María del Mar del Pozo es una mujer que habla con pasión y admiración de Justa Freire. Una maestra que comenzó a ejercer en los años 20 junto a Ángel Llorca en el Grupo Escolar Cervantes. Una maestra «republicana» cargada de una serie de valores entre los que destacan la justicia y la igualdad. Este es el mensaje que destaca Del Pozo cuando habla de ella, su dedicación a la infancia y a la educación por encima de cualquier cosa.
Essta catedrática de Teoría e Historia de la Educación ha dedicado una parte importante de su trayectoria al trabajo que realizaron ambos, Llorca y Freire, en el Cervantes y, particularmente, a la de Justa Freire. Ha buscado en archivos de todo tipo y entervistado a decenas de personas que fueron alumnas y alumnos de esta maestra. Es, seguramente, la estudiosa que mejor la conoce. Por eso tiene claro que es necesario tener esperanza en que volverá a tener un espacio en el callejero.
Creo que Justa Freire es lo que podríamos llamar una auténtica maestra republicana. ¿Cómo llega a serlo y por qué? ¿Cuáles son sus motivaciones para hacerse maestra?
Es difícil es contestar porque a lo mejor el concepto de maestra republicana que manejamos no es igual. Seguramente Justa Freire es maestra por influencia de su familia. No había muchas posibilidades en 1914, que es cuando empieza a estudiar, para educarse y tener un trabajo. Ella es de un pueblo pequeño de Zamora, Moraleja del Vino, en donde alguna de las familiares de su madre había estudiado magisterio y había sido de las primeras del pueblo. Por ahí creo que la animaron y, además, en la escuela tuvo mucho éxito, ganó algíun premio. E imagino que la maestra de la escuela le diría a sus padres que la niña tenía posibilidades. Y entonces la famlia se sacrificó muchísimo para que fuera a estudiar a Zamora. Es una adelantada porque de todas las niñas que vivían entonces en los pueblos perdidos de España, muy pocas podían estudiar magisterio. Ella ya es algo excepcional.
Estudia la carrera de Magisterio y, allí se encuentra con una profesora, de la familia de los Cebrián, María. Una familia muy relacionada con la Institución Libre de Enseñanza. Una de las hermanas se había casado con Julián Besteiro, Dolores. Y Amparo, que tendría un papel fundamental en el Grupo Escolar Cervantes, se había casado con Luis de Zulueta. María es otra de las hermanas relacionadas con la ILE. Por ahí es cuando, yo creo, Justa Freire empezó a intuir que había otro mundo, creo que la animan mucho a ir a Madrid, que es otro acontecimiento. Muy pocas maestras en aquel momento se van a perfeccionar a Madrid. Ella llega entre 1915 y 1916 y empieza a relacionarse con Cossío, asiste a alguna de cuyas clases. Se relaciona así con el ambiente intelectual de la época. Intenta conseguir una plaza en la Escuela Superior de Estudios de Magisterio pero no lo consigue; tiene muy buenas notas pero hay mucha competencia y no lo logra. Entonces prepara unas oposiciones a Magisterio y se va a un pueblo de Ávila.
Para mí, el ser maestra republicana no tiene tanto que ver con planteamientos políticos como con una forma de entender y dedicarte a la educación
En aquel momento ya se había inaugurado el Grupo Escolar Cervantes. Ángel Llorca quiere un grupo de maestros selectos que colaboren en su proyecto pedagógico. Con la forma en la que se seleccionaba entonces a los maestros, que llegaban por antigüedad, tras haber recorrido muchos pueblos pero no con mayor formación, era muy difícil crear un equipo de maestros. Entonces, el Gobierno liberal de la época le permite a Llorca que haga una selección con un concurso. Posiblemente a Justa Freire, Amparo Cebrián, que también será maestra del Cervantes, le dice que se presente. Y es seleccionada. Así empieza su relación con el Grupo Escolar Cervantes y con Ángel Llorca. Es verdad que deja escrito que lo había visitado con anterioridad y se había quedado admirada porque era la educación que quería dar.
Desde el principio, lo que caracteriza a Justa Freire es que es una maestra muy vocacional, que quiere ser maestra y quiere dedicarse totalmente a la escuela. Para mí, el ser maestra republicana no tiene tanto que ver con planteamientos políticos como con una forma de entender y dedicarte a la educación. De querer dedicarte a la escuela pública, a trabajar con los niños más desfavorecidos, quienes más lo necesitan. Entonces la escuela pública era para los más pobres de los pobres, que no podían pagar nada. En Madrid, la pública era minoritaria frente a la privada. Y dedicarse a ella implica una vocación y un querer cambiar la sociedad a través de la escuela, intervenir en el barrio… y esto es en lo que Justa Frere se implica.
