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Vaya por delante que el principal problema de muchas familias es la mal llamada libertad de elección de centros educativos. Mal llamada, digo, porque la libertad, cuando no es común a todos los sujetos, no es libertad, es un privilegio. Muchas familias, por sus condiciones materiales de vida, se ven privadas todos los años de la capacidad de elegir centro educativo, con lo que tienen que resignarse a matricularles en aquel que tenga una plaza disponible. Familias sin documentación legal por lo impuesto por la Ley de Extranjería; niños y niñas que precisan plazas en centros preferentes por accesibilidad, discapacidad o diferentes necesidades; residencias temporales, condiciones de los progenitores… y, por qué no decirlo, la segregación que se ejerce en aquellos centros que niegan el acceso a determinadas familias. Por lo que sea.
Por otro lado, ejercer una libertad sin la información necesaria para tomar una decisión no es ejercer una libertad, sino poner en práctica la arbitrariedad. De ahí que muchísimas familias, en su loable intención de hacer lo mejor por sus hijos e hijas, se vean en una angustia tremenda cuando tienen que decidir en qué centro matricular. No quiero hablar de lo que supone para los centros educativos, que hacemos de la jornada de puertas abiertas el acontecimiento del siglo. Es nuestra única oportunidad de mostrar que somos la mejor opción, y no por nosotras mismas, que somos trabajadoras asalariadas, sino por el resto del alumnado y por el propio centro, cuyos recursos vemos disminuir progresivamente cuando no entran nuevos usuarios a disfrutarlos.
Es el único momento del año donde quienes me rodean me tratan como algo parecido a una experta en educación
En estas fechas tan señaladas, amigas, amigos, compañeras que buscan trabajo o destino y personas de diferentes índoles se acercan a mí para consultarme acerca de la elección de centros. Me preguntan que cuál es el mejor centro para sus hijos, que en cuál aprenderán más sus hijas, que dónde trabajarán mejor. Es el único momento del año donde quienes me rodean me tratan como algo parecido a una experta en educación, porque por lo general, las maestras no somos expertas en nada, pese a que llevemos décadas acumulando formación y experiencia. La mayor parte nos consideran iguales, e incluso inferiores en criterio y argumentación a sus cuñados, vecinas, amigos y primas, y qué decir de la madre del cole de sus sobrinos o el padre del equipo de sus hijas. Es difícil que nuestra voz se escuche con proyección, como sí se escucha la de los amigos médicos, abogadas, hosteleras, empresarios. Esos sí que son expertos. Nosotras, solo maestras.
Aun así, una maestra es mejor que nada, y como no todo el mundo tiene una amiga maestra como la tienen mis amigas, y no todo el mundo tiene la capacidad de preguntar, pero sí la inquietud por saber, vengo con un decálogo de consejos para elegir centro educativo, tanto si estás viviendo la angustia de escolarizar a tu hija como si eres docente y estás pensando en cambiar de centro. Madres, padres, compañeras y compañeros: no hay decisión perfecta. Intentemos, al menos, acompañarnos en ella:
1.- Si tienes que elegir, elige un colegio público.
Por obvias y evidentes razones de principios, yo recomiendo siempre esta opción, pero también porque en los centros públicos, las posibilidades de participar de redes institucionales y no institucionales mixtas y heterogéneas, es muy superior. En las escuelas públicas conviven muestras representativas de aquellos espacios en los que se ubican, salvo que sean reductos segregadores, claro. Como espacios públicos, se les puede y debe señalar y exigir, si no desde las instituciones, desde la ciudadanía, cosa menos probable en los centros privados y privados concertados, donde quien exige es la empresa junto con la ley de la oferta y la demanda. Los recursos dentro de los centros públicos (apoyos, medios materiales, espacios) se distribuyen de forma más equitativa que en los centros privados y privados concertados, y toda forma de discriminación que ocurra, porque nadie se salva, parte de una base institucional e interseccional, y no del ideario privado de un grupo de empresarios. Creo que esto es importante de cara a organizarse y a confrontar todo lo que creemos que puede mejorar.
2.- Prioriza el centro que esté más cerca de tu casa.
Hay quienes piensan que no es tan importante que el cole esté cerca de la zona de residencia, pero yo creo que sí lo es. Primero, porque un desplazamiento breve aporta autonomía a alumnado y familias. Segundo, porque permite encontrarse con la comunidad educativa en otros espacios públicos: parques, calles, bibliotecas, polideportivos, etc. Tercero, porque facilita la organización para la asociación y el apoyo mutuo y favorece las relaciones estables, así como lo recogido en el punto anterior.
3.- No escolarices solo porque conoces a alguien del equipo directivo o educativo.
La escolaridad obligatoria en España tiene una duración estimada de nueve años. Las maestras somos seres humanos, además de trabajadoras, y puede que no permanezcamos esos nueve años en el centro, por mucho que nos encaje el proyecto. También nos podemos torcer un camino a la salida del Carrefour o podemos asumir los cuidados de un ser querido, situaciones ambas que nos obligarían a solicitar un permiso o una licencia y parar temporalmente nuestra actividad laboral. Quizás esa persona que conoces conecta mucho con el proyecto hoy y te da seguridad, pero dentro de tres años cambia de parecer y ya no lo apoya, lo que tendrá un impacto en tu propia seguridad y en la de tus hijos e hijas. La estabilidad en la escolaridad no debe depender de una relación personal, sino de una relación familia-escuela institucional.
