ChatGPT es un software de libre acceso. En la web puedes lanzar una pregunta que él la responde según unas ciertas características. Tal es el punto que puede llegar a escribir composiciones completas que hoy por hoy ya se están utilizando en el sector educativo. Una nueva vuelta de tuerca al concepto clásico del Rincón del vago.
Linda Castañeda es doctora en Tecnología Educativa y profesora titular en la Universidad de Murcia. Hablamos con ella de las implicaciones que un software de esta clase puede llegar a tener en las universidades. Explica que aunque ahora ChatGPT ha saltado a la palestra el uso de IA no es especialmente nuevo en el sector educativo y que ya hace algún tiempo que se vienen usando herramientas, tal vez no tan sofisticadas como esta.
Ya hace tiempo que se usan programas para detectar cuándo el alumnado ha hecho un trabajo a base de copiar y pegar textos de otros. De ahí se pasó a herramientas que eran capaces de parafrasear, «es difícil que sea detectado», comenta Castañeda.
Esta doctora tiene claro que el problema no es tanto el uso de este tipo de herramientas informáticas para la elaboración de textos. «Nos hemos empeñado durante todo el desarrollo de la tecnología en cómo vamos a hacer otra tecnología que evite que nos engañen» pero, para ella, «el asunto es qué significa escribir un trabajo académico, algo muy complejo».
En una conversación informal, una docente universitaria comentaba cómo una de sus alumnas le había entregado un trabajo plagiado de arriba abajo. Solo había cambiado el nombre de la autoría del texto. Una búsqueda rápida le había dado la respuesta a sus dudas. La alumna, suspendida, había pedido revisión con ella. Las normas de la Universidad eran claras, según explicaba. La docente debería haber avisado a los servicios jurídicos de la universidad para que tomaran cartas en el asunto. Así se lo hizo saber a la alumna que, en un alarde de ignorancia o de huida hacia adelante, aseguraba que no sabía que se trataba de un plagio.
«Parece que nuestro objetivo como profes es que no nos engañen, no que los estudiantes aprendan X, sino que no me engañen», continúa Castañeda. Para esta profesora, la clave pasa porque el alumnado comprenda que la cosa pasa por no engañarse a sí mismo, porque aquello que vaya a hacer en la escuela, la universidad, no sea como hacerse trampas al solitario.
Rafael Porlán es catedrático de la Universidad de Sevilla. Dedica buena parte de sus esfuerzos, desde hace años, a la formación docente del profesorado de la institución en la que trabaja. Cree que cuestiones como las que plantea la IA no son más ni menos que una «crisis del modelo transmisivo tradicional». Él apuesta por modelos activos, de proyectos de investigación.
Según su opinión, cuando el alumnado utiliza este tipo de trucos no hace mucho más que responder al propio sistema de enseñanza. «Si el modelo me ignora, copio; busco trabajos para evitarme esfuerzos», asegura.
Desde su punto de vista es necesario que «todo lo que el alumno pueda hacer, lo haga». De esta manera, «los docentes organizamos el trabajo para que el alumnado agote su capacidad y, después, tirar de ellos y que lleguen más lejos». Y cita a Vygotsky y su teoría y su teoría del desarrollo próximo. «Si te pongo un reto, te muevo, la gente se crece», asegura Porlán, quien tiene claro que «lo que producen tiene limitaciones, pero ya se han involucrado y, a partir de ahí, puedes pedirles mucho más».
Castañeda da clases a quienes serán el futuro de la profesión docente. Es consciente de que su alumnado hoy por hoy ya está hacen uso de ChatGPT para algunas de las cosas que se les piden desde la Universidad. «Sé que están usándolo para resolver tareas sencillas. La idea es cómo hacer que sean conscientes del potencial que tiene y que eso mismo se lo harán sus estudiante». Por eso insiste en que lo importante es «generar tareas que tengan relevancia y que con ChatGPT le puedan ser de utilidad».
La misma profesora que hablaba del plagio de una de sus alumnas, también señalaba cómo en algún máster con un gran volumen de alumnado extranjero era más o menos sabido que los trabajos finales que se pedían los compraban a terceras personas. Entre otras cosas, porque no dominaban el castellano como para haberlos elaborado.
«Ser capaz de reproducir la información hace tiempo que no es lo más importante del aprendizaje o de la educación», afirma Castañeda. Para esta doctora está claro que el contenido, siendo relevante no es lo sustancial de toda esta cuestión. Sobre todo «porque habrá otra herramienta que lo pueda reproducir».
Para ella, herramientas como ChatGPT, ahora mismo, producen mucha sorpresa pero «no está ni mucho refinado, ni es infalible ni las respuestas son brillantes» y vuelve al inicio: «la pregunta es hasta qué punto estamos dando a nuestros estudiantes algo más que una respuesta ramplona, hasta qué punto hacemos propuestas a los estudiantes que les pidan ir más allá».
«Si eso pretendemos de los humanos, que trasciendan, tendremos que hacer que la escuela a la que asistan, les enseñe a ser trascendentes y pensar más allá», asegura Castañeda. «Tenemos que plantearnos cosas serias», zanja.
Esta doctora también asegura que es importante ver los posibles usos de herramientas de inteligencia artificial. Habla de cómo algunos compañeros las utilizan para, por ejemplo, crear algunos contenidos introductorios: «Los 5 libros clave sobre no sé qué. Para empezar, viene bien. O preguntarle cuáles son las 5 tesis más relevantes» en algún tema concreto para luego comentarlo en la clase.
Todo esto, además de suponer un acicate para cambios metodológicos, también puede suponer la obligación de cambiar los modelos de evaluación, como explica Castañeda, «para que no acabe evaluando a ChatGPT». «La evaluación debe ver si el alumno aprende. ¿Qué significa esto? Es algo que le pregunto a otros docentes. Qué significa en tu materia que el alumnado aprenda. Habrá que responder a esto en un mundo en el que la IA está al alcance de la mano. Ya no pasa en las películas o la ciencia ficción».
3 comentarios
chatGPT, presenta una perspectiva de conocimiento aumentado en sinergia con el docente y estudiante, en base a procesos de interacción. El gran desafío, está en integrar el contenido y pedagogía, con las tecnologías de la Inteligencia Artificial, hacia el fin mayor que es el aprendizaje adaptativo.
Con que puedan hacer una regla de tres… o sepan dividir… El problema no es pedagógico es de no entender que existe una autoridad y un castigo. Los alumnos no tienen claro que están en un sistema jerárquico y que la única manera de escapar de él es aprobando los exámenes y graduándose
Si consideramos que el mecanismo de IA lo que hace es ordenar datos, y maneras de interactuar con esos y otros datos, aparte de presentarlos en un lenguaje digamos «natural», mi pregunta es qué aprendió.
¿Es aprender repetir, memorizar, priorizar y presentar de manera aparente?
Entonces este dispositivo se ha convertido en un espejo de nuestra opinión.
¿O es aprender el conocer cómo estamos diseñados, el conocer nuestra relación con la naturaleza y el contexto en el que nos desarrollamos, el conocer nuestro origen y para qué sirve todo?
Entonces otro elemento que ya está dentro del ser humano será el que puede acompañarnos en este proceso de aprender y conocerse de verdad a uno mismo.