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Isabel Becerra Gil (Isabel Mejorana para los amigos de las redes sociales, Málaga, 1986) responde a las preguntas con pausa, pensando las respuestas y un hablar tranquilo. Justo como la educación en la que cree, lenta como contrapunto a lo rápido que va la vida. Hablar con esta maestra de la escuela de Educación Infantil Pinolivo de Marbella, que también tiene un máster en Políticas y prácticas de innovación educativa y cursa el doctorado en Comunicación y educación social, es hablar de innovación educativa, de espacios compartidos, ABP (aprendizaje basado en proyectos) o de la documentación pedagógica, un proceso por el que se registra la actividad de los pequeños en clase, muy poco practicado en España, pero que va ganando adeptos poco a poco.
Empezamos por los espacios compartidos. ¿Podemos concretar un poco más lo que son y las ventajas que presentan?
La estructura física de Pinolivo la hemos adaptado para que hable mucho de los niños y muy poco de los adultos. Los niños tienen acceso a todo lo que hay en los módulos. Pinolivo está dividido en tres módulos, cada uno tiene tres clases (los llamamos espacios) de referencia: uno de tres años, otro de cuatro y otro de cinco. Cada uno tiene elementos específicos para que los niños -les abrimos las puertas para que puedan moverse libremente por todo el módulo- puedan jugar, investigar, generar hipótesis en relación con los materiales, relacionarse con ellos, puedan experimentar en diversas áreas del conocimiento. Tenemos, por ejemplo, mesas de luz, materiales sensoriales como la mesa de arena, con la pintura, arcilla. Tenemos muchos materiales, muy diversos, y todo en multilenguaje para que puedan experimentar con multitud de cosas que siempre están ahí. El niño no aprende con pequeñas experiencias, que son una raya en el agua. Al niño hay que ofrecerles experiencias muy dilatadas en el tiempo para que puedan generar hipótesis y experimentar.
Esto es un rato de la mañana. ¿El resto del tiempo?
Trabajamos por ABP, entendido de una manera bastante pura, no una reproducción de las unidades didácticas o las fichas tradicionales, pero con unas siglas. Creemos que el ABP permite a los niños adquirir conocimientos potentes según lo que necesitan. Trabajamos, o lo intentamos al menos, acompañándolos en sus procesos de investigación en los proyectos. No se desarrolla el mismo proyecto en todos los grupos de referencia, sino que cada uno tiene un proyecto propio o, incluso, en algunos hay varios proyectos que se desarrollan de manera simultánea porque hay niños con intereses diferentes al resto e intentamos respetar esto.
Esto habla de la necesidad que tenemos como adultos de ofrecer a los niños lo que creemos que necesitan, no lo que nosotros queremos como adultos. En Pinolivo estamos muy acostumbrados a escuchar que el ABP es tal, el ABP se muestra… pero son teorías que no tienen mucho que ver con el ABP. Nosotros intentamos ser coherentes.
¿El ABP no se acaba de hacer bien entonces?
Más que que el ABP no se acabe de hacer bien, es que está mal comprendido. Parto de la base de que todos los que trabajamos con niños creemos que hacemos lo mejor. Pero también es cierto que conozco experiencias de las que se dice que trabajan ABP, pero no dejan de ser fichas sacadas de internet o unidades didácticas de las que se reproducen en la escuela.
¿Cómo es el ABP que se practica en Pinolivo entonces?
Nos comprometimos a formarnos para ser coherentes. Pensamos que no vale solo con proclamar las cosas, es necesario que todas las teorías tengan unas prácticas que estén en consonancia. El ABP debe nacer de una necesidad que tenga el niño o niña. Sería interesante que si un niño no se vincula a un proyecto, no tenga que formar parte de él y pueda formar parte de uno propio. Tiene que formar parte de un aprendizaje más autónomo. También supone colocar al adulto en una posición que puede ser un poco incómoda, que es que no está en posesión de la verdad ni es una persona que enseña o transmite todo el rato, es una persona que acompaña o ayuda al niño a que expanda sus conocimientos, pero de una manera no directiva o transmisiva, sino acompañante.
Otro elemento con el que trabajan en el centro es la documentación pedagógica. ¿Qué es?
