hablan de rendimiento educativo. Y por la otra, determinadas feministas radicales que abogan por la educación segregada porque piensan que las niñas, mezcladas con los niños, rinden menos y buscan evitar que adquieran roles tan marcados de género. Pero ambas son opciones minoritarias. A nivel académico hay un consenso amplio que apuesta por la educación mixta», zanja.