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En febrero de 2022 se presentaba la nueva plataforma acontra+, un nuevo servicio de suscripción y alquiler de cine y otros contenidos audiovisuales, creado por A Contracorriente Films, una distribuidora y productora de cine de capital español, que desde 2009 desarrolla una actividad intensa e innovadora en el sector, en consonancia con el nombre escogido de la entidad, promocionando de forma activa la exhibición, la edición, la recuperación de la memoria cinematográfica y los festivales de cine, que actúan de elementos catalizadores de la divulgación de la cultura y del entretenimiento.
En ese contexto, un año después de la puesta en marcha de la plataforma, acontra+ es pionera al ofrecer un servicio diseñado especialmente para colectivos en general (cinefórums, colegios profesionales, centros cívicos y culturales, parroquias, etc.), y, en especial, para el sector educativo, tanto escuelas como institutos, universidades o centros educativos de cualquier índole. El nuevo servicio permite al personal docente planificar y programar con mayor facilidad el uso pedagógico del cine en las aulas, con un acceso fácil y legal a las películas y series disponibles en la plataforma, con títulos variados, numerosos, multidisciplinares y en continua actualización semanal.
Las tarifas son mensuales o anuales, con facilidad para la suscripción, posibilidad de renovación, y posibilidad de cancelarla cuando el usuario lo desee, como es habitual en este tipo de plataformas. Lo singular es que el cliente es la entidad y el usuario puede ser todo el personal docente del centro, lo que hace que sea muy competitiva y atractiva la oferta en sí, con servicios adicionales como fichas pedagógicas de una selección de títulos para facilitar la labor de preparación de la sesión en cuestión.
Que las producciones audiovisuales tienen un interés artístico es evidente, convirtiéndose a lo largo del siglo XX en una parte fundamental del entretenimiento y la cultura de la sociedad actual. La cuestión a plantear es cómo utilizar este recurso como herramienta pedagógica, contribuyendo a la vez a un proceso de educación de la mirada en los infantes y adolescentes espectadores. Espectadores que no sólo lo son en el hogar o en las salas de cine, también lo pueden ser en el aula. Se trata de un nuevo proceso de alfabetización que se manifiesta en un contexto de una sociedad altamente influenciada por la comunicación audiovisual en todos los sentidos, y por una presunta adicción a las pantallas, especialmente en estudiantes de institutos y universidades.
El joven Thomas, interpretado por Louis Vazquez, protagonista de Volando juntos (Donne-moi des ailes, 2019), es un buen prototipo de ese perfil descrito, y más teniendo en cuenta que la historia se inspira en un hecho real. Dirigida por Nicolas Vanier, la película es un alegato a favor de la conservación de las especies y la biodiversidad, de denuncia de los efectos del modelo de sociedad sobre la naturaleza y, sobre todo, es un ejemplo de lo que podemos hacer cada uno de nosotros a nivel individual. Thomas es un adolescente obsesionado con los videojuegos, molesto por tener que pasar parte de sus vacaciones con su padre, un científico dedicado al estudio de los gansos salvajes y sus procesos de migración, viviendo en un lugar idílico en plena naturaleza… sin cobertura, Internet o televisión. ¿Puede haber algo peor? O, mejor dicho, ¿puede haber algo mejor?
La curiosidad del joven, huyendo del aburrimiento, lo convierte, de forma fortuita, en la “madre” de una manada de gansos a los que deberá de enseñar, con la ayuda de un ultraligero, cuáles son las mejores rutas migratorias hacia el norte del continente europeo, plagado de todo tipo de barreras, físicas y burocráticas. Con una fotografía prodigiosa y fascinante, un ritmo aventurero y una trama que captará emocionalmente la atención del espectador, el largometraje es sin duda un recurso adecuado para clases de biología, geografía, ciencias sociales, lengua o para fomentar la educación en valores para un público, el estudiantado, que, con toda probabilidad, tiene desarrollado un estilo de aprendizaje que le capacita para ser cómplice de un profesorado que quiera promover la comunicación, la interacción y la motivación a través del cine.
Esa capacitación y habilidad para el uso de las tecnologías de la información en nuestra sociedad hace que esta generación de jóvenes sea especialmente candidata a ser más receptivos al uso de películas de ciencia ficción desde un punto de vista sociológico, especialmente, cuando se trata de tecnología verosímil que podríamos tener disponible en pocos años. La película Un amigo para Frank (Robot & Frank, 2012) podría ser un buen ejemplo para ello. Frank, magistralmente interpretado por Frank Langella, debe aceptar la imposición de sus hijos de tener un asistente personal que cuide de él, debido al avance despiadado del alzhéimer y la lejanía de la familia, que no puede atenderlo en el día a día.
La clave de la trama es que la solución es contratar a un robot asistencial, que hace a la vez de infermero, de cuidador… de amigo. La película es una buena herramienta para analizar aspectos filosóficos como la identidad, aspectos sociales como la soledad en la vejez, o aspectos económicos como la longevidad actual y las necesidades de asistencia. También es un buen recurso para contemplar los síntomas de la enfermedad, su progresión y la forma en que se manifiesta de forma progresiva. Y un debate de máxima actualidad: de cómo la inteligencia artificial se está convirtiendo en un factor fundamental en la sociedad actual, y hasta qué punto podemos llegar a depender de ella, reflexionando sobre la seguridad, las consecuencias o las responsabilidades legales, entre otros temas, que seguro podrán idear el estudiantado y el profesorado en la clase.
El cine es, además, una base testimonial de gran importancia que puede utilizar el docente en el mismo espacio del aula, constituyéndose en una herramienta virtuosa para poder abordar en el aula una gran diversidad de contenidos temáticos y socioculturales desde diversas perspectivas: histórica, económica, cultural o, también, desde la perspectiva de género. Un ejemplo fascinante de todo ello lo constituye la película Su mejor historia (Their Finest, 2016), donde la actriz Gemma Arterton interpreta a una asistente de un guionista de cine durante la segunda guerra mundial. La joven empoderada acabará consiguiendo participar de forma activa en el guion del encargo que reciben del gobierno británico de producir una película patriótica, con el ánimo de levantar la moral de las tropas inglesas, tras los bombardeos de la aviación nazi sobre Londres. El propio proceso creativo de una película como motor del argumento dramático en un contexto histórico real es un punto de partida muy sugerente, ideal para captar la atención de la audiencia.
Estas tres películas están disponibles en la plataforma acontra+, estas y muchas más. Su catálogo es extenso, con títulos nacionales e internacionales, con diversidad de géneros y épocas, con documentales de arte, con grabaciones de óperas y ballets, y con una amplia oferta de producciones emblemáticas de animación. El trabajo de prospección a la búsqueda de la película ideal para el tema a tratar en clase es un procesos apasionante… y ahora posible. Ahora ya no hay excusas. Ahora hay una oportunidad inédita hasta hace poco, y que está en manos de los centros educativos que sea factible, para poder usar el cine como recurso pedagógico de forma fácil y legal.