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¿ChatGPT nos hace más perezosos? ¿Podemos incorporar la IA al aula de manera segura y productiva? ¿Qué hacemos con los riesgos? ¿Cómo aprovechamos las oportunidades? ¿Nos puede ayudar la IA a trabajar habilidades de pensamiento crítico? En poco tiempo, la inteligencia artificial se ha convertido en una herramienta más dentro del repertorio del alumnado. Se trata, por tanto, de encontrar la manera de acompañar al alumnado en un uso crítico de estas nuevas tecnologías.
Este pensamiento crítico se cultiva, como nos explicaba Irene de Puig en esta entrevista. Es la actitud activa, curiosa y cuidadosa que busca comprender, cuestionar, identificar sesgos y reflexionar para extraer conclusiones propias y razonadas. Para que la inteligencia artificial tenga un impacto positivo en el proceso de aprendizaje del alumnado, es necesario aprender a usarla de manera juiciosa y evaluativa.
El objetivo de este artículo es proporcionar ejercicios y consejos prácticos para integrar la IA en el aula de forma crítica y consciente. Antes, sin embargo, es importante destacar algunas cuestiones técnicas. Primero, en lo que respecta a la privacidad, es fundamental no introducir el nombre del alumnado, ni el nuestro, ni ningún otro dato personal. Utilizar aplicaciones como ChatGPT implica una responsabilidad ética, aún más si trabajamos con menores de edad. Recomendamos leer los términos de uso de la aplicación que queramos emplear para ver si se alinean con nuestros valores y, si es necesario, buscar una alternativa que se adapte mejor a nuestras necesidades. Esta lista recoge diversas herramientas de IA para educadores y puede ser útil para encontrar alternativas. No obstante, el mundo de la IA avanza constantemente y seguramente aparecerán nuevas opciones (de hecho, no queremos dejar de mencionar Deepseek, el nuevo chat que ha revolucionado las redes en el momento de escribir este artículo).
Realidad vs. hype
«La IA no es una moda: es una herramienta que debe tener sentido educativo. Debemos aplicarla para acompañar al alumnado en su aprendizaje, permitiéndoles alcanzar los objetivos educativos», explicaba Azucena Vázquez, doctora en educación y tecnologías digitales y Directora de Transformación Digital en Escuela21, en una entrevista con Verificat. La IA ha generado un gran revuelo mediático y es importante detenerse a distinguir entre expectativas exageradas y realidad. No es una solución mágica para todos nuestros problemas ni será útil para todo lo que queramos hacer. El beneficio que podamos obtener dependerá de cómo la integremos. En un contexto educativo, esto significa que la inteligencia artificial será útil en la medida en que ayude al aprendizaje y desarrollo del alumnado. Precisamente aquí pone el foco el documento de la Comisión Europea Teaching with AI.
En un artículo para Media & Learning, Zac Woolfitt, profesor en la Universidad de Inholland, habla sobre las diferentes maneras en que su alumnado utilizó la inteligencia artificial en sus trabajos de clase. Observó que aquellos que la empleaban selectivamente obtenían mejores resultados, mientras que aquellos que dependían demasiado de ella producían trabajos genéricos y menos atractivos. En particular, Woolfitt destaca el uso de la IA para generar logotipos, que a menudo resultaban en diseños poco originales y requerían muchas más revisiones y modificaciones.
Si le damos a ChatGPT las instrucciones de un trabajo o el enunciado de un ejercicio, generará un texto que probablemente cumplirá con lo mínimo que buscamos, pero ¿será un buen trabajo? Woolfitt se encontró con que los logotipos diseñados por ChatGPT no eran originales. Si el alumnado introduce el mismo prompt en la IA, es posible que los resultados sean muy similares.
La falta de originalidad no es el único problema del uso acrítico de la IA. Otro aspecto que nos concierne en Verificat es la desinformación. Los modelos de lenguaje no se basan en la verdad, sino en la probabilidad. Utilizar ChatGPT como sustituto de Google (o de cualquier otro buscador) puede llevarnos a información incorrecta.