¿Cómo es su trabajo en el Grupo Esolar Cervantes?
Ella no llega para ser docente. Ella, Amparo Cebrián y Elisa Alonso no van a dar clase. Es el única escuela pública del país que, siendo de niños, tiene tres maestras. Tres mujeres que se van a dedicar a lo que se llama acción social, que hoy lo llamaríamos educación social: todas aquellas actividades que no son instructivas como el comedor, las relación con las familias, los baños y las duchas… que permitirá a la escuela hacer de ascensor social. En una época en la que morías donde nacías, con una escasa movilidad social. La única forma de poder moverte a otra clase era a través de la educacion. Ahí la escuela tiene un papel fundamental y no solamente porque te va a dar conocimientos, sino que también te da un capital cultural: que te gusten los museos, que aprendas y distingas música clásica… eso solo lo obtenía la burguesía y la clase más alta. Es lo que les da el Cervantes, algo muy intangible pero que les puede cambiar la vida porque permite ocupar otra posición en la vida. Y eso es lo que hace Justa Freire con el grupo de maestros.
Drespués, en la época de la dictadura de Primo de Rivera, acaba dando clase porque les cortan mucho el personal del centro. Y tiene que dar clase y hacer de todo. Ya en 1929 ella es un elemento fundamental en el Grupo Escolar Cervantes. Entra en el 21 y en ocho años, en el documental que se hace en 1929 sobre el Cervantes, la maestra que aparece todo el tiempo con los niños es ella, es la protagonista, no Ángel Llorca.
Esa es Justa Freire. Tiene un concepto de la educación y de la pública totalmente dedicado a los niños y que transmite unos valores especiales, de entrega, solidaridad, dedicación total a la infancia. Ella, igual que Ángel Llorca, vivía al lado del centro, en Cuatro Caminos. Porque se pasaba 12 horas en la escuela, también los domingos. Si la necesitaban tenía que llegar rápido. Su vida es la escuela. Y los meses de verano se va a las colonias escolares con niños de Madrid. Es una vida dedicada totalmente a la educación.
Imagino que después de su paso por la cárcel y la dificiltad de volver a la educación, debió afectarle de manera importante, dado lo que cuentas sobre cómo veía la educación.
Realmente, siempre de lo que se olvida todo el mundo es lo que pasa después de la cárcel. Parece que lo interesante fuer la república, la guerra y la cárcel, pero hay que tener en cuenta que un tercio de su vida, 22 años, fue después de la cárcel.
Imagínate que lo pierdes todo. Había ganado tres oposiciones, piensa en lo complicado que es ganar una, había ganado tres. Dos como maestra y una como directora en Madrid en 1932, cuando va al Alfredo Carderón. Lo pierde todo y vuelve a su casa cuando sale de la cárcel. No tiene futuro, prospectiva.
Ella es una mujer castellana, realmente no se queja nunca. Cómo lo afecte no lo dice, pero hay una anécdota que me contó su hija adoptiva que tiene una fuerza tremenda, muy simbólica. Vuelve de la cárcel un día por la noche, la reciben con mucha ilusión. Al día siguiente le dice a una amiga con la que vivía: “He pensado que me voy a cambiar de habitación. No me gustsa esta”. Se cambia. La explicación que le encontraba la hija adoptiva es que por la ventana de esa habitación veía el Grupo Escolar Alfredo Calderón. Cuando fue directora del centro se mudó al lado para poder ir corriendo y pasar todo el día en la escuela. Posiblemente no podía ni verlo, tenía prohibido entrar. Se cambia de habitación y reconstruye su vida.
