Somos una Fundación que ejercemos el periodismo en abierto, sin muros de pago. Pero no podemos hacerlo solos, como explicamos en este editorial.
¡Clica aquí y ayúdanos!
El cambio hacia la igualdad de oportunidades en el deporte para las niñas y las mujeres ya ha comenzado, pero queda mucho camino por recorrer. Y se trata de “no ponerse límites”, luchar por los objetivos que una misma quiere conseguir, dar ejemplo y tener referentes porque cada pequeño “hito es una victoria colectiva”. Éstas serían algunas de las conclusiones que salieron de la mesa redonda “Hacia una mayor igualdad en el deporte” que buscaba analizar cuáles son los retos para cumplir los derechos de las mujeres y las niñas en la igualdad de oportunidades para participar e involucrarse en todos los niveles de supervisión y adopción de las decisiones en materia de educación física, actividad física y deporte.
La mesa redonda, celebrada el 23 de enero en el Palau Macaya de Barcelona, contó con la participación de Paola Manjón, jugadora de baloncesto y ganadora de la medalla de oro en los Special Olympics World Games 2023, que demostró que “una vez aceptado el límite que toda persona tiene” se puede aspirar “a lo más alto” y conseguir los objetivos marcados. Nacida en República Dominica, adoptada de pequeña por una familia catalana, ha sufrido a lo largo de su vida episodios de racismo y discriminación por ser negra, mujer y tener una leve discapacidad intelectual, que no le han impedido llegar a jugar en unos Juegos Olímpicos con lo que es su “pasión” en la vida: el baloncesto.
El debate comenzó con un dato que pone de relieve la masculinidad que domina el mundo del deporte. Sólo un 14% de la dirección ejecutiva en este ámbito está ocupada por mujeres, según reveló Alejandra Domínguez, directora del Women’s Sports Institute, un observatorio que busca impulsar y potenciar la industria del deporte femenino. Este pequeño porcentaje tan importante evidencia el camino que todavía queda por recorrer para conseguir una más equidad dentro del deporte y que también pasa por asumir, entre las niñas y las mujeres, que si una se lo propone puede conseguir llegar al deporte de élite o a la dirección de un club. Pero la revolución, como todo, pasa por uno mismo, por tener la iniciativa de luchar por lo que se quiere, sin pensar en los prejuicios ni limitarse.
Por ejemplo, según apuntó Domínguez, presentándose en el proceso electoral de una federación deportiva, aunque los hombres siempre hayan dominado estos puestos de dirección y haya “un peso social difícil de revertir”. Porque mujeres cualificadas y con títulos para ostentar diferentes cargos, hay de sobras.
Cobertura mediática
Otro de los aspectos que surgieron durante la mesa redonda y el posterior debate con el público fue la necesidad de la cobertura mediática de las diferentes disciplinas del deporte femenino, que aunque ha mejorado, sigue siendo insuficiente. El ‘boom’ que ha conseguido, por ejemplo, el fútbol femenino gracias a la popularidad del Barça debe poder trasladarse también en otros deportes y dar minutos de radio y televisión y espacios más importantes en la prensa escrita.
Conseguir que niñas, y también niños, vistan camisetas de Alexia Putelles, Salma Paralluelo o Aitana Bonmatí es un hito enorme que permite dar un paso más hacia la igualdad de oportunidades en el deporte. De esta forma, se está consiguiendo crear referentes para las niñas y que se despierten vocaciones para la práctica del deporte amateur y también de alto rendimiento.
Falta de referentes
Esta falta de referentes en todos los ámbitos (árbitros, entrenadores, jugadoras, asesoras, presidentes o directivas de clubes deportivos, periodistas, tertulianas, etc.) fue uno de los aspectos denunciados por Ana Cristina Maye, coordinadora general de la Federación de Fútbol de Guinea Ecuatorial y FIFA Guardian, una de las pocas directivas que hay en el mundo del fútbol masculino que ha tenido que luchar por hacer valer su valía en un mundo lleno de hombres y muy machista, donde demasiado a menudo las mujeres acaban adquiriendo llamado síndrome del impostor, que les lleva a asumir a veces roles masculinos y a frenar su forma de ser, de vestir y de actuar por el miedo al que dirán. Parece que se las exija más y que tengan que demostrar más que los demás lo que valen.
Según Maye, “somos nosotros mismas que cuando ostentamos altos cargos, acabamos despreciándonos” y actuando pensando más en lo que puedan pensar o decir los demás que con lo que tú misma crees. Luchar contra “esta amenaza psicológica” tan difícil también es un trabajo que hay que realizar y que comienza por una misma. Y es que en “cada una de nuestras decisiones y acciones abrimos camino hacia el futuro”, remarcó Meya.
Igualdad de condiciones
Por su parte, Domínguez hizo hincapié en afirmar que, efectivamente, “el deporte femenino está en el mejor momento de la historia” y que es importante explicar bien las cosas, como por ejemplo, que las futbolistas no reclaman “cobrar lo mismo que los hombres” sino que piden “poder participar con la misma igualdad de condiciones, un trato igualitario”, que también pasa por contemplar la “idiosincrasia” de las mujeres, como la maternidad.
“No hay que comparar el fútbol femenino con el masculino”, remarcó Domínguez, porque es claramente diferente y eso lo sabe todo el mundo. El femenino es más técnico y estratégico y el masculino más de fuerza y potencia. Lo importante, para Domínguez, es que tanto las niñas como las mujeres, a nivel amateur y profesional, deben poder tener “la oportunidad de intentar” jugar a baloncesto, dirigir un club, presidir una federación o lo que sea dentro del mundo y la industria del deporte.
Una oportunidad que en el caso de Paola Majón consiguió a base de sufrir mucho, pero también de luchar mucho por practicar un deporte que le apasiona a pesar de su pequeña dificultad para entender las cosas que le impide, según explicó, poder llegar a estudiar para ser entrenadora. Una condición que cree que conseguirá como ayudante en un club de baloncesto y con niños que le permitirá “estar cerca de lo que quería hacer”.
Un claro referente y un enorme ejemplo de superación para todos, dentro y fuera del deporte. Lo importante es ir abriendo camino para conseguir estos objetivos y que la equidad en el deporte sea una realidad para todas las personas. Un camino que algunos asistentes a la mesa redonda consideraron que era necesario “acelerar”, pero que mientras no se consigue del todo, hay que ir siguiendo, también con debates y charlas como las del ciclo ‘El potencial del deporte como herramienta de ‘inclusión social’, que se ha celebrado en el Palau Macaya de la Fundación La Caixa, centro Unesco en Ciencias Sociales y Humanas, y que se cerró con el debate “El impacto ético y social del deporte” este 30 de enero.
Texto original del blog Educa.Barcelona del Diari de l’Educació