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Cuando se hace un recorrido por la historia de la Educación en nuestro país, se visualiza claramente que este supuesto enfrentamiento entre dos visiones educativas, la conservadora y la progresista, no es nada nuevo y mucho menos achacable solo a nuestro actual periodo democrático, por más que, para quienes vivimos en la sociedad actual, podamos llegar a pensar que es una seña de identidad de nuestro tiempo, e incluso, para una parte, que “antes se vivía mejor”. Nada más lejos de la realidad.
No soy un experto en historia de la Educación, por lo que no realizaré un recorrido sobre cómo hemos llegado hasta aquí. Pero no puedo dejar de mencionar algunas cuestiones para que se pueda entender el enfoque de lo que quiero expresar con este artículo: la presencia constante de la conocida como estrategia de Penélope, tejer y destejer constantemente, que en el ámbito educativo supone ir adelante para progresar, para atrás para involucionar, y sostener ideas sin voluntad de enmendarse por parte de quienes abanderan todos los procesos de involución, es decir, el sostenella y no enmendalla.
Desde hace poco más de dos siglos
PROGRESO. Nuestra Constitución de 1812, de claro carácter ilustrado y progresista, dedicó por primera vez un título a la Educación, no muy extenso, pero suficiente para aquellos momentos. El posterior Informe Quintana hablaba de una enseñanza universal en igualdad. En 1821 se publicaba un Reglamento General de Instrucción Pública que hacía referencia a una escuela pública gratuita y una privada libre que debía tener ciertos controles por el Estado.
INVOLUCIÓN. Apenas dos años después, fruto de que Fernando VII recuperara el poder absoluto, se publicó una normativa que derogaba la anterior, calificando a la escuela pública como un instrumento del absolutismo.
PROGRESO. En 1833 se inicia la denominada década liberal, bajo la regencia de María Cristina, y las ideas progresistas recuperan protagonismo. Se produjo una importante secularización de la enseñanza, y se intentaron desarrollar sin éxito importantes mandatos establecidos en la Constitución aprobada en 1837.
INVOLUCIÓN. En 1843 Isabel II alcanza la mayoría de edad y se abre paso la década liberal moderada, promulgándose la Constitución de 1845, que renunció a una educación universal y gratuita, así como la Ley de Instrucción Pública de 1857, conocida como ley Moyano, que se sustentó en un acuerdo entre moderados y progresistas que consolidó un modelo liberal conservador que eliminaba las características sociales ilustradas y reconocía los privilegios de la Iglesia conseguidos mediante el concordato de 1851; esa Iglesia que siempre ha estado, y está, presente en el sistema educativo. Ni la Revolución de 1868, en la que se expulsó a los Borbones, ni la Restauración de estos en 1875, beneficiaron a un país con una situación educativa pésima: altísimo analfabetismo, una educación primaria poco desarrollada, y una secundaria y universidad solo para una minoría selecta dirigente.
PROGRESO. El Regeneracionismo de finales del siglo XIX y principios del XX, basado en la idea de que solo la República modernizaría el país, tenía como máxima referencia educativa a la Institución Libre de Enseñanza (ILE) y los institucionistas, a cuya cabeza estuvo Francisco Giner de los Ríos. Se defendía e impulsaba una educación integral, centrada en las necesidades del alumnado y adaptada a éstas, basada, entre otras cosas, en la experimentación y en el máximo contacto posible con lo que se tiene que aprender, sin libros de texto y con la utilización de notas propias del alumnado y su búsqueda bibliográfica, así como en la laicidad como máximo respeto a la conciencia tanto del alumnado como del profesorado. Una escuela que educaba personas para hacerlas libres y que aprendieran para la vida y de la vida.
INVOLUCIÓN. En 1923 se produjo el golpe de Estado de Primo de Rivera y el inicio de su dictadura. Comenzó negando la libertad de cátedra y de expresión, y fueron permanentes los recortes, entre otros, a la libertad y autonomía universitaria. También muy destacado fue su apoyo a la enseñanza privada y el abandono de la pública.
PROGRESO. En 1931 llega la Segunda República y la ILE volvió a tener una gran influencia, recuperándose un ambicioso programa de reformas y cambio social. La Constitución de ese año recuperaba las ideas laicas y la secularización en la educación, dejando la religión fuera de la escuela, potenciaba una escuela pública unificada, así como gratuita y obligatoria en las enseñanzas primarias, con fuerte componente social, actitud activa y creadora, la presencia de la coeducación, y basada en ideales de solidaridad humana. Leer a Lorenzo Luzuriaga, pedagogo e ideólogo entonces del PSOE, quien tuvo el encargo de exponer el proyecto educativo republicano, debería ser obligado al menos para quien quiera conocer las bases de nuestra educación actual. Y aparecieron, entre otras cosas, de la mano de Manuel Bartolomé Cossío, las tan conocidas como añoradas Misiones Pedagógicas.