Entrevisté por lo menos a 40 personas cuando hice su biografía y me llamó la atención que todas, que eran muy diferentes, todas hablaban maravillosamente bien de Justa Freire
Esto creo que es muy importante en ella. Es capaz de reconstruir su vida; de no guardar rencor, no dedica su vida a amargarse. Es un valor importante en ella. No es rencorosa, alguien que quiera lo peor para nadie. Tiene capacidad de perdonar. Vuelve a organizarse, tiene el apoyo de muchas personas a las que había ayudado en la guerra. Gente anónima, católicos que están en los márgenes del régimen, maestras de grupos escolares. Gente de su barrio. ¿Cómo puede ella sobrevivir, como muchos maestras y maestros republicanos? Cuado vuelven y lo han perdido todo, dan clases particulares clandestinas. Organizan aulas clandestinas, prohibidas en sus casas, que las podían haber devuelto a la cácel. Lo hacen calladamente. Y sobreviven porque sus antiguas familias y alumnos van por la mañana a la escuela en los 40, pero como no aprenden nada, por la noche van a la escuela de Justa Freire. Son sus mismos alumnos de entonces. Parece toda una vida pero habían pasado cinco años desde que cerró la puerta de la escuela y se marchó a las colonias a Valencia. Los primero años sobrevive dando clases particulares y luego la llaman del Colegio Británico, en donde es primero secretaria y después profesora de Literatura y de Religión.
Lo que más me llama la atención de Justa Freire es que siempre fue fiel a sí misma. Es posible que desde fuera uno pueda pensar que una maestra que defendía los valores laicos de la 2º república, que cumplió las normas y que estaba absolutamente convencida de que a la escuela no debía entrar ninguna ideología religiosa o política. Por algo muy característico de una maestra republicana también, porque hay que respetar al niño. Es una idea de la ILE. Como hay que respetarle no hay que adoctrinarle, intrducirle niguna idea, que elija por sí mismo, que tenga capacidad para conocer las posibles ideas políticas, filosóficas, religiosas y pueda elegir. La escuela es un lugar de paz, no de lucha política.
Es curioso porque le debió doler muchísimo la acusación que le hicieron: que se había cantado una canción soviética. Es psible que ocurriese porque cantaban canciones regionales. A lo mejor cantaron alguna canción rusa, que no soviética. Pero el puño en alto que le dijeron en la acusación, es imposible. Ella tenía mucho cuidado de que en la escuela no entrara ninguna idea de ningún tipo, en ningún momento, ni siquiera en la guerra. No lo permitió.
Después de la guerra puede chocar que fuera profesora de religión del Británico, pero siguió siendo ella misma. Enseña religión a través de la literatura, el dibujo, el arte, la música, es decir, una educación integral, transmite los valores universales en los que creía: solidaridad, tolerancia, paz, generosidad.
Durante todo el franquismo es capaz de ser feliz porque sigue dando clase. Sus alumnos son muy diferentes, los niños del colegio Británico son de clase alta, de la autoridades del Franquismo, La adoran como maestra. Entrevisté por lo menos a 40 personas cuando hice su biografía y me llamó la atención que todas, que eran muy diferentes, todas hablaban maravillosamente bien de Justa Freire. Todas las recordaban con un cariño tremendo. Todo el mundo quiso entrevistasrse conmigo porque quería hablar bien de ella. Fue algo impresionante. Todo el mundo tenía un buen recuerdo de ella.
Justa, además del Cervantes, además de ser directora, tuvo un papel principal en las colonias escolares durante la guerra. Me queda la duda de por qué ella y Ángel Llorca no intentan dejar el país en unos momentos en los que se veía todo perdido. No sé si no había posibilidad o no se lo plantea simplemente.
Es una pregunta muy buena. Ya sabes que tienen que cerrar todas las escuelas en Madrid porque los niños corren mucho riesgo con los bombardeos. Justa Freire y Ángel Llorca se van a Valencia y evacúan a los niños del Cervantes, con quienes hacen las colonias escolares.
Esto es interpretación mía, pero creo que la razón es que no pueden abandonar a los niños. Vuelve con ellos a Madrid. He oído que hubo casos en que en algunas colonias los maestros se van y dejan a los niños. Eso no hubiera cabido jamás en la cabeza de ninguno de los dos. Ellos vuelven con los niños y los colocan con sus familias. Y así acaba la aventura.
