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A los tres años, sus padres notaron que Alex tenía una inclinación natural hacia el baile. «Hubo un día decisivo en el que un amigo pianista vino a casa, tocaron música clásica con mi esposa y el niño empezó a bailar de manera admirable. Entonces, quedé sorprendido y lo grabé», recuerda el padre de Alex. Desde ese momento, comenzó su formación en una escuela de Sant Cugat del Vallés, de donde es oriundo. Y es que Alex lleva la musicalidad en la sangre. Sus padres asistieron durante su infancia y parte de la juventud al conservatorio. Aprendieron piano, violoncelo, flauta travesera, solfeo y canto coral. Actualmente, lo practican amateur.
Dos años después, algo sucedió: «Fue un momento precioso. Dos alumnas de la escuela, que ya tienen 18 años y están volando solas en el mundo de la danza, me vinieron a contar entusiasmadas que durante el entreacto de un espectáculo habían visto a un niño bailando sin parar en el foyer del teatro. No jugaba ni imitaba, simplemente bailaba con una entrega total, como si nada más existiera. Me hablaron tanto de él que poco después vino a probar una clase y, desde el primer minuto, supe que tenía algo muy especial. Esa forma de escuchar la música, de conectar con lo que hacía, era evidente que llevaba el arte dentro», afirma Blanca Hartmann, maestra de Alex y directora del Ballet Ruso de Barcelona, donde inició su formación preprofesional a los seis años y se prepara actualmente.
Formación profesional integral, con amor y exigencia
Aunque cuenta con un talento innato, el éxito de Alex no es fruto de la casualidad. Detrás de cada logro hay horas de ensayo, disciplina, pasión genuina y una estricta rutina de trabajo, apoyado en distintos profesionales.
En el Ballet Ruso de Barcelona ha encontrado el espacio idóneo donde nutre ese amor orgánico que tiene por la danza y forja su desarrollo tanto personal como artístico a partir de importantes dimensiones pedagógicas como la formación exigente pero respetuosa, el desarrollo de una disciplina física y psicológica, el fortalecimiento de la autoconfianza y la autoestima.
Porque no se trata simplemente de formar promesas de los escenarios o ganadores, definitivamente la formación artística desde temprana edad permite desarrollar en las personas importantes habilidades sociales para la vida cotidiana. «La danza les ayuda a expresarse, a conocerse, a tener confianza en sí mismos y descubrir de lo que son capaces. Además, aprenden a trabajar en equipo, a escuchar, a respetar a los demás. Y a nivel cognitivo, desarrollan coordinación, memoria y concentración», reitera Blanca Hartmann.
«Se debe tener mucha disciplina, mucha dedicación, cada día al venir aquí, bailar y mejorar la técnica, es muy importante. Te enseña a estar consciente de que debes trabajar por lo que quieres y que no va a llegar todo en un día. Aprendes a tener paciencia. Aprendes del valor del sacrificio porque después recibes la recompensa. El control de la frustración también la aprendes a llevar muy bien y la disciplina, sin duda, me ha ayudado a ser muy organizado con el colegio, los exámenes y los deberes a la hora de estudiar», afirma Alex, con la candidez de un niño de doce años, pero con la total autoridad y madurez que le da el conocimiento de causa.
Apoyo familiar, clave para una vida equilibrada
A pesar de su apretada rutina, Alex mantiene momentos de descanso y desconexión. Los fines de semana los dedica a su familia y amigos, va al cine o juega, buscando ese “cambio de rutina” necesario para cualquier niño de su edad.
«Este es un proceso que se debe llevar con mucho tacto. Familia, escuela y profesores deben estar en la misma sintonía, ya que cuando el entorno acompaña, se logra el equilibrio entre el trabajo con rigor y mantener la alegría infantil. Cuando empiezan a recibir atención o reconocimientos es muy fácil que genere presión o inseguridad, por lo que es importante recordarle al niño —todo el tiempo— que su valor no depende de lo que logra, sino de quién es», dice la maestra Blanca Hartmann.
