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Los viajes de estudios son siempre objeto de debate en las comunidades educativas. Elegir los destinos y fechas más adecuados y, sobre todo, establecer y desarrollar objetivos pedagógicos, motivadores para el alumnado y, ¿por qué no?, originales, supone un reto y una dedicación adicional para quienes formamos parte de los equipos docentes. Por ello, desde hace ya más de siete años, en el Colegio Montserrat FUHEM, hemos apostado por plantear los viajes como un proyecto global, una experiencia que va más allá de una ruta turística con visitas organizadas. Así, en nuestro centro y en otros de FUHEM, se han ido consolidando, en todas las etapas educativas, pero especialmente en ESO y Bachillerato, propuestas que aúnan el interés por lo social y lo cultural, la ayuda a la comunidad, el trabajo cooperativo y el aprendizaje-servicio, entre otros valores.
Con esa idea, surgió el viaje de fin de curso a Tánger. Un destino sociocultural muy rico, en el que la interacción con otros, tan diferentes y a la vez, tan iguales, es fundamental. La primera edición fue en junio de 2018 con una treintena de alumnado de cuarto de ESO. El curso siguiente, abrimos la convocatoria a primero de Bachillerato, favoreciendo, así, la convivencia entre distintas etapas educativas en un entorno nuevo, donde descubrirían aspectos de la sociedad marroquí y la cultura musulmana. Tras la interrupción debida a la pandemia, primero de Bachillerato ha vuelto a tierras tangerinas el pasado mes de junio, y lo hicieron tras elegir entre tres destinos con improntas y objetivos distintos: un viaje de carácter más deportivo a Cantabria, una propuesta eminentemente cultural a Cataluña, y Tánger.
El viaje comienza meses atrás, con trabajos que logran la implicación de quienes protagonizarán la actividad. Exposiciones donde además de mostrar unos conocimientos mínimos sobre el país y su cultura, se argumentan los motivos principales por los que se elige este proyecto; reuniones en las que se profundiza y se aclaran dudas y miedos que pueden surgir antes de viajar a otro país y otro continente por primera vez. Para ello, propiciamos encuentros diversos: con Mehdi Regragui, actor tangerino afincado en España desde hace años y cuya trayectoria escolar se desarrolló siempre en centros educativos españoles en Tánger; o con cuatro antiguos alumnos que participaron en las ediciones de 2018 y 2019 y cuyos puntos de vista fueron, sin duda, esenciales para comprender mejor algunas cuestiones y prevenir el choque cultural.
Finalmente, tras un largo viaje en autobús, desde Madrid hasta Tarifa, y luego el ferry, en Tánger, llega lo más interesante, lo más bonito y lo más enriquecedor: el descubrimiento de lo nuevo en todos los ámbitos de la vida, el conocimiento y la participación en distintos proyectos y la interacción con la población marroquí. En cada viaje, además de caminar cada uno de los rincones de la ciudad, desde el bulevar hasta la kasbah, pasando por las laberínticas calles de la medina; viajar a Assilah, parando antes por las Grutas de Hércules, el Cabo Espartel o las playas de Achakar, a lo largo cuatro días, hemos conocido proyectos tan diversos como:
- La cooperativa Momkin. Su objetivo principal es trabajar, a través del arte callejero, con población infantil y juvenil de zonas rurales y de zonas urbanas desfavorecidas. Junto a ellos, tuvimos la oportunidad de participar en un taller práctico de dramatización, movimiento y malabares que, de manera improvisada, nos sirvió para consolidar el concepto de grupo entre nosotros mismos.
- Asociación Darna. Se centra, entre otros, en dos colectivos esenciales: los niños en situación extrema de exclusión y sus madres, con el fin de fomentar sus habilidades, a través de la artesanía, la cocina, el teatro o la música, entre otras actividades.