Si no funciona dar el enunciado de un ejercicio como prompt, y tampoco usar la IA para buscar información, entonces, ¿cómo podemos aprovechar esta herramienta de otra manera? ¿Cómo podemos enseñar al alumnado a hacer lo mismo?
Estrategias para integrar la IA en el aula
Partimos de una comprensión de los límites de la IA. Como ya hemos mencionado, no nos sirve como buscador ni siempre dice la verdad. La IA no «juzga» como tal, pero sí reproduce los sesgos humanos de los datos con los que ha sido entrenada. Es fundamental ser conscientes de esto y tratar los textos generados en consecuencia, contrastándolos y verificándolos.
- Para cuando no sabemos exactamente qué estamos buscando. La IA no es un buscador, eso lo tenemos claro. Pero, aun así, sí que nos puede ayudar a descubrir qué estamos buscando exactamente o en qué detalles debemos fijarnos.
- Un nuevo punto de vista. En el proceso de escritura o creación, podemos empezar proporcionando a la IA suficiente contexto para que trabaje. A partir de ahí, en lugar de copiar y pegar el enunciado de un trabajo, podemos pedirle que detecte errores en nuestro razonamiento, que aporte una nueva perspectiva o que señale los puntos débiles de nuestro texto.
- Inspirarnos. Este tipo de uso selectivo, aplicado a tareas concretas, puede ayudar a encontrar inspiración o a ver aspectos que se nos habían escapado. Se trata de usar la IA como un apoyo, pero manteniendo sobre nosotros la responsabilidad del razonamiento y la reflexión.
En los materiales didácticos de Desfake dedicados a la inteligencia artificial, una de las actividades que proponemos —basada en este vídeo de Javi Badia— ayuda al alumnado a encontrar usos creativos y conscientes de la IA y nuevas formas de incorporarla a su trabajo. En la actividad La IA en nuestro día a día, el alumnado, en grupos, diseña y elabora un prompt que sirva para preparar exámenes, trabajos, debates, etc., y luego crea un repositorio para que toda la clase pueda utilizarlo. El objetivo es que aprendan a usar la IA como una herramienta de apoyo y no como un sustituto.
Por otro lado, también hemos trabajado con ChatGPT para ver qué actividades proponía para desarrollar simultáneamente el uso de la IA como herramienta y el pensamiento crítico. Una de las actividades sugeridas era la revisión crítica de textos generados por la IA. Es decir, pedir al alumnado que genere un texto sobre un tema específico (por ejemplo, una opinión sobre un tema de actualidad) y luego analizar el texto para identificar posibles debilidades argumentativas o falacias, con el fin de mejorar su capacidad de evaluación crítica.
Otra actividad planteada por ChatGPT es la creación de un argumento para responder a una pregunta compleja. Consiste en proponer un dilema ético, lógico o una pregunta abierta y pedir al alumnado que redacte una respuesta sin consultar ninguna fuente externa. Después, pueden utilizar un chatbot para encontrar diferentes ángulos y perspectivas que quizás no habían considerado. El objetivo es desarrollar una postura argumentada, analizando las respuestas de la IA e incorporando, rechazando o modificando los puntos aportados por la herramienta.
Además de estas actividades concretas, ChatGPT también recomendó incluir siempre una actividad de metacognición sobre el uso de la IA. De este modo, se anima al alumnado a reflexionar sobre el proceso que han seguido, qué sugerencias han aceptado o rechazado y por qué. Hacer preguntas como: ¿Cómo me ha ayudado la IA? ¿He identificado los puntos fuertes y débiles de sus respuestas? ¿He seguido mis propias ideas o me he dejado influenciar demasiado?
La IA tiene un gran potencial para enriquecer el proceso de aprendizaje, siempre que se utilice de manera consciente y crítica. Integrarla en el aula puede ser valioso para fomentar el pensamiento crítico, pero el alumnado debe aprender a usarla como un apoyo que potencie su propia reflexión y razonamiento. Así, con una aplicación responsable, la IA puede transformar la educación, ofreciendo nuevas oportunidades de aprendizaje personalizado y creativo.