INVOLUCIÓN. El triunfo de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) supuso la desaparición de la coeducación y del apoyo a las Misiones Pedagógicas, entre otras cosas, poniéndose en marcha una contrarreforma educativa.
PROGRESO. En febrero de 1936 la CEDA fue derrotada en las elecciones. El Frente Popular intentó recuperar la actividad educativa del primer bienio republicano, pero el golpe de Estado de Franco en el mes de julio frenó en seco esta posibilidad. No obstante, se mantuvieron las actividades educativas de la Segunda República durante la guerra de sublevación de los franquistas, pero solo en los territorios que los republicanos controlaban y no sin evidentes dificultades.
INVOLUCIÓN. La traición al poder republicano protagonizada por los franquistas, que dio paso a su guerra de sublevación, finalizó con el inicio de una dictadura cuyos primeros pasos, en materia educativa, ya significaron un retroceso completo mediante el desmontaje de toda la acción educativa republicana. La depuración de las y los maestros, que en gran medida acabó en fusilamientos, parar erradicar con ello los valores de la República y el liberalismo occidental, formó parte de un paquete de medidas en el que se imponía el nacionalcatolicismo, un patriotismo rancio, la supresión de la coeducación, la censura en los libros de texto y en la acción docente, y una enseñanza en la que se recuperaban episodios y personajes históricos que convenían, con una visión incluso reinventada del pasado, para consolidar un modelo político, social y educativo al servicio de la dictadura y de la Iglesia.
PROGRESO. El denominado libro blanco de 1969, que contó con el asesoramiento de un comité internacional de la UNESCO, y su plasmación en la Ley General de Educación de 1970 (LGE), conocida como Villar Palasí, fueron la consecuencia de una nueva realidad social a la que se debía dar respuesta urgente. La migración interna hacia las grandes ciudades, con más de un millón de menores sin escuela aún en esos momentos, forzó a reformar la educación y abandonar postulados que se querían mantener por los más conservadores de la dictadura. Apareció lo que conocimos como EGB, BUP y COU, eliminando las reválidas anteriores por considerarlas contrarias a un sistema educativo avanzado que quisiera extender la educación a toda la sociedad. Fue un tímido inicio de progreso educativo.
En nuestra actual democracia
SOSTENELLA Y NO ENMENDALLA. En el terreno educativo la Constitución de 1978 fue el fruto de la mezcla de dos visiones, la progresista y la conservadora. Si se repasan los diez apartados de su artículo 27, el dedicado a la Educación, se podrá observar claramente esta mezcla, que no fusión, de las dos ideologías. Para no extenderme en esto, recomiendo el libro El artículo 27 de la Constitución. Cuaderno de quejas, editado por Ediciones Morata en 2018. Las ideas conservadoras, a pesar de que han traído siempre involución en el ámbito educativo, tuvieron que aceptarse como parte de ese artículo para lograr que no se produjera un fracaso negociador, ante la amenaza, incluso, no solo de que naufragara un escenario de entendimiento educativo sino, según dicen, la propia Constitución.
PROGRESO. La izquierda gana las elecciones de 1982 y la legislación socialista del PSOE que hizo nacer, entre otras, la Ley Orgánica reguladora del Derecho a la Educación (LODE) y la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), supuso un avance sustancial en el ámbito educativo mediante una educación obligatoria y gratuita hasta los 16 años, coeducadora, integral, personalizada, en igualdad y sin discriminaciones aceptables, participativa y orientada hacia el ejercicio pleno de los derechos y libertades, que configuraba un sistema educativo moderno e insertado en el marco comunitario. No sin dificultades, aquel salto cualitativo en la Educación de nuestro país es indiscutible. En las enseñanzas universitarias también se produjo un gran avance.
INVOLUCIÓN. El paso al Gobierno de la derecha en 1996, con el PP, hizo aparecer la Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE); un retroceso educativo en toda regla que fue rechazado desde el primer momento y que, aunque fue aprobada desoyendo este rechazo mayoritario de la comunidad educativa, nació muerta y no llegaría a ser implantada en sus postulados, salvo excepciones. También se realizó una contrarreforma universitaria que cosecho un similar amplísimo rechazo.