A parte de eso, hasta el último momento, ellos están pensando, no que se gane la guerra, pero que otra educación es posible. Hay un documento en su archivo en el que ella escribe un modelo de cómo se pueden hacer las colonias escolares que es posible que alguien lo pidiera durante la II Guerra Mundial. Creo que ella sigue teniendo ilusión de que depsués de la guerra se puede hacer otra educación con toda la experiencia que han tenido durante la guerra de convivir con los niños durante las colonias. El modelo ideal de educación que tienen ambos es el de la educación integral en la que la acción educativa pasa por estar con los niños todo el día. Era el modelo de aquel momento en la Escuela Nueva, que había empezado en las privadas, un modelo de internado en el que los maestros se escogían. Ellos querían lo mismo pero para los niños de la escuela pública. Les están educando todo el día, con una influencia educativa mucho mayor y era el modelo ideal. Un escuela que no llaman internado, sino escuela hogar o las conocidas como comunidades escolares durante la guerra. Es un concepto de una escuela como familia que te educa como tal; dándote todas las posibilidades educativas de una familia, no tanto rica, sino con un capital cultural elevado: con acceso a la cultura. Es lo que hicieron en el Cervantes con la acción hacia las familias, algo fundamental. Hicieron una biblioteca impresionante, y, con muchas conversaciones, en una acción informal, a través de los niños, consiguieron que los padres leyeran… a Ortega, novelas de la literatura del XIX… El cambio cultural que esto podría suponer en el barrio, donde no había acceso a la cultura, era impresionante.
Retomando la pregunta. Primero, no iban a bandonar a los niños y, segundo, tampoco, la mayoría de los maestros y maestras creían que iba a pasar lo que ocurrió. Pensaban que podrían seguir trabajando. Recuerdo que una de las cosas que más me puso la carne de gallina fue seguir los últimos días de las guerra. El archivo de Justa Freire no dice nada, ella escribe casi todos los días, pero los tres últimos meses de la guerra no escribe nada. Tuve que reconstruir ese tiempo con las palabras de su hija adoptiva y, sobre todo, a través de la prensa. Vas viendo lo que cuenta, que es lo que lee ella. La prensa iba dejando caer, incluso la republicana, las palabras de Franco: quienes no tenían las manos manchadas de sangre, ninguna participación directa en los acontecimientos más luctuosos de la guerra, no tenían que preocuparse porque tenían cabida en el nuevo régimen. Ángel Llorca, tenía 70 años, y Justa Freire lo que habían hecho todo el tiempo era educar a los niños en las colonias. Justa había sido la delegada de Colonias, pero solo había visitado colonias, se había peleado con los maestros para que trabajaran y con las autoridades. Ella tuvo problemas con los segundos responsables del Ministerio, los anarquistas. Tuvo muchos problemas por pelearse con ellos por el modelo de colonias.
Eran personas independientes que no seguían un modelo político. Su único planteamiento era la escuela. No se plegaban a nadie. No eran personas que se plegasen a la gente importante.
Con todo eso ¿por qué iba a pensar que tendría algún problema si no había hecho nada más que educar a sus niños y salvarles? Como otros maestros que conozco, no es el único caso, creo que estaban convencidos de que volverían a su escuela. Pienso en lo que tuvo que pensar Justa Freire el 1 de abril de 1939 y, al día siguiente, cuando va viendo nombres en la prensa. Todos los días aparece un listado con nombres, antes incluso de que estén en el BOE. La prensa ya anuncia maestros y profesores de Escuela Normal que no pueden vovler a ejercer. Expulsados directamente. Un día salió su nombre. Para ella, imgino yo, tuvo que ser tremendo. Fue muy rápido, en los primeros 10 o 15 días tras el 1 de abril.
Creo que no se les pasó por la cabeza tener que huir, ¿por qué tenían que hacerlo si es tu país? Es también curioso esto. Siempre pienso que ambos eran personas… no nacionalistas, pero sí que amaban mucho a España. Les encantaban todos los rincones, transmitían una idea muy plural de España en su escuela, de que todo el país era muy bonito y había que valorarlo. Era el idealismo de luchar por España, por el país, salvarla. Una idea del Regeneracionismo que seguían teniendo. En ese sentido ellos querían colaborar para reconstruir, tras la guerra, lo que hubiera quedado. ¿Cómo no iban a contar con ellos? Eran quienes tenían la experiencia y la ilusión.
Visto con 80 años de distancia, parece una ingenuidad…
Precisamente. Es algo en lo que incido mucho. Justa Freire no es una persona que se la pueda juzgar por su sesgo político. No está especialmente implicada en política; está implicada en su escuela, en sus niños, en la educación. Posiblemente no debía haber tenido ninguna implicación en la guerra. Por qué va a pensar… De hecho, había tenido problemas con las autoridades y en su diario se ve que hay veces que no le gusta cuando viene gente a visitar la colonia escolar durante la guerra para hacer propaganda. No le gustan estas visitas. No quiere que los niños salgan de su ámbito natural, vivir con tranquilidad fuera de los peligros de la guerra, con la mayor normalidad posible. Es lo único que quiere.
