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Los datos, aunque todavía es pronto para afirmaciones categóricas, empeoran en términos de repetición escolar. En el curso 19-20, el del confinamiento, el llamamiento desde el Ministerio para que el profesorado fuera más flexible con las calificaciones dadas las circunstancias tuvo un cierto efecto. Efecto que se ha visto rápidamente revertido, al menos en parte, un año después.
Aunque las tasas de idoneidad no han visto grandes cambios, sí puede percibirse que la constante mejoría en las cifras, es decir, en el número de alumnos y alumnas que se encontraban en el curso que les correspondía por edad, se ha visto ralentizada, cuando no estancada (sobre todo en los últimos años de ESO).
Repetición por sexos y etapas
Echar un vistazo a la repetición siempre es un ejercicio de desagregación en el que hay que tener en cuenta el territorio, los cursos, etapas y sexos de quienes repiten. En el siguiente gráfico puede verse la evolución de la tasa de repetición en secundaria obligatoria la última década, por sexos y en total.
Históricamente los chicos han repetido más que las chicas. Nada ha cambiado en este sentido, seguramente porque, más allá de registrarse el dato, no ha habido políticas encaminadas a reducir esta brecha entre géneros.
En cualquier caso se aprecia el impacto que tuvo el confinamiento en la repetición de curso, con una caída del 50 % en todas las tasas. El curso siguiente, el último que contempla la estadística oficial, no se llegan a recuperar las cifras previas, pero se quedan muy cerca.
En el caso de la primaria, los datos son algo diferentes, puesto que la estabilidad en la repetición es constante salvo en dos momentos. En curso 2015-16 en el que hay un repunte de la tasa, seguramente relacionado con la entrada en vigor de la Lomce en los cursos pares de primaria. El otro momento es, precisamente, el curso siguiente al del confinamiento, en el que hay un importante descenso, curso en el que prácticamente se igualan los datos de niñas y niños. En el caso de primaria, el curso siguiente a la bajada supuso una vuelta a la «normalidad» previa a la pandemia.
Caso aparte merecería el bachillerato, una corta etapa en la que, se supone, ya se ha destilado a quienes van a seguir la vía académica. Para atender mejor la tasa de repetición en este caso, hay que mirar a lo que ocurre en ambos cursos, puesto que las diferencias son muy notables. Las diferencias por sexos también son relevantes en este caso.
Sobre lo que ocurre en los grados medios de FP, la estadística es más complicada dado que no se recoge directamente la tasa de repetición, sino otras variables como la duración media de la titulación. Eso sí, al acceder a la estadística no aparecen los datos correspondientes y se señala que no están por su escasa representatividad.
Repetición por autonomías
La repetición es realmente muy poco homogénea entre las diferentes comunidades autónomas. En el siguiente mapa pueden verse las importantes diferencias porcentuales en esta tasa entre los territorios. Se trata del mapa de repetición en primaria. Solo con mirar el arco mediterráneo pueden verse las importantes diferencias entre Cataluña, la comunidad en la que menos se repite, con un 0,6 %de repetidores. Al sur, la Región de Murcia es la autonomía en la que más se hace repetir a niñas y niños. Lo hacen el 4.9 %.
Las cifras en secundaria obligatoria siguen otros derroteros, aunque Cataluña sigue siendo la comunidad que menos obliga a repetir a su alumnado, con una tasa del 2,7 %. En la otra punta de nuevo está Murcia, que cuadruplica la cifra y hace repetir al 11,7 % de su alumnado de secundaria obligatoria.
Sí hay una diferencia con los datos de primaria (si no se tiene en cuenta la multiplicación de las repeticiones en todos los territorios). La homogeneidad es mayor y son muchos más las autonomías que se encuentran en la parte media alta de la tabla, con una repetición por encima del 7 %.
Si se echa un vistazo al mapa de la repetición en el bachillerato, la imagen del mapa es bastante distinta, aunque Murcia sigue siendo la comunidad en la que más se repite, con una tasa del 11,7 %. Le sigue, curiosamente, Castilla y León, que en las otras etapas conserva un perfil más bajo, con el 11,6 %. En el extremo contrario hay un gran bloque en toda la franja norte del país alrededor del 5 % de repetición, sin que Cataluña destaque como en otros momentos.
Repetición por titularidad
Tal vez no sorprenda demasiado ver las gráficas relativas a la repetición cuando se mira a la titularidad del centro. En el sistema público el porcentaje de repetición es insistentemente mayor que en la privada concertada. Caso a parte tal vez merezca la privada sin concierto en la que es prácticamente 0 el porcentaje de quienes han de repetir.
En esta gráfica puede verse la evolución en educación primaria. Como se ha observado en otras, hay un pequeño repunte con la implantación de la Lomce y una gran caída durante la pandemia con el repunte posterior.
En la secundaria obligatoria la gráfica se mueve de la misma manera que en primaria, con el ligero repunte Lomce y la caída de la Covid-19. Eso sí, la distancia entre pública y privada, con y sin concierto, es más bastante mayor que en el caso de primaria. Bien es cierto que es en la ESO cuando la repetición de agudiza con fuerza, aunque es de justicia decir que la distancia entre titularidades ha disminuido en los últimos diez años, desde los 7,2 puntos que las separaban en 2011-2012 a los 4,5 de 2021-2022.
En bachillerato las diferencias entre pública y privada (aquí la estadística no distingue los conciertos, a pesar de que hay comunidades autónomas que los han desarrollado en esta etapa no obligatoria) con mayores que en la ESO. Eso sí, la reducción de las distancias ha sido también abrumadora. Hace una década había casi 11 puntos de diferencia y el último dato registra la mitad, 5,3 puntos entre ambas redes.
Si algo está claro cuando se mira a la repetición es que no es un indicador sencillo, sino extremadamente complejo en el que, muy probablemente la cultura de la comunidad educativa tenga la mayor parte del peso, detrás de la situación socioeconómica de cada estudiante, como factor principal.
En lo relacionado a las diferencias según el sexos de quien repite, la construcción de una sociedad patriarcal en la que los chicos sienten menos presión por conseguir destacar en los estudios o que, incluso, puedan verse impactados por algunos sesgos docentes.
Sería interesante también conocer el impacto de las familias en las tasas de repetición dado que no es solo una cuestión en la que el profesorado tenga la última palabra.