Kika Fumero es profesora de francés. Tiene plaza en Tenerife, aunque está de excedencia durante un par de años, hasta septiembre de 2018, como mínimo. Durante este tiempo se ha dedicado fundamentalmente a su otra pasión, después de la enseñanza con adolescentes: la formación del profesorado. Formación dedicada a la coeducación, a la diversidad afectivo-sexual y a la de género.
Kika es una docente lesbiana visible, feminista y convencida de la necesidad (y de cierta urgencia) de la coeducación.
¿Desde cuándo estás de excedencia? ¿Por qué esa decisión?
Llevo un año y medio. Estaba en el trabajo y dando formación fuera y llegó un punto en que ¿paro la formación, aflojo y me dedico a dar clase o pruebo por la formación? Decidí probar esa rama y ver cómo me iba. Me gusta mucho la formación al profesorado y además es necesaria.
¿Por qué? ¿Falta formación sobre estos temas?
La situación está bastante verde, porque formación no hay. De hecho, en los centros en los que he estado y por los que han pasado alumnos del máster en prácticas, cuando entran en mis clases, han flipado, pero no porque yo sea estupenda o maravillosa, si no por el discurso, por el temario que doy… ¿Por qué? Porque no lo han visto nunca. Y no lo han visto en toda una carrera de grado, en la que sea, ni en el master de Secundaria. Me parece inquietante, preocupante y grave. Te da una idea de cómo llegan los profesores nuevos, qué profesorado tenemos: uno que no hay visto nunca estas cosas.
¿Y en los centros?
El tema está muy verde, mucho. Está a la buena voluntad del profesorado, del equipo directivo… Si te encuentras un equipo que te ignora, es de lo mejor que te puede pasar: haces lo que quieres, no te ayuda, con lo cual es una faena, pero no te pone obstáculos. Si te encuentras con un equipo directivo que te pone obstáculos, y los hay, es casi imposible hacer nada.
Si te encuentras un equipo directivo como los que yo me he encontrado, dos, que te ayudan, te apoyan y se mueven, pues ya hacer virguerías. El resultado se nota mucho en el centro.
¿No hay una mayor visibilidad de la diversidad? Por lo que se ve en los medios.
Sí, en los medios de comunicación se habla, pero sería interesante analizar qué se habla y cómo. En los medios, en las seies, en los programas sensacionalistas aparecen más gais y lesbianas, alguna persona trans… pero habría que analizar qué tipo… Creo que están hiperestereotipados. Para que surtiera efecto positivo el aumento de visibilidad tendrían que cuidarse los mensajes. Hay referentes inalcanzables: gais ricos y famosos, guapísimos… A ver, mi alumnado gai mayoritariamente no se va a sentir identificado. Son poco realistas. Y hay cuatro. Está bien que los haya, y que siga habiendo…
Pero…
Pero no cala por eso. En la realidad hay una homofobia en los centros educativos que ni te cuento. Mucha. Hay mucho machismo, mucho sexismo y esta es la fuente de la homofobia. El machote tiene que ser machote, el chico tiene que ser el fuerte… la chica sigue construyéndose y socializándose como siempre. Seguimos invisibilizando al colectivo LGBTI. Está solo en la charla que das el miércoles de 8 a 9, o el tallercito que te dan cada tres meses o una vez al año… y después vas a los libros y no hay referencia por ningún lado… no tenemos referente de profesorado visible en general… Muy poco.
Y mirando los referentes: ¿dónde están las lesbianas? ¿y los tíos trans? ¿y las tías trans? A parte de Carla Antoneli (y toda mi admiración por la labor que hacen). No están en los libros. Ni en el de biología, ni en el de matemáticas.
¿Por esta falta de referentes decidiste hacerte visible?
Lo que más me costó en cuanto a la visibilidad fue dar el paso en el trabajo. Soy funcionaria y tengo toda la seguridad del mundo. Pero una cosa es la ley, que tenga la seguridad de que no me van a echar, pero me pueden hacer la vida imposible.
Me daba miedo el alumnado, en la adolescencia… Pero empecé a mirar, ya no tanto por mí, si no por mi alumnado lgbt. Cuando conecté con la Kika de 14 o 15 años que fue lesbiana, que estuvo en el armario…y de 13 o de 11 años… cuando fui consciente y creía que era la única en el mundo… Quise intentar ser esa profe que nunca tuve.
