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Que las mujeres son mayoría en la docencia es una realidad en prácticamente todas las etapas educativas, salvo en la docencia universitaria y en las enseñanzas artísticas. En ambas están entre el 44 y el 46 % del personal docente.
Hay mucha diferencia, eso sí, dependiendo de las etapas. En infantil son el 97,5 % según los datos del Ministerio de Educación. Se trata de una etapa con unas condiciones laborales no especialmente buenas, en la que están sobrerepresentadas las tituladas superiores en FP frente a las maestras, lo que supone una importante diferencia salarial.
El porcentaje va descendiendo lenta pero inexorablemente a lo largo de la educación obligatoria y postobligatoria. Son el 82,3 % en los centros de primaria; el 72,6 % en aquellos que imparten primaria y ESO; el 60 % en los institutos que ofrecen solo secundaria obligatoria, y casi el 68 % en los centros que tienen desde primaria hasta bachillerato y/o FP. Vuelven a ascender hasta ser ocho de cada 10 profesionales docentes en la educación especial.
Son tres cuartas partes de las plantillas de las escuelas oficiales de idiomas y el 64 % en la educación de adultos. Eso sí, solo llegan a ser el 5 % de las enseñanzas deportivas (el 15 % en la pública y el 2,5 en la privada).
Para Paula Sánchez, directiva en un colegio público madrileño, cree que una explicación clara de esta situación «tiene que ver con la identidad docente y el acceso a la profesión». Con esto quiere decir que las mujeres tienen un rol social femenino «ejercemos posiciones de cuidado, acompañamiento y protección». Nuestro acceso a la profesión está condicionado por esta visión feminizada de las capacidades de las mujeres».
El problema está en que, cuando las mujeres acceden a puestos directivos «nuestro rol cambia radicalmente a un rol más gestor y más administrativo. Nosotras no accedemos a la educación para ocupar espacios administrativos y gestores, sino que accedemos para extender nuestro compromiso con los cuidados y con la protección de los niños y las niñas».
Diferencias según etapa (y autonomía)
Existen otras diferencias internas que imponen diferencias entre hombres y mujeres. La más rápida de ver es la de quiénes ostenta la dirección de estos centros. Aunque ellas han ido aumentando su porcentaje en los últimos años de forma imparable, todavía se encuentran diferencias llamativas. Más cuando se observan las diferencias en las comunidades autónomas.
Si en las escuelas infantiles, el 97,5 % son maestras, el 93 % de las direcciones las ocupan ellas; este porcentaje no para de bajar. En primaria más de 8 de cada 10 son maestras, mientras que 7 de cada 10 de las direcciones están en sus manos. La diferencia es de 13,5 puntos porcentuales. En Ceuta de 30 puntos; en Melilla, de 29,4. Comunidades como Andalucía (24,7 puntos); Murcia (22), o Castilla-La Mancha (20,6) también destacan. En la otra punta, Navarra o País Vasco con 4,5 puntos porcentuales de diferencia.
En los centros de primaria y ESO también resaltan. De media hay un 71,5 % de mujeres dando clase frente al 64 % de direcciones ocupadas por ellas. Según los datos de Educación, en Melilla no hay ninguna mujer ostenta este cargo, a pesar de ser 7 de cada 10 docentes. En Cantabria, solo el 24 %. En La Rioja, el 23,6; el 19,6 en País Vasco. En la otra punta, Ceuta, en donde todas las direcciones recaen en ellas, siendo el 72 % de las docentes.
De nuevo, en los centros en los que solo se oferta la ESO, las diferencias son notables. La media de profesoras es del 61 %, frente al 48 % de las directoras. En este caso es Murcia la autonomía que gana, con solo el 24 % de direcciones, frente al 59 % de docentes mujeres. Le sigue La Rioja, con el 28 % de mujeres al frente de los centros (62 % de docentes), o Ceuta, con un 28,6 % de direcciones frente al 57,5 % de profesoras.