Estos días leo Twitter y no es cierto, que Justa Freire fue maestra de las 13 Rosas. No es cierto. No estaba en la cárcel en el momento en el que ellas estuvieron. Su papel en la cárcel no creo que deba ser importante por si las educó o no, sino por algo también muy intangible: consiguió devolver a las presas la dignidad. A mí me parece fundamental. Todas las actuaciones de las carceleras eran para anular a las presas, para que no tuvieran conciencia de sí mismas, que se dejaran llevar, que no se lavaran… Para despersonalizarlas y que olvidaran quiénes habían sido. Justa Freire, precisamente lo que intenta es lo contrario, que sigan teniendo dignidad, que crean en ellas mismas. Y lo hace con activdades de resistencia que escapan a lo que ven las carceleras. Además de la alfabetización, esta idea de que no se hundieran, que fueran ellas mismas, recordando sus pueblos, obligándolas a lavarse todos los días, que pusieran un detalle estético en su celda. Detalles que las salvaron. Esta parte es la que me parece importante de la labor que hizo Justa Freire en la cárcel, no si fue la maestra de las 13 Rosas, que no lo fue.
Esto que cuentas remite a su trabajo en el Cervantes, más allá de la instrucción, generar unos cimientos en los que sostenerte.
Sí, algo muy intangible. La formación como ser humano; no son los conocimientos. Hay veces que se ha llamado enseñanza en valores, pero yo creo que es mucho más, formarte como ser humano. Es algo que piensa que tiene que darlo la escuela, mucho más que una asignatura. No se puede concentrar en una asignatura. Es cómo orientas la vida total de la escuela, es el ideal. Es tener un ideal educativo, el de formar a los jóvenes para que den lo máximo, a donde pueden llegar, para que piensen por sí mismos y sean libres. Lo vas consiguiendo a través de diferentes materias como la Literatura. Imagínate lo que era aprender literatura en el Cervantes: Antonio Machado, Lorca… nos parece normal, pero es que muchas veces los poemas que los niños aprendían en el Cervantes no estaban aún publicados. Tal vez en la Revista e Occidente. Estaban recién salidos de la pluma de Antonio Machado o de Juan Ramón Jiménez. Eran conocidos, no te digo amigos, pero Ángel Llorca tenía relación con ellos en la Residencia de Estudiantes.
El acceso a la cultura que tenían estos niños cuyos padres eran jornaleros, analfabetos en la gran mayoría, su acceso a los bienes culturales era impresionante cuando en aquel momento no había medios de comunicación o no tenían acceso a ellos. La escuela era el único ascensor social y no podían perder tiempo para conseguir que estos niños tuvieran una vida mejor y que fueran unas personas con todas las posibilidades, las mejores posibilidades educativas.
Es algo difícil de explicar en pocas palabras porque no es la idea que se tiene ahora de la escuela. El debate ahora es si entra una asignatura o sale otra. Allí se estudiaban todas las materias, pero era un estilo educativo especial, que manifestaba, como escribió Justa Freire en un artículo, a través del ambiente educador, del clima que se vivía en la escuela. Si en esa escuela se habla en voz baja, si enseñas una gran cantidad de palabras para que hablen con propiedad y corrección, si comen con una música de fondo y les educas el oído, haces personas totalmente diferentes. De hecho, los alumnos que pudimos entrevistar siempre recordaban su experiencia en el Cervantes que les cambió la vida…
Lógicamente, en aquellos años y en aquel barrio tan obrero.
Totalmente. Un barrio en donde la gente se implicó totalmente en el centro. Ver a los obreros del barrio, que iban 100 o 150 todas los jueves a la veladas familiares en donde veían películas, les recitaban textos literarios, donde sus hijos hacían conciertos. Claro, les parecía increíble que sus hijos pudieran leer tan bien, tocar instrumentos. De manera que las familias se implicaban en las actividades. Lo que pudo cambiar el barrio solo un colegio no lo llegaremos a saber.