PROGRESO. De nuevo con un Gobierno de ideas socialistas, tras las elecciones de 2004, ve la luz la Ley Orgánica de Educación (LOE), que derogó la LOCE, siendo aprobada con muy amplio consenso. Además de recuperar el enfoque de la LOGSE, pero con las mejoras necesarias por haber transcurrido más de tres lustros, con lo que ello supone en una sociedad que evoluciona muy deprisa, se alineaba con los objetivos educativos europeos y dotaba al sistema educativo de la flexibilidad necesaria y de una mayor simplificación normativa, más que imprescindible, volviendo a poner el foco en el progreso integral del alumnado y no en una cultura de esfuerzo personal convertida por la LOCE en una carrera de obstáculos y criba. También hubo que corregir los desmanes anteriores en materia de educación superior.
INVOLUCIÓN. O de nuevo sostenella y no enmendalla, porque la recuperación del Gobierno del Estado por el PP en 2011 trajo consigo la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), una legislación que bajo ese título buscaba lo contrario, recuperando de nuevo la importancia de la religión, las reválidas, los conciertos con centros que segregan por sexos atacando cualquier modelo coeducativo, un recorte en las becas muy sustancial, y tomando medidas que dificultaban de nuevo el acceso a estudios no obligatorios para la mayoría de la sociedad. Otra vez fue un cambio impuesto y contó con el rechazo generalizado, produciéndose un gran acuerdo social y político para su derogación tan pronto fuera posible.
PROGRESO. Vuelve la izquierda política al poder en 2018 y se cumple el compromiso con la sociedad, derogando la LOMCE y recuperando y mejorando la LOE mediante la Ley Orgánica por la que se modifica la Ley Orgánica de Educación (LOMLOE), usando la técnica legislativa de la incrustación, también usada con la LOMCE. Además de eliminar los equivocados cambios realizados por esta última, al igual que se hizo con la LOE al derogar la LOCE, la LOMLOE mantiene algunas medidas de la LOMCE por dos razones: la búsqueda de una estabilidad legislativa que la derecha nunca ha llegado a contemplar hasta la fecha; y porque nunca nadie hace una ley equivocada en todos y cada uno de sus extremos por muy negativa que ésta sea y por mucho que se esfuerce en ello. Siempre hay algo que aprovechar, si se quiere reparar en ello sin aplicar una visión sectaria.
SOSTENELLA Y NO ENMENDALLA. Los gobiernos autonómicos de la derecha siempre han intentado mantener a toda costa las ideas educativas más conservadoras, oponiéndose en lo que han podido a los avances de las leyes progresistas, y ello a pesar de estar constatado que sus ideas empeoran el sistema educativo de forma global. Un ejemplo de esto, y en su grado máximo, son las políticas educativas desarrolladas en la Comunidad de Madrid, que han sido generadas siempre por la derecha desde que la comunidad autónoma asumió las competencias educativas en 1999, ya que no ha existido alternancia política en ese periodo. Toda la acción política educativa ha ido orientada a burlar la LOGSE, la LOE y la LOMLOE, con normativas que en muchos casos la obvian o incluso la infringen, como la denominada Ley Maestra de Libertad de Elección Educativa de 2022. Como resultado, la Comunidad de Madrid ha empeorado sus indicadores educativos con relación al resto del país, siendo superada por otras comunidades autónomas que partían de situaciones educativas bastante más atrasadas. Tiene un sistema educativo deficiente para las posibilidades reales de este territorio y su ciudadanía.
Algunas reflexiones finales
Queridas personas que han llegado hasta aquí en este breve y modesto repaso histórico educativo, lo primero gracias, y después recuerden que cuando alguien argumente en su presencia que la inestabilidad legislativa en educación, con esta ida y retroceso constante, es algo propio de nuestra actual democracia, como han podido leer, y seguramente ya sabían, podrán afirmar que son comentarios que no se sustentan y que deben ser rechazados.
Además, cuando alguna persona les intente convencer de que la derecha ha hecho lo posible para progresar en materia educativa, podrán negarlo con total tranquilidad, porque si algo la ha caracterizado en estos más de dos últimos siglos ha sido estar siempre del lado de la involución, provocando el retroceso global y, en especial, de la escuela pública y del derecho a la Educación que ésta debe garantizar siempre.
Y, por supuesto, si viven en la Comunidad de Madrid como quien escribe este artículo, no dudarán de que el sistema educativo madrileño sufre las ideas conservadoras más involucionistas y que, aunque se encuentren anclados quienes gobiernan nuestra autonomía en el sostenella y no enmendalla, las ideas progresistas se tienen que abrir paso mediante un futuro gobierno autonómico que abandone el retraso educativo al que nos tienen sometidos en la actualidad.