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La primera acepción que la RAE atribuye a la palabra escuela se refiere al “establecimiento público donde se da a los niños la instrucción primaria”. Una aproximación a su definición que nos resulta escasa en matices porque, una escuela es, también, el lugar por excelencia donde se educa en convivencia a personas de diferentes procedencias, culturas y características.
Desgraciadamente, cuando forzamos a los estudiantes a escolarizarse en unos u otros centros les estamos directamente negando la posibilidad de recibir una educación en convivencia y reproduciendo las desigualdades. Este fenómeno recibe el nombre de segregación escolar por origen nacional, o lo que es lo mismo, el fenómeno por el cual los estudiantes (1ª generación) o sus padres (2ª generación) que no han nacido en el país donde residen y estudian se concentran en algunas escuelas y no en otras.
La investigación1 apunta a que el índice de segregación por origen nacional en España toma un valor de 0,45 (estimado a través del índice de Gorard). Una interpretación muy sencilla de esta cifra alude a que el 45 % de los estudiantes extranjeros en nuestras escuelas deberían cambiarse de centro para alcanzar su distribución igualitaria. Esta hipotética interpretación nos permite comprender el grave problema del “reparto desigual” de estudiantes extranjeros en las escuelas que tiene nuestro país. Afortunadamente, no todas las comunidades autónomas están en esta misma circunstancia, ni alcanzan niveles tan extremos. Una mirada más concreta a la realidad de las aulas de cada una de ellas nos indica que el índice de segregación escolar por origen nacional más bajo se alcanza en La Rioja (0,26) y Principado de Asturias (0,27). En el extremo opuesto se encuentran Andalucía (0,44), Canarias (0,47), País Vasco (0,52), y a la cabeza Extremadura (0,59).
Estos valores se contextualizan quizá mejor cuando consideramos, por ejemplo, los resultados de la última encuesta de 40dB2. Estas señala que existe un preocupante aumento del rechazo hacia la población migrante y especialmente al de origen magrebí: al 41% de los encuestados la inmigración es lo que más les preocupa, más incluso que la situación bélica en la que se encuentran países vecinos. El 24% de los participantes considera que a los extranjeros procedentes del Magreb no se les debería permitir venir a vivir a España. Hay, tal y como señala la encuesta, un reconocimiento en negativo hacia las personas migrantes: desempeñan los trabajos que no quieren los españoles, saturan servicios públicos como la sanidad, son los protagonistas de la delincuencia en el país o se apropian de demasiadas ayudas públicas.
Frente a estos resultados, resuenan quizá con más fuerza las palabras del profesor Luis Lizasoaín (UPV) en una reciente entrevista para El Periódico3 cuando señalaba que «cuando el colegio de nuestro hijo se llena de niños migrantes, lo sacamos». Pero, ¿cuál es la responsabilidad de la escuela para que se estén alcanzando niveles récord de rechazo a la población extranjera?
El problema está en considerar la escuela como un establecimiento independiente de su contexto
La educación no puede ser la culpable de todos los males que le sucede a nuestra sociedad, pero quizá, la escuela, y concretamente su organización y la desigual distribución de los estudiantes en ella sí estén en la base del sentimiento de rechazo hacia el extranjero que se está manifestando hoy por hoy entre la población adulta. No es culpa de las familias querer lo mejor para sus hijos y por eso elegir un centro u otro. El problema está en que la labor del profesorado de los centros con mayor número de estudiantes extranjeros no está siendo compensada con un mayor número de recursos didácticos, de docentes, de personal especialista, de oferta formativa que garantice la formación permanente ajustada a las necesidades de la escuela, de dotación de incentivos para mejorar la estabilidad de la plantilla docente, o una bajada de ratio en las aulas que permita garantizar una atención individualizada y ajustada a cada estudiante. El problema está en considerar la escuela como un establecimiento independiente de su contexto, cuando está más que demostrado el efecto de la segregación residencial en la segregación escolar y que no se esté poniendo el foco de la acción política en el desarrollo de acciones que construyan barrios de todos y para todos.
Si las escuelas concentran, guetifican, a los estudiantes se vulnera el principio de convivencia en pluralidad. Desgraciadamente los datos indican unos niveles muy elevados de segregación escolar por origen nacional en 15 de las 17 comunidades autónomas, lo que refleja, a su vez, el papel tan crucial que representa la implementación de políticas autonómicas en materia de educación. Y es que, en un contexto donde se dan pasos de gigante para romper fronteras, comunicarse y colaborar con personas al otro lado del globo algunas escuelas parecen ir contra corriente.
Evidentemente reducir la segregación escolar por origen nacional será la punta del iceberg, no será suficiente para acabar con el racismo, la falta de reconocimiento o la discriminación, pero es un paso fundamental para que los estudiantes aprendan a desarrollarse, enriquecerse y tomar consciencia de la pluralidad, del valor de la convivencia y el valor de las relaciones al salir del cobijo de las aulas.
1 https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/72201/1/OBETS_12_02_04.pdf
3 https://www.elperiodico.com/es/sociedad/20240930/luis-lizasoain-inmigrantes-resultados-pisa-colegios-segregacion-95887976?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=btn-share