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“La pedagogía social es una ciencia teórico-práctica que estudia la educación social y está orientada al desarrollo integral de los individuos y las comunidades a través del aprendizaje permanente y la transformación social”. Es la definición que se recoge en la UNESCO.
No seré yo quien critique esta definición. Es, sin duda, abierta y comprensiva, general, que quiere recibir en su seno a todos los campos y concepciones de la Pedagogía/Educación que han venido surgiendo en esta etapa de su construcción y desarrollo conceptual y epistemológico.
Sin embargo, no nos dice qué significa el adjetivo de social, ni el concepto de educación social, asuntos sobre los que recae gran parte de su carga conceptual y epistemológica diferencial o específica, aunque se hable también de comunidades, de aprendizaje permanente y de transformación social.
El adjetivo social para algunos es redundante, ya que toda pedagogía y educación son sociales, dicen, olvidando lo de educación individualizada, la histórica educación de príncipes, la educación particular, tutorial… La calificación de social aquí sería una denominación general, común como pudiera ser, por ejemplo, la de humano. No una denominación específica, contextualizada y epistémica o epistemológica, como se aplica a la Pedagogía Social o la Educación Social. En el mismo sentido que lo es en el área de conocimiento de “Psicología Social”, que recibió un apoyo inmediato y eso que, a primera vista, parece un oxímoron; esto es, dos palabras o expresiones de significado opuesto que buscan generar un nuevo sentido. ¿Por qué en Psicología Social sí y en Pedagogía Social no?
Debe quedar patente que en Pedagogía Social/Educación Social no estamos en contra de ninguna teoría ni filosofía de la educación, aunque nos gustaría que se hiciera también teoría de la educación social como se hace en otros pagos europeos (M.Winkler: Eine Theorie der Sozialpädagogik, Stturgart, Klett-Cotta). Tampoco estamos contra ningún tipo de didáctica general, al parecer desaparecida, ni específicas, ni mucho menos contra la didáctica de la educación social, aunque no deja de ser curioso e irónico, cuando menos, que en la titulación de Educación Social se impartan más créditos de didáctica que de Pedagogía Social. O el hecho de que haya más plazas de didácticas de la Educación Social que de la Pedagogía Social/ Educación Social, máxima cuando se duda o limita su estatuto científico y administrativo y, por ello y entre otras razones, no están desarrollados suficientemente sus contenidos, naturaleza y demarcaciones y, en consecuencia, una mayor investigación. En una ciencia y disciplina que está todavía en sus inicios, al menos en España, todas las fundamentaciones, ayudas y aportes son bienvenidos, pero sobran los palos en las ruedas, sobre todo cuando parecen ser críticas ideológicas, departamentales, administrativas, gremiales…
En 1992 el Ministerio de Educación se abrió a la discusión y solicitó áreas de conocimiento, antes de que se hablara de la globalización de la ciencia. Entonces, con el aval de 150 firmas de personas de la academia y profesionales de la Educación Social, se solicitó, con cierta precipitación e ingenuidad, un área específica de Pedagogía Social. Unos días después de aquello, se sumaron 50 firmas. El Ministerio no dio cumplimiento a dicha solicitud y así siguen las cosas hoy.
Ni que decir tiene que soy partidario de aquella solicitud por muchas más razones y garantías que entonces, por más que crea en la globalización de la ciencia en general y, de la Pedagogía «sin más», en particular. Incluso aunque en alguna universidad hayan suprimido su oferta por falta de demanda.
En la reflexión, conceptualización e investigación que en líneas generales se ha venido haciendo en las universidades del Estado Español, la Educación Social se ha entendido como praxis; esto es, como acción humana, como acción de relación, dialógica, de ambientación, de contexto, de convivencia, de dinamización social, de socialización, de culturización, de civilización, pero también de inclusión, inserción o reinserción, acción optimizadora, liberadora y transformadora. Una actividad que proyecta su praxis en la infancia, en la juventud, en la adultez o en la madurez, es decir a lo largo de la vida y en todo tipo de situaciones. Todas estas temáticas y realidades, se convierten en motivos de reflexión, de conceptualización e investigación, así como en la praxis profesional de los y las pedagogas sociales o, más comúnmente, llamadas, educadoras o educadores sociales. Todo ello es objeto de la Pedagogía Social/ Educación Social, reflejado en libros, revistas y reservorios científicos.
En estas primeras etapas, seguramente, ha venido prevaleciendo la reflexión discursiva y retórica, que busca ya desde hace tiempo una mayor investigación y evaluación de las evidencias posibles, en la medida de los medios personales, académicos y profesionales.
Por otra parte, deben acotarse y precisarse las conceptualizaciones, los campos de investigación y profesionalización e, incluso, las metodologías, las estrategias, las prácticas y técnicas, así como los métodos de investigación y evaluación de las acciones, de los proyectos y de las instituciones.
He leído que la Inteligencia Artificial acabará haciendo innecesarias las Ciencias Sociales así como su investigación. Me pregunto ¿De dónde van a sacar las IA generativa en castellano los datos y las informaciones, los hallazgos para construir sus aportaciones científicas a la Pedagogía Social/Educación Social?
Si hay un campo en continua transformación es el social. La inteligencia artificial, en su versión limitada, desactualizada, muda, desinformada e irreal, mostraría precisamente su incapacidad en los campos científicos de las llamadas Ciencias Sociales.
De aquí que la IA no evitará que investiguemos en Pedagogía Social/Educación Social, más bien todo lo contrario. Lo que sí nos va a obligar es al rigor, la concreción, la precisión conceptual y una mayor garantía de nuestras investigaciones. También a llenar las lagunas y los vacíos existentes hasta ahora, sobre todo en la IA. Estamos obligados y obligadas, reitero, a la precisión conceptual y al rigor metodológico, para que nuestras investigaciones sean entendidas y aceptadas en los ámbitos y reservorios.
La IA generativa actual parece ser capaz de hacer «descubrimientos» si se le hacen las preguntas adecuadas y se le dan los «patrones» investigadores utilizados en investigaciones previas y que no obtuvieron resultados. Eso sí, una persona es la que debe valorar si se ha obtenido dicho descubrimiento, puesto que la IA no sabe. En cualquier caso, esta debe estar bien alimentada e informada.
En conclusión, la investigación en esta materia, en esta ciencia en ciernes y en construcción, es una necesidad imperiosa, tanto para su conformación conceptual y científica como para la praxis profesional.
En otro orden de cosas, es también imprescindible la investigación para la misma docencia de la Pedagogía Social. Es necesaria la transferencia de la investigación a la docencia. Esta no puede hacerse sin aquella.