En nuestro país la forma de acceder a la docencia en Secundaria es disponer de una titulación superior (Historia, Matemáticas, Química…) y posteriormente, hay que formarse en educación para poder opositar. La idea no es mala, si no fuera porque en la realidad la formación pedagógica es un caos y no se dispone de suficiente formación inicial sobre educación.
El Máster vino a mejorar el modelo anterior, el CAP, el curso de Adaptación Pedagógica, pero la realidad nos muestra que sigue siendo un modelo insuficiente. Por ejemplo, en 2023, analicé, junto con mi compañera Isabel Solano, cuál era la formación inicial en Tecnología Educativa en el Máster de Formación del Profesorado de Educación Secundaria en las universidades públicas. Es decir, cuánto sabían acerca de cómo incorporar diferentes medios y recursos en la enseñanza y cómo podrían desarrollar su competencia digital a partir de lo que aprendían en el Máster. Una formación básica para el mundo actual. Pues bien, el resultado os sorprenderá (o no). La Tecnología Educativa no se integra de manera generalizada en los contenidos. En muchos planes de estudio ni aparece. En las asignaturas en las que ésta se plantea, se hace desde una visión reduccionista del manejo de las TIC, dejando la formación en una percepción instrumental (aprender a usar el cacharro), sin tener en cuenta las posibilidades pedagógicas para integrar los recursos de forma didáctica. Aspectos como el Pensamiento Computacional, el uso seguro y ético de las herramientas o el mundo de los algoritmos (cosas tan importantes hoy día), ni se ven ni se les espera. Ves los planes de estudio y casi puedes hacer un análisis sociológico de los mecanismos de poder político dentro de cada Facultad de Educación, porque se percibe claramente quién tenía el liderazgo para plantear el peso de una asignatura u otra en el plan de estudios.
Sobre el Máster llevamos debatiendo años. En teoría, su plan de estudios se está reformando ahora mismo mediante una comisión en el marco de la conferencia de Decanas de Educación (eso es otro melón para otro momento), pero el último debate sobre el Máster de Profesorado ha tenido lugar por el anuncio del Ministerio de permitir “virtualizar” el máster y reducir la presencialidad hasta el 40% de los créditos. Esta decisión se entiende mejor si tenemos en cuenta que más de la mitad del profesorado de Educación Secundaria se forma en universidades privadas que pueden plantear estos estudios de manera online, lo que genera un escenario injusto para las instituciones públicas que tenían un requisito de presencialidad.
A esto se une que hay una lista de espera vergonzosa en este máster en las universidades públicas presenciales, y que, mientras tanto, para algunas instituciones privadas, esta formación es un chollo. Un máster cuyo público potencial son profesionales ya titulados (con poco tiempo disponible) y que necesitan la titulación como requisito para opositar. Oferta-demanda. Es sencillo. Y así es como deja de hablarse de la calidad de la formación y se convierte en mero requisito administrativo. Concretamente, dos universidades privadas a distancia copan el 25% de la matrícula del máster de Secundaria.
Por lo tanto, se puede entender la propuesta del Gobierno, que trata de hacer que el tablero de ajedrez sea más justo, y que todas las instituciones, públicas o privadas, puedan ofrecerlo de forma más flexible incluyendo modelos más virtualizados. No obstante, el problema es que el tablero está roto y faltan la mitad de piezas.
La propuesta lo que va a hacer es ahondar en la idea de que el Máster es un mero requisito administrativo
Voy a tratar de explicarme. Creo que esta decisión del Gobierno no es acertada por varios motivos: por un lado, si algo nos enseñó la pandemia es que el sistema no está preparado para trabajar de manera online. Desarrollar e-learning requiere de formación específica. Es otro mundo. Sin embargo, lo que suele hacerse, ante la ausencia de conocimiento didáctico acerca de cómo diseñar, implementar y evaluar la enseñanza online, es sustituir la clase magistral por videoconferencia y el libro por PDF.
Por otro lado, viendo además las decisiones políticas de los últimos años, esto puede ser una manera de precarizar aún más la enseñanza y el trabajo de los docentes universitarios. Si decidimos pasar los modelos presenciales a virtuales, se pueden tener los mismos docentes pero matricular a más estudiantes. En realidad son aumentos de ratio encubiertos. Por lo tanto, a pesar de ser una firme defensora de la educación online, todo esto me lleva a pensar que esta propuesta lo que va a hacer es ahondar en la idea de que el Máster es un mero requisito administrativo.
En definitiva, antes de plantear propuestas metodológicas que requieren de un esfuerzo técnico y didáctico, hay que reformar todo el plan de estudios, valorando previamente la calidad de la formación que se está dando en algunas instituciones.