Es un testimonio narrativo de las formas de pensar, la cultura y las ideas de los niños. Es una reivindicación de la infancia, es una búsqueda de evidencias de aprendizaje de niños y niñas. Es una estrategia para darle voz a la infancia. También es una confrontación pública porque la documentación se muestra, y al mostrarla devuelves a quien la ve la imagen de un niño potente, capaz, que aprende, que tiene estrategias. Que está en el mundo para algo importante. Puede tener mil formas, pero es todo eso, un testimonio, una reivindicación. Y también una herramienta de evaluación, que es importante. Llevo cuatro años formándome y me cuesta definirla todavía.
Pero, ¿qué se hace con este material?
Esto se tiene que mostrar, tiene que recubrir las paredes de la escuela, tiene que hablar de lo que ocurre dentro, tiene que confrontar a las personas que lo ven. Las documentaciones también nos sirven de evaluación, porque cuando documentas estás mirando tanto al niño o niña que conoces cosas que de otra manera quizá no podrías conocer. También se ofrece a las familias y les hace ser partícipes de lo que ocurre dentro de la escuela. Te compromete éticamente, porque habla del tipo de niño en el que crees y la escuela que quieres proyectar. Se hacen millones de cosas con la documentación, es una herramienta tan potente…
Envuelve como una segunda piel la escuela en la que vivimos y envuelve éticamente lo que ocurre dentro de cada espacio. Y, cuando se muestra al niño, le brinda la posibilidad de autoevaluarse. Al verse documentados se sienten importantes. Una persona siempre es más importante cuando se la mira, y nosotros, como adultos, al mirarlo lo hacemos importante y le damos una presencia muy potente.
¿Esto es una labor diaria o se hace en momento concretos?
No es diaria, no se documenta cada día, pero sí todos los días miras a los niños. Aunque de tu mirada o de ese proceso no se haga una documentación, un panel o un vídeo, sí hay un trabajo como adulto de darle presencia, estar ahí. Con mirarlo no hablo de mirarlo de forma vacía, sino que, como adulto, estás dando valor a lo que hace. Luego puedes fotografiarlo o no. Yo llevo siempre una libreta y anoto sus conversaciones o las posturas que tienen, en qué aprendizaje están, si han contemplado tal o cual cosas en su interacción con materiales o personas. Una de las cosas más difíciles de documentar no es fotografiar o apuntar las frases de los niños, sino reflexionar o analizar de forma muy consciente cada cosa que has observado o anotado. Esto lo tienes que hacer en grupo, además. También la documentación es una reflexión y análisis de la propia práctica que lleva el maestro, habla de ti, porque si un niño está en algo es porque tú, como adulto, has sabido identificar que tiene el derecho a hacer determinadas cosas.
En Infantil se permite innovar más, hacer cosas diferentes. ¿Esto es porque se considera una etapa, digamos, menos educativa? ¿No es a la vez incoherente con los estudios más recientes que la consideran fundamental para el desarrollo futuro?
Las grandes innovaciones en educación han nacido desde abajo, en Infantil. Pero no han conseguido prosperar todas. Tiene sentido, porque tienen que nacer con el niño. Por otro lado, [no darle importancia] creo que tiene algo que ver con la obligatoriedad. Me da mucha pena, pero ni las familias ni nadie parecen creer que en infantil haya que aprender mucho porque no es obligatorio. Pero los niños en Infantil cimientan todo lo que aprenderán después. Está demostrado y contrastado, pero es cierto que se le da más valor a la Primaria y la Secundaria. Pero es bonito cómo hay ahora un movimiento grande para darle valor al infantil. Las guarderías ahora se llaman escuelas infantiles, tienen valor de educación. Y realmente lo son, son educativas, y la escuela infantil tiene que ser un entorno rico. Esto es buenísimo, cada vez hay familias más formadas que tienen inquietudes muy grandes sobre cómo aprenden los niños y en la innovación. También porque es más obvio que un niño no puede estar sentado delante de un libro cinco horas.
¿Detecta entonces un creciente interés de las familias en la educación?
Creo que es como en la Física: una fuerza genera otra fuerza en la dirección contraria. Por un lado, está el hecho de que la sociedad va muy acelerada y queremos meterles a los niños mucha información y muy rápida, para que vayan corriendo a trabajar. Y parece que esta fuerza ha generado una fuerza contraria, la de las familias que abogan por la educación lenta, por ser padres respetuosos, que buscan escuelas respetuosas, adultos que miren a los ojos a sus niños, que no les imponga, para disminuir esta velocidad que hay fuera. Veo familias que esperan de la escuela un tempo lento. Ya habrá tiempo de acelerarse.