Cierta excepción se encuentra en los centros de educación especial. Las docentes en ellos suponen, de media, el 83 % de sus profesionales. Ellas ostentan el 79 % de las direcciones. Hay importantes diferencias territoriales: en Baleares estos cargos son para el 60 % de mujeres frente al 83 % de maestras. Al otro lado de la tabla, en Ceuta y La Rioja ellas dirigen todos los centros, mientras que, en ambos territorios, con el 86 % de sus docentes.
Otras diferencias laborales
Estas diferencias, además del cargo, llevan aparejadas diferencias salariales de cierta importancia. A estas, habría que sumar las diferencias relacionadas con el tipo de jornada de trabajo. Aunque son relativamente pequeñas, están presentes.
Según los datos del Ministerio de Educación, las mujeres tienen algo más de parcialidad que los hombres en la educación pública. En el último curso con datos, el 22-23, el 9 % de las docentes tenían jornada parcial, frente al 8 de hombres. La tendencia en los últimos tres cursos ha sido hacia el aumento (muy leve) para ellas, y a la estabilidad en ellos. Eso sí, en lo referente a las jornadas no distribuidas, ellas salen peor paradas. Mientras que sus compañeros están en esa situación en el 0,1 % de los casos, ellas lo están en el 1,8 %.

La situación es diferente en el caso de la educación privada. Según estos mismos datos, son ellos quienes tienen una mayor parcialidad con un 28 % de los contratos frente al 24.4 % de sus compañeras. En los últimos cuatro cursos, para ambos grupos, la estabilidad ha sido la norma. De nuevo, los porcentajes de jornadas no distribuidas es la misma que en la pública, 0,1 frente a 1,7 % para ellos y ellas, respectivamente.
Según Héctor Aduar, responsable de pública de la FECCOO, hay que tomar con precaución estos datos en tanto en cuanto lo más probable es que no contemplen las peticiones de reducciones de jornada, licencias o excedencias por cuidado de menores o personas dependientes.
Esta cifra es clave. Mientras que en el sector privado es conocida la gran diferencia entre hombres y mujeres a la hora de acceder a este tipo de prestaciones, en la Administración Pública el dato es desconocido.
Para este sindicalista, además, el hecho de que en la privada hay más jornadas parciales entre hombres que entre mujeres puede responder principalmente a que este tipo de jornadas no están mediadas por el factor género y sí por el interés del profesorado novel por entrar en el mercado de trabajo e ir ganando méritos. Las jornadas parciales son menos solicitadas que las completas y es más sencillo comenzar a trabajar en ellas.
En cualquier caso, y atendiendo a las cifras generales, las mujeres son las que más medias jornadas tiene y las que en mayor medida solicitan reducciones de jornada por cuidado de menores o personas dependientes. En el sector educativo, tanto público como privado no tiene por qué ser diferente la situación. Esto no solo impacta en menores salarios reales, sino en la cotización a la hora de llegar a la jubilación.
El Instituto Nacional de Estadística también ofrece alguna información relacionada con las diferencias salariales entre hombres y mujeres en el sector educativo. Aunque no se trata de un dato demasiado fino, ofrece una visión clara, hay diferencias importantes entre las ganancias de unos y otras.
Según los últimos datos que maneja el INE, de 2022, había 3.000 euros anuales de diferencia a favor de los hombres que desarrollan su trabajo dentro de la Clasificación Nacional de Actividades Económicas (CNAE 2009) en epígrafe de educación. El problema de este dato es que está influenciado por una enorme cantidad de factores: la etapa educativa, el tipo de contrato (fijo o no), la jornada laboral, etc.
En cualquier caso, según el INE, en 2008 la diferencia entre hombres y mujeres fue de algo menos de 900 euros. En 2009, de 780. Un año después, con la crisis económica ya encima de la economía española, subió hasta los 2.600 euros. La menor cifra desde entonces hasta 2022 se produjo en 2018 y fue de 1.300 euros.