4.- Elige un centro en el que te veas participando.
Los centros educativos son espacios vivos, y, por tanto, al matricular a tu hijo o a tu hija estás asumiendo un compromiso de participación en esa vida. Elige un centro donde te veas participando en la manera en que sea. Recuerda que una escuela se construye con todos los sujetos que la integran y, por tanto, no llegas a un lugar estanco que va a absorber a tu hijo o hija, sino que pasas a formar parte de un equipo que va a contar contigo y va a necesitar que te involucres.
5.- Olvídate de lo que los centros muestran (mostramos) en redes sociales y web.
Es imposible, inviable, mostrar la vida de un centro educativo en internet. Por no ser, no es ni legal, ya que la protección de quienes lo integramos es prioritaria. No te vas a hacer ni una pequeñísima idea de lo que acontece en una escuela por lo que la propia escuela decida colgar en su blog, en su página web o en su Instagram. Recuerda la diferencia que hay entre las fotos de los anuncios de comida y lo que luego hay dentro de las cajas. La mejor forma de conocer un colegio es asistir en momentos cotidianos y públicos (entradas, salidas, fiestas, etc). Intenta ir y, una vez allí, pregunta, conversa, colabora, y verás rápidamente cuáles son las dinámicas de funcionamiento.
6.- Olvídate también de hacer un máster en metodologías antes de escolarizar.
Los métodos pedagógicos o metodologías son muchos, y tienen nombres que vas a escuchar por todos lados: aprendizaje basado en proyectos, aprendizaje vivencial, metodologías transformadoras, métodos con nombre propio, como Montessori o Waldorf, ABN… una vida no da para conocer ni entender todas. No se aprende de métodos pedagógicos en un año, ni en dos, ni siquiera en toda una carrera profesional. Un método es solo la respuesta que el centro ha elegido ante un aspecto, dentro del contexto con el que cuentan. Pueden hacerlo con o sin acierto, con o sin formación, pero lo que está claro es que los métodos son solo las respuestas, y aquí lo que interesa son las preguntas. Por eso, te recomiendo que preguntes en las jornadas de puertas abiertas que por qué han elegido esas formas de trabajar. Verás cómo la respuesta te da más y mejores pistas.
7.- En una escuela, todo depende de sus docentes y de los medios con los que cuenten.
Con o sin método, cada profe hace la diferencia. Que conecte contigo y con tus hijos/as no es algo que pueda asegurar ni el centro, ni el proyecto, ni el material, ni el contexto. Es el azar. No hay centro que tenga al personal perfecto, y el personal no siempre está en las mejores condiciones de hacer el trabajo. La vida en la escuela ocurre todos los días, en períodos de 45 minutos, durante al menos nueve años. Habrá buenos y malos momentos, habrá cursos memorables y cursos horribles. No hay nada que puedas hacer el centro ideal, salvo volver al punto 4 y pensar cómo, si hay problemas, puedes ayudar a encontrar soluciones. Y confiar.
8.- Pregunta al alumnado de la escuela para tomar la decisión final.
Tengo por costumbre preguntar a los niños y a las niñas por sus coles: qué les gusta de ellos, qué cambiarían, cuál es su parte favorita y cuál la peor. Si les gustaría estar en otro y por qué. Si saben por qué van a esa escuela, y no a otra. Preguntar a los vecinitos en el parque, a las hijas de las amigas, que son las que se parecen más a lo que va a ser la tuya dentro de unos meses, es absolutamente clave para saber cómo funciona una escuela.
9.- Foros de elección y centro y reseñas de Google: no, gracias.
Pregúntate en qué momento escribes en un foro de internet o pones reseñas en Google, y ahora imagínate escribiendo un post o poniendo una reseña hablando de tu pareja, de tu hermano, de tu madre. Participar en foros de elección de centros o poner reseñas a colegios es una práctica clientelar que no constituye una forma de participar, que normalmente emana de un momento de furor y que hace que la escuela parezca un restaurante. Nada más lejos de la realidad. Si lo lees por cotillear, de acuerdo, pero no lo uses como fuente fidedigna, por favor.
10.- Escolarizar no es tatuarse. Siempre hay opciones de cambio.
En el peor de los casos, si todo falla, cambiar a los hijos/as de colegio siempre es una opción. Muy especialmente en el caso de un niño o niña que esté sufriendo, el cambio es la mejor de las decisiones. Si hiciste caso al punto 2, los amigos y amigas del cole seguirán estando en las calles, los parques, las bibliotecas y los polideportivos, y se podrán seguir viendo si así lo desean, lo mismo que cuando salgan del colegio y empiecen otra etapa. De hecho, si has seguido los puntos anteriores, muy especialmente el primero, es muy posible que vuelvan a coincidir en el siguiente centro.
Estos diez consejos se encierran en dos: elige el cole más cercano a tu casa y recuerda que, elijas lo que elijas, lo haces con la mejor de las intenciones y por eso es una buena elección. Y que si no, casi nada es para siempre, y la escuela no es una excepción.