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Querida nieta, aún por nacer, que tendrás la edad de mi alumnado en 2050.
Te escribo desde una ventana abierta a la realidad, que ningún negacionismo ni odio puede cerrar, ni siquiera la muerte, porque este artículo es una cápsula (digital) en el tiempo.
Nos ha obligado a asomarnos la dureza de la catástrofe contra la vida y contra la humanidad en la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Andalucía. Se ha hecho visible, no solo en miles de automóviles arrumbados como barcos imposibles, que ya no irán a ninguna parte. Tanto más evidente ante la inopia de los gobiernos del planeta, a pesar de las previsiones de las ciencias climáticas, salvo excepciones: los países más vulnerables, que exigen respuestas, y también los más democráticos, que se plantean acciones.
A la minoría más poderosa no le importa que se cumplan los anuncios de catástrofes, ni siquiera que el calentamiento global se acelere, debido, precisamente, a la inacción política, disimulada por medio de guerras evitables en Ucrania o Sudán y genocidios como los de Siria o Palestina. De otro modo, en Europa se está financiando una transición ecológica injusta, sobre todo en España, que empodera a quienes ya tenían, contra el derecho más elemental.
Como sabe cualquier especialista en catástrofes humanitarias, el índice de vulnerabilidad se ceba en las personas de mayor edad y en la clase trabajadora: gente forzada a permanecer en sus puestos mientras no se decretase la suspensión de sus obligaciones. Esa es la causa de que hubiera más víctimas inmigrantes en el grupo de edad más joven (cf. El País, 14/11/2024). Solamente algunos medios locales y The New York Times se han hecho eco del impacto de las inundaciones sobre la población jornalera chabolista de Huelva.
Así pues, nos asomamos y vimos.
Cómo reaccionar
A raíz de la catástrofe humanitaria provocada por la DANA, me planteé analizar con mi alumnado las causas y los efectos, en un contexto local y global, como inspira la Educación Transformadora para el Desarrollo Sostenible y la Ciudadanía Global (EDSCG). Confieso que el enfoque asistencialista en este caso no me parecía adecuado, porque quienes de verdad están colaborando con las 75 poblaciones y un millón ochocientas mil personas afectadas en Valencia son las miles de voluntarias cercanas al lugar.
He sido cooperante en acción humanitaria, así que confío en otra manera de entender la ayuda, que implica una crítica razonada y un análisis del contexto para minimizar los riesgos y adecuar la respuesta a las necesidades. Nadie ignora que ha fallado la logística, pero muy pocas personas han señalado, usando la misma racionalidad que la cooperación internacional a día de hoy, que nuestro país todavía no había asumido el aumento de la vulnerabilidad ligado al cambio climático.
Acción climática
En vez de reunir donaciones o fondos, propuse a mi alumnado que se asomara a la ventana de la acción climática, para entender la alerta global y sus consecuencias locales. De hecho, en nuestra propia región (el suroeste de España) también hubo una alarma y se suspendieron las clases, con el fin de evitar otro desastre similar.
Sin embargo, casi nadie se ha hecho eco de que el estuario del Guadalquivir es una zona muy vulnerable a las inundaciones, tanto como l’Horta Sud de la Comunidad Valenciana. Las ciencias del clima y su cartografía prospectiva (Climate Central) avisan de que la línea de costa retrocederá durante las próximas décadas hasta cubrir el estuario, incluso si se consiguiera limitar el calentamiento global a 1,5º C. Mientras sube el nivel del mar y las DANA se hacen más frecuentes, aumenta el riesgo para centenares de miles de habitantes.
Cambio de foco desde 2021
Tal como aconsejan la cultura ecosocial y la cultura libre, he reutilizado un recurso acerca de la emergencia climática que elaboré hace pocos años (oct. 2021), con motivo de la COP26, a partir de otras propuestas de Teachers For Future. Al año siguiente lo actualicé, pero se había quedado un poco obsoleto. Lo he hecho usando materiales del curso “Educar para el Desarrollo Sostenible y la Ciudadanía Global” del Movimiento 4.7.
Por aquel entonces, 2021, pusimos el acento en los incendios de las masas forestales afectadas por la sequía y el aumento de las temperaturas en los veranos septentrionales y australes por todo el planeta. Ahora tenemos ante los ojos y en la memoria a corto plazo los efectos devastadores de una DANA descomunal, dada la energía acumulada en la atmósfera por el aumento de la temperatura del Mediterráneo hasta 4º por encima de la media. El fenómeno global de La Niña ha provocado que el calentamiento del planeta haya alcanzado, provisionalmente, 1,5º C en 2024. Así pues, hemos experimentado lo que puede provocar el cambio climático (CC), incluso por debajo de ese límite, de forma tanto más frecuente y destructiva si continúan subiendo las emisiones de GEI (Gases con Efecto Invernadero).
Mientras tanto, en la COP29 de Bakú, finalizada recientemente, no se ha hablado de reducir los combustibles fósiles, sino solamente de financiar la adaptación de los países más vulnerables y, además, con cuentagotas. ¿Se ha perdido la perspectiva, intentando convencer de que se sumaran al consenso internacional a “los meros meros”: los países dependientes en grado sumo de combustibles fósiles, por ser productores (COP27: Egipto, COP 28: Emiratos Árabes, COP29: Azerbaijan)?
Árbol de problemas: preguntas generadoras
En vez de caer en el alarmismo, he utilizado el árbol de problemas para ayudar a que el alumnado tome conciencia de sus competencias para ejercer la ciudadanía, a través del conocimiento, el compromiso personal y la participación en acciones colectivas sobre el CC. También he reformulado las preguntas generadoras con que arrancaba el proyecto: el análisis participativo de la realidad, a la luz de la actualidad. Lo he hecho en diálogo con el alumnado de mi tutoría, a quienes se propuso estos retos:
- ¿Cómo de grave es la amenaza?
