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En la novela Ha vuelto (Er ist wieder da), el escritor alemán Timur Vermes imagina un escenario delirante a la vez que perturbador: Adolf Hitler vuelve a la vida en 2014 y, lejos de ser rechazado, es acogido por la sociedad como una figura cómica, tanto, que se convierte en una estrella de los medios de comunicación.
Los alemanes reciben su discurso como una provocación que les confronta con su propia realidad y les sacude las conciencias, algo que, desde la sátira, revitaliza peligrosamente una ideología aparentemente minoritaria o desaparecida.
Algo similar está ocurriendo en España con el “revival” digital de Francisco Franco, quien ha resucitado en TikTok, YouTube o Instagram, en forma de meme o personaje cómico. Este regreso virtual de su figura está reescribiendo la memoria colectiva de una generación que no vivió la dictadura, pero ahora la consume sin filtro, condicionada por los algoritmos, las bromas y el falso revisionismo. Incluso himnos como el «Cara al Sol» se están convirtiendo en memes, perdiendo su verdadero significado al banalizar símbolos y hechos históricos importantes.
No estamos ante un fenómeno nuevo. La generación anterior utilizaba memes sarcásticos con la frase “Esto con Franco no pasaba” para burlarse de una situación o una conducta socialmente mal vista. Aunque, obviamente, no era la intención principal, este primer uso de la imagen de Franco puede haber conducido a una banalización de su figura y sus acciones por parte de la actual generación de jóvenes.
El papel de las redes sociales en el nacimiento de la “Francoesfera”

En plataformas como TikTok, YouTube o Instagram circulan miles de vídeos que trivializan o incluso ensalzan la figura de Francisco Franco. Esta nueva narrativa está calando especialmente entre adolescentes que no vivieron el franquismo, tampoco lo han estudiado en profundidad y consumen estos contenidos como puro entretenimiento, encerrados en una “burbuja” propiciada por los algoritmos de las propias redes sociales.
Estos algoritmos muestran a los usuarios contenido similar al que ya han consumido y les impiden el acceso a otros puntos de vista, de manera que únicamente reciben inputs con un sesgo ideológico que refuerza, una y otra vez, las mimas ideas. A ello hay que añadir la falta de filtros que controlen los discursos negativos, como el racismo, la xenofobia o la intolerancia.
Esta es la razón por la que uno de los hashtags más utilizados por los jóvenes en Tik Tok es #FrancoHaVuelto, una etiqueta que agrupa no sólo memes y vídeos paródicos de Franco, sino también testimonios ensalzando sus acciones. De este modo, está empezando a consolidarse en Internet un entorno conocido como la Francoesfera.
Un vacío educativo que las redes se encargan de llenar
Los adolescentes pasan por etapas en la que buscan formar su identidad, periodos en los que son más receptivos a mensajes simplificados que ofrecen respuestas fáciles. En este contexto, una enseñanza insuficiente del franquismo en los currículos escolares deja vía libre para todo tipo de desinformación.
Las consecuencias son más que evidentes: adolescentes que desconocen lo que significa una dictadura, que no han recibido ninguna noción sobre temas como la censura, la represión o la ausencia de derechos, llenan ese vacío con la ficción que viralizan las redes. De hecho, los docentes que intentan atemperar el impacto de las redes sobre los adolescentes, educando con pruebas acerca de lo que sucedió en España durante el franquismo, encuentran una gran resistencia en el aula porque los alumnos conceden mayor credibilidad a las redes que al docente.
La “infoxicación” también juega un papel relevante. Los jóvenes están expuestos una grandísima cantidad de información y no tienen tiempo para analizarla. Esto afecta claramente a su capacidad para distinguir lo verdadero de lo falso, y en último extremo, junto con el uso excesivo de redes sociales, puede impactar en su autoestima y en su salud mental.
¿Qué podemos hacer?
La solución está en enseñarles a evaluar lo que ven online. Padres, madres y educadores deben ayudar a los jóvenes a analizar la información de manera crítica, mostrarles cómo identificar noticias falsas y poner los hechos en contexto. Y, por supuesto, las plataformas digitales también tienen la responsabilidad de regular el contenido que publican y promover un entorno seguro.
Es fundamental hablar abiertamente con los adolescentes sobre lo que ven en redes sociales y reforzar la enseñanza de la historia de manera equilibrada y respetuosa. Al hacerlo, les ayudaremos a tener una mejor comprensión de la historia y a navegar el mundo digital con pensamiento crítico y valores democráticos. Juntos podemos lograr que se conviertan en ciudadanos informados y responsables.