En el colegio se conservan cartas de los padres en las que pedían que sus hijos entraran en el comedor. Algo curioso. Llevo 40 años estudiando este centro. La idea de igualdad es importante. Todos los humanos eran iguales y no había clases sociales. Se corrió la voz de que era bueno y empezaron a ir niños de clase media, lo cual era un logro porque jamás hubiesen ido. Pero esta es la verdadera esencia de la escuela pública, cuando es de calidad, todo el mundo quiere ir a ella.
El ingreso se hacía por angituedad. El primero que se inscribía era el primero que entraba, de manera que las madres inscribían a sus hijos casi cuando nacían, porque si no, no entraban. Escolarizaban por orden, no por recomendaciones ni nada parecido. Ángel Llorca no hubiera aceptado una recomendación; nadie podría tener un privilegio.
Al comedor, en los años 20, iban los niños pobres, porque era una institución de caridad. Aquel niño en cuya casa no había dinero para pagar la comida, iba al de la escuela. Iban los niños marcados como pobres. Lo que hacen en el Cervantes es que todos se beneficien del comedor, hay unos turnos y van entrando diferentes niños. Quienes pueden pagarlo, lo hacen muy discrtamente, no se entera nadie, y esa cantidad se utiliza para excursiones o material. No hay distinticiones entre unos y otros. Todos comen igual y hacen las mismas actividades. Es imposible saber qué niños son de una clase media o quienes son pobres.
Al final, todos querían ir al comedor porque, a parte de que se comía bien, con menús muy equilibrados nutriciionalmente, es un espacio de convivencia. Algo que se ha perdido totalmente. El comedor para ellos es el lugar de convivir todos y pueden educar al niño en esta educacióin integral: educación musical, para que hable en voz baja, para que no pelee por la comida, educarle en la mesa. Hay una figura que hace de adulto en la mesa: intentan reproducir al máximo la vida familiar y en cada mesa de 6 o 7 niños, hay uno que actúa como padre o madre: pone la mesa, sirve la comida…. No recuerdo quién me lo contó, en las mesas estaban los maestros, que a veces les tocaba actuar de padre o madre y a veces no. Es una igualdad entre generaciones. Había una comida que a Justa Freire no le gustaba nada, no recuerdo cuál. El día que le tocaba a un niño, le ponía el plato a rebosar porque, en la escuela estaba la norma de que te comías lo que te ponían, no podías elegir. Justa Freire se comía todo el plato. No dejaba nada. Era una idea de igualdad absolutamente increíble. Un modelo muy admirable.
Además, sé que es cierto porque todos los documentos que he encontrado: archivos personales, los institucionales, los testimonios personales, coinciden. El centro funcionaba así.
Me gustaría saber cómo has recibido la noticia del cambio de la calle y su devolución a Millán-Astray, su antítesis total en muchos sentidos.
El disgusto me lo llevé con la sentencia. Me sorprendió que los tribunales se metieran a opinar sobre estas cosas cuando, realmente, el cambio de calles lo hizo una comisión de personas expertas, formada por académicos e historiadores reconocidos. Un trabajo de meses, muy consensuado. Por lo que yo sé, el Ayuntamiento acató la opinión de los expertos. En el caso de Justa Freire se tuvo también en cuenta la opinión popular. Mi papel es de divulgación de una mujer que es muy valiosa.
Justa es para mí un símbolo que podríamos llegar a consensuar, un símbolo de lo que es Madrid. Yo tampoco soy de Madrid y la ciudad es de acoger a todos, una ciudad inclusiva en la que encontramos nuestro camino. Y para Justa fue eso. Llegó a Madrid de un pueblo y acabó en Madrid. Tras la guerra no ejerció en Madrid. Hubo quien se ensañó con ella especialmente. No pudo ejercer en Madrid, en la escuela pública y, ahora, otra vez, vuelve a ser olvidada en Madrid, otra ocasión perdida.
Una ciudad es lo que es por a quién quiere recordar. Poner un nombre u otro no es una decisión neutral
Para mí es una persona en la que todo el mundo se puede sentir representado porque es una persona que lucha, que se reconstruye, que sale adelante, que tiene esos valores universales que todos podemos admirar. Que por su esfuerzo consiguió muchas cosas… Me da mucha pena. Siento pena porque es una ocasión de valorar, de hacer un homenaje a una mujer que, aparte de ser educadora tuvo muy buenas cualidades. Una persona a la que admiro porque al final nunca salió de su boca una palabra más crítica que otra. Ni siquiera criticó por escrito a quienes le hicieron tanto daño. Ahora, me pongo en su piel y creo que tampoco criticaría. Espero que, al final, se reconozca quién fue Justa Freire, que se encuentre una solución. Porque ella tenía esperanza. Es lo que me transmitió. Nos queda la esperanza de que se encuentre una solución y vuelva a ser recordada en Madrid, que vuelva al callejero. Una ciudad es lo que es por a quién quiere recordar. Una forma de recordar es con el nombre de las calles. No es baladí. Poner un nombre u otro no es una decisión neutral, tiene una carga política importante. A quién dedica sus calles, las placas conmemorativas, de recuerdo, los monumentos, todo lo que hay en los espacios públicos, tiene mucha importancia.