- Proyecto Black Painters. Coordinado por Junior, migrante camerunés, quien junto a sus compañeros nos dio a conocer el viaje migratorio que realizan tantas personas que llegan a Europa y el de quienes no lo consiguen o se quedan en el camino.
- En Dar Tika conocimos al grupo de niñas en situación de riesgo social que viven en esa residencia, cuyo nombre significa “casa de la confianza”. Ellas lo explican muy bien: allí aprenden a confiar en los demás y en ellas mismas. Además, cuentan con una escuela infantil dirigida, principalmente, a hijos de madres solteras. Coincidiendo con su fiesta de fin de curso, alumnado de Montserrat se encargó de participar tanto en la preparación como en el desarrollo de la misma. Este año, dos antiguas alumnas de la residencia nos explicaron el proyecto y cómo las ayudó a ser quienes son ahora.
- Cent pour cent mamans es otro referente del trabajo con las madres solteras, un colectivo fuertemente rechazado tanto por la sociedad, en general, como por sus propias familias. En estos años, hemos visitado cuatro proyectos distintos dirigidos a estas mujeres a las que atienden y protegen durante su embarazo para, después, ayudarlas en su integración en la sociedad, tanto en la búsqueda de trabajo como en la atención a sus bebés, a través de la creación de escuelas infantiles.
- Otra escuela para bebés y residencia para sus mamás se encuentra en la única iglesia cristiana situada en una medina en todo el país: la de las Hermanas de la Caridad. Ellas, junto a voluntarios de distintos países, llevan a cabo otro proyecto fundamental de esta ciudad: la atención a los niños que viven en la calle. La mayoría han llegado de las ciudades del sur con el objetivo de cruzar a Europa. Nuestro alumnado pudo jugar con ellos y conocer su realidad en esas horas que, una vez por semana, asisten a la iglesia para ser atendidos.
- TAM (Tanger Accueille Migrants), proyecto de Cáritas, en el que participamos en viajes anteriores. Se centra en la atención a esa numerosa población subsahariana, que llega al norte de Marruecos como paso previo a Europa, y recibe formación, asesoramiento jurídico o acompañamiento en caso de problemas de salud.
Además de todas estas organizaciones de carácter local, también nos acercamos a la presencia española en Tánger; concentrada, especialmente, en el barrio de Iberia, donde se encuentran el Consulado, el IES Severo Ochoa y el antiguo hospital español. Este año visitamos, por tercera vez, la sede del Instituto Cervantes y su Biblioteca “Juan Goytisolo”, y nos hemos estrenado en el Colegio Ramón y Cajal, donde jugamos y colaboramos con alumnado de Infantil y Primaria. Además, en la sala de exposiciones del Cervantes, pudimos disfrutar de la exposición “Un paseo con NONO1 por España” y mantener un coloquio con el propio artista.
Nuestro viaje terminó en el colegio, donde llegamos a la vez que otros cursos que habían vivido sus propias experiencias viajeras, tan interesantes como la “Marcha Reto”, de primero de ESO, quienes caminan y venden los kilómetros que recorren con el fin de recaudar fondos para una causa, en esta ocasión, la ONG Babies Uganda. Por su parte, el alumnado de cuarto de ESO regresaba de tres destinos distintos: Granada, desde donde visitaron la localidad de Limones, que lleva a cabo un proyecto para aumentar el fondo de su biblioteca y otro de intercambio con los mayores del pueblo; País Vasco, un viaje con carácter científico y cultural; y Algeciras y Ceuta, un proyecto que relaciona democracia y migraciones.
Seguro que todas estas propuestas han supuesto una experiencia de enriquecimiento y aprendizaje recíprocos en todos los sentidos. Algo que trasciende la experiencia puntual del viaje para convertirse en una huella, un nuevo punto de partida. Así, cada año, el alumnado que regresa de Tánger lo hace interesándose en programas de voluntariado y con ganas de volver a esa ciudad. Y ya son bastantes quienes lo han hecho.