Y después, cuando sales, ves al alumnado que se te acerca y te dice: “Soy como tú”. ¿Qué heterosexual se acerca a otro heterosexual y le dice: “Soy como tú”? Es muy fuerte sentir ese vínculo exclusivo.
¿Es más complicado salir del armario siendo profe de secundaria?
El alumnado, si es cruel, da igual que seas lesbiana o hetero. Si quieren ir a por ti, irán a por tí: porque eres gorda, tienes gafas o por tus orejas.
A mí sí me han dicho lesbiana de mierda, el alumnado, pero… ¡Que todos los defectos que me saquen sea ser lesbiana! Qué maravillosa tengo que ser (risas): ni un fea, ni un tonta. Y el efecto en el alumnado es todo el contrario. Es un trabajo que tenemos que hacer también con la homofobia interiorizada.
¿Homofobia de quién?
La de las personas lgbti. Sí, claro. El colectivo tiene, y en muchos sectores lo estamos tratando, que hacer un ejercicio en este sentido.Tenemos una asignatura pendiente de revisión de nuestra propia homofobia. Es la única manera. Si nos nos transformamos a nosotras mismas, es imposible transformar.
Estamos socializados tú como tío, independientemente de tu orientación sexual, y yo como mujer. A partir de ahí, bueno, cada uno con nuestras interseccionalidades. Socializados en esta ideología el machismo nos corre por las venas, y la homofobia también. Cuando empecemos a detectar esa homofobia, podremos transformarla y ahí podremos transformar.
Si no digo que soy lesbiana a mi alumnado es por miedo a que me tache de lesbiana… ¿si me tacha de lesbiana qué pasa? ¿por qué tengo miedo? ¿Tú tienes miedo a que te tachen de hetero?
¿El contenido de feminismos ha de llegar a la formación docente?
Totalmente. Estamos socializando en la misma ideología machista.
El acoso escolar es fundamentalmente homófobo, según no pocos estudios…
Nos socializan en la heterosexualidad, entendida como régimen político que establece qué es ser mujer y qué es ser hombre. Y ese régimen es androcéntrico: ubica al hombre por encima de la mujer y establece jerarquías de poder.
Dentro de este marcar qué es ser hombre todo lo femenino está prohibido. Todo que se salga de esto sufrirá homofobia, seas o no homosexual. También chicos heterosexuales la sufren por no ser tan machote o por tener maneras más suaves de moverse o de hablar.
¿Ocurre entre el profesorado?
Uh, y de qué manera. Los docentes no asistimos a los centros educativos en igualdad de condiciones.
El miércoles presentamos los resultados de una encuesta que hicimos Marta Fernández, del Lesworking, (la primera plataforma profesional de mujeres lesbianas) y yo. Soltamos en la red una encuesta para mujeres lesbianas. Uno de los resultados, en bruto todavía, es que el 50% de las personas que respondieron están en el armario dentro del trabajo y de este 50%, el 74% respondió que era porque no tenía necesidad de contar su vida personal. Eso es lo que hay dentro del profesorado también.
Yo soy hipervisible y no voy contando mi vida privada a nadie. Mi compañero llega un día al departamento y yo no tengo idea de su vida, y a lo mejor me dice que fue con su mujer al cine y para mí no está entrando en su vida privada. Sin embargo, si yo digo que fui con mi novia al cine, se quedan en “novia” o lesbiana.
¿Por qué no se dice?
Entiendo que es un mecanismo de supervivencia, pero salir del armario no es contar tu vida. Forma parte de tu homofobia interiorizada. Pero no hay que decirle a la gente que tiene homofobia interiorizada y ya, sino que hay que saber hacerla ver. Es lo que intento en la formación.
¿Hay relación entre ser docente y tener compromiso social?
Absolutamente. Si educar a las nuevas generaciones no es un compromiso social, dime tú qué es el compromiso social. Y más hoy. Antes te podías apoyar más en que: “Tenemos que transmitir conocimiento”. Ahora está al alcance, en cualquier momento y de cualquier lugar. Otra cosa es saber qué hacer con él.
Hoy estamos educando, coeducando, a la ciudadanía del futuro. Como decía María José Urruzola, gran coeducadora fallecida, lo primero es preguntarse qué tipo de ciudadanía, cómo queremos que sea la sociedad, qué queremos transformar. Hacia ahí es donde tenemos que caminar.
