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Sinopsis
Sara Codina nos regala una novela lúcida, entrañable y divertida sobre la vida de una mujer con diagnóstico tardío del espectro autista.
Lucía está harta de aguantar a su compañero de trabajo trepa. De vivir entregada a la soltería para no caer en otra relación tóxica. De esforzarse por encajar en un mundo que la excluye por sistema. Su diagnóstico de autismo a los cuarenta y tantos, lejos de hundirla, ha sido un revulsivo para empezar a tomar decisiones. Lo que lleva años soportando ya no le vale. Comparte su camino de autoconocimiento con sus amigas Isabela y Sofía, expertas en el noble arte de la “insultoterapia”, quienes la animan a hacer cosas impensables para ella como abrirse un perfil en una aplicación de citas, y con Noa, su sobrina adolescente, también con autismo, cuyas vivencias le permiten conectar con la niña que fue y entender mejor su propia condición.Lucía ya no se conforma con estar, Lucía quiere ser, y las posibilidades son infinitas.
Sara Codina (Barcelona, 1979) es una mujer emprendedora, inquieta y soñadora que ha vivido prácticamente toda su vida siendo autista sin saberlo: a los 41 años le diagnosticaron un trastorno del espectro del autismo (TEA) de nivel 1. Es directora de la Escuela de Música Joan Llongueres de Barcelona y madre de dos niños gemelos. Lleva el blog Mujer y Autista, donde habla de su experiencia con el objetivo de eliminar estigmas, romper mitos y poder ayudar a otras personas que se encuentran en la misma situación, y organiza las jornadas Autismo Invisible en Primera Persona. Interviene en medios e imparte conferencias y charlas para concienciar del aspecto social del autismo: la importancia del diagnóstico, el problema de la inclusión y cómo afecta a cada una de las facetas de la vida, como la alimentación, el deporte, la maternidad o la familia. Su cuenta de Instagram, @mujeryautista, reúne a una comunidad de más de 50.000 personas. Más información en https://mujeryautista.com
Reseña
Después del gran libro Neurodivina y punto, Sara Codina nos deleita con la novela Lucía y el infinito, en su afán de seguir enseñándonos qué es el espectro autista y cómo podemos identificarlo para ayudar a entender a estas personas que piensan con otros ritmos pero que no tienen una discapacidad. Son personas que forman parte de la diversidad de la sociedad y que deben estar inmersas en los grupos a los que pertenecen con total aceptación, sin etiquetas que las hagan diferentes.
Debemos tener claro que el espectro del autismo es muy amplio y no todas las personas se muestran sensibles a las mismas circunstancias. Lucía, la protagonista de la novela, es sensible a los ruidos estridentes, a las luces, a la acumulación de personas (4 son multitud, 3 está bien, 2 está mejor), a los olores fuertes (sean perfumes o comidas), a hablar con ironía o doble sentido, a las reuniones familiarmente establecidas…
“No puedo con la frecuencia del sonido que sale del altavoz de los teléfonos. Es tremendamente irritante, aunque el volumen no esté muy alto. Mi cerebro pone el foco ahí y ese sonido estridente se me mete en la cabeza. Siempre me han dicho que soy una exagerada por esas cosas, así que me callo, me contengo y me jodo. Eso sí, voy con la ansiedad a punto de brotar en cualquier momento en forma de ira desbocada. Por suerte han sido solo un par de paradas y los chavales se han bajado”.
Todas esas circunstancias van produciendo un malestar que Lucía va aguantando y que trata de no manifestar hasta que llega a su casa y hace uso de las herramientas que saben que la calma: la música, el piano, las nubes, el sol, el mar, la montaña y hablar con su grupo de amigas que la entienden y saben cómo tratarla para que no sufra ante los invencibles ataques que la sociedad le presenta. “Mi casa es mi refugio, mi sitio de confort, mi zona de seguridad y mi espacio de descompresión y regulación de todos los estímulos que voy acumulando a lo largo del día”.
Muy entrañable la relación que Lucía establece con Noa, su sobrina, también con autismo. A través de ella está viendo cómo fue su adolescencia, sin ninguna ayuda porque hasta la cuarentena no la diagnosticaron, y trata de ayudarla y seguir también los consejos que le dan los terapeutas que la tratan ya que Noa sí ha sido diagnosticada desde pequeña.
“Noa es mi sobrina favorita y la única que tengo, pero si tuviera más seguiría siendo mi favorita. Y punto. Es la hija de mi hermano mellizo, Guille, al que quiero muchísimo, aunque a veces me saque de quicio como buen hermano mío que es. Y, además, vivimos en el mismo edificio”.
Gracias a Noa, Lucía averiguó que tenía autismo y puede ser que por ello sientan las dos una conexión tan especial. Un día que acompañó a su hermano al pediatra de Noa, la doctora le confesó que tenía sospechas y que la iba a derivar a un especialista. “Nunca olvidaré cuando enumeró los rasgos que le hacían tener tal sospecha: una necesidad imperiosa de rutinas y la poca tolerancia a los cambios; esa mirada esquiva, a rafaguitas; la literalidad y la transparencia que tanto la caracterizan y la forma de comunicarse o de no hacerlo; la atención al detalle; sus hipersensibilidades…¡Pero si Noa y yo somos iguales!”… Meses más tarde, tras someterse a unas pruebas, corroboraron que ella también tenía autismo.
En definitiva, un libro entrañable, divertido y brillante que nos ayuda a la sociedad en general a entender la diversidad. Pienso que este libro puede resultar interesante leerlo y debatirlo en Secundaria, de esta forma podemos hacer comprender el respeto a la diversidad y, de camino, puede ser que alguna persona aclare sus ideas y se sienta identificada con estas características que la hacen sufrir en silencio y que no se ha atrevido a manifestar.
Sara Codina recibió un diagnóstico de autismo a los 41 años, después de décadas intentando encontrar respuestas a su forma de ser, respuestas que iban trastornando su vida, tanto laboral como personal, porque iba haciendo un gran esfuerzo por adaptarse a la sociedad y a las personas que la rodeaban, iba enmascarando su comportamiento para no “ser la rara” del grupo. Esto le producía un desgaste físico y mental que la dejaba exhausta. El día que recibió el diagnóstico empezó a ver que no estaba rota ni defectuosa.
Para saber más
- 40 años siendo autista sin saberlo. Entrevista a Sara Codina, mujer, autista y divulgadora. Vidas ajenas.
- Sara Codina (@mujeryautista) ha presentado su libro, ‘Neuro divina y punto’, en el plató de Consalud.es. En él relata cómo su diagnóstico le ayudó a comprender que “no estaba rota ni defectuosa”. Entrevista
- Sara Codina es madre de dos niños y emprendedora. Es autista, aunque no lo supo hasta los 41 años, después de haber vivido cuatro décadas cargando una mochila cada vez más pesada y luchando para parecer «normal» mientras buscaba respuestas. Entrevista. Balance.
- Blog de Sara Codina