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Sinopsis
La primera institución donde el niño o la niña se socializa es en la escuela, después del ámbito familiar. La escuela representa un espacio donde se pretende formar al individuo tanto para su propio desarrollo como para ser agente de cambio y evolución social. Sin embargo, en muchas ocasiones, la institución escolar reproduce patrones que no se han cambiado en mucho tiempo y necesitan de una transformación susceptible de mejora, tanto por parte del profesorado como por parte del alumnado. Existen contenidos de aprendizaje que, a pesar de no figurar en los marcos curriculares, se transmiten extraoficial e inevitablemente en la convivencia de los centros educativos. Los modelos humanos de conducta, dentro y fuera del aula, suponen una fuente de formación muy poderosa. Una formación que, al estar reforzada por las emociones y la experiencia personal, dejará una huella imborrable en nuestra memoria.
Luisa Milagros de Lucas Sanz es diplomada en Profesorado de EGB (Lengua Española e Idiomas Modernos) y Licenciada en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Alicante. La mayor parte de su actividad docente se ha desarrollado en Formación de Adultos. Ha publicado materiales didácticos de Lengua Castellana para adultos. Ha organizado proyectos de centro y de formación de formadores sobre Animación Lectora como objetivo interdisciplinar. La Educación para la Salud es otro de los campos de interés en los que ha desarrollado planes y actividades didácticas dirigidos a personas adultas sin educación básica. También ha coordinado actuaciones de mejoras educativas orientadas a la sensibilización social sobre la necesidad de formación instrumental básica de la población adulta. En Editorial Popular ha publicado también La escuela vacía, Madrid, 2021.
Reseña
La autora del libro ha sido muy valiente al contar los relatos que nos estremecen al leer este libro. Nos sentimos identificados con ella porque sí que ha sido capaz de mostrar los entresijos de una escuela viva, donde cada día pasan “cosas”, tanto en las relaciones con el alumnado, como entre las relaciones del profesorado, y no son precisamente siempre agradables. Nos dice la autora que los relatos que presenta están basados en experiencias reales, vividas directa o indirectamente en el contexto educativo.
En los centros educativos se pasan muchas horas en estrecha relación con el alumnado, es necesario que comprendamos que nuestra forma de ser y actuar está sirviendo de modelo en el proceso de desarrollo del alumnado, formando su identidad personal, social y cultural. “Esta es la gran responsabilidad ético-moral y el fin último del proceso educativo: la socialización”.
Esta socialización implica que el profesorado se empeñe en hacer que el alumnado “respete las normas, los valores y principios de convivencia y que posea un pensamiento autónomo que le capacite para vivir sus derechos y asumir responsablemente sus deberes”.
Cuando un centro respeta las premisas anteriores, tanto el profesorado como el alumnado conviven en un clima más favorable para la educación y el aprendizaje comprensivo. Mientras que en los centros donde solo se instruye y se siguen unas pautas solo para el futuro laboral del alumnado, la convivencia se enturbia y surgen más problemas de convivencia, derivados fundamentalmente del abuso de autoridad y la poca atención personal al alumno o la alumna.
En estos relatos encontraremos verdaderos problemas sociales que se siguen produciendo en el tiempo y que, a pesar de disponer protocolos oficiales para erradicarlos, no hay forma de acabar con ellos. Hablamos del suicidio, de la violencia de género, del adoctrinamiento, del abuso infantil, del acoso… “ La educación debería ser el eje vertebrador de toda la actividad política social”.
La autora finaliza el prólogo diciendo que sería altamente beneficioso para todos hacer de la ética uno de los pilares fundamentales de la enseñanza y un área curricular constante en todos los niveles académicos, incluido el universitario.
La narrativa es muy amena y se lee bien. El conocer de antemano que son vivencias reales da veracidad a los hechos. Si además has estado trabajando treinta y seis años en diferentes etapas educativas, te hace pensar en los hechos muy parecidos que has vivido y no te deja indiferente. Algunos de los relatos los he leído como si fuera una más del grupo, la autora nos lo hace sentir con una calidad excepcional.
En definitiva, un libro que nos llevará a la reflexión sobre cómo relacionarnos con el alumnado y el profesorado y también cómo podremos mejorar estos valores que harán que el alumnado sea más autónomo y contribuya a la transformación social del entorno en el que se mueve.
“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no existimos y, sin responsabilidad, quizás no merezcamos existir” Saramago.
Para saber más:
Blog personal de la Dirección en un Instituto de Educación Secundaria. “La Colina de Peralías”. Dolores Álvarez Peralías.

