Asistimos a una queja recurrente del sector de guarderías privadas siempre que ven peligrar sus negocios: “Estamos prestando un servicio a la sociedad” o “facilitamos la conciliación laboral y familiar” versus “la administración pública nos tiene que subvencionar de diversas formas”, “puede ser dándonos más dinero o no construyendo escuelas infantiles públicas que nos puedan quitar clientes”.
Afirmamos que las guarderías privadas no nacen por una motivación social o educativa, lo hacen allí donde hay negocio, siendo su motivación principal ganar dinero. Están en su derecho siempre que lo hagan dentro de la legalidad, pero eso no justifica que reclamen a la Administración ayudas de todo tipo.
¿Por qué planteamos esto aquí y ahora? Asistimos, en los últimos días, a una serie de quejas de este sector en diversas comunidades autónomas, por la decisión de varias de ellas de escolarizar en centros públicos niñas y niños de dos años ya que con ello disminuye su clientela. Argumentan entonces que vienen realizando, desde hace años, una actividad social que la Administración no les reconoce ahora. No es actividad social, es negocio y, cuando este peligra, alzan la voz para hacer constar su “vocación de servicio”.
Llegados a este punto desde nuestra Asociación, Junta de Portavoces de Educación Infantil Pública 0-6 años, sostenemos que: no estamos de acuerdo con la escolarización de niñas y niños de dos años en los colegios de infantil y primaria con la estructura actual. Nuestras razones: la educación infantil es una etapa que tiene dos ciclos, 0-3 y 3-6 pero que necesita de una estrecha coordinación entre ambos para cumplir sus objetivos de etapa. Romper uno de los ciclos es cargarse los objetivos y las características propias de la etapa (que además está reconocida por la Ley).
El desarrollo de los niños y de las niñas ha de ser global (y la educación infantil ha de cuidarlo), pero el ritmo es diferente en cada niño o niña; respetarlo obliga a tener una visión del ciclo y de la etapa, no puede ser tratado como compartimentos estancos año a año.
No es justo para los más pequeños que se les trate como simples objetos que sirven para cubrir huecos (aulas) que van quedando vacías en los centros por la caída de la natalidad.
Es necesario hacer un plan que contemple las necesidades específicas de la edad, el derecho del niño y de la niña a una educación infantil de calidad que respete las características propias de la etapa. El plan podrá ser diferente y tener varios modelos pero asegurando lo fundamental: contemplar a los niños y niñas en su derecho a desarrollarse de forma global y armónica y no interrumpir su desarrollo con saltos bruscos en la escolarización.
Es perfectamente posible incluir en un centro público en el que quedan aulas libres todo el ciclo 0-3 haciendo gratuito el 2-3, también puede extenderse la gratuidad a las aulas de 2-3 en las escuelas infantiles públicas, etc.
Se necesita un plan pensado, no improvisar salidas “singulares” en cada momento. Hablar con las y los profesionales de la etapa, con las familias y exigir a las autoridades políticas y académicas tengan en cuenta el bienestar de las niñas y los niños.