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El pasado 4 de marzo finalizó la consulta organizada por el Gobierno de Mazón y Rovira para determinar la «lengua base» en los centros educativos. Se vendió como un ejercicio de libertad y democracia, pero en realidad se ha convertido en una imposición de un modelo segregador que va a provocar graves perjuicios al sistema educativo. El caos que ha provocado, sumado a las enormes desigualdades entre la enseñanza pública y la concertada, la segregación lingüística que generará y el enfrentamiento entre familias y direcciones de los centros, hacen que esta planificación educativa basada en la consulta deba ser retirada de inmediato.
Un proceso viciado desde su origen
La consulta, promovida por la Generalitat Valenciana bajo la bandera de la «libertad educativa», ha supuesto, en realidad, la imposición de una política educativa sin base pedagógica. La decisión de cómo debe organizarse el aprendizaje de lenguas en el sistema educativo no puede quedar al albur de votaciones mayoritarias de padres y madres, sino que debe responder a criterios pedagógicos, de cohesión social y de garantía de derechos lingüísticos para todo el alumnado. Sin embargo, la ley aprobada por el Consell ha roto este equilibrio, sustituyendo el modelo plurilingüe anterior, basado en criterios técnicos, por un referéndum emocional que va a provocar graves problemas en los centros educativos.
Diferencias entre pública y concertada: la brecha educativa se agranda
Los resultados de la consulta han evidenciado una clara fractura entre la enseñanza pública y la concertada. Mientras que en los centros públicos la mayoría de las familias ha optado por el valenciano, en la concertada el castellano ha sido la opción mayoritaria. Esto significa que, en una misma ciudad, la lengua vehicular será distinta dependiendo de si el alumnado está escolarizado en un colegio público o en uno concertado, ahondando en la segregación lingüística y social.
El 42% de familias que no han votado: el conflicto está servido
Uno de los datos más alarmantes de la consulta es que un 42% de las familias no participó en el proceso. Sin embargo, la Conselleria ha decidido ignorar este hecho y aplicar los resultados como si representaran el sentir mayoritario de toda la comunidad educativa. Esto supone que, en muchos centros, una minoría de familias que sí ha votado ha decidido por la mayoría silenciosa, lo que va a generar enfrentamientos inevitables entre las direcciones escolares y las familias que no participaron o que ven cómo sus hijos van a estudiar en una lengua que no escogieron.
Los equipos directivos de los centros se encuentran en una situación insostenible. Tienen que reorganizar grupos con ratios descompensadas, grupos que pueden tener una concentración de alumnado con necesidad específica de apoyo educativo en la misma aula, lo que impedirá que el alumnado de ese grupo reciba una atención educativa adecuada. También tendrán que lidiar con padres y madres que exigirán explicaciones sobre cómo se ha aplicado una votación que, en muchos casos, no ha tenido la participación suficiente para ser representativa o el motivo por el que su hija o hijo tiene que ir a un grupo en el que la lengua base es distinta a la que han votado.
Las características de los grupos también van a generar debates entre el profesorado sobre quien coge cada grupo, lo que puede provocar que los grupos más complejos no siempre sean asumidos por el profesorado con mayor experiencia y antigüedad en el centro, con lo que serán destinados al último profesor o profesora que llegue al centro.
Un modelo lingüístico que destruye la cohesión educativa
El sistema plurilingüe vigente hasta ahora estaba enfocado a garantizar que todo el alumnado aprendiera las dos lenguas oficiales de la Comunitat Valenciana en un modelo inclusivo y de equidad. Con la aplicación de la nueva ley, en muchos municipios se crearán dos sistemas educativos paralelos: centros con mayor presencia del valenciano y centros con predominio del castellano, consolidando una división que nos aleja del objetivo de que el alumnado finalice la escolarización con pleno dominio de ambas lenguas.
Tal y como está configurado este modelo, el alumnado de las zonas de predominio lingüístico castellano va a finalizar sus estudios con una competencia lingüística exclusivamente en castellano, dada la poca presencia y uso social del valenciano en sus respectivos territorios, lo que les va a privar de oportunidades personales y profesionales en su vida adulta.
La falsa «libertad educativa» que defiende el Consell es, en realidad, la imposición de una política que perjudica la normalización del valenciano y que retrocede décadas en el camino hacia un sistema educativo plurilingüe y de calidad.
Conclusión: una ley que debe ser retirada
La aplicación de la nueva ley lingüística ha demostrado ser un error político y pedagógico. La falta de planificación, los problemas organizativos que ya están surgiendo y el enfrentamiento que está generando en la comunidad educativa hacen que esta ley deba ser revisada y retirada antes de que el desastre sea irreversible.
El sistema educativo no puede depender de consultas que dividen y enfrentan a la comunidad escolar. La planificación educativa debe basarse en criterios pedagógicos, no en mayorías circunstanciales que varían de un año a otro y que generan inseguridad en los centros. Es urgente dar marcha atrás a esta ley y restaurar un modelo que garantice la equidad lingüística, la estabilidad organizativa y el derecho de todo el alumnado a adquirir una competencia real en las dos lenguas oficiales de la Comunitat Valenciana.
Si el gobierno de Mazón no rectifica, no solo estarán condenando al valenciano a una desaparición progresiva en las aulas, sino que estarán destruyendo la cohesión educativa y social que tanto ha costado construir en las últimas décadas.
2 comentarios
Si alguien no va a votar, es su cosa, eso no es antidemocrático. al final, el o ella tiene que aceptar, lo que han votaron los que han votado
wenn jemand nicht mitwählt, dann ist das seine Entscheidung, das ist nicht undemokratisch, nicht zu wählen.
Yo quiero que también se haga oficial la jerga de mi barrio y se les enseñé a los niños. Aunque luego cojan un tren y no les sirva para nada. Eso sí, mis hijos a colegio privado.