Pero el asunto no termina ahí. Aunque parezca increíble, una y otra vez hay que tratar de explicar que un/a docente tiene que saber de la asignatura que va a enseñar, por supuesto, pero también de pedagogía. La educación es una disciplina científica. Es un ámbito en el que la práctica es imprescindible, sí, pero solo con la práctica no sirve. Hay que aprender de didáctica, métodos de investigación, organización escolar, atención a la diversidad, etc. Es decir, un profesor/a de Matemáticas tiene que saber de matemáticas y de educación. El asunto es que hay quienes consideran que para saber matemáticas hace falta un grado de 4 años y que lo de aprender sobre educación es algo que se hace en la práctica. Pero esto no es cierto. Que haya compañeros y compañeras que sean excelentes docentes de Secundaria porque se han formado y han sabido desarrollar sus competencias profesionales a posteriori no significa que no sea necesario aprender sobre educación en la formación inicial. Es como decirle a un médico que no sepa sobre medicina, que operando ya irá aprendiendo. No olvidemos que en la formación del profesor/a de secundaria se deben combinar los aspectos prácticos tutorizados por profesionales con experiencia y prestigio con el estudio y la reflexión teóricas en las facultades.
Y debajo de esta realidad, hay algo interesante: la construcción de la identidad profesional. El sistema en nuestro país está configurado de tal manera que primero se es químico, historiador o biólogo, y después docente. Para algunos/as, de hecho, la docencia es el plan B. Una salida profesional secundaria, un “por si acaso”. Eso no tiene por qué ser malo, porque es posible generar la identidad docente a posteriori y ser un excelente profesional. Pero una titulación que forme para ser docente de enseñanza Secundaria ayudaría a generar esa identidad profesional desde el inicio, como sucede con Magisterio. No olvidemos que la clave es ser profesor/a, especializado en x área, sí, pero se es básicamente docente.
Por ello, el planteamiento de un grado de Educación Secundaria (con especializaciones por materias y/o etapas) no es algo tan disparatado. Y esta propuesta no es una idea loca. Ni siquiera es nueva. Hay países, como Alemania, en los que la formación disciplinar y didáctica van a la par. De esta manera se accede a la formación disciplinar y pedagógica al mismo tiempo. Hay planes de estudio en los que puedes especializarte para Educación Secundaria de dos áreas y puedes ir aprendiendo sobre la disciplina (por ejemplo, historia), y al mismo tiempo aprendes sobre pedagogía, psicología, sociología y la didáctica específica.
Seamos honestos, no podemos hablar de la necesidad de formación pedagógica en Secundaria y no abordar el agujero negro que tenemos en este sentido en las universidades
Quienes defienden que cuanto más conocimiento disciplinar mejor se olvidan de que el sistema educativo no tiene por qué responder a los planes de estudio de las facultades. Por lo tanto, ¿significa eso que un profesor de Física y Química tiene que hacer dos carreras (la de Física y la de Química)?, ¿ocho años de conocimiento disciplinar?, ¿en serio?, ¿no sería mejor un grado con conocimiento disciplinar de ambas áreas y formación sobre pedagogía y la didáctica específica?. Tuve un docente que era una eminencia en Química. No tenía ni puñetera idea de cómo dar clase. Dominar la disciplina que enseñas es imprescindible, pero tener más conocimiento disciplinar no te hace ser mejor docente.
Por supuesto, la reforma de la profesión docente tiene que ir acompañada de una reforma del sistema de acceso y de las condiciones laborales. Y también, hay que decirlo, de un plan para la mejora de la docencia universitaria. Vamos a ser honestos, no podemos hablar de la necesidad de formación pedagógica en Secundaria y no abordar el agujero negro que tenemos en este sentido en las universidades también. En todos lados cuecen habas y abordar el perfil profesional de quien forma a los futuros docentes es otro melón que hay que abrir, con la idea de mejorar el sistema. Y también, por qué no, analizar qué universidades están haciendo de la formación del profesorado un mero negocio sin preocupación por la calidad.
Algunos indican que si se convierte el Máster en un Grado habría necesidad de profesorado porque nadie estudiaría esa titulación. Pero es que ya hay ausencia de profesorado en varias áreas. Por ejemplo, hay muchos docentes que provienen de áreas afines y dan clase de matemáticas, sin dominar realmente la disciplina, porque no hay profesorado con licenciatura en Matemáticas suficiente. Con un grado en Secundaria (especialidad en matemáticas, por ejemplo) ya no habría ese problema, porque el conocimiento disciplinar necesario estaría planteado en el propio plan de estudios. A veces me pregunto si el miedo no es tanto a que no haya estudiantes para un posible grado de Secundaria, sino que sean otras facultades las que se queden más vacías, al eliminar el plan B que supone para algunos/as la carrera docente. Pero en realidad, construir un grado de Educación Secundaria puede ser muy enriquecedor, porque se implicarían profesionales de la disciplina, la didáctica específica y la pedagogía, además de la participación de profesorado con experiencia en Secundaria.
También he leído que el problema de un grado de profesor en Secundaria está en que sería una titulación para producir “trabajadores para el sistema educativo”.
En la Facultad de Medicina se producen trabajadores para el sistema sanitario. ¿Cuál es el problema?. Entiendo que cambios estructurales de tal calado cueste asimilarlos, pero no se está planteando nada del otro mundo, solo un modelo de formación diferente. Porque lo que está claro es que el que tenemos no funciona.
Hay más de 240.000 docentes de secundaria en España. ¿De verdad una profesión que emplea a tantos profesionales no merece una titulación universitaria que les prepare en condiciones?