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Sentir tristeza, desesperanza hacia el futuro y dificultad o problemas para conciliar o mantener el sueño son algunas de las manifestaciones expresadas en un cuestionario por parte de más de 6.000 chicas y chicos, estudiantes de ESO de institutos de las comarcas de la Catalunya Central. Son las variables que sirven para evaluar el estado de ánimo de estos adolescentes y el recuento revela que el 18,6% de ellos tienen un estado anímico bajo. El dato que llama la atención es que en el caso de los chicos, sólo un 11,6% acusan este estado bajo de ánimo, mientras que en las chicas el porcentaje sube hasta el 25,1%.
La diferencia entre géneros se explica principalmente, según el equipo de investigación, “por factores contextuales que también se relacionan con el estado de ánimo. Tiene un papel muy importante la violencia sexual que sufren las chicas, pero también afecta al hecho de que las adolescentes dedican menos tiempo a realizar actividad física que los chicos (el 57% no llega a los mínimos recomendados por la OMS). También son determinantes el hecho de ser inmigrante, hacer dieta y fumar tabaco a diario que se asocian igualmente con un estado de ánimo bajo únicamente en las chicas. En cambio, el consumo de riesgo de alcohol sólo se asoció a los chicos.
Por lo que respecta a las variables sociales de exposición, se observa una mayor prevalencia de estado de ánimo bajo tanto en chicos como en chicas con una situación socioeconómica desfavorecida. Tener notas más bajas, abusar del teléfono móvil o sufrir acoso son otros factores asociados que no parecen tener diferencias de género. En el lado contrario, la mayor parte de la diferencia entre géneros en la prevalencia del estado de ánimo bajo se debe a haber sufrido violencia sexual.
Foco en el estado de ánimo
Tal y como explica la investigadora de la UVic-UCC que ha liderado el estudio, Helena González-Casals, el grado más alto o bajo del estado de ánimo lo delimitan haciendo una estimación de las respuestas de los síntomas como la tristeza y la su frecuencia e intensidad, los problemas para dormir, si son más o menos puntuales, y todo lo que se pide en la encuesta. «Sabemos que un estado de ánimo bajo no necesariamente lleva a sufrir una depresión, pero sí se sabe que, un bajo estado anímico prolongado en el tiempo sí puede derivar en un diagnóstico de depresión o ansiedad, que contribuye».
Por eso, uno de los objetivos de esta investigación es identificarlo para poder realizar una acción preventiva, haciendo que el estado anímico bajo no se haga crónico.
Pero no es la única intención de la investigación -precisa González Casals-. «También queremos describir este fenómeno para ver hasta qué punto está pasando y encarar los resultados hacia acciones de promoción que impidan llegar a un estado de ánimo bajo prolongado en el tiempo». Es decir, el trabajo de investigación estudia la situación y cómo se relaciona este estado de ánimo con otras variables y, a partir de ahí, los datos están a disposición de quien quiera desarrollar alguna actuación.
Por tanto, los resultados de esta investigación, publicados en abierto en la revista Journal of Affective Disorders, pueden ser útiles para realizar un trabajo preventivo y detectar malestares y sintomatología antes de que se produzca un empeoramiento o cronificación y se pase de un estado de ánimo bajo a trastornos más severos, como podrían ser la ansiedad o la depresión.
La investigación la ha realizado el grupo interuniversitario Epi4Health, participado por la Universidad Abierta de Cataluña (UOC), el campus Manresa de la Universidad de Vic-Universidad Central de Cataluña (UVic-UCC) y la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Y los datos que se han trabajado forman parte del proyecto liderado desde UManresa (Universidad de Vic, Universidad Central de Cataluña), DESKcohort, que consiste en realizar un seguimiento a lo largo del tiempo de las personas de 12 a 18 años escolarizadas en centros educativos de la Cataluña Central para analizar su comportamiento o aspectos relevantes que pueden afectar a diferentes aspectos sociales de su vida, su educación o su salud.
Estado de ánimo cambiante
Según se explica en el portal Faros del Hospital de San Juan de Dios de Barcelona, el estado de ánimo, triste o irritable, la mayor parte del tiempo es uno de los síntomas que engloba a la depresión, que es la manifestación más frecuente de los trastornos afectivos. Pero para que los especialistas establezcan un diagnóstico de depresión, este síntoma debe darse junto con algunos otros y deben perdurar en un determinado tiempo.
Se sabe también que la mayor parte de los trastornos mentales se inician en la adolescencia, por lo que estudios como éste permiten interpelar a los agentes interventores para que, cuando se realicen acciones, “tengan en cuenta que deben realizarse de manera diferencial para chicos y chicas porque sabemos que existen diferencias”, apunta Helena González Casal que prepara su doctorado con la UOC, dentro del programa Salud y Psicología bajo la dirección de Marina Bosque, investigadora principal del grupo Epi4health de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, vinculado al eHealth Center, y de Albert Espelt de la UAB.
La investigación continúa y lo hará midiendo otros aspectos sobre el estado de ánimo, como el impacto de la pandemia sobre él en estos adolescentes. También quieren ver si el entorno urbano o rural tiene influencia, para perfilar acciones específicas o intervenciones preventivas aún más precisas.