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Durante la primera semana de julio, desde la Fundació Neus Català y en colaboración con el Col·legi de Doctors i Llicenciats, impulsamos el curso de formación para docentes “Extrema derecha y discursos de odio entre los jóvenes: ¿cómo trabajarlo en el aula?”. Ha sido una experiencia intensa y reveladora: inscripciones agotadas, aula llena, docentes comprometidos, debates apasionados y, sobre todo, una urgencia compartida. La extrema derecha avanza y, con ella, la normalización del racismo, el machismo y el autoritarismo entre la juventud.
No se trata de una percepción aislada, los datos lo corroboran. En el Estado español, un 39,4 % de los chicos jóvenes de entre 18 y 24 años votaron partidos de extrema derecha en las últimas elecciones europeas. Según una encuesta de 40dB publicada hace apenas un año, el 43,6 % de los hombres jóvenes consideran que se debería celebrar un “día del orgullo heterosexual”. Y en las aulas, cada vez más, nos encontramos con comentarios que cuestionan la violencia de género, con discursos xenófobos disfrazados de opinión o con burlas a la diversidad sexual y de género. En la primera sesión del curso, la politóloga Helena Castellà y el periodista especializado en datos Roger Tugas nos ayudaron a caracterizar la extrema derecha actual y analizar la proliferación de sus ideas.
Ideas que no surgen de la nada: beben de un ecosistema comunicativo en el que las redes sociales tienen un papel central. David Bou, periodista especializado en extrema derecha y guionista del documental La Xarxa ultra, nos habló sobre cómo plataformas como TikTok o YouTube se han convertido en espacios privilegiados para creadores de contenido de extrema derecha que, desde un discurso aparentemente fresco o humorístico, introducen mensajes profundamente excluyentes. El humor, los memes, el uso de neologismos como “feminazi” o “woke” permiten desactivar el pensamiento crítico y naturalizar discursos de odio sin que muchos adolescentes sean conscientes de ello.
Hay que formar al profesorado, sí, pero también a las familias, a las educadoras de ocio, a las monitoras deportivas, a los técnicos de juventud.
Ante esto, se necesita una respuesta colectiva, cultural, estructural y valiente. Hay que formar al profesorado, sí, pero también a las familias, a las educadoras de ocio, a las monitoras deportivas, a los técnicos de juventud. Es necesario transformar las escuelas en espacios de resistencia democrática y de promoción del pensamiento crítico. Como nos ha recordado el economista y músico Pau Llonch, impulsor de la cooperativa educativa Versembrant, la educación no puede ser neutral en una sociedad desigual: hay que generar conciencia crítica a través de la cultura, la palabra y el arraigo comunitario. También Mirta Lojo, doctora en Ciencias de la Educación, feminista, miembro de Rosa Sensat y de Ca la Dona, nos ha ayudado a entender cómo el sistema educativo a menudo perpetúa desigualdades si no hay una voluntad clara de transformación. Es necesario volver a poner la democracia —radical e inclusiva— en el centro del proyecto educativo. Solo así se puede frenar el odio.
Desde la Fundació Neus Català, el Projecte Abril quiere ser una herramienta para hacerlo posible. Trabajamos en red con centros educativos de todo el país, ofrecemos recursos para abordar el machismo, el racismo o la LGTBI-fobia, y acompañamos a los equipos docentes que quieren hacer de la educación un muro de contención ante la extrema derecha. Somos herederas de una tradición antifascista que bebe del abril republicano, de la revolución de los claveles, de la lucha persistente de tantas mujeres y hombres que sembraron libertad.
Frente al odio, más educación. Y más democracia.