- ¿Qué puedes hacer, ciudadana, para afrontar el cambio climático?
- ¿Cómo ser una buena antepasada para las próximas generaciones?
- ¿De qué manera comunicar tu compromiso, para que permanezca en el tiempo?
Se puede acceder a un cuadro-resumen de la situación de aprendizaje en este enlace (una de esas tablas que encanta a la burocracia educativa). Pero lo más interesante es la ventana, propiamente dicha: el portafolio digital de la SdeA, una sección dentro del proyecto Naturautas: leer y escribir la naturaleza, desplegable a lo largo de toda ESO y el Bachillerato. Debería ser evidente que el profesorado sólo puede servir como guía si conoce el terreno por el que nos movemos.
La amenaza es grave: qué hacemos
Las primeras dos sesiones corresponden al análisis participativo de problemas: ¿cómo de grave es la amenaza? Para empezar, he comprobado que el CC sigue sin incorporarse al currículum del alumnado de forma ordinaria. En mi instituto, dedicamos la Semana de los Proyectos del curso 2022-23 al programa Just1Planet de Acción Contra el Hambre. En aquel momento, nos constituimos como una Asamblea para el Clima y diseñamos 11 proyectos en sendos grupos de trabajo internivelares. Fue una experiencia revolucionaria (cf. el portafolio conjunto), pero no tuvo continuidad. Así pues, dos años después, el alumnado sigue sin tener una conciencia clara ni de las causas, ni de los efectos.
La emergencia climática, entendida como alerta global, consiste en categorías demostradas por el IPCC, es decir, las ciencias del clima, y asumidas por el derecho internacional —a pesar del boicot de algunos gobiernos—, desde la Cumbre de la Tierra de 1992 en Río de Janeiro, a través de tres convenciones de Naciones Unidas: CC, biodiversidad y desertificación, pasando por el Acuerdo de París en 2015, con motivo de la COP21 sobre CC, que fija como objetivo limitar el aumento de temperatura global a 1,5º C, por medio de un catálogo de medidas que mitiguen las causas: las emisiones de GEI (mitigación); y afronten sus efectos sobre los ecosistemas y los hábitats humanos (adaptación). Todos los seres vivos son vulnerables al CC, pero unos más que otros.
Lo que nos importa especialmente es una consecuencia pedagógica: la necesidad de concienciar a la generación más joven a través de la educación, para que no sigamos dando patadas al balón hacia delante, de forma irracional. En efecto, el movimiento de la propia Juventud por el Clima: Fridays For Future, nos lo viene exigiendo desde 2018.
Las buenas antepasadas
Desde la materia de Lengua y Literatura, un modo de conseguirlo consiste en asumir la posición de la buena antepasada. Se propone al alumnado escribir una carta a su nieta o bisnieta, cuando tengan su misma edad, que puedan enviar a familiares y amistades como una cápsula del tiempo digital, para que la guarden en sus discos duros o en la nube. Al obrar así, ayudamos a la adolescencia a modular sus emociones: desde el miedo, la indignación o la apatía, hacia el amor a nuestras semejantes (15-16 años en un futuro no tan lejano), y lograr que lo aprendido se convierta en memoria a largo plazo: personal, social y cultural. Tenemos que exigir a los gobiernos lo mismo que nos pedimos a nosotres mismes. Ese ha sido nuestro producto final, en forma de servicio a nuestra gente próxima: familias y comunidad. Al mismo tiempo, pretendemos que ese acto tenga relevancia social e impacto público, formando parte de un movimiento social global.
Tejados de barrio sin paneles solares
Hemos aprovechado la oportunidad que nos ofrecía la red Teachers For Future, en activo desde 2019, de modo que nuestro testimonio se incluyera en un reportaje de Canal Sur, acerca de la COP29 y los efectos del cambio climático en Andalucía: Un planeta con fiebre. Uno de los colegas de TFFS, Natxo Roiz, nos invitó a contactar con el equipo de Los Reporteros. Nos grabaron mientras poníamos en práctica esta SdeA.
Gracias a su investigación periodística, se ha difundido una de las reivindicaciones del movimiento vecinal y político de los barrios con menor renta de España, en Sevilla: que las energías renovables se conviertan en un servicio público, financiado de similar manera que los servicios de salud, educación o seguridad. Los paneles solares no pueden ser privilegio de zonas residenciales con piscina, ni tampoco plantarse en un campo de olivos, para arrancarlos. Qué absurdo. Los tejados y las fachadas de las viviendas de altura en barrios populares de Sevilla son su lugar natural, con vistas a un sol de justicia. Al hacerlo así, no solo cumpliríamos con un deber de justicia social, sino también con la justicia climática que demanda la juventud: las generaciones objetivamente más vulnerables, que ven amenazada su esperanza de vida. Al equipo de Canal Sur le pareció tan relevante que le dedicaron un nuevo reportaje, esta vez en el programa Espacio Protegido (09/02/25, a partir del 17:20).
Aquí tienes, querida bisnieta, una foto de la España impactada por el CC, a comienzos de 2025. Nos hemos comprometido a frenarlo y a defender la biodiversidad, por sentido común. Ojalá puedas leerlo en un planeta mejor habitado, capaz de jugar sus mejores cartas y adaptarse a los cambios, en vez de un mundo ahogado por la sinrazón y la falta de amor.
Mientras tanto, el tirano que arrastró a Siria a la guerra civil más sangrienta de la Historia humana acaba de ser destronado. Millones de personas lo han vivido como si el mundo comenzara de nuevo. Como tú cuando te asomes a esta misma ventana, a la misma edad que nuestro alumnado del barrio más luminoso del planeta.