La madre de Alex destaca la importancia de acompañar a los hijos en aquello que les hace felices, sin imponer ni forzar: «En el caso de Alex, la danza es un sentimiento que le sale de adentro. Su cuerpo y sus pies se le van al ritmo de la música y va más allá de una simple expresión o de seguir las indicaciones de un profesor. A él le encanta expresar, comunicar y conectar con la gente».
Muchos no alcanzan a apreciar que las familias de un niño artista hacen grandes esfuerzos, no solo económicos sino de tiempo, para que sus hijos puedan explorar sus talentos. Aparte de moverse en una industria compleja, deben enfrentarse a una sociedad que no está prepara para ello y que, generalmente, lo perciben con una obligación o un diseño de los padres. «Es un puzzle entre lo que le interesa al niño, lo que le ofrece la industria y tu realidad logística y social», replica la madre.

La danza, un desafío y una opción de vida que rompe estereotipos
A pesar de sus logros, mantiene los pies en la tierra. El camino de Alex no ha estado exento de retos. Quiere dedicar su vida a la danza y ser bailarín principal, pero es consciente de todos los factores que influyen en el camino al éxito, por lo que prefiere entender el arte como una oportunidad de disfrutar y gestionar emociones, más allá de los triunfos y los sacrificios: «Es una forma de expresarme, de transmitir lo que siento y lo que quiero comunicar al público. Muchas cosas que no puedo expresar con las palabras lo hago con el baile. Poder estar en el escenario sin tener que pensar porque tu cuerpo ya lo hace automáticamente es muy bonito, disfrutas el momento. Luego, los aplausos me gustan, pues es muy chulo recibirlos y sentir satisfacción por todo el trabajo que has hecho detrás de eso».
De otro lado, la soledad que a veces implica ser niño y bailarín de ballet en un entorno donde no es lo habitual, es uno de los grandes desafíos que Alex afronta con madurez a través del trabajo riguroso, la perseverancia y la tenacidad, que lo han llevado a ser ejemplo de versatilidad, ímpetu y persistencia.
«Los hombres son fundamentales en el ballet, tanto en lo técnico como en lo expresivo. El cuerpo masculino aporta muchas cualidades físicas, pero también muchísima sensibilidad y capacidad de interpretación. Afortunadamente, cada vez hay más referentes y menos prejuicios, aunque aún queda camino. Ver a niños como Alex moverse con esa libertad, con esa verdad… es emocionante, es una gran manera de mostrar que la danza es para todos. Hay muchos estereotipos alrededor del ballet y romperlos empieza por formar personas íntegras que encuentren su propia voz dentro de esta disciplina», concluye Blanca Hartmann.
Cosechando los frutos
El ballet clásico es su base y principal disciplina, pero también explora en otros estilos como el hip hop, el contemporáneo, el jazz y el flamenco.
El talento de Alex ha sido reconocido en los concursos más prestigiosos del mundo de la danza como el Youth America Grand Prix (YAGP), ha sido invitado a las finales de Nueva York y Tampa, en donde ha obtenido primeros premios en pas de deux, segundos premios en contemporáneo y varios podios en las categorías clásicas y de conjunto. En certámenes nacionales como Capital Dance Vic y Vila de Blanes, ha cosechado oros en clásico, contemporáneo y neoclásico, demostrando su polivalencia y excelencia técnica.
Su potencial artístico ha sido respaldado con becas de instituciones de élite como la Vaganova Academy of Russian Ballet, la Palucca University for Dance Dresden, Alberta Ballet School, Dutch National Ballet Academy, John Cranko School y Elmhurst Ballet School.
Igualmente, su recorrido en la danza lo ha llevado a converger con el teatro musical, el doblaje de películas y la actuación. Ha participado con papeles principales en los musicales de Billy Elliot y Los Chicos del coro. En el ámbito audiovisual, ha actuado en series como Las Invisibles y películas como Parenostre (próximo estreno), y Museu Ca n’Amat.
Su voz ha dado vida en catalán y castellano a personajes de una treintena de producciones internacionales, entre las que se encuentran Pinocho, Tony en Spy Kids: Armageddon, Eli en Leo, Orion en Orion and the Dark. Y ha participado en Avatar: The Way of Water, A Haunting in Venice, Elemental, Trolls Band Together, y muchas otras.