Y quien quiera hablar de contenido, bien, hablemos de contenido: ¿qué tipo de contenidos? ¿desde dónde quieres transmitirlos? Porque coges un libro de matemáticas y lees los enunciados y te echas las manos a la cabeza.
Desde hace unos años algunas CCAA han publicado leyes de protección frente a la LGTBfobia. ¿Crees que están funcionando?
Están funcionando muy bien como apoyo a quienes veníamos trabajando estos temas. No está funcionando para implementarlo o fomentarlo en las escuelas. Parece que ahora está de moda, según los meses y de los centros de formación, y se nota un cierto despertar. También dependiendo de la CCAA. Hay algunas que están haciendo cosas muy interesantes como en Canarias o Andalucía. En Cantabria ahora mismo.
Pero las leyes, si no las cumples, no pasa nada. Si lo haces, genial, estás respaldada. Pero quien no lo hace no le pasa nada.
¿Cómo debería entrar en la educación?
Han de meterla en las universidades, en los máster de secundaria… Tenemos que espabilarnos.
Y vigilaría los libros de texto. Tenemos la ley de igualdad entre hombres y mujeres, la ley de violencia de género; por comunidades: las leyes de igualdad afectivo sexual, las leyes lgbt, sobre transexualidad que son 12… Pero entras en un centro y todos los libros van en contra de las leyes. Y no pasa nada. Y todavía el miedo es que qué van a hacer las editoriales… Las editoriales que espabilen, que lo hacen con los cambios de leyes educativas. Pero estas no son importantes. Da igual que los libros no contemplen la igualdad.
Y hay un cierto desconocimiento de estas leyes entre el profesorado…
¿Por qué la van a conocer si no va con ellos? La LOMCE o la LOGSE… la conocemos por obligación, porque si no cumplimos vendrá el inspector y nos caerá un puro.
Tenemos que trabajar con el profesorado, y con el alumnado. Pero desde arriba también: con el personal técnico de la consejería, con las direcciones de los departamentos de los que dependemos, con la inspección.
Estáis a unos meses de lanzar el Observatorio coeducativo-lgtbi. ¿Qué es?
Después de publicar el libro de Escuelas libres de violencia machista con Carmen Ruiz y Marian Moreno, y a raíz de una serie de cuestionarios que nos llegaron sobre violencias sexuales y nuestra experiencia personal, decidimos montar un observatorio que sirviera de puente entre el alumnado y las instituciones, a nivel informativo y que tuvieran a mano en caso de violencia sexual, o lgtbi, homofobia o ciberacoso.
Tanto al alumnado agredido como el testigo; como al profesorado, agredido o testigo; como al equipo directivo y la comunidad educativa en genera, decirle qué puede hacer en los centros según la norma e informarles de las redes y apoyos con los que cuenta.
También hacer de puente entre instituciones y asociaciones con los centros.
¿Cómo lo hará?
Habrá un formulario en la plataforma destinado a esto. Luego pretendemos construir una biblioteca coeducativa lgbti, con referencias. Con filmoteca y biblioteca. Materiales para adolescentes, familias y profesorado. Acotado al mundo de la educación y al colectivo lgbti.
También habrá un apartado de recursos nuestros y el blog, donde introduciremos experiencias de otros docentes. Por supuesto toda la legislación sobre igualdad hombre y mujeres y diversidad de género así como los protocolos y planes lgbti. Y una plataforma de formación a través de Moodle.
¿Cuál es el grado de violencias machistas en los centros? ¿Es tan escandaloso como parece?
Mira, a mí me gusta ser positiva, y te digo que sí, es escandaloso. Y es que nos tenemos que escandalizar para poner soluciones, y soluciones serias.
Y te digo que el alumnado, chicas y chicos son esponjas y funcionan muy bien en su gran mayoría. En Andalucía hay un proyecto de creación de mediadores y mediadoras entre el alumnado: son los ojos, los observadores directos con sus iguales. Los formas en igualdad y en diversidad para que detecten y para que formen a sus compañeros y compañeras. Tendrías que verlo. Son maravillas, son joyas. Cada uno de su familia, con su origen, con sus diversidades e interseccionalidades… da igual. Tienen un espíritu… Yo confío en la adolescencia mucho más que en la gente adulta. Si no, no estaría donde estoy.
Es alarmante y las personas adultas nos tenemos que alarmar. Es nuestra obligación. Pero ¿es rescatable? Por supuestísimo, cambiable, transformable. Pero tenemos que tomarlo en serio, porque hay violencia y los socializamos en ella.