La DANA ha supuesto un trauma colectivo para todas aquellas personas que la han vivido directamente, en vivo. Que miraban con preocupación por sus ventanas, que pasaron incontables horas en techos, camiones y tejados. Para quienes han perdido la vida, a parientes, propiedades, todo.
Las y los niños han sido parte de esas personas golpeadas brutalmente por unos acontecimientos ante los que difícilmente podían o pueden hacer nada. Los más mayores, adolescentes, han podido, de alguna manera, echar una mano y llevan días y días trabajando voluntariamente para devolver una parte de la normalidad a sus vidas.
También lo han hecho en buena medida sus docentes. Maestras, equipos directivos, profesores se han enfundado las botas de agua, han conseguido material de todo tipo y han ido a diferentes localidades a intentar limpiar calles, casas y centros educativos.
Otros muchos han puesto otra parte de su energía en darle vueltas a qué hacer con la DANA en sentido educativo. La importancia de que el currículo y la experiencia escolar sea cercana a la vida de niñas, niños y adolescentes parece una obviedad ante una situación así. Pero algunas de las cuestiones que podrán sacarse en claro de todo esto, pueden valer para otros territorios.
María Jesús Soriano es profesora de Geografía e Historia en el IES El Ravatxol, en la pedanía de Castelar, al sur de Valencia, muy cerca del nuevo cauce del Turia. La zona está afectada por la DANA, pero su centro, un poco más elevado que otras zonas, se ha librado de la peor parte. Ha pasado días y días trabajando en la limpieza de diferentes lugares. Ha tenido tiempo y energía, para junto con otros compañeros, poner en marcha un perfil de Twitter llamado Aules Solidàries (tienen una cuenta de correo: aules.solidaries@gmail.com). En él pretenden recoger materiales que puedan utilizarse en la vuelta a las aulas.
Cómo volver a las aulas
“¿Cómo vamos a volver a las clases? ¿cómo vamos a estar el primer día, como si no hubiera pasado nada?”. Estas fueron, explica, algunas de las preguntas que ellas y sus compañeros se hicieron y que se convirtieron en el detonante del proyecto.
“Llevamos muchos días trabajando, retirando el barro. Y no se nos ocurría cómo responder”, dice, de manera que pensaron en abrir una plataforma y responder de manera colectiva, entre quienes quisieran poner su granito de arena en todo esto.
Lo ocurrido puede ser muy útil para las clases, para “reflexionar sobre el papel de los medios de comunicación y la solidaridad” y poner en marcha el proyecto tiene que ver con “canalizar el esfuerzo de forma dinámica, creando conocimientos colectivos”. Entre las muchas propuesta que se han puesto sobre la mesa está la elaboración de pancartas de solidaridad, la recogida de alimentos o la creación de diarios de experiencias que puedan ser leídos por alumnado de otros centros, explica Soriano.
Explica que ella y compañeros de su claustro estuvieron hace unos días limpiando un centro en una localidad cercana. Allí se encontraron con chicos y chicas de su propio centro haciendo lo mismo. “Es muy sano, dice, para ir superando” lo ocurrido el “que nos veamos, que estrechemos lazos” más allá de lo académico.
Soriano cree que es importante que “los niños entiendan qué ha pasado, qué es una DANA y por qué han tenido que estar recogiendo”. Son cuestiones que pueden responderse desde los social, lo geográfico, a través de la meteorología…
Para ella, así como para sus compañeras y compañeros, el día siguiente, el día de la entrada de chicas y chicos por la puerta, no puede hacerse como si tal cosa, como si nada hubiera ocurrido, de manera que es importante que tanto docentes como alumnado puedan tener un momento para compartir.
“Profes y alumnado han vivido la misma experiencia. Por eso hay que atender a las emociones. Chicas y chicos han a tener delante a un profesor que lo ha vivido igual”, comenta esta profesora. Cree que es importante generar una conversación y cierta sinergia en relación a lo pasado.
Preparar(se) la acogida
Estos días pasados y los siguientes, como explica esta docente, chicas y chicos van a estar expuestos a mucha información, también a muchos bulos y falsedades. “Nosotros tenemos más capacidad crítica que ellos”, comenta al teléfono. “Necesitan la voz de los docentes, que paremos y reflexionemos. Esta tragedia, dice, nos tiene que dar la oportunidad de discernir” y también de pensar sobre el papel de los medios de comunicación en estos días, también sobre el de la solidaridad entre la sociedad. “No se trata de dar una clase magistral”, explica, pero sí es importante, por ejemplo, hablar de los barrancos, de qué pasará cuando ciertos compañeros vuelvan a clase.
En estos días, el CEFIRE (centro de formación del profesorado) ya puso en marcha formación continua para 5.000 docentes para intentar prepararles para el día después, para saber cómo afrontarlo con su alumnado. Se trata de la misma lógica, entiende Soriano, que les ha llamado a ellos.
“Debe haber mucha gente bloqueada”, explica. “Esta plataforma pretende ser una canal de comunicación entre los institutos, para poder asesorarnos entre nosotros”. Soriano habla de manera serena, con un punto de emoción en algunos momentos. “Esto va para largo”, afirma. El trabajo, por tanto, de los departamentos de orientación va a ser arduo.
“La salud mental ya es un problema desde hace años y todo esto lo va a agravar”, opina. Por eso cree hay que hacer un trabajo compartido por el profesorado hecho “con rigor”, es decir, haciendo caso de las recomendaciones de orientadores, psicólogos…
En su instituto, que prevé ser centro de acogida las próximas semanas, se decidió que las y los tutores asumieran la acogida y hablaran con chicas y chicos. Antes de eso, desde dirección se han puesto en contacto con su alumnado para poder conocer la situación de cada quién: si han tenido que lamentar daños personales o materiales.
De momento es difícil saber el alcance que tendrá la plataforma, si realmente conseguirá el objetivo deseado de crear o fomentar redes de profesorado que puedan ayudarse a afrontar las próximas semanas, o meses. “Ahora mismo, profes como los de mi centro, estamos todo el día dentro de la catástrofe y no hemos podido llegar a ver el alcance”.