En Madrid hay pocas calles dedicadas a las y los maestros. Y hay muchos que se lo merecen. Justa fue un símbolo y ojalá hubiera muchos más. Si quieres tener ese mensaje como ciudad, tienes que honrar de alguna manera a tus maestros, como quieras. Como madrileña de adopción es lo que me gustaría ver en mi ciudad, que se honrara a los maestros, a los científicos, a los artistas, a personas que han contribuido a que tengamos un mundo mejor.
Imagino que una de las razones para este cambio en el callejero tiene relación con la creencia en la significación política de Justa Freire…
Una de las cosas que veo estos días en las redes sociales por parte de elementos fascistas, por decirlo de alguna manera, es que Justa Freire fue la maestra comunista que envió a los niños a Rusia. Esto es inconcebible. Los niños de los que se hizo cargo en Valencia, en las comunidades familiares del Perelló, son los que volvieron a Madrid todos ellos. Cuando algún niño se fue antes, esto está en el diario de Justa, era porque la famlia venía a buscarle. Ella no tuvo nada que ver con los envíos a Rusia, que además lo llevaba otra delegación. Ella supervisó todas las colonias en Levante: Castellón, Alicante, Valencia. Iba moviendo a los niños conforme avanzaban las tropas de Franco. Recogía a los niños y se los llevaba a Murcia… Todos esos niños se quedaron. Lo de Rusia no lo he estudiado pero era otra oficina diferente con otro modelo de evacuación diferente. Ella no hizo nada de eso.
La hija adoptiva no había oído que le explicaran que Justa Freire qué sintió cuando llegó la República. No fue algo de lo que habló como otras muchas otras personas han dejado testimonio. Ella me dijo que en aquel momento su madre se estaba muriendo. Es posible que ella estuviera dedicada a su madre y no tuviera conciencia de lo que estaba pasando.
Así como con Ángel Llorca el elemento político es mucho más claro, una persona muy vinculada al PSOE y a la UGT, que hace muchos de sus programas educativos… Pero no es el caso de Justa Freire. Es verdad que es de FETE, pero no la marca como persona. No lo vería así. Cuando la veo como maestra republicana es por los valores que defiende; valores cívicos de igualdad, de justicia, de solidaridad… esos sí los tiene siempre, antes y después. La acompañan como persona. Creo que son valores que todos podemos asumir, quien no los asuma, para mí es una persona rara, por decirlo de alguna manera. Son valores universales realmente. A ella le hubiera gustado ser recordada como alguien que defendió esos valores. Tampoco creo que le gustara estar en las redes sociales traída y llevada de esta manera, porque era una persona que solo quería educar. ¿Cuántas personas pueden decir que se dediquen solamente a los niños, a la educación y que de eso hagan su vida y nada más? Ya solo por eso es suficiente que se la quiera recordar. ¿Cuántas personas viven la educación como una actividad de 9 a 5 y luego se olvidan hasta el día siguiente? Para ella era toda su vida, 12 horas al día, todo el tiempo que no dormía lo dedicaba a la educación. Es suficiente para ser recordada.
Ella siempre tuvo esperanza y ese es el valor que quiero dejar. En este sentido ya se la ha recordado. No es una de las personas que ha caído en el olvido. La labor que estamos haciendo ahora, de recordar a estas personas que dieron su vida por la educación, creo que es importante. Quedémonos con la esperanza y a lo mejor algún día… Tiene un parque con su nombre es su pueblo, en Moraleja del Vino, su pueblo de Zamora. En Madrid, ya veremos lo que pasa. Espero que tenga una calle, un parque, una escuela… de verdad que estos lugares de memoria son significativos de cómo una ciudad quiere recordar y a quién quiere recordar. No es algo menor, es algo muy importante a quién se recuerda. Es lo que queda.